domingo, 31 de mayo de 2020

El Desaparecido Convento de San Agustín, Toledo (I)

El desaparecido Convento de san Agustin - 1562 - Detalle de una vista de Toledo por Anton Van Den Wyngaerde

El convento de Agustinos Calzados de Toledo, que también fue sede de varias cofradías, como las de Nuestra Señora de Gracia y de San Pedro de la Vega o el Verde. (No confundir con el Convento de Agustinos de Recoletos Descalzos, Sito en la calle de recoletos),

Este convento que fuese palacio de reyes sería destruido por: "La insensata piqueta y el desprecio de los hombres que destruye la historia y condena a repetirla lo mismo ayer que hoy"

Debió de ser fundado por Alfonso X, hacia 1260, o gracias a las contribuciones reales, en una ermita dedicada a san Esteban situada en un lugar de la solanilla, en los alrededores del Puente de san Martín.




De donde quizás por la humedad insalubre que procedía del río o por el simple deseo de instalar el monasterio dentro del recinto de la ciudad, El Conde de Orgaz, Gonzalo Ruiz de Toledo logro de doña María de Molina la cesión de los terrenos que constituirían su residencia definitiva.

Las casas cedidas a los religiosos estaban localizadas en un palacio Visigótico, donde la tradición ubico el palacio del Rey Rodrigo y más tarde árabe, que según la tradición había pertenecido al Rey don Rodrigo y tambien el lugar donde nació la princesa árabe conocida como santa Casilda.

 La comunidad se trasladó al nuevo edificio en 1312, conservando hasta su desaparición en el siglo XIX algunos salones del antiguo palacio.

En 1323: Muere el Señor de Orgaz y es enterrado en la iglesia del convento. En 1327 su cuerpo sería trasladado a la Iglesia de Santo Tomé.

En el siglo XVI y comienzos del XVII se reformará y ampliará el convento, nos han llegado datos de la reforma, pues se conservan las trazas originales de Covarrubias:

En 1547, se ocupo de la reforma del convento Alonso de Covarrubias, en este año se enlosaron los cuartos altos y bajos del dormitorio y mirador hacia la vega del convento, ocupándose de esta obra previa a la reconstrucción encargada a Covarrubias un solador de nombra Alonso Domínguez.

Covarrubias daría las trazas y condiciones para la obra que comenzaría en 1522, el 4 de Agosto de ese año el albañil Francisco González y el carpintero Diego Honrado comenzarían las obras, que se redujeron a la construcción anterior y al derribo del cuarto viejo, de todo el cuarto nuevo de la hospedería, del zanjeo de la portería y el medio de la iglesia, Se levantaría un claustro de tres pisos. 

Con las celdas conventuales, donde se aprovecharon los pilares del cuarto viejo, se acometieron también las techumbres y su viguería así como las armaduras de madera de los tejados y barandillas de los claustros.

En 1562 - Anton Van Den Wyngaerde en su vista de Toledo lo dibujaría junto a la Puerta del Cambrón como un edificio renacentista, (la imagen superior de la página muestra la imagen que debería de tener el convento).

En 1566 Covarrubias trazaba y daba las condiciones para la enfermería del convento, levantada por los albañiles Pedro Sánchez y Bartolomé Díaz, contaba de dos plantas desde la escalera principal al medio del convento donde se hace una pared nueva. 

Sepultura de los Condes de Melito, que fue trasladada a la iglesia de San pedro Martir, por Valeriano Bécquer 1870, semanario la Ilustración de Madrid

La capilla de Nuestra Señora de Gracia se realiza bajo el patronato de doña Ana de la Cerda Condesa de Melito, fue ensanchada hasta el primer pilar del Huerto del claustro, tomando una parte de la capilla de san Ildefonso, colateral a la mayor. 

Aquí se colocarían los nichos funerarios de los Condes de Melito , “Un doble enterramiento, hermoso sobre toda ponderación, del género plateresco, cuajado de labores y tallas en piedra blanca, que parecen verdaderos dibujos”

Otra capilla conventual llamada de los genoveses, que antes era exterior al convento y que en 1590 pertenecía al genovés Esteban Gentil Cenarega quedó dentro del monasterio tras las reformas de Covarrubias, esta misma época se construyó la sacristía para la capilla de San Ildefonso estando esta debajo de la escalera principal del monasterio.




Enfrente de la capilla de san Ildefonso se encontraba la capilla de San Esteban, Los agustinos siguiendo una traza de Covarrubias para abrir un arco grande para ornato de la iglesia pidieron para esta capilla de san Esteban la misma forma.

 La obra se demoraría hasta 1597 en que el ayuntamiento cede una parte de la calle real a Don Pedro de Ávalos para que se hiciese la ampliación.

Aunque no hay documentos que lo acrediten parece que desde 1577 se encargaría de las trazas de la obra Nicolás de Vergara el Mozo. Quien seguiría las trazas dejadas por Covarrubias.

En 1597 la obra de carpintería pasaría a Lorenzo Sánchez

En 1599 se solicitó que las murallas quedasen adscritas al convento, ya que eran parte de sus muros exteriores y era necesario abrir pasos en ellas hacía unas huertas colindantes también dependientes del convento,

En 1613 se efectuó el pago de 1250 ducados como valor de estos muros, de las murallas

En 1618 el convento adquirió el resto de los huertos de la zona, En este año el alarife del ayuntamiento Juan Díaz supervisó el derribo de algunas partes de la muralla para abrir los pasos a las huertas.

