martes, 29 de noviembre de 2016

Asentamiento Prehisrtórico en el camino Toledo a Murcia: Manjavacas (Mota del Cuervo, Cuenca) (y II)


El hábitat sería muy numeroso y disperso, con lugares muy pequeños y otros un poco mayores. (Uroz Saez 2003: 221).

Los yacimientos más significativos de esta etapa del Bronce y contemporáneos a Manjavacas se encuentran repartidos por todo el territorio del antiguo “Común de la Mancha”, destacando los que aparecen en el recorrido del Camino Toledo a Murcia (también conocido como Camino de la Seda), los propios del término municipal de Mota del Cuervo documentados y aquellos cercanos a Manjacavas y esta vía de comunicación. Así uno de los puntos destacables es el conjunto de yacimientos de Vejezate (Socuéllamos, Ciudad Real) con una cronología que abarcaría desde el Paleolítico hasta la Baja Edad Media. Situado a orillas del Río Záncara, en una elevación desde donde se divisan varios kilómetros a la redonda, con buena defensa por el lado Norte donde se encuentra el río. 

Es un conjunto de yacimientos que forman uno sólo a ambos lados del Rio Záncara. Tendrá unas dimensiones de más o menos 3h, encontramos dos cerros uno enfrente del otro con buena visibilidad entre sí, controlando el río y el camino, en este caso el Camino Real de Pedro Muñoz a Villarrobledo. Uno de ellos está situado en unas suaves pendientes de uno de los meandros que forman aquí el río, en una de las lomas hacia el agua se situaría la población, protegidos del frío y de la vista de la gente, es donde han aparecido restos de cerámica del Bronce.

Es de suponer que es un poblado sin amurallar aprovechando la defensa natural de la propia loma que hace que sean casi invisibles por ciertos lados de la misma. (Sánchez Duque 2013). El Cerro de la Virgen de Criptana, se trata de una loma amesetada de grandes dimensiones donde actualmente se encuentra el Santuario de la Virgen de Criptana, con pocos restos del bronce, en la etapa posterior adquirirá gran importancia. Desde su cima se divisa toda la llanura manchega hasta el Campo de Montiel. Sería un poblado en altura fortificado, ya en el Bronce. Tendría unas 4 o 5 hectáreas. 



El Cerro de las Nieves (Pedro Muñoz), no es una motilla propiamente dicha, es más un tell artificial que tendrá continuidad en la etapa posterior. Se encuentra junto a la laguna del pueblo y el camino que lleva de Pedro Muñoz a Mota del Cuervo, tiene una buena visibilidad y contacto visual con el Cerro de la Virgen de Criptana y el Cerro de Santa Ana en El Toboso. Poco se conoce de esta etapa del poblado a pesar de haber sido excavado, siempre se había pensado que el comienzo de la ocupación en el asentamiento fue en el s. VII a.C Alrededor de la laguna y junto a este yacimiento se encuentran otros de características similares y de pqueño tamaó. Se encuentra en el paso con el Morrión (El Toboso), Vejezate (Socuéllamos), Criptana y en comunicación con ellos en esta época. Es similar al de Montón de Trigo (Campo de Criptana), la Atalaya (Campo de Criptana), Villajos (Campo de Criptana), la Motilla y Pozo Nieve en Mota del Cuervo. Determinar el tamaño de este yacimiento en época del Bronce es casi imposible por las transformaciones que ha sufrido al encontrarse en el casco urbano. Montón de Trigo (Campo de Criptana), llama la atención el aspecto monumental de este asentamiento al Norte de Criptana dentro del conjunto arqueológico de Villajos, junto a un camino de Madrid, paralelo a la Vía 30 del Itinerario de Antonino y cercano a la Hidalga (según Blázquez la antigua Alces Celtibérica). 

