viernes, 21 de septiembre de 2018

Mercado y Comercio de la Comarca de Torrijos en el Siglo XVI ( y III)

Resultado de imagen de torrijos siglo xvi dibujoCEREALES

EL PÓSITO DEL TRIGO

En el Archivo de los Duques de Frías (caja 880, número 22) se conserva el testamento de doña Catalina Manrique, segunda esposa del tercer Conde de Fuensalida.

En él deja caudales suficientes (150.000 maravedíes) para hacer un pósito para el trigo en Fuensalida y otro en Huecas.

Con el pósito se buscaba regular el precio del trigo en años de malas cosechas, evitando así que los vecinos de estas dos poblaciones se vieran en la necesidad de comprar el trigo (pan) a precios abusivos.

Hasta el año 1530 el alza de los precios del trigo había sido muy rápida debido a las guerras de las Comunidades y a la fuerte demanda proveniente de América.


En 1540 se acelera aún más la tendencia alcista. Durante el reinado de Felipe II para paliar los problemas de abastecimiento hubo que importar cereales del norte de Europa: era el llamado “pan de mar”.

ROTURACIÓN DE MONTES

Resultado de imagen de Comarca de Torrijos en el Siglo XVIEn esta época se roturan gran cantidad de montes y prados para sembrarlos de trigo. Este hecho queda reflejado en las Relaciones de La Puebla de Montalbán: los informantes insisten (¿protestan por la caza y la leña?) reiteradamente en el hecho de que el Conde de Montalbán había hecho desaparecer gran cantidad de montes, poniendo sus terrenos en manos de labradores. 

Había vendido a vecinos de la villa 20.000 fanegas de montes públicos concejiles para que dedicaran estos terrenos al cultivo de cereales. En estas circunstancias se crean dos aldeas en término de La Puebla de Montalbán: San Martín de Montalbán en 1517 y Villarejo de Montalbán en 1538.

PRODUCCIÓN DE TRIGO

Algunos pueblos de la comarca informan que en su término hay abundancia de pan (trigo y cebada). “Buenas y frutiferas tierras de labor”, dicen algunos informantes. Otros, que las suyas son “ruines tierras de poco llevar”. Tierra abundosa en pan”, informa en Maqueda: con una producción suficiente para el sustento de la villa “y aun mas”. Donde más cantidad se recolectaba era en Carpio (100.000 fanegas) y en La Puebla (80.000 fanegas).

Los pueblos de la comarca producían trigo suficiente para su abastecimiento. La mayor parte de los concejos tenían una casa-panadería, alquilada a algún vecino panadero, que tenía que pagar una renta: en Fuensalida era la veintena de todo lo que hiciera.

Únicamente Torrijos informa que había falta de labranza de pan, pues la mayor parte de su término era olivar. Pero de los pueblos cercanos traían a venderlo “en grano o cocido”.

MOLINOS HARINEROS

En el siglo IV antes de Cristo, en Oriente Medio, utilizando un mortero, se producía harina por primera vez. Los romanos hacían la harina con dos piedras, que giraban una sobre otra, movidas por esclavos. Posteriormente aprovecharon la fuerza del agua de ríos y acueductos. Los molinos de viento se generalizan en el siglo XV.

Los molinos harineros de agua se llamaban aceñas, que se hacían en el cauce mismo de un río o arroyo. La fuerza de la corriente movía una rueda hidráulica vertical que por medio de unos engranajes transmitía el movimiento a una piedra de moler (la volandera) sobre otra piedra circular fija (solera). El grano se vertía por un agujero central de la volandera

En el siglo XVI, en nuestra comarca había aceñas o molinos harineros de agua en las riberas del Tajo y de los arroyos de Maqueda y San Silvestre.

En los muchos arroyos del término de Maqueda había diez molinos: unos eran propiedad de las monjas concepcionistas de Maqueda, otro de las monjas de Tórtolas (Burgos), otros del Duque de Maqueda; el molino de Aceña era de las monjas de San Pablo de Toledo. El molino de Navarrete era de un vecino de Santa Olalla.

 Cada molino rentaba a sus dueños 40 fanegas de trigo anualmente. Todos estos molinos estaban en servicio desde San Miguel (29 de septiembre) hasta el día uno de marzo. El resto del año el agua se dedicaba al riego de huertas y olivares de Maqueda.

De gran importancia eran los molinos harineros, que había en el Tajo en la Puebla de Montalbán. El Conde de Montalbán tenía varios molinos de tres ruedas, situados junto al puente sobre el Tajo, que rentaban 500 fanegas de trigo. 

