viernes, 19 de mayo de 2023

Un Poema Inédito del siglo XVIII dedicado a la Romería de Espinoso a Piedraescrita. Abraham Madroñal

Foto de 2016 (fuente Youtube)

Un manuscrito literario sobre Talavera y su antigua tierra


Hace algún tiempo, en el homenaje talaverano a don Fernando Jiménez de Gregorio, dimos cuenta del manuscrito 14763 de la Biblioteca Nacional de España, que contenía diversos textos literarios relacionados con Talavera y su tierra[1]. Otros investigadores guiados por aquella descripción del manuscrito han publicado después otras piezas del mismo, particularmente una comedia y un entremés[2], pero quedan muchos versos por editar y esos versos son importantes para la tierra de Talavera.

Solo sabemos en lo que toca a su autor que el manuscrito está compuesto por un tal Pineda, pero contra lo opinión de los que han tratado de él, más que tratarse de un ingenio talaverano, parece que es un escritor de Madrid que compone una serie de obras a petición de un amigo de la ciudad de la cerámica, que tal vez le invitaría a conocer su tierra en época festiva. Sí tenemos noticia de que era dueño de dicho manuscrito una tal Josef (su apellido está tachado), que dice en la primera hoja: “Este manuscrito lo compré en la ciudad de…1776” y firma.

En efecto, el manuscrito recoge comedias de claro sabor talaverano, como las tituladas Flor hay que a un Prado hace cielo, dedicada a la ermita del Prado, o Los tres hermanos del cielo y mártires de Talavera, centrada en los santos Vicente, Sabina y Cristeta, etc. A buen seguro, dichas comedias, autos y entremeses se escenificaron en los teatros talaveranos de la época[3].

Un poema dedicado a la romería de Espinoso a Piedraescrita

Pero no solo contiene el manuscrito textos teatrales, a partir del folio 346 aparecen los poemas, precedidos de un subtítulo algo rimbombante que dice: Frutos de la ociosidad, si hay ociosidad con fruto, que en variedad de conceptos, ya místicos ya profanos, ofrece a los de buen gusto el buen gusto de su autor. Entre dichos frutos se recoge una serie de poemas que tienen sabor local, como el que alude a la villa de El Carpio [de Tajo] y a los duques de Uceda, cuando recuperaron su señorío sobre la villa; como El Carpio obtuvo tal título en 1737, el poema tiene que ser posterior, aunque parece muy cercano en fechas.

El otro es este que vamos a transcribir ahora, que relata cómicamente lo que parece una romería desde Espinoso del Rey hasta Piedraescrita, todo ello en el marco de un festejo popular en el verano, en el que también hubo toros y comedias. Hasta ahora, no teníamos noticia de un texto literario tan antiguo para una tradición que debió de ser común entre nuestros antepasados.

Conocemos bien las romerías y peregrinaciones populares, mantenidas hasta hoy, de los jareños a Guadalupe, o a la ermita del Prado de Talavera; y teníamos noticia de esta costumbre de peregrinación a la antiquísima y muy bella ermita de Piedraescrita, que tan maravillosos tesoros alberga en forma de frescos románicos y azulejería talaverana del siglo XVI, porque así lo señalan las Relaciones topográficas de Felipe II, al tratar justamente de Espinoso:

“A tres leguas de este lugar hay una ermita que se dice Nuestra Señora de Piedra Escripta, a la cual acude mucha gente de lugares a la redonda, la cual está en un desierto, y acuden a ella en tiempo de verano, la cual ermita es tan antigua que no hay memoria de hombres de cuándo se fundó, y que es público que ha hecho milagros, pero que este testigo no los ha visto” (Relaciones histórico-geográficas-estadísticas de los pueblos de España. Reino de Toledo. Ed. Carmelo Viñas y Ramón Paz. Madrid, CSIC, 1951, I, p. 352).

Tanto la ermita como la romería tienen orígenes más antiguos, según los estudiosos, acaso del siglo XI la primera y de mediados del XIII la segunda. Como en el caso de la Virgen de Guadalupe, también aquí se cuenta la leyenda de la aparición de la Virgen a un vaquero de Espinoso, al que le encargó construir una ermita en ese lugar de Piedraescrita donde hoy sigue existiendo. 