También se encuentra junto a la Laguna de Salicor, una zona inundable de agua, con laguna rica en sal. Es un tell de forma cónica aterrazado con estructuras en piedra, donde se pueden ver líneas de muros de gran espesor. Las dimensiones del tell son bastante considerables siendo uno de los más grandes de la comarca, semejante en tamaño al Motilla de Azuer (Daimiel). Está aislado con buena visibilidad de todo el entorno teniendo comunicación visual, con Villajos, Cerro San Antón (Alcázar de San Juan), Cerro Gordo (Alcázar de San Juan). 

No es la clásica motilla con torre –algibe en el centro, sino más bien un castro, con la parte superior de la cima amesetada. De lo más interesante es el Conjunto arqueológico de Villajos, donde nos encontramos con cinco motillas de distintos tamaños a poca distancia unas de otras formando un solo asentamiento, localizados en una zona inundable y de alto valor para la agricultura y la ganadería, predomina un montículo frente a los demás siendo probablemente el asentamiento principal, frente a los otros. El yacimiento de la Motilla (Mota del Cuervo), situado al Sur del término era de las mismas características que las motillas anteriormente descritas, un pequeño tell artificial con dispersión de cerámica hecha a mano, controlando un arroyo y un camino, muy cerca de la Cañada Real. A día de hoy este yacimiento está desaparecido, a comienzos de la década del 2000 aún se conservaba, por ello conocemos de su existencia. En la Carta Arqueológica aparece un lugar como posible yacimiento del Bronce, pero no viene la descripción del mismo y si está en llano o en altura, es el de Corral de Mata, también en Mota del Cuervo. 

Interesante resulta el yacimiento de la Motilla de Pozo Nieve (Mota del Cuervo), en la misma sierra de los molinos, y casco urbano de Mota. Es una elevación o tell artificial donde se han documentado restos cerámicos la Edad del Bronce. Parece ser un poblado en altura o tell de un poblado más que una motilla propiamente dicha, un poblado en altura, que quizás hubiera estado fortificado para defenderse, aunque tiene buenas defensas naturales en la parte trasera del mismo. Presenta una buena visibilidad de la zona por la altura que tiene el mismo. Conocido como Pozo Nieve porque en los alrededores se conserva un pozo de nieve. En el propio Camino Toledo a Murcia propiamente dicho, destaca El Morrión en el Toboso, lo mismo que los anteriores no parece una motilla propiamente dicha, junto a una cañada o arroyo, domina un extenso valle junto a este Camino que uniría a Manjavacas con el Morrión. Actualmente se encuentra destrozada pero sigue el esquema de tell artificial formado por la superposición de estructuras construidas en mampostería en piedra. Importante es el propio yacimiento de Manjavacas. 

Asentamiento en llano, junto a la laguna y una vía de comunicación. Hay poca dispersión cerámica en superficie y no se aprecia ninguna estructura de habitación, pero desde el aire parece que estuviéramos ante “Fondos de Cabaña. Las viviendas estaban construidas a base de cabañas hechas con materiales perecederos, por eso no ha llegado a nosotros, hoyos excavados en la tierra “silos”, para almacenamiento o basureros de las cabañas y las viviendas propiamente dichas. El material aparecido en superficie se le puede atribuir al Bronce Final más que al Bronce pleno, fragmentos de algún molino de mano de tipología barquiforme pero sería necesaria una intervención arqueológica. Recuerdan a los restos encontrados recientemente en Villajos donde han aparecido fondos de cabaña, y silos atribuibles al Bronce y que han aportado algo de luz para este tipo de asentamientos en la comarca (Malalana Ureña 2012: p. 172) pudiendo reconstruir el hábitat de estas gentes. Así mismo también recuerda a otros yacimientos tanto de la meseta sur como de la meseta norte, encontrados en llano y junto a puntos de agua. Cercanos a nosotros a parte del recientemente hallado y estudiado en Villajos, podemos encontrar la mayoría de ellos en el Corredor de Henares y en la confluencia del río Manzanares con el Jarama y en el Valle del Tajo. (Fernández 2002: p. 85) 

