martes, 6 de agosto de 2019

La Mina de Safont, Toledo (y III)

Resultado de imagen de Mina de Safont toledoEn 1890 la ciudad fue dotada por fin de energía électrica y los molinos harineros situados en la hoz de Tajo fueron poco a poco sustituidos por el nuevo invento, más cómodo y ericaz que la energía hidráulica para moler el trigo.

 La presa de Safont ya no tenía utilidad para los molinos constru idos por éste; pero en cambio, sí que la tuvo para instalar en ella turbinas que generaran electricidad . y así se hizo.

Una sociedad formada por herederos de Safont (Hidroeléctrica Santa Teresa, S.A.), la familia Leyún Villanueva, instaló allí una moderna central que comenzó a competir con la que hasta entonces tenía de hec ho la exclusiva en el suministro de fluid o a Toledo, La Electricista Toledana, S.A. 

Por no muchos años, yu que ésta fu e absorbida por una importanté empresa madrileña, a la que acabó también cediendo su mercado y vendiéndola el nuido la segunda productora toledana.




 La concentración de empresas del sector eléctrico llegó a Toledo y las modestas entidades que, precariamente ya, hacían frente como podían al aumento del consumo, acabaron por integrarse en una productora de ámbito nacional.

Pero esta venta de nuido no afectó, ni tenía que afectar, a la mina cuya pequeña historia hemos querido escribir. Siguió enviando agua a las tierras bajas de la vega toledana, gracias a ser una concesión perpetua, anterior a la Ley de Aguas de [879. 

Resultado de imagen de Mina de Safont toledoAdemás de las tierras que comprara Safont, parece que cedía el sobrante al Vivero de Obras Públicas y no sabemos si también a la Fábrica de Armas o a otras huertas particulares de la orilla derecha del Tajo. 

Quizá como recuerdo de aquel acuerdo entre Jaime Safont y el Ayuntamiento, se regaban también los árboles de la avenida de Barber. si bien extrayéndola con motobombas, como hemos presenciado personalmente en los años 40 de este siglo. Por aquellas fec has, la Fábrica de Armas compró a los sucesores de Safont buena parte de las tierras que éste podía regar. 

Por su parte, el Ayuntamiento pró también el ramal que, bajo la avenida del Coronel Baeza, desaguaba en el río cerca de Bucnavista, para destinarlo a colector del nuevo barrio de Palomarejos. Y al fin , una avería en la galería - posiblemente su atcrramicnto- obstruyó la mina. 

Por las características legales del aprovechamiento, su disfrute había de ser gratuito; no interesaba, por tanto, a sus propietmios acometer una reparación costosa, y posiblemente arriesgada. de la galería, sin obtener nada a cambio. y así, este primer aprovechamiento del río para riegos sin tener que elevar el agua, terminó, creemos que definitivamente. 

IV 

Pero, ¿qué fue después de don José Safont (y Lluch, pues éste era su segundo apellido)? Los antiguos empleados de la presa toledana saben que se ahogó en el río Jarama, ignorando cuándo Fue y en qué circunstancias. Y una obra publicada en Madrid en 188 1 confirma tal hecho, añad iendo que sucedió en 1843 ".

 Esta fecha desde luego es errónea, pues en abril de 186 1 José Safont y su hermano Jaime cancelaban una hipoteca sobre sus bienes que garantizaba la devolución de un préstamo en valores enlregados por la ya citada María Catalina de Barbería 17, no sabemos si sólo prestamista o también financiera , hipoteca impuesta sobre la dehesa de Perovéquez, en término de Val de Sto. Domingo, que fue de la catedral toledana y comprada por José Safon t 1M. 

El año 1862 se publica la ' excelente Historia de Toledo del antes mencionado Martín Gamero, y en ella figuran como suscriptores José y Jaime Safon!; y el II de diciembre del mismo año, Francisco Freat, «apoderado de D. Jaime Safont, heredero de su hermano D. José» ingresa en la Tesorería de Hacienda de Toledo la elevada suma de 335.010 reales, en dos láminas de Partícipes Legos en diezmos, como pago de la tercera parte del precio de la dehesa de Nohalos, en Escalonilla (Toledo), también desamortizada a varias memorias de la Primada ".

Luego el fallecimiento de José tendría lugar en 1862 o, a lo sumo, después de abril de 1861. 