Había molinos también en Gramosilla de cuatro ruedas (con una renta de 500 fanegas de trigo), propiedad de Gutierre de Guevara. Más abajo estaban los llamados “Molinos de las Monjas”, con una renta de 500 fanegas de trigo. A estos molinos, que trabajaban durante todo el año, venían a moler la mayor parte de los pueblos de la comarca.

En el arroyo de San Silvestre había también dos molinos de trigo del Duque de Maqueda, que rentaban al año 160 fanegas de trigo.

Los vecinos de Burujón molían en el Tajo o en los de Torralba y Calaña, que eran de Alonso López, vecino de Torrijos. Y desde Rielves iban a moler a los molinos que tenía en el Tajo el Mariscal Juan de Rivadeneira, a los del Conde de Cifuentes y a otros de las monjas de San Clemente de Toledo.

PRODUCTOS DEL CAMPO

HUERTAS

En casi todos los pueblos de la comarca había varias huertas, en las que se cultivaban no muchas hortalizas y algunos árboles frutales: higueras, granados, ciruelas, manzanas y cermeñas. Se regaban con el agua de ríos, arroyos, manantiales o la mayoría con pozos de norias.



La noria (de origen romano) es una máquina hidráulica que sirve para extraer agua siguiendo el principio del rosario hidráulico. Consiste en una gran rueda con aletas transversales que se sumerge parcialmente en un curso de agua o en un pozo. 

La rueda se pone en movimiento por la fuerza del agua o del animal (norias de sangre). Esta rueda lleva en su perímetro una hilera de cangilones (recipientes), que se van llenado de agua, que es elevada y en la caída vierten el agua en un canalillo hasta la alberca desde donde se distribuye al sistema del regadío.

En la Mata, en la zona de la llamada Cabeza de Arcolla, con agua abundante de pozos y fuentes, había “frutiferos arboles, muy buena fruta”: granados, olivas. Pero eran pocos los árboles frutales.

En término de Maqueda, en las huertas de la ribera del arroyo de Prada se criaban guindas, cerezas, garrobales y manzanas comunes, peras cermeñas, perillas, olederas, duraznos, granadas y otras muchas frutas. También muchas legumbres.

Era en La Puebla de Montalbán donde más fruta se producía. Por su término pasaban los ríos Tajo, Torcón y Cedena. En sus riberas había varias huertas importantes, que producían albaricoques, guindas menudas y algarrobos (para alimentación humana y animal), manzanas, xabier, peras cermenas (pequeñas y muy sabrosas), cermenas, ciruelas de todas las variedades. 

Especialmente en las huertas de la ribera del Torcón: peras, manzanas, melocotones, duraznos (otra variedad de melocotón), guindas, ciruelas y “níspulas” (nísperos). Destacan incluso los buenos frutos silvestres: cerezos silvestres (“cerezas prietas”), manzanos maíllos, de ramas espinosas y fruto pequeño de sabor áspero.

Además de la gran cantidad de trigo (80.000 fanegas), se cogía también en término de La Puebla cebada, centeno, garbanzos, alcarcena (yeros). Era también muy importante la producción hortícola: cohombros (pepinos más largos y torcidos), pepinos, ajos, cebollas, habas, nabos, berenjenas, rábanos, lechugas. Y espárragos “así sotenos como campíos los mejores que hay en España”. Es de destacar la producción y exportación de melones fuera de la población.

Se criaban muy buenos melones –informan- que se llevaban a vender a Madrid, a Toledo y a otras partes: “y ansimesmo se crian melones mejores que los de las otras partes porque se llevan de aquí a la Corte y Toledo y otras partes”.

OTROS CULTIVOS

Zumaque en Maqueda.-Las tierras de Maqueda producían gran cantidad de Zumaque: un arbusto de unos tres metros de altura, con tallos leñosos, hojas compuestas de hojuelas ovales, dentadas y vellosas. Sus flores primero son blancas y después encarnadas, con un fruto redondo y rojizo.

Se empleaba por los zurradores para curtir la piel y darle color por el mucho tanino del zumaque. Los taninos se utilizan en el curtido por su reacción con el colágeno de las pieles de los animales: aumenta la resistencia de la piel al calor, a la putrefacción por agua y a los microbios. En el siglo XVII en Portillo se gastaban 400 arrobas de zumaque en las dos tenerías que había para hacer suelas.

Granadas de Mesegar.-Además de una gran cantidad de higueras, ciruelas, perales y cermeños, había numerosas huertas de granados con mucha producción: se pagaba de diezmo 100.000 granadas.

