martes, 11 de septiembre de 2018

La increíble historia de Francisco Hernández de Toledo 1571…la primera expedición científica de la historia moderna (y IV)


Tanto esfuerzo al olvido…

Cuando regresó a España, a finales de 1577, desconocemos porque no consiguió publicar su Historia Natural de Nueva España.

Lo que si hizo de inmediato es presentar su elaborado memorial a Felipe II donde daba cuenta de la labor realizada durante esos siete años.

Puntilloso hasta el extremo en su trabajo, el explorador reconocía la necesidad de una revisión y puesta en orden de sus materiales antes de proceder a su edición.

¿Cuales serían las expectativas de Felipe II con la obra de Hernández?.

Algo debió ocurrir, pues en 1580 ordenó que el médico napolitano Nardo Antonio Recchi redujese una copia del trabajo de Hernández a cuanto se refiere a usos médicos y los escribiese en estilo sencillo.

¿Qué buscaba realmente Felipe II con aquella interpretación del Toledano?. ¿Y con aquel compendio?.

 Máxime cuando la obra que utilizarían y el reconocimiento que darían los naturalistas europeos tiempo después se debería al Español.



La Historia Natural de Hernández, no fue editada sino doscientos años después. 

Tanto esfuerzo, tantos anhelos quedaban en el olvido, pero como tantas otras obras importantes en la historia de la humanidad, el conocimiento riguroso tendría su efecto.

Tras la reelaboración de Recchi del estudio de Hernández, el nuevo compendio se depositaría en El Escorial, con la mala suerte que sufriría un aparatoso incendio.

El manuscrito sería reutilizado, y publicado por Francisco Ximénez, dominico mexicano del hospital de Oaxtepec, que hizo algunas modificaciones y agregados a la obra.

La copia del manuscrito que se llevó Recchi de vuelta a Nápoles, con su cuerpo de ilustraciones, también sería utilizada en 1603 por la recién creada Academia di Lincei, que inició su publicación junto con otros trabajos y comentarios añadidos, e impulsada a última hora por el español Alfonso Turriano, negociante en Italia.

Todo aquello vería la luz definitiva en 1651. Como podría imaginar Hernández las vueltas que daría su obra.


Y no se quedó ahí la cosa. El naturalista Español conservó en su poder copias y borradores de sus trabajos.

Un borrador de su Historia Natural pasó en algún momento a manos de los jesuitas y al Colegio Imperial de Madrid, y en el siglo XVIII, con motivo de la expulsión de los jesuitas del territorio español, renació el interés por las obras del naturalista, recuperándose or otro lado ara para la ciencia.

La obra de Francisco Hernández en Nueva España, el redescubrimiento del manuscrito y una selección de especies a partir de su ingente trabajo fue motor y parte de la actividad científica recuperada en España en el siglo XVIII, e inspiró en cierta medida una de las expediciones de naturalistas a América que caracterizaron ese período, la llamada Expedición a Nueva España de Sessé y Mociño, le debe su sustrato al Toledano.

Sin detenernos en esta cuestión, indicaremos únicamente que la semilla de Hernández despertó sumo interés entre científicos españoles de primer rango, como Juan de Herrera, Francisco Valles y José de Acosta, así como el existente en los ambientes en torno a las principales cabezas europeas del estudio de las plantas “exóticas” o “peregrinas”: el italiano Ulises Aldrovandi y el flamenco Carolus Clusius.

La primera noticia procedente de la obra de Hernández que llegó a ser impresa la publicó Fabio Colonia en su Phytobasanos (1592).

El primer texto hernandiano impreso fue el Index medicamentorum Novae Hispaniae, apareciendo traducido al castellano como apéndice del tratado de medicina que Juan de Barrios publicó en la ciudad de México el año 1607. También se imprimió en México la primera edición del compendio de Recchi.


La publicaría en 1615 traducida al castellano, con el título de “Quatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas y animalesque estan recevidos en el uso de la Medicina en la Nueva España”, el lego dominico Francisco Ximénez.