Al igual que sucede en la edad del Bronce, se puede determinar una serie de tipologías de asentamientos a partir de la I Edad del Hierro, los cuales muchos de ellos ya existían y ahora continúan haciéndose más grandes o más importantes; por lo tanto existe una continuidad en la ocupación del territorio. Así la principal característica de los asentamientos correspondientes al camino Toledo a Murcia sería la mayor concentración junto a los ríos y lagunas, siendo el río el eje vertebrador del poblamiento, como vemos en el Cigüela y en el Záncara (Domingo Puertas). Es ahora cuando surgen los “oppidum”, centralizando el control del territorio en un lugar concreto, fácilmente defendible, con buena visibilidad, junto a vías de comunicación importantes, situándose en puntos estratégicos de caminos y de otros poblados de tamaño más pequeño. observamos la gran cantidad de yacimientos que existen durante esta etapa, sobre todo durante la II Edad del Hierro, además de la variedad de los mismos y del tamaño de alguno de ellos. 

Algunos de ellos tienen poca distancia unos de otros, lo normal son unos 3 o 4 km entre sí, y como mucho 5 0 6 km entre sí. Casi todos ellos se encuentran junto a los ríos, vados, lagunas o pozos donde se puede extraer el agua. Además de encontrarse al lado de vías importantes de comunicación que conectaban el centro peninsular con la salida al mar. Observamos que en Manjavacas durante la II Edad del Hierro el asentamiento sufre un aumento de densidad de población considerable y por ende un crecimiento de la ciudad de esta época. La ocupación se extenderá hacia el norte de la laguna, ocupando todos los terrenos hasta el camino de los valencianos, la carretera de las mesas (camino Toledo a Murcia), (al menos lo que se ve en superficie, en material arqueológico), alrededor de unas 15 has, ocupan el llano y las laderas. 



Estamos hablando de una ciudad celtibérica de cierta envergadura, un “oppidum” en toda regla, junto a una vía de comunicación importante, y de bastantes habitantes; algo desconocido para la zona, pero no el único caso, y que nos pudiera hablar de la importancia que hubiera podido tener el asentamiento de Manjavacas y de este camino que iba al mar, en la II Edad del Hierro. Por todo este recorrido y zonas cercanas al igual que sucede durante la Edad del Bronce, parece que se vuelve a repetir de manera reiterada el tipo de asentamiento en los distintos puntos del territorio; vemos que los yacimientos se bajan al llano y crecen en dimensiones. Por ejemplo en el valle del Cigüela, al norte de Mota del Cuervo destacan: El Albardinal (Villanueva de Alcardete, Toledo) se trata de un espolón rocoso en la margen izquierda del río Cigüela, con buen campo de visión, cerca del río a unos 150 m y un foso defensivo. Es un poblado de planta ovalada, pero con unas dimensiones inferiores a Manjavacas, unas 1´8 has. 

Estaríamos ante un recinto amurallado con foso fácilmente defendible y con mucha dispersión cerámica. Tiene una ocupación desde la II Edad del Hierro. Otro yacimiento a destacar es El Pradejón (Quintanar de la Orden), con una relación visual con el Albardinal, también sobre un espolón rocoso y junto al río Cigüela. Presenta un paramento de muralla y un posible foso, con mucha cerámica también de la II Edad del Hierro, es lo que sería un asentamiento en altura. El Cervero (Villanueva del Alcardete) ya es un hábitat en llano, también junto al camino y la Cañada Real que se dirige a Alcazar de San Juan; el Cervero II (Quintanar de la Orden) otro en llano cercano a los otros sin estructuras visibles y con poco material en superficie. También en la margen del río Cigüela se han documentado los yacimientos de Vega de Escardillo (Villanueva de Alcardete), junto a un camino y cercano al río, ocupado desde la Edad del Bronce, tiene su mayor crecimiento en la II Edad del Hierro, pero no superando las 2 has de dimensiones. 