Incluso se nos conserva alguna imagen de la Virgen que había en aquella iglesia utilizada en impresiones sueltas que los peregrinos podían llevarse como recuerdo para después rezar a dicha imagen y obtener una indulgencia, tal y como reproducimos más adelante. La romería se ha mantenido hasta la actualidad, y según la información proporcionada por el propio ayuntamiento de Espinoso, la imagen de la Virgen se trae cada siete años a esta villa:

“La Virgen permanece cuatro meses en Espinoso, desde el tercer sábado de mayo hasta el tercer sábado de septiembre, en el transcurso de este tiempo se hacen misas de barrio y procesiones, recorriendo todas las calles del pueblo” (http://espinosodelrey.es/municipio/eventos.html). Consulta de febrero de 2019.

Nuestro poema es el ejemplo más antiguo de la romería en un texto literario, como decimos, y por eso (y por su interés) pensamos que merece la pena reproducirlo en su integridad. Por el códice donde se contiene, el poema se escribe a principios del siglo XVIII, pero sin duda tiene todas las características de los textos barrocos, particularmente de los de corte cómico que habían impuesto Góngora, Lope o Quevedo (de forma singular este último). Está escrito en forma de silva, es decir, con una sucesión de versos endecasílabos y heptasílabos que riman en pareado, normalmente en consonante, aunque también alguno rima en asonante. Se compone de 306 versos.

Nos interesa su lenguaje, especialmente la presencia de palabras y expresiones propias de la comarca que dice expresamente “uno de la Jara”, aquí presentado como un rústico aldeano que causa la risa y la burla del autor del poema. Igualmente, interesan determinadas alusiones literarias, como al caballo de don Quijote o a la jaca del famoso Velasquillo, truhán de los Reyes Católicos, que aparece como protagonista de buen número de cuentos tradicionales del siglo XVI, como recoge Juan de Timoneda, entre otros.
En lo que toca a la edición, he procedido a modernizar las grafías y a modificar la acentuación, puntuación y mayúsculas, según las últimas normas de la Real Academia Española. Corrijo también si advertirlo errores de copia como tetra por treta, y otros similares. Pero respeto casos de s por x (estraño), ll por rl (advertillo) o formas antiguas como aqueste, estrotras, fragrancia, etc. Indico las palabras ilegibles con tres puntos entre corchetes.

[1] Abraham Madroñal, «Estudio y edición del Entremés de los figurones (un manuscrito dramático talaverano en la Biblioteca Nacional) », Homenaje de Talavera y sus tierras a F. Jiménez de Gregorio, Toledo, Ayto. Talavera de la Reina, 1998, pp. 363-380.

[2] Juan de Pineda, Flor hay que a un Prado hace Cielo y Estrella que vence a el Sol (1728), transcripción y presentación de Ángel Ballesteros Gallardo. Talavera: Excmo. Ayuntamiento, 2010. También Pedro Tenorio Matanzo: «Un entremés inédito de Juan de Pineda (Estudio y edición del entremés del Doctor Chamorro)», Alcalibe: revista Centro Asociado a la UNED Ciudad de la Cerámica, 7, 2007, pp. 205-232.

[3] La loa primera (para la comedia El Eneas de Dios) se dice que se escenificó en una función de ánimas por carnestolendas en la parroquia talaverana de San Andrés y al final se indica que la compuso un devoto de las Ánimas, a petición de don Francisco de la Cerda, administrador de la renta del tabaco en Talavera, en 1724. Asimismo, en la Loa para la comedia Flor hay que a un Prado hace cielo, se dice que la compuso, tanto la loa como la comedia, “un devoto de Nuestra Señor del Prado, natural de Madrid, a petición de un amigo suyo en la villa de Talavera de la Reina” (f. 105). Al final de la comedia se lee, que fue aprobada por el vicario en la villa de Talavera, en 1728.

Encuadernación del manuscrito donde se puede leer: “Obras de PYNEDa”




Índice y primer folio del ms. 14763 de la Biblioteca Nacional de España.


Portadilla del mismo manuscrito en la parte que contiene las poesías.

 
Lámina impresa del altar y la antigua imagen de la Virgen de Piedraescrita, desaparecida en la Guerra Civil. (Propiedad del autor)

Índice de los poemas de esta última parte del manuscrito:

Frutos de la ociosidad, si hay ociosidad con fruto, que en variedad de conceptos, ya místicos ya profanos, ofrece a los de buen gusto el buen gusto de su autor.

-Letra a nuestro padre san Augustín, obispo y doctor de la Iglesia: “Cielo, sol, luna y estrellas”, f. 346.

