Algunos autores creen que tras la destrucción de Jerusalén y su templo de Salomón a manos de las hordas de Nabucodonosor en el año 586 a.C., se originó tal diáspora, que hizo llegar hasta Toledo a gentes semitas de la raza hebrea.
Esto es muy fácil de comprender, pues esta ciudad es tan parecida en algunos de sus paisajes y fisonomía a Jerusalén, que estos primeros judíos al llegar hasta aquí y asentarse, hicieron de ella su “santo lugar” de occidente, conformando en él las juderías más florecientes de Europa.
Algunos asocian el país de Tarsis, mencionado en los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Abdias, Primero de los Reyes y Jonás, con la antigua civilización de Tartessos o, al menos, con algún lugar de la Península Ibérica.
Si esta identificación fuese correcta, el contacto de los judíos con la Península Ibérica se remontaría a la época de Salomón.1
Si esta identificación fuese correcta, el contacto de los judíos con la Península Ibérica se remontaría a la época de Salomón.1
Parece claro, en cualquier caso, que el reino de Israel mantuvo relaciones comerciales con un lugar llamado Tarsis. En Ezequiel 27:12 así se dice: "Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas, con plata, hierro, estaño y plomo a cambio de tus mercaderías."
También se hace referencia a este comercio en 1Reyes 10:22, donde se dice que "una vez cada tres años la flota de Tarsis venía y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales".
También se hace referencia a este comercio en 1Reyes 10:22, donde se dice que "una vez cada tres años la flota de Tarsis venía y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales".
Al describir el imperio comercial de Tiro, de oeste a este, Tarsis es el primer lugar que se cita (Ezequiel 27:12-14) y es asimismo el país lejano al que Jonás quiere ir para escapar a Hashem (Jonás 1:3), lo que sugiere que el país de Tarsis se encontraba en el extremo occidental del Mediterráneo.
Los fenicios, aliados de los israelitas en la época de Salomón, mantuvieron además una estrecha relación comercial con la Península Ibérica (la fundación de Gades (Cádiz) suele datarse en el año 1100 a. C.).
Los fenicios, aliados de los israelitas en la época de Salomón, mantuvieron además una estrecha relación comercial con la Península Ibérica (la fundación de Gades (Cádiz) suele datarse en el año 1100 a. C.).
Todo ello deja abierta la posibilidad de que llegase a haber relación entre los israelitas y la Península Ibérica a comienzos del I milenio a. C., pero no ofrece prueba alguna que demuestre que haya ocurrido así.
En Cádiz se encontró un sello que data de los siglos VIII o VII a. C., en el que hay una inscripción que según algunos autores sería antiguo hebreo, pero la mayoría de los investigadores consideran que se trata de fenicio.
En Cádiz se encontró un sello que data de los siglos VIII o VII a. C., en el que hay una inscripción que según algunos autores sería antiguo hebreo, pero la mayoría de los investigadores consideran que se trata de fenicio.
La denominaron como TOLEDOTH, que se refiere al topónimo del lugar añadiéndole las letras que definen al “Ojo de Yavhé”, el cual se halla en SEFARAD (ESPAÑA), que viene a significar “país del oeste”.
Época romana
Aunque no esté claramente documentada, la llegada de judíos a Hispania con motivo de la dispersión definitiva provocada en la destrucción de la Ciudad Santa y del Templo, realizada por las legiones de Vespasiano y Tito, es perfectamente probable.
Las primeras evidencias de presencia judía en la Península datan de la época romana. No se conoce la fecha exacta en que las primeras comunidades judías se instalaron en Hispania. En la Epístola a los romanos, Pablo de Tarso manifiesta su intención de ir a Hispania a predicar el evangelio (Romanos 15:24-28), lo cual podría ser un indicio de que existían entonces allí comunidades judías.1
Algunas pruebas materiales de la presencia judía en la Península son dos inscripciones judías trilingües (hebreo, latín y griego) halladas en Tarragona.3 y en Tortosa,4 cuya datación varía según los autores entre los siglos II a. C. y VI d. C. Del siglo III data probablemente la inscripción sepulcral hallada en Abdera (actual Adra) de una niña judía, llamada Salomonula.5 En la isla de Ibiza se ha encontrado un ánfora con caracteres hebreos que data al menos del siglo I.
El primer documento incontestable que prueba la existencia de comunidades judías en Hispania son los cánones del concilio de Elvira, celebrado por los cristianos de la Península Ibérica en Elvira (Ilíberis) a comienzos del siglo IV. En dichos cánones se demuestra no sólo que ya existían comunidades judías en Hispania, sino que se trataba de comunidades prósperas y que practicaban un activoproselitismo.
La religión judaica se presenta como una seria competidora del cristianismo, que no es todavía la religión oficial del Imperio, y el concilio se propone combatir activamente sus avances.6 Cuatro de los 81 cánones se refieren a los judíos: los números 16, 49, 50 y 78. En el canon 16 se prohíbe a los cristianos contraer matrimonio con mujeres judías bajo pena de excomunión de cinco años.
