viernes, 30 de abril de 2021

El Molino Pingazorras, Puebla de Almoradiel

Me encuentro ahora en la parte final del libro de historia de La Puebla de Almoradiel según los Libros de Visita de la Orden de Santiago, con unos añadidos, las Relaciones Topográficas de Felipe II y el Catastro del marqués de la Ensenada. 

Han sido muchas horas de buscar documentos, de leer libros, de estar sentado muchas horas delante de los manuscritos del Archivo Histórico Nacional, pero ya hemos llegado, y es tanta mi alegría de ver terminada una obra desde cero, desde que la empecé hace ya más de un año, que estoy encantado de compartir este pequeño comunicado con todos mis amigos de La Puebla.

A lo largo de todas estas páginas de esta somera historia de La Puebla de Almoradiel, aún quedan muchos manuscritos en los archivos que completarán esta importante historia de este importante pueblo de la Mancha Santiaguista, hemos comentado la importancia que tuvieron los molinos harineros de agua en el río Gigüela, cómo eran visitados por los labradores desde la Edad Media para moler en sus piedras su trigo, cómo fue una columna vertebral para producir la harina que, tratada convenientemente, se cocería en los hornos de todas las villas santiaguistas para obtener pan cocido, alimento básico y fundamental de sus pobladores.

Continuando esta usanza medieval, y con objeto que no se perdiera la tradición en La Puebla de Almoradiel, su ayuntamiento, con su alcalde a la cabeza, sintieron la necesidad de adquirir uno de los antiguos molinos para uso en fines culturales y turísticos, ¡qué gran idea! Y así se hizo. El acervo medieval del pueblo ya está representado en el molino Pingazorras.

Placa en piedra del molino Pingazorras: A expensas de D. Joseph Pérez y Velázquez se reedificó el nuevo molino de Pingazorras, año 1798 (la fecha está mal, modificada por algún desaprensivo

 
Tengo que decir que desconozco por completo los por menores de la adquisición, ahora bien, sí puedo afirmar que el terreno y el molino pertenecieron al ayuntamiento de La Puebla de Almoradiel desde tiempo inmemorial, quien lo cedió el año de 1797 por un canon o pensión anual a D. Joseph Pérez y Velázquez, vecino de La Puebla, por el uso del terreno en el lugar llamado Pingazorras, de ahí el nombre del molino, y por reconstruirlo por completo, ya que estaba totalmente destruido; en ese canon se incluyó el uso de las acequias, caces, presa, entrada y salida de aguas que tuvo anteriormente el molino.

De manera que como homenaje a tan buena iniciativa que tuvo el ayuntamiento al adquirir parte de su cultura medieval, dedico este epílogo al pleno de su concejo, que trata sobre la licencia que concede el rey Carlos IV para que se construya y se use de nuevo el molino Pingazorras.

https://lillodelamancha.wordpress.com/2021/04/24/el-molino-pingazorras/

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