jueves, 18 de mayo de 2023

Picota y Rollo de Justicia de Quintanar de la Orden

Cuando descubrí el legajo 78171 del Archivo Histórico Nacional (AHN) que refería la petición del concejo de Quintanar de la Orden (El Quintanar como decían todos los habitantes de los pueblos aledaños a él) sobre el reparto entre los pecheros del pueblo, para pagar un rollo de justicia que se había adquirido recientemente, instantes anteriores a marzo del año 1531, fecha en la que se hizo la solicitud al rey, pensé que se trataba simplemente de un rollo de justicia que avisaba a todos los transeúntes foráneos que aquella villa disponía de jurisdicción y justicia de primera instancia en manos de sus alcaldes ordinarios.

Rollo y picota de Quintanar de la Orden. Fotografía de Ángel Luis Mota

Esa columna de piedra con sus estrados, situada actualmente frente a la ermita de Santa Ana en esa villa del Quintanar, un tiempo estuvo expuesta en la plaza pública para ser usada en lo que creía una única función, la de servir de rollo de justicia; para su construcción en el primer tercio del siglo XVI, el concejo se igualó con el maestro cantero en una cantidad de 12.000 maravedís, equivalentes a 32 ducados.

Un nuevo expediente del AHN me indica el error que cometí entonces: no se trata solamente de un rollo de justicia, sino de un rollo y picota. De manera que la hermosa columna de piedra indicaba a los delincuentes que allí se impartía justicia y que podían ser ajusticiados en ella. Así lo indican los dos serpenteantes hierros incrustados en la piedra en lo alto de la picota; esos hierros significan el soporte para ajustar la pena con el delincuente. Durante mucho tiempo los he visto, los he mirado y me he dicho que esos eran los soportes para ajusticiar, pero dudé de lo razonable y no creí que fuese así.


Hierros de ajusticiar en forma de serpiente de la picota. Fotografía de Ángel Luis Mota

Quintanar de la Orden fue cabeza del Partido de la Mancha, incluido en el reino de Castilla, (hay quien especula que la Mancha no perteneció al reino de Castilla, nada más lejos de la realidad) por orden del rey Felipe II, quien, para una mejor gobernabilidad de ese territorio, dividió el Partido de Ocaña en tres: el propio de Ocaña, el de Uclés y el del Quintanar, hacia mayo del año 1564. Disponía, por tanto, de gobierno, audiencia, cárcel real y alcalde mayor, con todos los oficios auxiliares a ello inherente, notarios, escribanos, alguaciles, procuradores y como no de su rollo y picota que continuaba instalado en su plaza pública desde ese año de 1531.

Rollo y picota en su actual lugar. Fotografía de Ángel Luis Mota

¿Tuvo uso como picota esa columna de piedra? Aunque no frecuente sí lo tuvo. El año de 1582 el alcalde mayor del Quintanar, el licenciado Pedro Asensio de Villalobos, estaba juzgando a un vecino de La Mota del Cuervo, Francisco Merino, en un proceso de una causa de fuerza y estupro contra una doncella de la misma villa, Isabel de Ludeña; la sentencia definitiva fue morir en la picota de la plaza pública y en pérdida de la mitad de sus bienes. La sentencia decía así:

Fallo que por la culpa que del proçeso rresulta contra el dicho Francisco Merino, que devo de condenar y condeno a que de la cárzel y prisión en que está, sea sacado cavallero en una bestia de albarda con boz de pregonero público que manifieste su delito, sea traído por las calles acostunbradas desta villa hasta llegar al rrollo y picota della donde mando sea hahorcado por el pescueço hasta que naturalmente muera; condeno le más en perdimiento de la mitad de sus bienes, que aplico a quien, conforme a la ley capitular desta Horden que sobre el caso dispone, perteneçe, y en las costas deste proceso justamente fechas, cuya tasaçión en my rreservo. Y por esta my sentençia difinytivamente juzgando, ansí lo pronunçio e mando.

El liçençiado Pedro Asensio Villalobos

¿Imaginan Vds. el castigo? Desde la cárcel real del Quintanar se sacaría al preso montado en un asno[1], con una soga al cuello; delante de él un pregonero público iría repitiendo el delito cometido por todas las calles de la villa, por donde sería paseado para escarnio público, y por donde tirarían sobre su cuerpo todo tipo de hortalizas podridas, escupitinajos, improperios y palabras soeces. 

Una vez llegados a la plaza pública, donde hoy se encuentra el ayuntamiento, se le colgaría de uno de los hierros de la picota, con la propia soga que llevaba anudada al cuello, hasta morir naturalmente; mientras el pueblo observaría con atención la aplicación de la pena para no perder ningún detalle del sufrimiento del reo y después murmurar con su vecino.


Luego, cuando pasen cerca del rollo y picota del Quintanar, frente a la ermita de Santa Ana, no se olviden de rezar un padrenuestro por las almas de aquellos que vieron la luz por última vez desde su altura.

Dedicado a mi amigo, el periodista Ángel Luis Mota Rubio, que tanto hace por su pueblo, Quintanar de la Orden

[1] Bestia de albarda era la fórmula jurídica que se usaba en las causas criminales, cuando se condenaba al reo a un castigo afrentoso.

https://lillodelamancha.wordpress.com/2022/12/29/picota-y-rollo-de-justicia-de-quintanar-de-la-orden/

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