En el 49 se amenaza con la excomunión perpetua a los cristianos que hagan bendecir sus tierras por judíos, y el 50 prohíbe que miembros de las dos religiones se sienten a una misma mesa. Por último, el canon 78 sanciona con cinco años de excomunión al cristiano que cometa adulterio con una mujer judía.
La religión judaica se presenta como una seria competidora del cristianismo, que no es todavía la religión oficial del Imperio, y el concilio se propone combatir activamente sus avances.6 Cuatro de los 81 cánones se refieren a los judíos: los números 16, 49, 50 y 78. En el canon 16 se prohíbe a los cristianos contraer matrimonio con mujeres judías bajo pena de excomunión de cinco años.
En el 49 se amenaza con la excomunión perpetua a los cristianos que hagan bendecir sus tierras por judíos, y el 50 prohíbe que miembros de las dos religiones se sienten a una misma mesa. Por último, el canon 78 sanciona con cinco años de excomunión al cristiano que cometa adulterio con una mujer judía.
En el mundo romano los judíos no eran considerados como una etnia sino como un grupo religioso que allí donde se instalaba formaba comunidades relativamente autónomas —antecedentes de las aljamas medievales- gobernadas por un consejo propio y cuyos miembros solían vivir en un mismo barrio para estar cerca de la sinagoga, de las escuelas rabínicas o de las carnicerías y tiendas donde se abastecían de los alimentos preparados según las prescripciones de la ley mosaica.
Los judíos, que no tenían ninguna dedicación profesional específica, gozaban del estatuto de religión autorizada (religio licita), aunque algunos romanos los miraban con recelo a causa de su monoteísmo y su dificultad para asimilarse al resto de la población a causa de sus costumbres religiosas.7
Los judíos, que no tenían ninguna dedicación profesional específica, gozaban del estatuto de religión autorizada (religio licita), aunque algunos romanos los miraban con recelo a causa de su monoteísmo y su dificultad para asimilarse al resto de la población a causa de sus costumbres religiosas.7
En Ampurias, ha sido encontrada alguna moneda que circulaba por la tierra de Israel en el siglo I. No debe descartarse la posibilidad de de la presencia israelita en Iberia desde los tiempos de los destierros asirio y babilónico (siglos VIII al VI a.e.c.): en la Biblia se habla de Tarsis como de un lugar conocido a través de la navegación. El breve librito de la profecía de Abdías menciona también Sefarad como un lugar remoto, desde el cual el Eterno convocará a los elegidos de su Pueblo.
"Vine a la extensa ciudad de Toledo, capital del reino, que está revestida del encanto de la dominación y ornada con las ciencias, mostrando a los pueblos y príncipes su belleza. Porque allí emigraron las tribus del Señor. ¡Cuántos palacios hay en su interior que hacen correrse a las luminarias para la magnificencia de su belleza y esplendor!
¡Cuántas sinagogas hay en ella de belleza incomparable! Allí toda el alma alaba al Señor. En su medio habita una congregación, de semilla santa, que tiene como ornamento la justicia, numerosa como las plantas del campo". (Yehudah ben Shlomo al-Jarizi, siglo XII).
Estas juderías llegaron a ser muy importantes, pues contuvieron hasta diez sinagogas, según el recuerdo, pese a estar prohíbido construirlas. Sus calles aún conservan una idiosinacria especial, diferenciándolas de los otros barrios de la ciudad.
Se encuentran éstas llenas de adarves, conducentes a casas preparadas contra los pogromos o persecuciones, que cada cierto tiempo había contra los judíos, por estar protegidos por los reyes cristianos medievales.
En aquellas épocas se mezclaban en ellas grandes personajes como ministros, médicos, rabinos, astrónomos y truchimanes, con los judíos de oficio como especieros, escribanos, chapineros, plateros o comerciantes.
Pero si hay algo que caracterice sus calles, es que aún en el corazón de la “Judería Grande” de Toledo, se encuentran en pié dos extraordinarias sinagogas por originales, la Sinagoga Mayor o Templo Nuevo, hoy la de Sta. María la Blanca y la de Samuel Ha-Leví, de la tribu de los levitas, tesorero del rey Pedro I “el cruel”, denominada hoy del Tránsito.
Estas son determinadas como dos joyas, dentro del judaísmo mundial. Lo que eleva a Toledo, a ser un centro espiritual muy importante dentro del universo hebraico.
Fuente: Prof. Mª Teresa Llurba Huguet
Centro de Información del Toledo Judío - Librería & Judaica "Casa de Jacob"
Fuentes:
http://eltoledoescondido.wordpress.com/los-judios-y-toledo/
http://www.toledosefarad.org/JUDERIA/historia.php
http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_los_jud%C3%ADos_en_Espa%C3%B1a
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