Existe aún hoy en día una controversia sobre el origen de una gran cantidad de topónimos de Castilla y León. Algunos son, con mucha seguridad, nombres de tribus bereberes o de personajes célebres que se asentaron en nuestro suelo como, por ejemplo, Megeces (tribu de la rama de los Masmuda), San Cebrián de Mazote (derivado de Massud, un potentado bereber) o Adaja (lugar de establecimiento de la tribu azaya).
Curiosamente, a pesar de haber muchas otras huellas, los bereberes han sido actores mudos en la conquista árabe de Hispania, ya que las fuentes no los citan por su nombre. No hace falta saber mucha Historia para mostrar que la conquista del 711 no la llevaron a cabo sólo los árabes. Con todo, aún sigue siendo habitual la frase «la conquista árabe», en conversaciones y libros.
Sin embargo, entre quienes entraron había más bereberes del Norte de África o personajes que influyeron mucho en las diferentes áreas culturales que eran sirios, pero los bereberes han quedado mudos. Con los textos escritos que tenemos, se estima que el número de árabes no sobrepasó la cifra de cincuenta mil y que los bereberes serían varios centenares de millares, siendo los periodos más álgidos de su llegada los comprendidos entre los años 711 y 740.
Cuanto menos, casi todos los arabistas e historiadores coinciden en que llegaron muchos más bereberes que árabes de Arabia. La periodista Carmina Fort dice que para aproximarnos a la verdad de lo que sucedió realmente en el año 711, cuando un contingente de guerreros del Norte de África cruzó el Estrecho de Gibraltar y derrotó a las tropas visigodas lideradas por Don Rodrigo, tendremos que remontarnos al siglo IV.
También lo atestiguan algunos estudios de movimientos migratorios, donde se habla del paso de bereberes del norte de África a la Península como algo habitual e incluso mucho antes del siglo IV. Quizá nos preguntaremos por qué no se habla de los bereberes o por qué se les conoce tan poco. Pues bien, una de las posibles respuestas es que la palabra bereber nunca se utilizó. Me explico. Los hispanos del momento distinguían con claridad a las gentes de Oriente Medio de aquellas procedentes del Norte de África, como también a las diferentes etnias que había en España.
Sin embargo, los términos que utilizaron para los que llegaron a la Península y se instalaron fueron los siguientes: godos, sarracenos y mauri. Los cronistas de la época no recogieron la palabra bereber porque no hacía falta, ya que en aquel siglo se conocía a los bereberes en su conjunto sin distinciones religiosas o de otro tipo. Eran, en general, los que habitaban el Norte de África y también los que ya estaban en la Península. Y no se les dio el nombre de bereber, que era Brbr (Barbari), porque esta palabra ya la utilizaron los cronistas para denominar a los Godos. En su lugar utilizaron el étimo latino mauri (moros) que ya conocían.
Con este nombre pasaron a la Historia. Si bien hoy en día los especialistas conocen bien la distinción, el uso de moros se sigue dando sobre todo en España y el sur de Italia, sin que se les distinga del resto de personas cuyos orígenes se situaban en el Norte de África. Unos pequeños apuntes sirven para mostrar la gran diferencia que existió y existe entre los árabes y los bereberes, así como sus elementos comunes. Los dos tenían una organización social tribal y con la llegada del Islam muchos cambiaron sus costumbres. La religión crea un tejido social que predomina en todos los ámbitos.
Sin embargo, los bereberes tenían un concepto más amplio de la libertad (véase el caso de la tribu Yarawa, que combatió el Islam dirigida por la reina Dihia, a la que en árabe llamaron sacerdotisa o al-Kahina). En cuanto a la religión, los bereberes no eran musulmanes. Eran cristianos y judíos, o al menos tenían un fondo ancestral judeo-cristiano.
Hay escritos donde aparece cómo algunos llegaron con estandartes con la imagen de santos cristianos. Está constatado que muchos de ellos se convirtieron al Islam, pero hasta qué punto se islamizaron es otra cuestión.
Finalmente, las lenguas bereberes constituyen una familia dentro de la macrofamilia denominada afroasiática (equivalente al indoeuropeo para nuestros grupos de idiomas), y, aunque poseen ese origen común con el árabe (la lengua más extendida del grupo semítico), difieren bastante (como, por ejemplo, el alemán del español). Son datos sobre los que han incidido arabistas e historiadores como Asín Palacios, Dolores Oliver o María del Mar Gómez, entre otros.
(*) Licenciado en Filología Árabe Más información en:
AUTOR AQUILINO ÁLVAREZ BLANCO LICENCIADO EN FILOLOGÍA ÁRABE DIARIO PALENTINO
http://www.historiayarqueologia.com/2016/11/huellas-de-los-bereberes-en-toponimos.html
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