martes, 17 de septiembre de 2019

Plaga de Maleantes en el Corpus y las Joyas de Soraya

El séquito de la emperatriz fue víctima en 1953 de dos descuideras madrileñas, quienes les quitaron un bolso con alhajas, entre ellas un anillo y un reloj de oro

Sabido es que rateros, carteristas y descuideros aprovechan las grandes aglomeraciones para perpetrar sus fechorías.

 En Toledo, la celebración del Corpus Christi, así como el tradicional mercadillo del «martes», las corridas de toros o las ferias son días claves para que esos delincuentes proliferen por los lugares más transitados de la ciudad. 

ENRIQUE SÁNCHEZ LUBIÁN@eslubian
TOLEDO

Así ha sido desde antaño. Cortadillo, el pícaro literario de Cervantes, ya presumía de haber hecho maravillas en la capital del Tajo, sin que pendiese relicario de toca o faltriquera tan escondida que sus dedos no visitaran ni sus tijeras cortasen sin haber sido corrido por los corchetes de la ley durante los cuatro meses que estuvo ejerciendo su oficio entre nosotros. 

Este esbozo no se remonta tan lejos, sino al Corpus del año 1931, cuando la presencia de estos amigos de lo ajeno fue tan considerable que al día siguiente en el diario «El Castellano» la reseña de sucedidos locales se presentaba bajo el titular «Una plaga de maleantes».Celebraciones como el Corpus siempre han atraído a carteristas y descuideros hasta la ciudad de Toledo (Foto, Rodríguez. AHPTO)




La celebración de la fiesta eucarística de aquel año presentaba gran interés. Era la primera tras la proclamación de la II República. Para la tradicional corrida de toros se había anunciado en los carteles a «Chicuelo», Domingo Ortega y el mejicano Carmelo Pérez, quien tomaría la alternativa. Además, el domingo siguiente, 30 de mayo, se inauguraría el nuevo campo de fútbol que el Club Deportivo Toledo había construido en el barrio de Palomajeros, enfrentándose el equipo local nada menos que al Real Madrid.

«Atraídos por la oportunidad que les brindaban las fiestas para “trabajar” en Toledo –iniciaba su crónica “El Castellano”-, llegaron ayer de Madrid buen número de hábiles maleantes que se desparramaron por la ciudad». Para evitar sus acciones, efectivos de diferentes cuerpos de seguridad -Guardia Civil incluida- también se repartieron por la capital y aunque detuvieron a tiempo a algunos rateros no pudieron evitar robos en diversos domicilios.

Cuando llegaban estas fechas, era frecuente que policías madrileños y «confidentes» deambulasen por la estación del ferrocarril con la finalidad de detectar la llegada de estos cacos. Algunos no pudieron acceder siquiera el Paseo de la Rosa, al ser detenidos apenas pisaron los andenes toledanos. 

Otros lo fueron en la plaza de Zocodover o lugares estratégicos del recorrido procesional, y por la tarde, en una venta del barrio de San Antón, se dio captura a otros cuantos que se preparaban para actuar en la plaza de toros.Cartel anunciador de las fiestas del Corpus Christi del año 1953, obra de Antonio Moragón (Archivo Municipal de Toledo)

A pesar de tal despliegue, se registraron hurtos en domicilios de las calles Taller del Moro, de la Sierpe y de la Plata. Quienes, intentaron el asalto en esta última se llevaron un buen susto, ya que su morador, el capitán de Infantería Juan Carreras, alertado por una empleada del servicio doméstico, descubrió a los malhechores. 

De inmediato se inició una persecución por las cercanías, que concluyó en el callejón de la Plaza de los Postes, donde los delincuentes se escondieron en la casa número tres. En pocos minutos quedaron sitiados por policías y varias mujeres. 

Uno de ellos pretendió escabullirse ocultándose en el camaranchón bajo la escalera, pero al ser descubierto, con el traje lleno de telarañas, se encomendó a los guardias para evitar ser linchado por sus perseguidores. Al anochecer, junto al resto de detenidos durante la jornada, otros quince carteristas, fueron trasladados a la cárcel provincial de dos en dos.

En tanto esto ocurría en el Casco Histórico, en el coso taurino la mansedumbre de los toros del conde de Antillón impidió que los diestros contratados se luciesen ante los numerosos asistentes al evento, entre quienes figuraba una nutrida representación política encabezada por Miguel Maura, ministro de la Gobernación; Ángel Galarza, director general de Seguridad; Rafael Sánchez Guerra, subsecretario de la Presidencia; y Pedro Rico, alcalde de Madrid.

No menos accidentadas fueron las Ferias de agosto celebradas meses después. Amén de robos en los domicilios de dos reconocidos industriales, José Postigo y Félix Moraleda, donde los autores se llevaron ropas, objetos diversos y dinero en efectivo, se detuvo a otra docena de carteristas. 

Estando en el calabozo uno de ellos, Salvador Quevedo Gutiérrez, se autolesionó con una pluma estilográfica, clavándosela por dos veces en el cuello, pretendiendo ser trasladado al hospital en vez de a la cárcel provincial. No consiguió su propósito. Tras ser atendido en la Casa de Socorro fue reintegrado a las dependencias policiales.

Coincidiendo con la celebración de un atractivo mano a mano taurino entre Marcial Lalanda y Domingo Ortega, hasta Toledo llegaron también varios taxistas madrileños, con la pretensión de ofrecer aquí sus servicios, presencia que originó la protesta de los chóferes locales y la intervención policial para evitar enfrentamientos.

Noticias relatando hazañas delictivas en días tan señalados para Toledo son habituales y repetidas en la hemeroteca local, aunque, seguramente, la más audaz de todas fue la acontecida durante el Corpus Christi de 1953.

Soraya, considerada en su momento como la reina más bella del mundo, junto a Reza Palhevi, shah de Persia.




Aquel cuatro de junio, entre los numerosos visitantes a la ciudad de Toledo se encontraba la emperatriz Soraya, considerada como la reina más bella del mundo, quien un año antes había contraído matrimonio con Reza Palhevi, shah de Persia.

Procedente de Italia, realizaba un viaje privado por España. Entre apreturas recorrió la plaza de Zocodover y la calle del Comercio, buscando buen sitio para ver la procesión. Luego, por la tarde, asistió a la corrida de toros protagonizada por Jesús Córdoba, Pedro Martínez, «Pedrés» y Antonio Chenel, «Antoñete», con toros del conde de la Corte.

 Iba acompañada por una dama de compañía, Sara Moglut, y un chambelán, Juan Bendinc. El séquito fue víctima de dos descuideras madrileñas, quienes les quitaron un bolso con alhajas, entre ellas un anillo y un reloj de oro, en el que se guardaba también la llave del joyero que la princesa había dejado en su hotel de Madrid, y dos carteras conteniendo cuatro mil liras y cinco mil pesetas.

 Según relató el periodista Luis Moreno Nieto, la fechoría fue obra de Pilar García Sánchez y Carmen García Muñoz.La emperatriz Soraya en la plaza de toros de Toledo, donde le fueron reintegradas las joyas y el dinero robado por las dos descuideras madrileñas (Foto, “El Ruedo”)

Tras denunciar el hecho, las delincuentes fueron detenidas poco después mientras se encontraban «presenciando» la corrida de toros. Al verse sorprendidas, una arrojó las joyas envueltas en un pañuelo al tendido y a la otra se le encontró el dinero guardado en una liga. 

Los bienes sustraídos fueron reintegrados a sus dueños en el mismo coso. Soraya, a quien «Antoñete» había brindado uno de sus toros, tuvo así una segunda alegría tras el detalle del diestro madrileño. 

Ante la celeridad con que fue resuelto al caso, no tardaron en circular comentarios por la ciudad sugiriendo que tanto el robo como su esclarecimiento pudo tratarse de un «montaje» de la policía, con la finalidad de hacer ver a tan ilustres huéspedes la presteza y efectividad de los cuerpos de seguridad españoles, sabiendo que ello tendría gran repercusión, dada la popularidad que el shah y su hermosísima esposa gozaban ya entre la prensa internacional.

Cuatro años después, Reza Palhevi y Soraya realizaron su primera visita oficial a España. Uno de aquellos días el shah y el general Franco viajaron a Toledo, recorriendo las obras de reconstrucción del Alcázar y las dependencias de la nueva Academia de Infantería. En esta ocasión, la emperatriz no les acompañó. 

Al escribir la crónica de aquella jornada, Moreno Nieto recordó en las páginas de ABC la peripecia vivida por la princesa durante el Corpus de 1953, insistiendo en que la resolución del hurto fue un notable éxito de nuestra policía.

Antes de concluir esta entrega, si quedó preguntándose qué ocurrió en el partido inaugural del nuevo campo de fútbol de nuestra ciudad, sepa que el Real Madrid ganó al Toledo por cinco goles a uno.

El primer tanto en el nuevo estadio fue marcado por el madridista Gurruchaga a pase de Urretavizcaya. La honra local fue salvada por Sanchís. Finalizado el encuentro, ambos conjuntos celebraron una cena en la Venta del Circo Romano, la popular Casa «Patro».


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...