sábado, 30 de noviembre de 2013

Los Baños Islámicos del Caballel

Resultado de imagen de Los Baños del CaballelLas primeras referencias a los baños del Caballel o del Cabalillo datan del año 1183. 


Se encuentran en los semisótanos del número 13 de la plaza del Colegio de los Infantes y bajo los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes.

La proximidad del zoco y la mezquita, la abundancia de agua en la zona y el arraigo que tenían los baños entre los musulmanes hacen del entorno de la plaza de las Fuentes un lugar lleno de lavaderos y baños.



A menos de cien metros de distancia se encontraban los Baños del Cenizal (restaurados también por el Consorcio de Toledo), los del Pozo Amargo, los del Caballel y los desaparecidos bajo el Colegio de los Infantes.

Los restos arquitectónicos conservados se encuentran bajo los inmuebles de la plaza del Colegio de Infantes, 13 y 14 y los números 5 y 6 de la plaza de las Fuentes.

La planta no está bien definida por problemas de acceso y destrucciones causadas por obras en las casas, pero parece organizarse en una nave transversal de acceso a la que se contraponen tres de manera longitudinal, correspondientes a las salas fría, templada y caliente.

En el transcurso de las obras no se ha modificado la configuración original del espacio. 

El proyecto se ha limitado a reparar y adecentar al detalle el área completa de los sótanos para que sean utilizables y luego se ha asignado un uso a cada zona en función de su conveniencia mediante la inserción del mobiliario adecuado.

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En la sala de entrada se ha situado una mesa de trabajo y un aseo, que es independiente de cualquier elemento constructivo del sótano y, por tanto, fácil de eliminar en el momento en que ya no sea necesario. Se ha ubicado en este lugar la zona de trabajo porque es la sala con mayor luz y ventilación natural.

Además, el techo de viguetas ha permitido ubicar las instalaciones sin necesidad de deteriorar las fábricas originales.

La puesta en valor de los Baños del Caballel ha buscado también que la obra final sea útil para la función que debe cumplir, en este caso una sala de restauración, convencidos de que la utilidad es la mayor garantía que puede tener un edificio a la hora de plantear su conservación futura.

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