 Alejado del río se encuentra el yacimiento de Guzquez (Quintanar de la Orden, Toledo), con ocupación notable durante el Bronce, en un cerro testigo o tell artificial fortificado. En Mota del Cuervo similares a este tipo de asentamientos los podemos encontrar en el Pozo Zagarrón, El Castellar y la Torca del Cura. Todos ellos y los documentados en el valle del Cigüela serían asentamientos pequeños, no superando las 2 has y seguramente dependientes de otros hábitats mayores que ellos. Semejantes a Manjavacas hemos podido documentar una serie de yacimientos a lo largo del Camino Toledo a Murcia en la parte manchega; así por ejemplo el Morrión (El Toboso, Toledo), ahora durante el Hierro la población se ha bajado al llano, situándose en una zona de ladera junto al arroyo Cuadrejón y cercano a la laguna de la Nava a unos 200 m (hoy desaparecida) y en pleno camino Toledo a Murcia; será en esta época cuando aumente considerablemente la población, adquiriendo el asentamiento unas grandes dimensiones hasta la fecha no vistas en la zona, presenta el territorio gran dispersión de material cerámico. No aparecen estructuras visibles, probablemente las edificaciones estuvieran construidas con materiales perecederos tales como el adobe y el tapial. Podemos estar hablando de casi 15 has de yacimiento. 

Otro similar será Pozo Villarejo I y II (Villanueva de Alcardete y Quintanar de la Orden), cercano al río Cigüela con la presencia de un vado y al lado de la Cañada de los Hinojosos; se trata de un aterrazamiento cercano al lecho fluvial. Tiene unas dimensiones también grandes. Cercano al camino pero dentro del territorio de acción de camino nos encontramos con otro asentamiento muy similar a Manjavacas, y comunicado con este mediante una vía, a unos 6 km, se trata del Cerro de las Nieves (Pedro Muñoz); al igual que los anteriores se ocupa mediante una motilla durante el Bronce y será en la época de la II Edad del Hierro cuando empiecen a sufrir un aumento de la población y a extenderse por el llano; como los demás se encuentra junto a la laguna del pueblo y en su día debería haber tenido unas grandes dimensiones, actualmente no se conserva a penas por encontrarse en pleno casco urbano, pero cuenta con la ventaja de haber sido excavado mediante intervención sistemática. 

Por último mencionaremos un conjunto de yacimientos que supera con creces las dimensiones de Manjavacas, sin antes olvidar el anteriormente mencionado Vejezate y Ruidera; este yacimiento sería el de Villajos y Critana en Campo de Criptana, dentro de otro de los ramales del camino Toledo a Murcia. Llama la atención las dimensiones, concentración de yacimientos y situación estratégica de los yacimientos de Campo de Criptana, sobre todo llama la atención el Cerro donde se encontraba la antigua Critana como aparece en la documentación medieval, es un auténtico oppidum de gran tamaño, siendo el asentamiento mayor de toda la comarca, con forma de tell artificial, aterrazado similar al Cerro de Santa Quiteria en Tébar (Cuenca) también con una ermita de culto mariano (16); nos encontraríamos ante un poblado bien organizado, con urbanismo de casas, calles, zonas públicas, recinto amurallado, con laderas antropizadas y la cima plana. A este yacimiento hay que unir el conjunto de yacimientos de Villajos con más de cinco motillas o tells artificiales y también el más grande, en la actualidad hay una ermita con las características que el poblado de Critana, sin olvidar que al Norte de Villajos se encuentra el yacimiento de la Hidalga de gran extensión en dispersión de cerámica. 