-A la bienvenida que a los excelentísimos señores duques de Uceda previno el filial afecto de sus vasallos en la villa del Carpio, viniendo a tomar la posesión de sus estados después de restituidos por su majestad a sus excelencias. Dispúsose una danza de niñas, que cantaron la siguiente letra: “Todo sea hoy aplauso”, f. 346v.

-Después de cantar las niñas el de Botón, que iba por bulla, dijo el romance siguiente joco-serio-cómico: “Ya que aquestas señoritas”, f. 347.

-Concluido el romance, volvieron a formar lazos las niñas, danzando y cantando las cuartetas siguientes: “Vengan, vengan al Carpio”, f. 348v.

-Concluidos los lazos, cada una de las niñas de la danza dijo su décima: “Feliz día en que dichoso”, f. 348 v.

-Quéjase Lisardo a Filis, viéndose sin correspondencia y haberle faltado en el correo el alivio que apetecía. Décima: “Decir, Filis, lo que siento” f. 349v.

-Pinta Lisardo a Filis, cómo se hallaba sin su correspondencia y lo que sintió al ver su carta. Décimas: “Sentía en mí tal tormento”, f. 350.

-Romance: “Juanilla a un macho mucho”, f. 350v.

-Pintura del enamorado a su querida Clori. Romance: “Escúchame, por tu vida”, f. 351.


-Letra a santa Rita de Casia, viuda augustina recoleta. Coplas: “De Rita el festivo aplauso”, f. 351.


-Otra letra a la misma santa con sacramento. Coplas: “Una dama y un galán”, f. 351.

-Letra que se cantó a dúo al glorioso san Antonio Abad el día de su festividad en su Hospital de la villa de Talavera de la Reina. “La oración y la humildad”, f. 352.

-Coplas: “La oración fue quien a Antonio”, f. 352v.

Y a partir de aquí sigue la silva dedicada a la romería de Piedraescrita que reproduzco.






APÉNDICE EDITORIAL.
(Ms. 14763 de la BNE, ff. 353-354v).

Pues quieres, dueño mío, hechizo de mi vida y mi albedrío, que te pinte mi historia, si es que aún permanece en mi memoria, escucha, por tu vida y por la mía, presta atención, que va de romería. 

Salimos de Espinoso una alborada, guiando a Piedra Escrita la jornada; mas fue tan de mañana la partida
que lo obscuro la hacía desabrida y el fresco suficiente nos cogió tan de lleno de repente que aunque en calor la bulla nos metía solo era el frío lo que se sentía, bien que aqueste principio me asegura que no faltó a la fiesta su frescura, porque aunque no hubo nieve yo imagino que allá nos la llevamos del camino.

Yo salí rozagante
 sobre un negro alentado Rocinante,
que era, si he de pintallo,
borrico enjerto en forma de caballo:
oreja larga, lerdo y aun prolijo
tanto que dél colijo,
mirando su entonado paso ardiente
que del de don Quijote era pariente
o que en él se miró resucitada
de Velasquillo el haca celebrada,
aunque siempre advertía en su modestia
que nunca adelantó más que una bestia.

En este, pues, bridón tan delicado
que nunca le sentó bien el bocado
pues aunque le rumiaba a cada encuentro
jamás le quiso entrar dientes adentro,
sin ver que no aprovecha a los vivientes
bocado que se queda entre los dientes,
hice yo mi viaje de barato
pero me dio tal trato
con su maldito trote
que allá llegó el salero hecho gigote.

El camino pintarte es desvarío
pues en el juicio mío
aunque yo me alentaba
y la tropa de gente me guiaba
a caer me determino,
no pudieron entrarme por camino.

Todo es riscos, peñascos y arroyadas,
cuestas arriba y grandes hondonadas,
con que de aqueste modo
en subir y bajar se nos fue todo.

Pues pintarte en tal bulla
cómo se fue juntando la patrulla
de personas diferentes en estados
es añadir cuidados a cuidados,
pues en estas y estotras aventuras
hasta aquí caminábamos a escuras,
hasta que poco a poco amaneciendo
se fue la noche lóbrega escondiendo
y apuntando ya el sol sus luces claras
llegose el día y vímonos las caras.

Aquí fue Troya, pues la gente andante
que iba formando el escuadrón volante,
como la senda tanto se estrechaba,
una soga parece que formaba
y cada uno en tal droga,
aunque andaba bizarro, llevó soga.