Miel en La Puebla Montalbán y en El Carpio.-“Muy linda miel, la mejor que se dice haber en España, la más blanca y mejor que había en España, informan en La Puebla. Siguen diciendo que a causa de las roturas de montes, que había hecho el Conde, se habían perdido gran cantidad de colmenas de vecinos particulares, pero se seguía produciendo “muy linda miel”. Ponen de manifiesto el sistema de explotación de las colmenas: estaban separadas 400 sogas (ocho varas y media).

También en El Carpio dicen que en sus tierras se producía miel y cera.

EL VINO

Los informes sobre le producción de vino en los diversos pueblos de la comarca van desde ni mencionarlo, como Santa Cruz del Retamar, hasta decir que no se producía nada (Caudilla) o muy poco o únicamente para abastecer al pueblo (Escalonilla). Otros como en Barcience dicen que se producía mucho. La gran mayoría hace referencia a los diezmos que se pagaban por el vino producido. 

En Alcabón había plantadas 100 anegadas con una producción de 50.000 maravedíes. En Camarena se producían 30.000 arrobas de vino con un valor de 1.200.000 maravedíes. En El Carpio, 100.000 cántaros de vino. En Gerindote se producía vino por un valor de 100.000 maravedíes. La misma cantidad en Huecas. Algo más en Novés (170.000). De Torrijos dicen que había muy buenos viñedos.

En Quismondo se cogía poco vino y lo compraban en Fuensalida y en La Torre de Esteban Hambrán. En Rielves informan que “la mayor falta que el dicho pueblo tiene es de vino porque en el dicho lugar no hay viñas y se proveen en Fuensalida y Camarena y de La Puebla”. Digno de notar es el informe de La Puebla de Montalbán: Se hacía buen vino: “maravilloso” vino aloque (clarete) y blanco, que aunque no tenía mucha fama “hailo muy bueno y sano porque no tiene adobo ninguno”.

Los hombres en la taberna tenían la costumbre de jugarse a los dados una o dos azumbres de vino (2,05 litros una azumbre). Si se jugaban más, en Fuensalida tenían que pagar una tasa de 62 maravedíes.

OLIVAS Y ACEITE

EL OLIVAR EN TIERRAS DE TOLEDO

El cultivo del olivo en la Zona de Toledo se potenció en tiempos de los romanos. Durante la invasión musulmana hay escasas referencias a los olivares, lo que hace suponer que no eran muy abundantes, y de poca producción. Los documentos mozárabes relativos a Toledo y su tierra se refieren al cultivo del olivar, pero no le conceden gran importancia.

EL SIGLO XV

En tiempos de los Reyes Católicos el aceite y el vinagre, en una especie de gazpacho, eran frecuentes en la dieta alimenticia.



Creció el interés por el olivo y el aceite, especialmente entre los judíos de nuestra zona. El judío vecino de Torrijos Judá Arragel el 23 de Marzo de 1460 toma en renta todas las olivas que los racioneros de Toledo tenían en término de Escalonilla, debiendo entregar cada año 21 arrobas toledanas “de buen aceite, claro y hermoso”.

En el año 1492 vivían en Maqueda más de 1.000 judíos, de los que una tercera parte eran poseedores de bienes, especialmente zumacales y olivas (entre 50 y 100 olivas cada uno). El 10% de los judíos eran ricos. En la Calle Real de Maqueda ya había dos molinos de aceite propiedad de judíos.

SIGLO XVI

El Cardenal Cisneros, previendo el auge que iba a tomar la agricultura tras el descubrimiento de América, hizo editar en 1513 un Tratado de Agricultura, escrito por el talaverano Gabriel Alonso de Herrera (1470-1539), del que se hicieron 27 ediciones y se repartió a los labradores toledanos. En este a modo de catecismo agrícola se daba gran importancia al cultivo del olivo.

Como consecuencia de la demanda del Nuevo Mundo, durante el siglo XVI se produjo una expansión agraria, especialmente en los cereales y el olivar. En la provincia de Toledo había dos zonas olivareras importantes: una en tierras de Talavera y otra situada en los términos de Torrijos, Alcabón, Maqueda y Val de Santo Domingo.

Los informantes de Alcabón dicen de Maqueda que “toda ella es de heredades de olivas y viñas de muchos herederos y monjas y frailes”. La zona de Alcabón limítrofe con Maqueda, por la cantidad de olivas que había, parecía un monte, informan. Y de Torrijos dicen los informantes de Escalonilla que es un pueblo cercado de muchos olivares, y muy grandes olivas.

