martes, 2 de septiembre de 2014

Claustro de la Mona del Convento de las Comendadoras

Convento de Comendadoras

(El Claustro de la Mona)

Desde que en 1364 Inés García de Meneses fundara el que habría de llamarse convento de Santo Domingo el Real, fueron sucediéndose periódicas incorporaciones de edificaciones y solares, una práctica común a la mayor parte de los conventos toledanos que les ha hecho crecer hasta convertirse en pequeñas estructuras urbanas de complejas asimetrías arquitectónicas, transformadas con el discurrir de los tiempos. 

Uno de los espacios que mejor pueden ilustrarlo es precisamente éste que ha venido en llamarse el Claustro de la Mona: el claustro procesional dedicado a la celebración de las procesiones del convento

En 1935 las monjas comendadoras de Santiago abandonaron su antiguo convento de Santa Fe y se establecieron en la zona del claustro de la Mona y sus aledaños.

 En el año del 2004 el Consorcio de la Ciudad de Toledo acometió una reforma del claustro para frenar las importantes humedades que ascendían por los paramentos del claustro y que sin duda habían tenido que ver en la ya entonces total desaparición de los arrimaderos. 

Por suerte, las comendadoras se habían ido preocupando de recoger hasta el último fragmento de la cerámica desprendida, metiéndola en cajas de fruta de madera (algo más de 60) almacenadas en un cuartucho bajo una escalera.

Con todo este material, que se demostró excepcional tanto desde el punto de vista estético como histórico, se valoró la necesidad de su restauración y la de reubicarlo en su lugar de origen para preservarlo, analizando la posibilidad de reintegrar las partes perdidas para recuperar la imagen global del conjunto. 

Así, en una segunda fase (entre 2007 y 2008) el Consorcio decidió abordar la restauración global del claustro, recuperando el espacio central de huerto e incorporando la planta primera del convento en el conjunto claustral. 


El resultado ha supuesto la recuperación de un extraordinario conjunto arquitectónico de finales del XVI —el del claustro de la Mona—, en el que, si bien la restauración de la cerámica puede haber supuesto la operación más llamativa, ésta no se entendería sin la tal vez más silenciosa pero no por ello menos espectacular del claustro en su totalidad.

Un cinamomo en la nueva plantación del patio, rinde recuerdo al que sabemos que existió en tiempos pasados y a la idea de que en él pudo estar el origen del nombre del claustro.

Fuente: http://www.consorciotoledo.com/mcomunicacion/centro_gestion.asp#Convento_de_Comendadoras

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