Tenemos ejemplos similares de control del territorio en zona de frontera como es el espectacular yacimiento de Monte Bernorio (Palencia), el cual controla el paso entre la Meseta y Cordillera Cantábrica (Vacceos y cántabros) y otro más cercano y que pudiera tener relación con este entorno seria el oppidum de Libisosa (Lezuza, Albacete) que controlaría el Campo de Montiel. Parece claro que este yacimiento no solo controlaría el territorio sino también los recursos económicos tales como la ganadería, agricultura y minería y las vías comerciales. Estos asentamientos de grandes dimensiones como Manjavacas tendrían que tener una presencia importante en el camino, haciéndonos suponer que desde la II Edad del Hierro esta vía de Toledo a Murcia tenía un tránsito de mercaderías muy importante, provocando las poblaciones junto a esta vía crecieran y fueran prósperas, además de servir de refugio a los comerciantes y facilitando el traslado de mercancías al encontrarse muy cerca unas poblaciones de otras. 

Por lo tanto el poblamiento de esta parte del camino durante la II Edad del Hierro viene vertebrado por las zonas donde hay agua, ya sea un río o una laguna; gran concentración de yacimientos en un espacio pequeño de territorio en unos 20 km a la redonda; existe una estructuración del poblamiento en la llanura basada en la proximidad de estos cursos fluviales; aparición de vados y control de los mismos mediante la construcción de puntos para controlar el paso de gente por esas zonas. Esta distribución de asentamientos diseminados por toda la comarca con un eje central nos habla de la fuerte jerarquización de la sociedad que ocupaba estas tierras, dependiendo de una élite que controla los principales recursos económicos, sobre todo el comercio; la actividad principal seria la ganadería debido también al tipo de paisaje que había, donde predominaba el bosque mediterráneo con pastos y dehesas, sin dejar de realizar la agricultura, pero en menor medida. 



Con la llegada de los romanos esto empieza a cambiar adaptándose a la administración romana. Ante estos poblados de oppidum, los romanos se comportan de distinta manera, parece ser que por la Mancha se crearon los “fórum” (Poveda Navarro 2002: p. 5), entidades de referencia en el mundo de las aldeas y comunidades rurales, centralizando la actividad comercial en un ámbito rural, sería un centro comercial, con predominio de hábitat disperso, situado en el entorno de una importante vía de comunicación (Uroz Saez 2003: p. 230), sobre todo en aquellos lugares donde existía una zona muy ruralizada y con poblamiento muy disperso, aquí parece que la minería podría tener algo que ver. Además se producía que al estar en un lugar tan estratégico, de frontera y de paso hacia otras zonas de interés de Roma, casi todas las tropas pasaron por este territorio formalizándose así las Vías romanas. 

Después de la conquista romana se producirán los movimientos de población como consecuencia más cercana, concentrando la población para así aplicar mejor la administración romana, además de recompensar a soldados retirados con tierras en Hispania. Este proceso destruyó la mayoría de los asentamientos indígenas fortificados, en beneficios de otros mejor situados y controlados por el poder romano. Uno caso pudiera ser el de Critana, semi abandonado con la creación a 2 km de distancia de El Campo, por donde pasará la Via 29 (Laminium- Titulcia). (Fuentes Dominguez 2006:p 66) 

En Manjavacas al igual que suceda en el Morrión o el Cerro de las Nieves, en época romana estos asentamientos ven aumentar la población, y ven también como Roma les traslada de lugar de habitación, acercándose más a los caminos y cursos de agua, en detrimento de los lugares fortificados donde se encontraban antes. En el caso de Manjavacas, observamos que la población en época romana se situaría en dos ámbitos; por un lado se mantendría la población en el cerro donde se encuentra la ermita de la Virgen de Manjavacas, gente ésta de carácter indígena, siendo la misma población que estaba con anterioridad y por otro lado cerca de la laguna, junto al camino Toledo a Murcia, se aprecia a través de las prospecciones la gran cantidad de material cerámico de época romana, además de construir probablemente una acequia para desviar el agua de la laguna, creando zonas de regadío y así evitar además las inundaciones. 

