Al norte del Tajo, en la zona más septentrional de las tierras toledanas, se sitúa la comarca de La Sagra. En ella se localizaban algunas propiedades calatravas desde finales del siglo XII.
Es el caS0 de las resultantes de la donación que hizo Pedro Peláez a la Orden en 1190: la mitad de sus bienes en Esquivias, para después de su muerte fiCt.
Al año siguiente, los freires calatravos recibieron del mayordomo regio el lugar de Borox, excepto lo que ya tenían don 2eit y sus hijos til. En la cercana Seseña, la Orden tenía al menos una casa y una yugada de heredad, que en 1203 donó a Rodrigo Ibáñez, con carácter vitalicio y la condición de dar el diezmo anual a los freires Ii~.
El río Tajo constituía en las tierras toledanas lugar de referencia obligada y, aún más, polo de atracción de la actividad económica.
Por eso los calatravos, interesados en las posibilidades que ofrecía su explotación, compraron a Alfonso VIII las tres partes de la huerta confiscada a los hijos de Pedro Escorcher, cerca de la vega de San Román, al otro lado del Tajo, por 400 maravedís ", También con el Tajo y sus afiuentes el Torcón y el Cedena, estaban relacionadas las sernas, aceñas y otras heredades que tenía la Orden de Tmjillo en Ronda, cedidas por el monarca castellano a los calatrava s en diciembre de 1196 ".
No muy lejos del Tajo debía estar la aldea de Cirugares, donada por Sancho III en 1158, pero de la que desconocemos su ubicación exacta, aunque sí sabemos que pertenecía al término de Toledo G5. Al sur del Tajo, la comarca toledana de La Sisla era un excelente espacio para la expansión de las Ordenes militares, debido a sus características fronterizas, especialmente presentes después de la caída del Campo de Calatrava (1195).
No extraña, por tanto, que en julio de 1189, Rodrigo Rodríguez donase a la Orden de Calatrava la mitad del castillo de Bogas, situado en la ribera del Algodor; dejando la mitad restante para la Orden de Santiago "'. Ni tampoco que en 1194 Gonzalo Pérez de Torquemada y su mujer María Armíldez cedieran a los calatravos la villa de Huerta de Valdecarábanos ", a la que, en diciembre de 1204, el maestre Martín Martínez concedió fuero, otorgándole el de Toledo en materia de homicidios y calañas AA.
Sin embargo, en febrero de 1211, la Orden cedió a Rodrigo Rodríguez la villa de Huerta y unas heredades en Aceca a cambio de 1.300 maravedís, 40 lorigas, 25 pares de brazoneras, parte de sus muebles, el quinto en la heredad de Rodrigo y la condición de que a su muerte todo volvería a los freires"\
En el sector occidental de las tierras toledanas se situaba Santa Olalla.En mayo de 1205, los señores de la villa, Pedro Fernández de Castro y su mujer doña ¡imena, donaron a los calatravos el hospital de Santa Ola11a, el lugar de Ranconada y unas heredades en Aldovea, Cortes, y Santa Ola11a, y al sur del término de este último lugar, con la condición de dedicar todo esto para el sostenimiento del hospital.
Por su parte, el maestre Martín Martínez donó a esta institución hospitalaria todas las heredades que la Orden de Salvatierra tenía en las zonas más próximas: Randa ío, Carmena, La Mata y Salmanquella, además de las más alejadas de Santa María de Donechia .
La donación revestía gran importancia. no 5610 por la entidad de los bienes donados, sino también por la concentración geográfica de las propiedades, que, a excepción de Santa María de Donechia, se repartían entre los alfoces limítrofes de Santa Ola11a, Maqueda y Montalbán ", con buenas perspectivas para la constitución de una futura encomienda calatrava, que no sabemos si finalmente se configuró.
Es el caS0 de las resultantes de la donación que hizo Pedro Peláez a la Orden en 1190: la mitad de sus bienes en Esquivias, para después de su muerte fiCt.
Al año siguiente, los freires calatravos recibieron del mayordomo regio el lugar de Borox, excepto lo que ya tenían don 2eit y sus hijos til. En la cercana Seseña, la Orden tenía al menos una casa y una yugada de heredad, que en 1203 donó a Rodrigo Ibáñez, con carácter vitalicio y la condición de dar el diezmo anual a los freires Ii~.
El río Tajo constituía en las tierras toledanas lugar de referencia obligada y, aún más, polo de atracción de la actividad económica.
Por eso los calatravos, interesados en las posibilidades que ofrecía su explotación, compraron a Alfonso VIII las tres partes de la huerta confiscada a los hijos de Pedro Escorcher, cerca de la vega de San Román, al otro lado del Tajo, por 400 maravedís ", También con el Tajo y sus afiuentes el Torcón y el Cedena, estaban relacionadas las sernas, aceñas y otras heredades que tenía la Orden de Tmjillo en Ronda, cedidas por el monarca castellano a los calatrava s en diciembre de 1196 ".
No muy lejos del Tajo debía estar la aldea de Cirugares, donada por Sancho III en 1158, pero de la que desconocemos su ubicación exacta, aunque sí sabemos que pertenecía al término de Toledo G5. Al sur del Tajo, la comarca toledana de La Sisla era un excelente espacio para la expansión de las Ordenes militares, debido a sus características fronterizas, especialmente presentes después de la caída del Campo de Calatrava (1195).
No extraña, por tanto, que en julio de 1189, Rodrigo Rodríguez donase a la Orden de Calatrava la mitad del castillo de Bogas, situado en la ribera del Algodor; dejando la mitad restante para la Orden de Santiago "'. Ni tampoco que en 1194 Gonzalo Pérez de Torquemada y su mujer María Armíldez cedieran a los calatravos la villa de Huerta de Valdecarábanos ", a la que, en diciembre de 1204, el maestre Martín Martínez concedió fuero, otorgándole el de Toledo en materia de homicidios y calañas AA.
Sin embargo, en febrero de 1211, la Orden cedió a Rodrigo Rodríguez la villa de Huerta y unas heredades en Aceca a cambio de 1.300 maravedís, 40 lorigas, 25 pares de brazoneras, parte de sus muebles, el quinto en la heredad de Rodrigo y la condición de que a su muerte todo volvería a los freires"\
En el sector occidental de las tierras toledanas se situaba Santa Olalla.En mayo de 1205, los señores de la villa, Pedro Fernández de Castro y su mujer doña ¡imena, donaron a los calatravos el hospital de Santa Ola11a, el lugar de Ranconada y unas heredades en Aldovea, Cortes, y Santa Ola11a, y al sur del término de este último lugar, con la condición de dedicar todo esto para el sostenimiento del hospital.
Por su parte, el maestre Martín Martínez donó a esta institución hospitalaria todas las heredades que la Orden de Salvatierra tenía en las zonas más próximas: Randa ío, Carmena, La Mata y Salmanquella, además de las más alejadas de Santa María de Donechia .
La donación revestía gran importancia. no 5610 por la entidad de los bienes donados, sino también por la concentración geográfica de las propiedades, que, a excepción de Santa María de Donechia, se repartían entre los alfoces limítrofes de Santa Ola11a, Maqueda y Montalbán ", con buenas perspectivas para la constitución de una futura encomienda calatrava, que no sabemos si finalmente se configuró.
Enrique Rodriguez-Picavea Matilla
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0029_01.pdf
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