Dos siglos después, la botánica de Francisco Hernández resurge..

Como hemos visto, el rigor científico de Hernández tuvo al final su recompensa.

El inicio de la asimilación en Europa de las aportaciones de la Historia de las plantas de Nueva España puede situarse en la labor de Jan de Late, director de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales.

Tanto trasiego de plantas y de mercancias oor las rutas de intercambio tiene estas cosas, que hay gente que se interesa por esto u por aquello.

Fue el punto de partida de una larguísima serie de obras que citaron, resumieron o reprodujeron descripciones del naturalista Español, en su práctica totalidad procedentes de la Historia Naturae, de Nieremberg, y, sobre todo, de la edición romana de la selección de Recchi.

Entre dichas obras se encuentran los títulos de mayor relieve de la botánica y la materia médica prelinneana, como el de Robert Morison (1699), de Joseph Pitón de Tournefort (1700), de Étienne François Geoffroy (1741) y, sobre todo, Historia plantarum 1686-1704) de John Ray, considerada esta última uno de los grandes hitos de la historia de la Botánica y en donde el autor hace justicia poética y sobre todo, científica al recordar profusamente la labor de Francisco Hernández siglos atrás.

Podría ser que el monarca prudente no valorase lo suficiente aquella obra ingente.

La historia, como estamos viendo, si lo hizo.

Cuando murió Recchi, sus herederos vendieron su trabajo a un gran mecenas de la cultura, el príncipe Federico Cesi, uno de los pioneros de la utilización de la sistemática vegetal y la personalidad más influyente de la Academia dei Lincei.

Se redactó entonces el Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesaurus, o lo que es igual, “Tesoro de las cosas medicinales de Nueva España”, conocido por el mundo científico, a partir de entonces, como “El Hernández”…su influjo, a modo del mito del eterno retorno, cerraba el circulo, además con un título sugerente y descriptivo de la verdadera obra que forjó.

La obra fue editada entre 1630 y 1651, muchos años después de la muerte del médico-naturalista español, acaecida en 1587.

Debido a sus modernos planteamientos, la influencia de Hernández en la botánica fueron enormes y sobre todo, el valor de ser el autor de la primera expedición científica de la historia moderna.

Figuras de la botánica, citaron de años posteriores citaron con profusión su obra y reprodujeron en sus propios textos muchos fragmentos escritos por el naturalista español; en este sentido podemos citar los escritos de figuras como Ray, Jussieu, Tournefort e incluso Linneo.

Finalmente, uno de los aspectos más destacados de la impresionante labor hernandiana es el de haber sido responsable de la introducción en la farmacia europea de algunos importantesremedios vegetales.

Toda una gesta científica que ahora recordamos en espejo de navegantes y que también pueden disfrutar enormemente con el CSIC y su profesor José Pardo Tomás o Jose María López Piñero, que nos cuentan maravillosamente bien su historia en “Francisco Hernández; protomédico” o en la influencia del doctor en la Constitución botánica de la era moderna.

También, a pesar del olvido que existe sobre aquella epopeya científica que construyeron históricamente, también en ocasiones los científicos Españoles ahora les recuerdan. LA epopeya de Francisco Hernández se lo merece.



El 26 de junio de 1575, «por mandado del Rey Don Filippe nuestro señor, entregó a Hernando de Beibiseca, el guadajoyas de S.M…. así como la librería real de S. M. a la biblioteca del Escorial”. Por el testamento de Hernández, redactado en mayo de 1578, sabemos que «los XVI cuerpos de libros de yerbas e animales de las Indias … Su Majestad los tenía en sus guarda”.

Publicado por Javier Noriega el Jun 7, 2016
http://abcblogs.abc.es/espejo-de-navegantes/2016/06/07/la-increible-historia-de-francisco-hernandez-1571-la-primera-expedicion-cientifica-de-la-historia-moderna/

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