La Universidad en el siglo XVIII presentaba un aspecto desolador antes de la expulsión de los jesuitas de España, decretada por Carlos III en la pragmática sanción de 2 de abril de 1767_ Siguiendo a Avilés 1, la enseñanza era totalmente clasista y la educación se dirigía preferentemente a la clase aristocrática.
Los jesuitas controlaban tamo a la juventud como algunos cargos del Estado, llegando dicho control hasta el mismo confesionario regio, convirtiéndose en un grupo de presión político y social en toda regla.
También el Consejo de Castilla tuvo un protagonismo esencial en las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, teniendo la competencia entre otras de aprobar los nombramientos de los catedráticos. Con fecha 11 de marro de 1769 se data la primera disposición legal que dictó el ministro Campo manes, creando el cargo de director-rector.
El tono general deprimido de las últimas décadas del siglo XVII se prolongaría en las siguientes del siglo XVIII y la actividad intelectual sería muy limitada hasta bien entrada la segunda mitad de siglo.
Después de la expulsión de los jesuitas, la educación intelectual se hace más científica, de acuerdo con el reformismo borbónico y la influencia del nuevo pensamiento ilustrado, iniciándose lentamente una reforma profunda en planes de estudios, cambios de autores, constituciones, etc. .. apareciendo la Real Orden de 12 de agosto de 1768 y declarando extinguidas todas las universidades y estudios de cátedras de la escuela jesuítica. Pronto apareció la idea de que «la enseñanza superior debería ser un servicio público» 2, en todos los centros del Estado.
Como indica Sarrailh 3, los profesores jesuitas eran bien vistos en la corte de Felipe V y Fernando VI; pero en la de Carlos III se hacen sospechosos, no pudiendo contar con ellos para iniciar la reforma, acudiendo a laicos y religiosos que no fueran de la Compañía. Los dominicos, en la época de Carlos III parecen reemplazar a los jesuitas en los favores oficiales; así el general de la orden, el gran fraile catalán Joan Tomás de Boxadors, más tarde cardenal, se convierte en amigo del rey, quien le hace Grande de España. En el mismo momento los agustinos tienen al padre Vázquez, enemigo declarado de los jesuitas y unido por vínculos de amistad a los ministros ilustrados, luchando, junto con los dominicos, por suplantar las doctrinas molinianas por las de San AgustÍn y Santo Tomás.
Con fecha 6 de septiembre de 1770, el Consejo Supremo manda instrucciones al presidente de la Chancillería de Valladolid para reglamentar la organización universitaria, destituciones de catedráticos etc., colocando a las universidades por primera vez bajo la autoridad real. Lo único que faltaba para completar la reforma universitaria era instituir el juramento de fidelidad al soberano para los candidatos a exámenes, y la ordenanza del 22 de enero de 1771 se ocupa de esta cuestión. Si a ésto se añade que el 22 de agosto de 1769, el Consejo Supremo da un nuevo plan de estudios a la Universidad de Sevilla y el 28 de noviembre de 1770 pide a todas que envíen proposiciones con vistas a su reforma, poden;¡os deducir que durante los años 1767-1771, Carlos III y sus ministros trabajan activamente en dicha reforma: Esta no podía olvidar a los Colegios Mayores, que parecían exigir una refundación total.
Los Colegios eran universidades dentro de la Universidad y estaban anexos a las de Salamanca, Alcalá de Henares y Valladolid. Sólo a partir de 1777 se publican los decretos definitivos para que los candidatos a estudiar en estos colegios se sometieran al Real Consejo, y éste escogería a los beneficiarios. Podemos decir que las reformas comienzan en España a partir de 1767, siendo la política de Carlos III la principal impulsora de los cambios intelectuales y la enseñanza superior empezó a ser un «servicio público» y no un bien de minorías.
Con fecha 6 de septiembre de 1770, el Consejo Supremo manda instrucciones al presidente de la Chancillería de Valladolid para reglamentar la organización universitaria, destituciones de catedráticos etc., colocando a las universidades por primera vez bajo la autoridad real. Lo único que faltaba para completar la reforma universitaria era instituir el juramento de fidelidad al soberano para los candidatos a exámenes, y la ordenanza del 22 de enero de 1771 se ocupa de esta cuestión. Si a ésto se añade que el 22 de agosto de 1769, el Consejo Supremo da un nuevo plan de estudios a la Universidad de Sevilla y el 28 de noviembre de 1770 pide a todas que envíen proposiciones con vistas a su reforma, poden;¡os deducir que durante los años 1767-1771, Carlos III y sus ministros trabajan activamente en dicha reforma: Esta no podía olvidar a los Colegios Mayores, que parecían exigir una refundación total.
Los Colegios eran universidades dentro de la Universidad y estaban anexos a las de Salamanca, Alcalá de Henares y Valladolid. Sólo a partir de 1777 se publican los decretos definitivos para que los candidatos a estudiar en estos colegios se sometieran al Real Consejo, y éste escogería a los beneficiarios. Podemos decir que las reformas comienzan en España a partir de 1767, siendo la política de Carlos III la principal impulsora de los cambios intelectuales y la enseñanza superior empezó a ser un «servicio público» y no un bien de minorías.
BREVE HISTORIA DE LOS ESTUDIOS EN TOLEDO
Como ya certeramente apuntó Parro '\ Toledo no ha sido sólo una ciudad cé-
lebre únicamente por sus grandiosos monumentos, por su importancia de ser corte
goda, árabe y castellana, así como por tener la primacía de su Santa Iglesia, riqueza
y poderío de sus prelados, sino que también brilló con el esplendor de las
ciencias y las artes que aquí se profesaron.
Ninguna noticia tenemos de que en la época goda hubiese en Toledo estudios
públicos, pero sí que la cultura tuvo que refugiarse en los monasterios de donde
salieron los obispos más destacados intelectualmente.
En la época árabe hubo escuelas célebres donde se cultivaba el entendimiento y
donde se enseñaba principalmente la medicina, agricultura y astronomía.
En e! siglo XIII después de la conquista de Córdoba, Jaen y Sevilla, se trasladó
a Toledo una escuela rabínica hasta la expulsión de los jud íos de España por orden
de los Reyes Católicos, en 1492.
En e! siglo xlv-en 1374- se fundó un colegio junto a la Puerta de! Cambrón que fue dirigido por los padres agustinos, enseñándose Teología y Artes. En e! siglo xv -en 1494- el racionero D. Pedro de Rivadeneira fundó e! colegio ( convento) de las Nieves a las afueras de la ciudad, donde se estudiaba también Teología y Artes, dirigido por los padres dominicos que después pasaron los estudios a San Pedro Mártir, enseñándose Teología, Artes y Derecho Canónico. Por fin, en 1485, el maestrescuela D. Francisco Alvarez de Toledo obtuvo de su Santidad Inocencia VIII una bula, fechada e! 7 de mayo en Roma, donde se aprobaba levantar el Colegio que sería el de Santa Catalina, del cual nacería posteriormente la Universidad toledana. Así Colegio y Universidad formaron un solo cuerpo 'por espacio de casi tres siglos, hasta su separación que ocurrió siendo maestrescuela y rector el Dr. D. Juan Antonio de los Tueros.
Aún después de esta separación, no querida por el colegio de Santa Catalina, siguió teniendo algunas prerrogativas, como fueron: asistir a los claustros y mantener el sello oficial, donde se podía leer la siguiente inscripción: "Sello del colegio de Santa Catalina, Universidad de Toledo». Después de la separación oficial, la Uni:rersidad se estableció en las aulas que habían dejado los jesuitas; pero como el edificio se encontraba en mal estado, pasó a las dependencias de San Pedro Mártir en 1789, y en 1799 se estableció definitivamente en el edificio construido por Lorenzana 5, para que su enseñanza fuese más útil y pudiese beneficiarse la Imperial Ciudad, y estuvo en dicho edificio hasta 1845 que fue suprimida, para crearse la de Madrid, por su proximidad a la capital de España.
Desde luego podemos decir que la calidad de enseñanza que se impartía a finales del siglo XVlII fue aIta, pues una carta dirigida al maestrescuela y claustro de la Universidad de Toledo, fechada el 22 de septiembre de 1799, por D. Pedro Rivero, canónigo de la catedral de Zamora, dice: ... «he contrastado lo más florido de las universidades de Salamanca y Valladolid, pero habiendo conocido la de Toledo, tengo que decir que ésta no les cede ni en conocimiento, ni en luces, ni en crítica, ni en lucimiento ... "y finaliza deseando;' que la enseñanza se siga impartiendo brillantemente, para que se distinga entre todas las escuelas públicas» ...
En e! siglo xlv-en 1374- se fundó un colegio junto a la Puerta de! Cambrón que fue dirigido por los padres agustinos, enseñándose Teología y Artes. En e! siglo xv -en 1494- el racionero D. Pedro de Rivadeneira fundó e! colegio ( convento) de las Nieves a las afueras de la ciudad, donde se estudiaba también Teología y Artes, dirigido por los padres dominicos que después pasaron los estudios a San Pedro Mártir, enseñándose Teología, Artes y Derecho Canónico. Por fin, en 1485, el maestrescuela D. Francisco Alvarez de Toledo obtuvo de su Santidad Inocencia VIII una bula, fechada e! 7 de mayo en Roma, donde se aprobaba levantar el Colegio que sería el de Santa Catalina, del cual nacería posteriormente la Universidad toledana. Así Colegio y Universidad formaron un solo cuerpo 'por espacio de casi tres siglos, hasta su separación que ocurrió siendo maestrescuela y rector el Dr. D. Juan Antonio de los Tueros.
Aún después de esta separación, no querida por el colegio de Santa Catalina, siguió teniendo algunas prerrogativas, como fueron: asistir a los claustros y mantener el sello oficial, donde se podía leer la siguiente inscripción: "Sello del colegio de Santa Catalina, Universidad de Toledo». Después de la separación oficial, la Uni:rersidad se estableció en las aulas que habían dejado los jesuitas; pero como el edificio se encontraba en mal estado, pasó a las dependencias de San Pedro Mártir en 1789, y en 1799 se estableció definitivamente en el edificio construido por Lorenzana 5, para que su enseñanza fuese más útil y pudiese beneficiarse la Imperial Ciudad, y estuvo en dicho edificio hasta 1845 que fue suprimida, para crearse la de Madrid, por su proximidad a la capital de España.
Desde luego podemos decir que la calidad de enseñanza que se impartía a finales del siglo XVlII fue aIta, pues una carta dirigida al maestrescuela y claustro de la Universidad de Toledo, fechada el 22 de septiembre de 1799, por D. Pedro Rivero, canónigo de la catedral de Zamora, dice: ... «he contrastado lo más florido de las universidades de Salamanca y Valladolid, pero habiendo conocido la de Toledo, tengo que decir que ésta no les cede ni en conocimiento, ni en luces, ni en crítica, ni en lucimiento ... "y finaliza deseando;' que la enseñanza se siga impartiendo brillantemente, para que se distinga entre todas las escuelas públicas» ...
Luis Martín Martín
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0027_08.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario