Ante tal situación el antiguo complejo episcopal visigodo habría desaparecido bajo la construcción de la nueva gran mezquita. Y es posible que entonces se procediese a su traslado a otro lugar, tal vez a una zona marginal que años después quedaría integrada en el Alficén. Allí se pudo haber levantado un nuevo edifico, o tal vez haber reutilizado los restos del de la primitiva sede episcopal que de esta manera, casi seis siglos después, volvía a recuperar su anterior categoría eclesiástica. En cualquier caso, esta iglesia es la que todavía existía en Toledo en el momento de su conquista por Alfonso VI.
Lo que es evidente, es que para resolver este enigma de la basílica de Santa María, sería preciso realizar excavaciones en el interior del actual templo catedralicio y también de gran interés resultaría la localización de esa iglesia ubicada en el antiguo Alficén para intentar precisar la fecha de su fundación. Por lo que respecta a la basílica de Santa Leocadia, como ya hemos señalado, su origen pudo haber estado en una ampliación del martyrium o cella memoriae que se habría levantado sobre su tumba en el momento en que su culto se pudo manifestar libremente58. A medida que la monarquía visigoda consolidó su poder en Toledo y a la par que la sede episcopal toledana proseguía su camino al encumbramiento, cada vez se haría más necesario que la ciudad contase con la presencia de unas reliquias que la dignificasen. Para colaborar a esa finalidad ahí estaban los restos de esa mujer que fue elevada a la categoría de mártir.
Como también hemos señalado anteriormente, es muy posible que en todo el proceso subyaciese también la «competencia» de la sede metropolitana emeritense, que contaba con una mártir local, Santa Eulalia, de mucho prestigio y con un culto muy difundido, incluso en la propia Toledo. En aquel contexto político, Toledo –y la monarquía– también necesitaba una santa local de igual categoría que actuase como protectora de la ciudad59 . De ahí que, como una manera de potenciar el culto a las reliquias de Santa Leocadia, se construyese una gran basílica sobre su tumba, destruyendo el antiguo martyrium.
Se viene considerando que la consagración se habría llevado a cabo en el año 618, durante el gobierno de Sisebuto60. En su exterior, como se ha comprobado en otras basílicas excavadas en ciudades vinculadas al culto de mártires, se tuvo que haber generado un cementerio (tumulatio ad sanctos) posiblemente de extensión importante61. En aquella fecha, al igual que se ha constatado en otras ciudades, el antiguo cementerio de época romana –entonces considerado como pagano– estaría abandonado y sus materiales reaprovechados en otras construcciones y en otros enterramientos62 .
Se viene considerando que la consagración se habría llevado a cabo en el año 618, durante el gobierno de Sisebuto60. En su exterior, como se ha comprobado en otras basílicas excavadas en ciudades vinculadas al culto de mártires, se tuvo que haber generado un cementerio (tumulatio ad sanctos) posiblemente de extensión importante61. En aquella fecha, al igual que se ha constatado en otras ciudades, el antiguo cementerio de época romana –entonces considerado como pagano– estaría abandonado y sus materiales reaprovechados en otras construcciones y en otros enterramientos62 .
Aparte de haber sido escenario de varios concilios (los IV, V, VI y XVIII), el edificio se convirtió en panteón real y episcopal, pues varios reyes y arzobispos (entre ellos San Ildefonso) eligieron ser enterrados cerca de las reliquias de la Santa63. Todo lo cual dotaba al edificio de un especial significado en la topografía eclesiástica de la ciudad. Tradicionalmente se ha venido considerando que la basílica de Santa Leocadia se encontraba ubicada en el emplazamiento que actualmente ocupa la ermita del Cristo de la Vega. Algunas fuentes escritas de época visigoda señalan que se encontraba en el suburbium, sin más precisiones, y otras la ubican en el pretorio, tal vez haciendo referencia a que se localizaba cerca del complejo palatino, lo que se podría considerar como un dato más de que éste se ubicaba en el suburbio y no en la parte alta de la ciudad.