La extensión en esta época es considerable, cerca de 20 has de yacimiento, nos encontraríamos con una ciudad y no con una villa de época romana. Además de encontrar cerámica, también se han encontrado en ciertas zonas, gran cantidad de espejuelo o “lapis specularis”, el material que los romanos extraían de la Península para la realización de ventanas (era el cristal de Hispania). El lapis specularis supuso para el centro peninsular en época romana, una revolución y la riqueza de la zona, sobre todo de ciudades como Segóbriga. El lapis specularis es un mineral de yeso que se utilizaba para el cerramiento de vanos y como piedra ornamental para revestir paredes y suelos de edificaciones de cierta relevancia y domésticas. (Guisado di Monti 2002: p 405) El área de explotación del lapis comprende las actuales provincias de Toledo y Cuenca, en tierras de Carpetanos y celtíberos. El espejuelo ya era conocido por las poblaciones autóctonas y utilizado por ellas en la arquitectura domestica de sus edificaciones, así como para la elaboración de yesos. 

 Los romanos aprovecharon estos materiales empleándolos en su beneficio. En todas aquellas localizaciones donde se producía la minería del lapis dio origen a unos patrones de asentamientos propios que consistían en potenciar los núcleos prerromanos ya existentes. Frente a las ciudades principales como Segobriga se crearan otras ciudades satélites que ya existían antes las cuales adquirirán importancia por encontrarse cerca de los núcleos de explotación mineros. Manjavacas podría estar dentro de este grupo, al igual que el Morrión, La Hidalga, Ruidera. (Bernader Gómez 2006) Si observamos y analizamos los yacimientos romanos de la zona, nos damos cuenta que estamos dentro del territorio de acción de la minería del lapis specualaris, teniendo muy cerca al famoso yacimiento de Osa de la Vega y el de Monreal; con una fuerte romanización y donde los asentamientos presentan distintas tipologías entre sí, hay desde núcleos muy grandes hasta muy pequeños y algunos de carácter especial como son los de los pozos fortificados, como Pozo Zagarron (Mota del Cuervo), Pozo Bernaldo (Socuéllamos), Pozo Sevilla (Alcázar de San Juan)(Morín de Pablos 2011: p 28), Pozo de los Tomillosos (Tomelloso), entre otros. 

Todos estos poblados o urbes se encontraban cerca de los principales caminos como hemos mencionado con anterioridad; en el caso del lapis la principal vía de exportación era la Vía Spartaria o C-1, el trazado minero del lapis sería el eje Ercávica- Segóbriga- Carthago Nova, ruta prerromana que unía la zona centro de la península con el área del sureste, teniendo bifurcaciones en dirección a Complutum (calzada IB) y otra a Ercávica. (Regulez Muñoz 2006) 

Al analizar la situación geográfica, las dimensiones, materiales, podemos decir que Manjavacas podría hacer sido uno de estos núcleos mineros del territorio del lapis specularis; por su terreno cercano a la laguna encontramos gran cantidad de este material, además de encontrarse en el camino de Toledo a Murcia, antiguo ramal que comunicaba con la vía C-1; las dimensiones del asentamiento en esta época son considerables a pesar de no haberse encontrado restos arquitectónicos, la potencia de material arqueológico es muy alta con adscripción romana, no pasando desapercibida en una prospección superficial. 

Con los pocos datos que barajamos a través de la prospección extensiva realizada, sí podemos determinar que estaríamos ante una urbe con organización urbana; con espacios domésticos y espacios públicos, la creación de una acequia para desaguar el vado del río y la laguna y así poder facilitar el paso por el mismo; probablemente tuvieran espacios públicos y hasta un templo o lugar sagrado dedicado al agua por la cercanía de la misma, y por la construcción en épocas posteriores desde la tardoantigüedad de una ermita junto a la laguna y de un poblado de repoblación bajo la tutela de la Orden de Santiago. 

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