Se da la coincidencia de que dos hijos del don José habían fallecido también ahogados. éstos en el río Henares, el 24 de febrero de 1841, época propicia para avenidas flu viales 20, sin que sepamos si tuvo alguno más. 

Aunque de edad avanzada para la época, no era muy viejo pues nació en Vi eh el 5 de julio de 1903 " . 
Y demostró pronto sus aficiones a comprar bienes desamorti zados, pues en el Trienio constitucional, concretamente en 1822, él Y su hermano Manuel (tal vez mayor que él) compraron el convento de Trinitarios descalzos de Toledo, lindero de las 24 fanegas compradas a los herederos de Navarro !!. 

Anuladas estas ventas al recobrar el poder Fernando VII, consiguieron su devolución a partir de 1834. Una anécdota muy conocida en Toledo, que oímos contar a una anciana parienta nuestra fallecida en febrero de 1931, con 92 años, relataba que al venir a la ciudad en el ferrocarril recién construido por su amigo el marqués de Salamanca, CastillejosToledo, le esperaba en la estación su cochero con el carruaje del financiero. 

En lugar de ir a su presa por el camino habitual, cruzando el puente de Alcántara, ordenó que cruzara el río, de escaso caudal entonces por ser verano. El conductor le advirtió que tal paso era peligroso; pero Safont repitió su orden, diciendo que «por donde pasa el Sol, pasan los caballos de Safont>,. 

En efecto cruzaron el Tajo y, naturalmente, tal frase se hizo célebre en la ciudad, siendo recordada también por el administrador de la central eléctrica don Bernardo Ugalde, q'Jien me la confirmó en los años 60, lo que nos hace pensar que la modestia no fue muy practicada por Safont

 Además de los ya citados Manuel y Jaime, éste su colaborador frecuente y al final su heredero, tuvo otro hermano llamado Miguel, residente en Barcelona como los otros dos y también comprador de bienes onfi s~a os al clero en otras provincias. 

Está por averiguar la relación mercantil entre ellos de estas operaciones, aunque es frecuente que compre un hermano de José para ceder después a éste, fónnula autori zada legamente para hacer posible enviar a un testaferro en nombre del verdadero adquirente  .

Este Miguel era desde luego vecino de Barcelona (donde también compró fincas José, además de en Gerona y otras 'provincias), pues en 1864 era vocal de cierta junta inspectora de la S.A. Crédito Hipotecario y Mercantil, entidad importante pues su capital era de cien millones de reales, representado por acciones de 2.000 rs. cada una, suscribiendo cada fundador dos mil títulos 1 

Que el heredero de José Safont fuera su hermano Jaime y no su esposa o sus hijos parece corroborar que al fallecer aquél no dejara herederos más directos.

Es decir, que la tradición, tanto en Madrid como en Toledo, de haberse ahogado con su familia inmed iata es verosímil, aunque haya llegado a nosotros adornada con detalles legendarios.

 El ya citado D. Bernardo Ugalde, al que preguntamos cómo habían adquirido la presa y los demás bienes la familia Leyún, nos dijo que lo habían heredado de unas tías muy ancianas.

Si éstas eran descendientes de Jaime Safont o de alguno de los otros hermanos, no lo sabía.

En resumen, concluimos que si bien en el aspecto económico José Safont y L1uch fue tan hábil como afortunado, reuniendo un gran conjunto de bienes (o al menos comprando y vendiendo, con el lógico beneficio), su vida personal y familiar terminó de forma trágica. 




De haber llegado este final al conocimiento del canónigo gerundense D. Cayetano Barraquer, que siguió las andanzas de aquéllos y de sus colegas en el oficio, no habría dejado de citarlo entre los fallecimientos desgraciados, como prueba de su afirmación de que «los bienes de la Iglesia no suelen aprovechar a los compradores que los reciben del Estado, y que no sólo se pierden ellos, sino que acostumbran [perderse] tras sí sus familiares» 2'1 . 

La docena de casos, o poco más, que relaciona en su extensa óora sobre los conventos catalanes (ruina, suicidio, accidente mortal, etc.), frente a los miles de compradores que no parecen haber padecido tales calamidades (y cuyos descendientes siguen teniendo extensas posesiones) la hubiera ampliado gustoso con el caso de José Safont

A Francisco Tomás y Valiente 



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