La excavaciones que realizó Pere de Palol junto a la ermita del Cristo de la Vega, dejaron al descubierto la esquina de «una grandiosa construcción totalmente arrasada» aunque «sugiere más una gran obra romana que obra de tiempos visigodos», por lo que no se inclina por considerar que esos restos pudiesen corresponder a la antigua basílica martirial64. No obstante, dado el emplazamiento y las características de los restos, bien podrían haber pertenecido a la misma, la cual, por su carácter emblemático, tuvo que haber gozado de una cierta monumentalidad. De las cercanías de este lugar proceden varios hallazgos descontextualizados, de época visigoda, entre los que sobresale el famoso Credo epigráfico que bien pudo haber estado expuesto en la citada basílica65 .
Recientemente, José María Gurt y Pilar Diarte interpretando los restos del edificio que apareció en las excavaciones realizadas por Palol, sugieren que posiblemente puedan corresponder al del primitivo martyrium, que habría sido desmantelado para construir la basílica consagrada durante el reinado de Sisebuto .
En cuanto a la tercera de las basílicas, la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, ésta sí aparece siempre asociada al calificativo de pretoriense y ubicada en el suburbium67. Por esa denominación de «pretoriense», todo parece indicar que formaría parte del complejo palatino y tendría un carácter de lugar de culto áulico asociado al poder político.
Se tiene constancia de que en esta basílica se celebraron varios concilios (los VIII, XII, XIII, XV y XVI) y solemnes ceremonias de carácter oficial vinculadas a la monarquía, tales como unciones de reyes o la entrega del estandarte a los ejércitos que marchaban al combate69 . Es sorprendente que, a pesar de que la documentación escrita siempre ubica a esta iglesia en el suburbio de la ciudad, algunos autores se empeñan en localizarla en la parte alta, en el supuesto emplazamiento del pretorio de época romana70 .
En cuanto a la tercera de las basílicas, la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, ésta sí aparece siempre asociada al calificativo de pretoriense y ubicada en el suburbium67. Por esa denominación de «pretoriense», todo parece indicar que formaría parte del complejo palatino y tendría un carácter de lugar de culto áulico asociado al poder político.
Se tiene constancia de que en esta basílica se celebraron varios concilios (los VIII, XII, XIII, XV y XVI) y solemnes ceremonias de carácter oficial vinculadas a la monarquía, tales como unciones de reyes o la entrega del estandarte a los ejércitos que marchaban al combate69 . Es sorprendente que, a pesar de que la documentación escrita siempre ubica a esta iglesia en el suburbio de la ciudad, algunos autores se empeñan en localizarla en la parte alta, en el supuesto emplazamiento del pretorio de época romana70 .
Hace unos años, unas excavaciones llevadas a cabo en el solar actualmente ocupado por el edificio de Fremap en la zona de Vega Baja, dejaron al descubierto los restos de un gran edificio que, según sus excavadores «muy probablemente, formaba parte del complejo arquitectónico del palacio real, tal vez la propia Basílica de San Pedro y San Pablo»71.
A reforzar esta hipótesis vendría a añadirse el hecho de que esta zona sea actualmente conocida como San Pedro el Verde, topónimo referente a una antigua ermita que parece continuar manteniendo la pervivencia de la advocación de la basílica de época visigoda. No obstante, hasta el momento, nada nos confirma que esos restos aparecidos correspondan a la basílica, ya que también podrían haber pertenecido a otro edificio, de funcionalidad imprecisa, tanto pública como privada.
A reforzar esta hipótesis vendría a añadirse el hecho de que esta zona sea actualmente conocida como San Pedro el Verde, topónimo referente a una antigua ermita que parece continuar manteniendo la pervivencia de la advocación de la basílica de época visigoda. No obstante, hasta el momento, nada nos confirma que esos restos aparecidos correspondan a la basílica, ya que también podrían haber pertenecido a otro edificio, de funcionalidad imprecisa, tanto pública como privada.
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