Adolfo Delgado Agudo Entre los procesos que se abren contra vecinos de Torrijas y que han llegado a nuestras manos nos encontramos con varios tipos de delitos: blasfemias -sobre todo por motivos de juego-, herejía, solicitudes, etc. Las personas que se juzgan ante el Tribunal de la Inquisición suelen ir bien acusadas por alguien que ha oído o ha visto cometer el "delito" al reo o bien porque es la conciencia escrupulosa del mismo pecador la que le lleva a delatarse.
En primer lugar quiero hacer mención al caso deMaria López de Sarria, ya publicado en el na 91 de Temas Toledanos, y cuyos autores Julio Longobardo y otros relatan la vida y obra de esta curandera que anduvo por tierras de la comarca de Torrijas (El Casar de Escalona, La Puebla de Montalbán y Torrijas), además de otras poblaciones de la provincia de Toledo, y cuyo proceso inquisitorial abarca los años de 1662 a 1665, coincidiendo aproximadamente con el de fray Francisco de Torrijas.
A continuación paso a contar las vicisitudes de diversos torrijeños de nacimiento o vecinos de nuestra villa que se vieron involucrados ante los tribunales del Santo Oficio y cuyos procesos se conservan en el Archivo Histórico Naciana!.
FRAY JUAN DE LA OLMEDA
Este fraile franciscano era morador del convento de Santa María de Jesús de Torrijos cuando fue penitenciado. Se le procesó por el delito de "Solicitudes en la confesión" en el año 1594. Se entendía por "solicitud en la confesión" las proposiciones deshonestas que un sacerdote hacía a alguna de sus feligresas cuando éstas se acercaban a la confesión.
Como podemos suponer era un pecado muy grave ya que se utilizaba el momento en que se impartía un sacramento para sugerir a quienes lo recibí- an actuaciones impropias y más viniendo de un ministro de la Iglesia. Según su propia confesión nació en 1542 en Ajalvir y se crió en La Olmeda, ambas poblaciones se encuentran situadas en la actual Comunidad de Madrid. Era hijo de Cristóbal de San Pedro y Marina Muñoz, vecinos de La Olmeda.
Entró en la Orden Franciscana en Mondéjar. Anduvo destinado en varios conventos de la mencionada congregación: Ciudad Real, Pastrana, La Salceda, Pinto y otros hasta que recayó en Torrijos donde fue vicario de su convento franciscano. Residiendo allí le fue encomendado ir de capellán de las monjas concepcionistas de Oropesa, población en la que sucedieron los hechos que le llevaron ante el Tribunal de la Santa Inquisición.
Fue delatado por Juan de Contreras a instancias de la abadesa de dicho monasterio y tres monjas del mismo. Paso a transcribir la delación, para de esta forma, entrar en antecedentes: "En cuatro días del mes de enero próximo pasado de este año de (mil quinientos) noventa y cuatro.
Se me dio cuenta de un fraile franciscano que se dice fray Juan de la Olmeda, natural de La Olmeda, lugar en el Alcarria, vicario que al presente es en un monasterio de monjas concepcionistas en esta villa de Oropesa por ser sujetas a la dicha orden franciscana; con el cual yéndose tres monjas del dicho convento diferentes veces a confesar, les deCÍa que no se confesasen por entonces y se estaba con ellas por el confesionario diciéndolas palabras deshonestas como eran decirles que se holgara tenerlas en la cama y que quisiera besarlas y otras palabras de incontinencia y de sexo. Algunas veces no las confesaba por tener la conversación que digo.
En particular a una de estas tres antes y después 79 de absuelta una vez le dijo palabras de amores semejantes a las referidas y escandalizándose la monja de ello él replicó que no había razón de escándalo, lo cual dice la monja que le pareció mal..." Las monjas que lo acusaban eran Isabel de San Antonio, natural de Cáceres, María de la Cruz y Bernarda de San Antonio, estas dos de Orapesa. Dichas religiosas testifican en contra de fray Juan de la Olmeda.
Sus declaraciones fueran resumidas por los inquisidores de la siguiente manera: " ... yéndose a confesar con él cierta religiosa le había dicho que no se confesase por entonces con él que después al tiempo de la comunión se confesaría, que en toda aquel1a noche no había podido dormir ni reposar dando vueltas pensando verse con la dicha religiosa y que le enviase otras sábanas porque aquellas había roto dando vueltas y la deseaba besar y abrazar y que estaba muy picado de su amor.
Y estando en el confesionario con otra religiosa y habiéndole visto parte de los pechos le dijo cuan bien le habían parecido y que holgara de se los besar. Y a otra religiosa que se había confesado con él inmediatamente le había dicho por dos veces que le besase y abrazase y que se acordase de él cuando fuese a orinar y escandalizándose la dicha religiosa de esto y afeándoselo al reo le dijo (él a ella) que no hiciese caso que no había de que se escandalizar y aunque otras veces la dicha religiosa se iba a confesar con él no quería confesarla por tener conversación deshonesta con ella y que confesándose con él otra religiosa después de haberla absuelto, le decía si le quería besar y que se holgara de traerla consigo y que siempre deseaba estar con ella y otras palabras deshonestas.
Y diciéndole ella que para qué le decía aquellas cosas, el dicho reo le decía que no tuviese pena que todo aquello era niñería y que no se escandalizase de ello. Y estando con otra religiosa en el confesionario le preguntó cómo tenía la boca y respondiendo ella que buena, le dijo que gustaba de ello y que se la quiera besar dos mil veces y diciendo la dicha religiosa que para qué, el dijo que por su gusto, que lo tuviera si hubiera oportunidad, y le significó haber tenido alteración y haber caído en polución.
Y que estando asimismo en el confesionario otra religiosa le había dicho que le había soñado que estaba en la cama con él y él1e había respondido que si fuera de veras sí se holgara y diciendo ella que sí, él se lo agradeció diciéndole que se holgaba que tuviese tanta voluntad y habiéndola confesado y diciéndole ella que le diese un abrazo le respondió que sí pero que no era lugar donde se podía dar abrazo ni se podían juntar ni ver ... ".
Ante estas graves acusaciones el fraile franciscano se defiende restándole importancia a dichas afirmaciones, diciendo que eran sólo mentiras y maquinaciones de la superiora, doña Juliana de la Encamación, y de las 80 otras monjas, que lo hacían sólo porque no querían que él estuviera allí como vicario sino que continuase el anterior, fray Bartolomé de la Guardia.
Cosa que consiguen a través del conde de Oropesa quien intercede por ellas ante el General de la Orden Franciscana en Madrid para que fray Juan de la Olmeda salga del cargo de vicario de las concepcionistas y su lugar lo ocupe fray Cristóbal de Figueras. La sentencia no fue muy gravosa dado el carácter del delito y sólo se le condena a que se le lea la misma en presencia de seis monjes de su orden, abjure de LevÍ y sea gravemente reprehendido, privándole e inhabilitándole para que no pueda confesar mujeres perpetuamente. (AHN, lnq., leg. 231/3).
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