En fin, mi vida, en estas andulencias por obviar prolijas advertencias concluida la jornada
 se deshizo la soga mencionada y por no perder tiempo en lo oportuno se fue a buscar posada cada uno.

Los más la hallaron entre los carrascos
haciendo compañía a los peñascos
pues de bestias y humanos racionales
se vio poblado el campo de animales;
pero con tanta unión yeguas y potros
que no se distinguían unos de otros. [f. 353vº]

El lugar es lugar sin que lo crea,
no más de porque quieren que lo sea
y dado que por corto y vagamundo
se quiso hacer lugar en este mundo,
que no sé cómo pudo
si a las casas acudo
diré al verlas en trajes no vulgares
que son casas enjertas en pajares,
sino es que diga al contemplarlas rasas
que son pajares y se llaman casas.

Mas ya la procesión me está llamando
 porque a las diez estaban repicando
para juntar la gente que a destajo
iban viniendo todos al badajo,
aunque sin repetir las campanadas
anduvieron de sobra badajadas.

Acudió, pues, la gente al repiquete,
salió el cura con capa y con bonete,
el sacristán entona
un versillo al compás de la chacona,
los demás le acompañan
 y todos juntos parece que regañan
en lugar de cantar, pues en su dejo
verracos parecían de concejo.

Salió el guión, siguiose la patrulla
que como quien arrulla
en tonos silenciosos diferentes
iban rezando allá como entre dientes.

Luego salió la manga,
no me atrevo a decir de mojiganga
porque fuera indecencia en mis blasones
salir de mojiganga a procesiones
y era hacerla surtida
de manga parroquial, manga perdida.

Después de este aparato
(vaya con discreción aqueste rato),
salió la luz del día,
el mismo sol, porque salió María,
tan bella, tan hermosa
que excediendo a la más fragante rosa
con sus bellos primores
todo el campo vistió de hermosas flores
haciendo su presencia en dulce esfera
al seco estío hermosa primavera,
que en suaves consonancias
a todo el sitio le inundó en fragrancias.

En unas andas sobre negro trono
sus luces se excedían en su abono,
tanto que en su vistoso lucimiento
sobre cuatro coronas hizo asiento
pues con devoto ejemplo
para entrarla en su temploa llevaron cantándola sus motes
sobre sus hombros cuatro sacerdotes.

Cantáronla su misa a lo chanflones,
órganos, chirimías y bajones,
haciendo en el cantar sus ademanes,
unos con otros, muchos sacristanes,
que con tiples, con bajos y tenores
todos se revistieron de cantores
formando su armonía
para dar alabanzas a María.

Concluyeron la misa y luego al punto
cada cuadrilla remató el asunto
acudiendo a su rancho,
dícenme que a llenar cada uno el pancho;
pero se me olvidaba
decirte un dicho de uno de la Jara
y fue en la procesión aqueste dicho
hijo muy natural de tal capricho.

Fue, pues, el caso que yendo caminando,
como las cuestas iban levantando,
el palió se enredó sin advertillo
con la corona, cayó un ramilletillo,
violo el palurdo y a gritos repetía,
sin que él supiese lo que se decía:

“¡Tengan, señores, tengan, (qué pelmazos),
que aquese angarillón se hace pedazos!”.

Con que en las voces que el palurdo daba
al palio angarillón intitulaba.
Estraña bobería,
que por ella sin duda merecía
le diesen por burlillas
con el palo del palio en las costillas. [f. 354]

Siguiose por la tarde, a hora oportuna,
una comedia con feliz fortuna,
pues sin que hubiese cosa que resista
de todos la función fue muy bien vista,
hasta que concluida aquella escena
cada pobrete fue a buscar su cena,
porque el hambre picaba a los mirones,
la sed hacía brecha en los fisgones,
aunque para este daño se previno
que la sed se apagaba con el vino,
bien que la industria en este engaño fragua
que el vino se vendiese como el agua,
pues el que lo vendía, y es lo cierto,
el agua con el vino daba enjerto;
mas no valió esta treta
para obviar que hubiese cantaleta,
porque el vino, aunque aguado,
en muchos hizo efecto de contado,
con que advertí, aunque lejos,
que de un pellejo pasó a muchos pellejos,
hallándose en los cerros, en sus corros,
pocos discretos, pero muchos zorros,
que tendido cada uno como supo,
cada cual desolló la que le cupo.