OLIVAS Y MOLINOS EN LA COMARCA

ALCABÓN.- En total había seis molinos de aceite, uno tenía su almacén. Eran de conventos de Toledo, de una capellanía constituida en Cebreros y de un vecino de Alcabón. Lo que más se cogía era aceite: el diezmo de la aceituna ascendía a 75.000 maravedíes.

Eran propietarios de olivas y almacenes el Duque de Maqueda tenía en el término 2.500 olivas y 500 fanegas de tierra. Las monjas de Santo Domingo el Real de Toledo tenían 400 olivos y un molino de aceite; los frailes de la Sisla de Toledo eran dueños de 450 olivas; las monjas de Santa Clara de Toledo tenían 1.400 olivas, una casa y un molino de aceite.

También las monjas de Santa Úrsula de Toledo tenían más de 2.500 olivas, una casa, un molino de aceite y su almacén. También tenían olivos vecinos de Torrijos y Santa Olalla. Concluyen diciendo que “todas las haciendas de este pueblo son de frailes y monjas y forasteros”. Los del pueblo eran dueños de unas 300 olivas y las casas y viñas.

LA MATA.- “Tiene cantidad de olivas confines con el pueblo, y son de buen esquilmo y aceite calificado”. Sobre todo, el aceite de las olivas de la zona de Arcolla.

MAQUEDA.- Era abundosa en aceite. Había muchas olivas: más de 25.000 olivas viejas y muchas nuevas puestas hacía unos años.
El agua de los arroyos desde el día uno de marzo hasta San Miguel se empleaba en regar huertas y olivares.

TORRIJOS.- En su término había muy buenos olivares, de lo mejor del reino de Toledo, informan. Llegó a ser conocido como Torrijos de los Olivares. Había 28 molinos de aceite, que debían producir para el consumo humano y para las fábricas de jabón.

VILLAMIEL.-En Villamiel informan que el aceite lo traían de Torrijos, Novés y Fuensalida.

VALDE SANTO DOMINGO.- Había unas 20.000 olivas. El dueño de estas olivas las arrendaba en 150.000 maravedíes. “Hay olivas en cantidad”.
Ponen de manifiesto la necesidad de podar las olivas: “es un árbol que si no lo cortan se envejece y no da fruto y asi las cortan para que se renueven y den fruto”.

La parroquia era propietaria de 600 olivas. Los frailes de la Sisla tenían 1.100 olivas, 50 fanegas de tierra y una casa con un molino de aceite.

LOS MOLINOS DE ACEITE

La molturación de la aceituna se hacía primitivamente por presión y torsión manual: la pasta de aceituna se introducía en un saco de tela recia que se retorcía. O la presión se hacía con mazas o por pisado.

La muela romana, muy utilizada a lo largo de los siglos, ha venido evolucionando lentamente hasta la época actual. Hoy en día todavía se utiliza como sistema de molienda y batido de la pasta de aceituna. La base, también llamada solera, es de forma circular y de diversos diámetros.

Puede ser de mampostería o piedra, con montantes para sujetar o acumular la pasta. Las muelas cilíndricas y verticales pueden ser hasta seis. La tracción de las muelas primero fue humana, después animal. Posteriormente por la fuerza hidráulica o eléctrica.

La prensa de viga y quintal fue muy utilizada entre el siglo XVII y el siglo XIX en la mayoría de los molinos de aceite. Y el molino de rulo se empieza a utilizar en España a finales del siglo XVIII: Se sustituyen las piedras cilíndricas del viejo molino romano por conos de piedra truncados, que descansaba sobre la solera.

LA SITUACIÓN EN 1903

En el año 1903 pasó por nuestra comarca el gran escritor y ensayista José Martínez Ruiz “Azorín”. En concreto visitó las almazaras de Maqueda y Torrijos. Su visión pesimista, propia de la Generación del 98, quedó plasmada en 1912 en su libro de ensayo titulado “Castilla”.

“Maqueda cuenta con 250 hectáreas de olivares; todas las cosechas del pueblo se muelen en una almazara de una sola viga. Y el aceite extraído es tan ínfimo, que sólo puede ser vendido a las fábricas de jabones”. Y de Torrijos dice que “el aceite se extrae como hace trescientos años”.

Azorín se lamenta de que para transformar la cosecha de las 960 hectáreas de olivares de Torrijos se tarda de diciembre hasta abril: “Las vigas trabajan lentamente; una sola viga comprime 12 fanegas diarias de pasta”.

https://marianoestebancaro.wordpress.com/2014/11/02/mercado-y-comercio-comarca-de-torijos-siglo-xvi/


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