A mediados del siglo XII, los habitantes de la franja norte de la península Ibérica cruzaron las no fronteras físicas pero sí culturales para proveerse del conocimiento que en aquel entonces estaba en posesión del Sur:
"Les occidenteaux qui ont le courage et la posiblité de l'apprendre (se refiere a la lengua árabe), en allant vivre dans des pays oú en la parlait, et où l'on trouvait des livres, a fin de deschiffrés et interpréter eux mêmes des ouvres de science, de philosophie, d'histoire et de religion ont été rares"
Aunque es muy pronto para hablar de occidentales, término muy propio del siglo XX, el dato histórico aunque es cierto para el norte de los Pirineos, es de difícil comprobación, en todos los casos, en lo que se refiere a España.
El índice de arabización en aquel entonces era muy fuerte en España, y se contaba con una fuerte comunidad cristiana araboparlante.
El índice de arabización en aquel entonces era muy fuerte en España, y se contaba con una fuerte comunidad cristiana araboparlante.
Aunque a Córdoba iban jóvenes de los reinos del norte de España, la mayoría de foráneos venían de más allá de los Pirineos. En esta ciudad y en otras muchas había verdaderos centros de enseñanza. La lengua árabe era una especie de lengua internacional de la época. En ella se redactaban los libros de todas las ciencias conocidas en aquel entonces; disponía de una terminología acuñada y apropiada para cada disciplina. En España ocurrió algo parecido a lo que hemos notado en los primeros contactos de los árabes con la cultura griega.
Aún más, desde el punto de vista lingüístico, el fenómeno de la arabización de la península dio lugar a lo que se estudia actualmente bajo el nombre de Judeoárabe; un árabe escrito en hebreo. Los libros que se traducían en la época son los que la gente del Norte buscaba en el Sur. Estos libros son en gran parte de ciencias aunque no faltan obras de literatura y de religión también. Son:
- Libros que se habían traducido del griego o de otras lenguas.
- Obras adaptadas del griego, comentadas y ampliadas por los árabes.
- Libros de pura creación árabe.
Gran parte de los originales árabes se habían perdido y que sólo se conservan gracias a la traducción al castellano; por ejemplo:
- Libro de la lámina universal, de `ali ibn Jalaf.
- Libro de las láminas de los siete planetas de Ibn al-Qasim Ibn al-Samh.
- Libro de una sola lámina para los siete planetas, de Azarquiel.
No obstante es difícil inventariar todas las obras que del árabe se tradujeron:
"La mayoría de los autores árabes no se citan sino incidentalmente. Son escasos y sobre todo fragmentarios los datos que nos suministra la obra enciclopédica de Alfonso el Sabio. Sus indicaciones se reducen muchas veces a un solo nombre aunque bastantes de esos nombres vuelven a repetirse constantemente a lo largo de la narración, pero son casi siempre insuficientes para ser clasificados de algún modo."
Este fenómeno se nota no sólo en la traducción sino también en la omisión de las fuentes que Alfonso X el Sabio utilizó en la redacción de General Estoria:
"El Rey Sabio, al servirse de los testimonios árabes, rara vez interpone a un informe histórico la indicación exacta de la fuente de la que pudo haberlo tomado. Para convencerse, basta echar una ojeada a cualquiera de los relatos contenidos en la General Estoria."
En cualquier caso las obras traducidas eran las que los eruditos castellanos encontraban en Toledo o buscaban en el Andalus. Allí encontraban también las obras griegas que Hunayn Ibn Ishaq había traducido en Bagdad. La convivencia entre "sabios" de las religiones cristiana, judía y musulmana es un hecho consumado. Incluso puede hablarse, en ciertos casos, de una relación amistosa que nos dejó no pocas anécdotas, como la relatada por Mosé Ibn `Ezra citada anteriormente.
De hecho, testimonios como ese dejan entender que la relación entre las culturas que convivían sobre el suelo peninsular no era siempre conflictiva ni inamistosa. Algo desafortunadamente que nunca encontramos explícito en los manuales de historia social. De otro modo, difícil sería concebir la colaboración y la cooperación entre eruditos de las tres confesiones.
De hecho, testimonios como ese dejan entender que la relación entre las culturas que convivían sobre el suelo peninsular no era siempre conflictiva ni inamistosa. Algo desafortunadamente que nunca encontramos explícito en los manuales de historia social. De otro modo, difícil sería concebir la colaboración y la cooperación entre eruditos de las tres confesiones.
https://www.um.es/tonosdigital/znum11/portada/tritonos/tritonos-edadmedia.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario