LA LIBRERÍA DE DON TIMOTEO MARÍA GÁLVEZ, UN LIBERAL TOLEDANO EN EL MADRID DE FERNANDO VII (1820)
José Luis Barrio Moya Institución de Estudios Complutenses La invasión napoleónica y la posterior Guerra de la Independencia fueron hechos de tal entidad que señalaron en España el fin del Antiguo Régimen y el nacimiento de una nueva etapa histórica" tal y como también ocurría en el resto de Europa.
Desde los últimos años del siglo XVIII las tensiones políticas que convulsionaban al continente europeo afectaron profundamente a la caduca y más que desprestigiada monarquía de Carlos IV, que se tambaleaba peligrosamente a pesar de los rocambolescos intentos de Manuel Godoy por apuntalarla.
A principios del siglo XIX aquel estado de cosas se complicó aún más con toda una serie de avatares, a cual más azaroso, que dieron como resultado el motín de Aranjuez, la abdicación de Carlos IV, la caída y prisión de Godoy, el efímero primer reinado de Fernando VII y la entrada de las tropas francesas en Madrid, en marzo de 1808, al mando de Joaquín Murat, gran duque de Berg.
La abdicación de Carlos IV tras el motín de Aranjuez en su hijo Fernando VII fue seguida de un enorme entusiasmo popular hacia el nuevo soberano, quién entró en Madrid el 24 de marzo de 1808. Sin embrago Murat, de acuerdo con Napoleón y con el derrocado Carlos IV, se negó a reconocer a Fernando como rey de España, en tanto no lo hiciera el propio Napoleón. Murat y el turbulento consejero de Fernando, el canónigo Escóiquiz convencieron al joven rey de viajar a Bayona y conseguir de Napoleón el ansiado reconocimiento.
Ella de abril de 1808 Fernando VII, su hermano el infante Don Carlos y su tio el infante Don Antonio salían de Madrid camino de Bayona, pasando por Burgos y Vitoria. En la ciudad francesa se vieron por primera vez Fernando VII y Napoleón donde comieron juntos. Tras aquel encuentro Napoleón comunicó a Fernando, a traves de Mariano Renato Savary, duque de Rovigo, su decisión de que la Casa de Borbón no volvería a reinar en España y que el monarca hispano debía ceder sus derechos a la familia Bonaparte. El 30 de abri I de 1808 arribaron también a Bayona los depuestos Carlos IV y María Luisa de Parma y tras una entrevista del todo vergonzante entre la familia real española, Fernando VII restituyó la corona hispana a su padre, quien inmediatamente se la ofreció a Napoleón Bonaparte.
Para completar aquel infamante cuadro tanto Fernando VII como su hermano y su tio renunciaron a cualquier derecho al trono español. Una vez concluida la patética mascarada, Carlos IV y María Luisa inicaron un largo exilio que los llevó a residir sucesivamente en Compiegne, Marsella, Roma, Verona y nuevamente en la ciudad eterna, donde ambos fallecieron en 1819, con tan sólo un mes de diferencia.
Por lo que respecta a Fernando VII y a los infantes Don carlos y Don Antonio fueron confinados en el castillo de Valen~ay, propiedad de Talleyrand, donde permanecieron hasta 1814'. Durante la estancia en la jaula dorada de Valen~ay de Fernando VII, se dasarrolló en España la Guerrra de la Independencia, iniciada con el levantamiento del pueblo de Madrid, el 2 de mayo de 1808 y la posterior represión llevada a cabo por Joaquín Murat en los días siguientes. A partir de ese momento comenzó una larga y devastadora contienda que sólo terminó con la victoria de Wellington sobre las tropas francesas de José 1, hermano de Napoleón y rey de España por decisión del emperador galo, en la batalla de Vitoria, el 21 de junio de 1813.
El 31 de agosto de 1813 las tropas angloespañolas vencían definitivamente a los franceses en la batalla de San Marcial, penetrando inclusive en territorio francés '. T~dos aquellos descalabros obligaron a Napoleón a establecer la paz con España y liberar a Fernando VII. El 11 de diciembre de 1813 se firmó el Tratado de VaIen~ay entre el conde de La Forest por parte de Francia y el duque de San Carlos por la española. Tras la firma Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España y de las Indias. El 13 de marzo de 1814 el repuesto monarca español y su séquito abandonaban Valen~ay camino de España, pasando la frontera por Cataluña el 24 de marzo de aquel mismo año.
La situación que encuentra Fernando VII al llegar a España no puede ser más desastrosa: ciudades destruídas, campos arrasados, masas de prisioneros que re¡;resan de ¡;olpe, hombres y ¡;rupos que esperan del monarca premios, recompensas J' disminución de fas contrihuciones _\. Por si todo ello no fuera bastante complicado, había que añadir una hacienda totalmente desorganizada, con un gravísimo problema monetario, agravado por el súbito cese de las remesas de oro y plata procedentes de los virreinatos americanos, que iniciaban sus movimientos de emancipación, Ante aquel penoso estado de cosas, la política económica de Fernando VII en los primeros años de su nuevo reinado fue del todo inoperante.
A este respecto hay que subrayar que entre 1814, año de la llegada del Deseado al trono, y 1823 se sucedieron en Hacienda nada menos que doce ministros, que poco pudieron hacer ante la carencia de una política económica coherente. Solamente con la llegada al Ministerio de Hacienda, en diciembre de 1823, del muy competente Luis López Ballesteros, se comenzó a salir de la profunda crísis, gracias a las acertadas medidas del ilustre funcionario'. No obstante todo lo anteriormente expuesto, en los aijos más duros de la depresión económica española de la época, hubo personas que gozaron de una situación muy acomodada, lo que no deja de ser sorprendente. Ejemplo de lo que decimos nos lo ofrece el caballero toledano Don Timoteo María Gálvez, quien al hacer, el 31 de julio de 1820, el inventario de sus bienes con motivo de su matrimonio con Doña Teresa Guadarrama, nos da cumplida cuenta de que era persona de posibles en medio de un mundo azotado por gravísimas penurias.
Don Timoteo María Gálvez había nacido en la localidad toledana de Burguillos, siendo hijo de Don Mateo Gálvez y de Doña Teresa Sánchez. Por su parte Doña Teresa Guadarrama era natural de Villanuella de la Ca- ñada (Madrid), nacida en el seno del matrimonio formado por Don Luis Guadarrama y Doña Francisca Hernández. El 29 de mayo de 1820 Don Timoteo María Gálvez y Doña Teresa Guadarrama contraían matrimonio en Madrid, pero hasta el 31 de julio de aquel mismo año, el caballero toledano no hizo el inventario y tasación de los bienes que aportaba a la unión y que incluían dinero en efectivo, objetos de oro y plata, joyas, relojes, muebles, pinturas, grabados, utensilios de cocina, loza, vidrios, ropas y vestidos asi como una interesantÍsima biblioteca "
Ignoramos totalmente la profesión que el caballero toledano ejercía en el Madrid ruinoso de Fernando VlI, puesto que la documentación manejada guarda un mutismo total sobre el asunto, pero a juzgar por su óptima situación económica y por algunos de los libros de su biblioteca podemos conjeturar que se dedicaba al comercio de importación y exportación, Lo primero que declara Don Timoteo María Gálvez al hacer el inventario de sus bienes es el dinero en efectivo que tenía en el momento, consistente en 6,000 reales en duros españoles y 1,860 reales en moneda de oro, Pasa a continuación a registrar la plata labrada, brillantes y oro y reloxes,
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