En las relaciones de Felipe II esta zona era denominada como Tierra de Toledo, recibiendo también otros nombres, a lo largo de los tiempos, como el de Meseta de Los Montes o el de alfoz toledano. A su vez, estuvo dividida en Sisla Mayor y Menor, sin que a ciencia cierta se sepa del por qué de esta diferenciación.
La Sisla es una tierra, geográficamente, bien diferenciada, con ríos y montes en sus contornos; conformando un paisaje de llanura, asentado sobre una rampa rocosa, que desciende desde los montes de Toledo, a lo largo de 30 kilómetros, hasta llegar al río Tajo. Morfológicamente, se trata de una meseta o planicie de erosión, denominada "Meseta o Macizo Cristalino de Toledo", que se eleva por encima de los 775 metros, tallada en rocas ígneas (granito), al sur, y metamórficas (gneis) al norte. Tan sólo rompen este paisaje una serie de cerros-isla como el de Layos, Noez, la sierra de la Oliva o la de Nambroca. En el conjunto provincial, puede considerarse una tierra alta, sobre-elevada unos 200 metros sobre el cauce actual del Tajo, con poblaciones asentadas entre los 650 y los 750 metros de altitud.
En la actualidad, forman parte de este territorio de La Sisla, los siguientes municipios: Ajofrín, Almonacid, Argés, Burguillos de Toledo, Casasbuenas, Cobisa, Chueca, Gálvez, Guadamur, Layos, Manzaneque, Mascaraque, Mazarambroz, Mora de Toledo, Nambroca, Noez, Orgaz con Arisgotas, Polán, Pulgar, Sonseca y Casalgordo, Totanés, Villaminaya y Villanueva de Bogas. Quedan fuera, Cuerva y Menasalbas, que son estribanías de los Montes y con vinculación al señorío de Montalbán, como es el caso de este último.
El viaje desde Toledo se inicia con el brusco cambio de nivel existente entre el cauce del río y la meseta donde se localiza La Sisla. Después de salvar este desnivel, esta tierra se abre cubierta de cereal en el llano, de olivares que trepan por las laderas de los cerros, de viñedos, de filas interminables de almendros, delimitando las lindes, y de rebaños de ovejas que pastan en el matorral. También de norias, hoy silenciosas e inmóviles, pues su mayor parte se encuentran abandonadas y ruionosas. Los lechos de los arroyos, apenas se dibujan en la llanura, dejando entrever el lento y perezoso discurrir de las aguas que se deslizan por sus cauces. Pero son las grandes extensiones de olivares, el aspecto más significativo del paisaje, extendiéndose por todos los municipios, para llegar a Mora y convertirse en un manto casi uniforme.
Historia: Se comienza a citar con frecuencia esta comarca en diversos documentos mozárabes de finales del siglo XII. De entre ellos, se entresacan un buen número de estas poblaciones, siendo el más antigüo del año 1192. No obstante, el término Sisla parece tener un origen prerromano, derivado del celta sis-ca o sesca.
En 1384 se fundaba en el paraje que rodeaba a Santa María de la Sisla el segundo convento de Jerónimos establecido en España, convento que fue llamado, asimismo, Santa María de la Sisla.
Protegido durante siglos por diversos monarcas castellanos, como todos los de la orden Jerónima, nos cuenta Sixto Ramón Parro que su iglesia, de arquitectura gótica, claustros, celdas y demás oficinas del monasterio, eran de gran capacidad.
Jardines y palacio de Sisla en 1928
Eran de gran capacidad tanto la iglesia, de arquitectura gótica, como los claustros, celdas y de más dependencias del monasterio, el cual tenía muy buenas rentas en monte, olivares y otras fincas, y fue muy frecuentado por el Emperador Carlos V, que pasaba allí algunos días en compañía de los monjes, y aun pensó en retirarse a él cuando abdicó, antes de elegir definitivamente a Yuste; también fue uno de los sitios en que proyecté construir un monasterio, que, más tarde, su hijo Felipe II realizaría en El Escorial.
En 1521 las tropas del prior de San Juan establecieron allí su campamento contra los Comuneros que resistían en la ciudad rebelde, pacificada, por fin, en el acuerdo que se llamó “Concordia de la Sisla”. Poseía el convento una buena colección de cuadros, que fueron trasladados o perdidos al producirse la exclaustración de los monjes.
Durante la Guerra de la Independencia sería ocupado por guerrilleros españoles en lucha contra los franceses.
En 1821 se produjo la primera supresión del convento, que fue vendido a un particular junto con la extensa finca donde se asentaba.
Una vez suprimida la Orden en 1835, fue sacado a subasta y comprado por un particular, que demolió totalmente la iglesia, quedando el resto del convento en pie, dedicado a casa de labor, y recreo para sus dueños
Confirmada la extinción de la Orden en 1835, se demolió totalmente la iglesia, llevándose los artesonados a Madrid antes de 1857, para adornar la casa del que entonces era su propietario, el banquero Buchental.
Quedó el resto del convento en pie, pero dedicado a casa de labor, construyéndose, ya en este siglo, un palacio por su dueña, a la que se concedió el título pontificio de condesa de Santa María de la Sisla. Aún quedaban paredones del edificio antiguo en 1925, pero, después de 1940 se vendieron cuantos elementos arquitectónicos podían tener algún valor, tanto del monasterio como del nuevo palacio, que se desmanteló en gran parte.
Todavía en 1925 se mantenían en pie restos del monasterio, pero sólo quedó una portada barroca que sirvió de entrada a un palacete neomudéjar construido a comienzos de siglo; el cual también fue demolido al concluir la guerra civil y cederse los terrenos como campo de maniobras de la Academia de Infantería de Toledo.
En 1975, la zona fue adquirida por la Academia de Infantería para campo de maniobras, y lo que restaba del palacio fue desmantelado y demolido por su propietario.
http://asociacionburgus.blogspot.com.es/p/la-asociacion.html
http://perso.wanadoo.es/mearce/Edificios%20y%20Lugares.htm
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