Apenas a otro día el sol rayaba,
cuando la gente que dispuesta estaba
comenzó a andar a caza
de piedras que formasen una plaza
porque la que allí había
plaza desmantelada parecía,
que en las ruinas que apoya
parece estar diciendo “Aquí fue Troya”.
 
 Era el intento hubiese
fiesta de toros que nos divirtiese,
en tanto que el ganado conducían
y a la plaza aplazada los traían
porque la gente no estuviese ociosa
otra comedia hicieron muy graciosa.

Trajeron el encierro:
unos van a la tapia, otros al cerro
para ver bien los toros a su gusto,
pero yo a creer me ajusto
que en aquesta partida
en el encierro vimos la corrida,
porque aunque allí llegaron
y por la puerta el coso registraron,
tanto el sitio gustó a toros y vacas
que aun hasta las más flacas
sin que ninguno a alguna venciese
maldito el que quedó que no se fuese.

Vuelven a conducillos a la plaza,
pero como los iban dando caza,
en breve en ella entraron
aunque al entrar algunas porfiaron
y queriendo volverse a las andadas
para después guardaron las cornadas.

Llegose la hora, se arrimó la gente,
las tapias de la plaza hicieron frente
para formar la valla,
aunque antes fue preciso reparalla;
mas no fue el reparillo de nonada
porque aunque estaba toda retocada
sin hallar resistencia
al primer toro hicieron reverencia
pues por la parte más fortalecida
apenas saltó el toro a la corrida
cuando al formar la guerra
hombres y tapias, todo cayó en tierra,
con que al ver el portillo por delante
el toro las lió luego al instante
siendo en estos cuidados
él el corrido y los demás burlados.

Salió luego un capeón tan reluciente
que huía cansancio de la gente
porque él no pretendía allá empeñarse,
sino atender por dónde ha de escaparse,
como lo ejecutó sin más reyerta
porque las tapias daban puerta abierta.

Va a salir otro y al sacar el pico
otro novillo adelantó el hocico, [f. 354v]
vio la quimera un toro
y porque si le faltaba aun decoro
la puerta del toril se le hizo angosta
y por ahorrar la costa
y salir más a gusto
de tan preciso y evidente susto
tiró un golpe a la puerta
y no solo en el lance la hizo abierta,
sino que dando de ella testimonios
la puerta y tapia fue con mil demonios.

Cayó, pues, todo, nada le embaraza,
hallose el toro en medio de la plaza,
tirose a fuera, fuese a la barrera
y a corto brinco cátale ya fuera.

Huye la gente, el toro los seguía,
a puto el postre cada cual corría,
y como si ellos fueran los culpados
a la Iglesia apelaban sus cuidados
y aun algunos prudentes de maduros
en el sagrado aun no estaba seguros;
y aun hubo quien formando calendario
del sagrado apelaba al campanario,
viendo allí a la ligera
los toros en propicia talanquera;
mas el toro insolente
sin hacer caso ya de tanta gente
quiso jugar un rato
y a una mujer la fue a tentar el hato.

Ella corría que se las pelaba
y el toro que más que ella caminaba
curioso en los atajos
tras ella se iba a registrar sus bajos;
mas cuando ella corría
yo no sé si era algalia a lo que olía,
que el toro en su quimera
aunque la iba apuntando a la trasera
no quería inhumano y temerario
dejar de registrar su antifonario
hasta que ella advirtiendo
un borrico que estaba allá paciendo
haciendo de miralle, caso estraño,
fuese el toro sin hacerla daño
siendo, como lo explico,
su galán defensor aquel borrico,
pues en esta partida
solo aquesta mujer fue la corrida
cuando todos juzgaron
que lo fuesen los toros que encerraron.

En fin, habiendo visto con tal arte
que se fue cada toro por su parte,
lo mismo hizo el gentío en su contienda
pues echó cada lobo por su senda,
marchando cada uno de entonada
al lugar donde tiene su morada.

Volvímonos a casa
y esto es en suma todo lo que pasa,
porque aunque en Espinoso
300 encerraran los toros en el coso,
los que allá se escaparon
y con destreza a todos los trataron
como […]
es relación allá pide nueva […]
y así si esta te place,

aquí da fin el cuento, vade in pace.

http://lajaratoledo.blogspot.com/2019/05/un-poema-inedito-del-siglo-xviii.html

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