En 1601 se encargaría de las obras de la portada y pórtico de la Iglesia Nicolás de Vergara el Mozo.

En 1615 la obra de la Capilla mayor pasará a Rodrigo Vargas, quien quería abrir nichos funerarios y colocar escudos de armas en las paredes, En 1618 se reanudarán las obras por el maestro Espinosa,

Este cambiaría el artesonado de la iglesia, levantarán nuevos muros con pilastras de yeserías y pequeñas capillas de poco fondo entre cada dos pilastras, también se pondrían cornisas que recorrían toda la nave, Cubriría toda la nave con una bóveda de cañón, con lunetos y ventanas en ella.

Gabriel de los Morales (1604-1645), hijo mayor de Jorge Manuel Theotocópuli, nieto del Greco, profesó en este convento e incluso llegó a escribir en él algunos tratados teológicos.

En 1793 fray Vicente Romero de San José, librero de este gran convento elaboró un índice que ha permitido identificar las numerosas obras que componían la biblioteca del convento. obras estas que se han conservado.

Sufrió el incendio y saqueo durante la guerra de la Independencia (1808 – 1814). Hay un relato de un monje agustino de la entrada de las tropas francesas el 26 de abril de 1808. Leyendas de Toledo.com nos muestra el relato de la entrada de las tropas de Napoleón en Toledo que hace el fraile Agustino.

“Día 26 entró Dupont con 10.000 hombres en dos trozos: uno por la Puerta de Visagra y otro por la de Alcántara. Venía como para entrar a viva fuerza, puesta en orden su infantería, caballería y artillería, pensando encontrar resistencia y amenazando que a lo más podría perder su vanguardia, pero que en tal caso, Toledo quedaría destruido.

Todo quedó en amenazas, pues Toledo no hizo resistencia por no tener con que. En este convento se alojó la 4ª legión y otros cuerpos hasta unos mil y doscientos hombres desde la escalera negra en que se hizo la división hasta lo último hacia el río. Las inquietudes que nos causaron, no obstante que hacer perseguían como amigos, fueron muchas. 

No he visto una gente, incluso la oficialidad, más ignorante, más sin crianza, más atrevida e insultante, más sin religión y más sin moralidad en su porte, y aunque algunos soldados alemanes e italianos de los traídos por la fuerza conservaban pensamientos religiosos, tenían que esconderse para practicarlos. 

La habitación que se les cedió padeció mil destrozos: quemaron puertas y ventanas, inutilizaron el pozo y los aljibes, desenladrillaron varios trozos del claustro, rompieron tabiques, quebraron tenajas y vendieron los hierros que pudieron arrancar a menos precio, como el carrillo del aljibe que le dieron por dos reales.

La manutención que se les daba o por la Ciudad, o por la Intendencia, era de pan, vino y carne y aunque por el abasto se les daba el carbón necesario, que aun les sobró al tiempo de marcharse, no por eso dejaron de quemar hasta los vanos de las escalera. 

Era común dicho que importaba más lo que desperdiciaban que lo que aprovechaban principalmente a la rica carne que se les daba, porque las ventanas estaban rodeadas de colgajos de carne más negra que una pez.

Diez y seis millones de reales importaron las cuentas de sus gastos, y eran tan excesivos en pedir a millonadas de cada cosa, como zapatos, camisas, paños, que parecía que aquellos hombres intentaban que el pueblo se alborotase y se resistiese y con ese pretexto saquear la Iglesia y la Ciudad.

Los hospitales se hicieron un artículo de suma conjunción, principalmente de vinos generosos que en vez de gastarlos como debían, los aplicaban a sus banquetes.

Los médicos franceses ignorantes, dejaban morir a montones a los soldados, y si no hubieran puesto los Hospitales al cuidado de los Médicos españoles, no hubiera sobrevivido un francés. Generalmente hablando: su porte en Toledo fue atrevido, insultante con desprecio, amenazador, provocativo y sin señal de haber tenido una mediana crianza”.

El convento sería suprimido el 20 de septiembre de 1809, tras un año de la ocupación francesa,

En 1815 Volvió el Prior de los frailes, que solo encontró las ruinas de un convento destrozado por la ocupación. Con la venta de algunas propiedades rurales y diezmos, se recuperó y restauró de 1814 a 1820.

En 1821 tuvo que ser abandonado durante el Trienio Liberal, siendo saqueado de nuevo.

En julio de 1823 volvieron los frailes e iniciaron una nueva reconstrucción, que se prolongó hasta 1832, en que se inauguró otra vez el convento.

El 27 de agosto de 1835 el gobierno liberal suprimió el convento. Fueron exclaustrados los monjes y el resto de los residentes. La biblioteca del convento acabaría quedando integrada dentro de la Colección Borbón-Lorenzana.





Sixto Ramón Parró (1812-1868), quien conoció los restos del convento en esta época, tras el incendio y antes de ser demolido, vio algún resto de yesería de estos salones que se conserva en el claustro de san Juan de los Reyes. 

Recuerda el pórtico y portada principal, donde había una Estatua de San Agustín de Manuel Gutiérrez. Su iglesia y claustro donde había un fresco de Nuestra señora de Gracia de donde procede su segundo nombre y oficial advocación. 


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