Estamos en el año 552 cuando en Hispania sucede un hecho de máxima importancia para el imperio bizantino, el desembarco de tropas bizantinas en un intento de conquista de la península Ibérica,
¿Cómo llegaron a fraguarse tales sucesos?, a lo largo del relato lo veremos.
¿Cómo llegaron a fraguarse tales sucesos?, a lo largo del relato lo veremos.
mapa de máxima expansión de Bizancio en el sur de España
En el año 527 toma posesión del imperio bizantino un notable emperador con el nombre de Justiniano I. Este hombre, apoyado con unas fuerzas armadas sumamente preparadas y un tesoro imperial repleto de dinero; se lanzará a la conquista de las antiguas posesiones que el antiguo imperio romano poseía con anterioridad y que ahora están en manos de tribus bárbaras o germánicas.
Tribus como los francos, ostrogodos, visigodos, vándalos y un sinfín más de tribus ocupaban lo que anteriormente era el imperio romano occidental, y que hoy forman los modernos países de España, Portugal, Francia, Italia etcétera, ¡los países de Europa Occidental!.
Los triunfos durante los primeros años fueron notables; mientras que en Oriente, el imperio Sasánida era frenado en sus constantes incursiones contra la franja Oriental del imperio bizantino, Bizancio obtuvo la paz necesaria para intentar lograr los designios imperialistas en el Occidente de la Europa ocupada por los bárbaros.
El primer logro se coronó con la toma del imperio vándalo en el año 533, las amplias zonas que ocupaba en el norte de África con capital en Cartago (en la moderna Túnez) fueron anexionadas por los bizantinos.
En el año 535 le tocó el turno al imperio ostrogodo que estos germanos ocupaban en lo que hoy en la moderna Italia, excepto la isla de Cerdeña, que pertenecía a los vándalos. Aquí las operaciones fueron más laboriosas, ya que los ostrogodos fueron enemigos más tenaces que los vándalos, por lo que las operaciones bélicas fueron más laboriosas.
Sin embargo, en el año 540, se podía decir que el imperio ostrogodo había dejado de existir y que podía Justiniano en emprender otro tipo de empresas imperialistas. Pero ocurrió un incidente que dio al traste con tales propósitos.
Las operaciones no habían concluido por completo, faltaban algunos focos de resistencia que hubieran sido fáciles de vencer si no hubiera sido porque el general Belisario, que era el que tenía el mando supremo de las operaciones en Italia, fue destituido por el emperador Justiniano, que sospechaba que este quería en erigirse rey de Italia.
El caso es que dejó el mando de las operaciones a unos generales poco competentes; los ostrogodos se recuperaron e incluso obligaron a las tropas bizantinas a retroceder en sus posesiones.
La guerra se alargó muchos años, incluso Belisario volvió más tarde (544-548) para enderezar la situación, pero no pudo lograrlo, ya que al contrario que al principio de la conquista de Italia, Belisario no disfrutó de la completa confianza del emperador, y fue mandado a Italia con un número insuficiente (deliberadamente) de tropas, por lo que enfrentarse a los resolutivos ostrogodos se convirtió en una empresa imposible.
Más tarde el emperador destituyó a Belisario mandando a su chambelán o secretario de confianza (pero hábil militar) para doblegar a los ostrogodos de una vez por todas.
Este hombre se llamaba Narsés y además era eunuco, lo que le incapacitaba para aspirar al trono bizantino; esto y que gozaba de la confianza de Justiniano, hizo que este fuera dotado de tropas y dinero suficiente para enfrentarse con garantías a los ostrogodos.
Sin embargo, aunque desde el año 552 obtuvo rápidas victorias contra los ostrogodos, logrando recuperar toda la península italiana en dos años, en el norte de la misma, las operaciones fueron mucho más largas y laboriosas. Hasta el año 563, no fueron completamente desarticuladas las últimas guarniciones ostrogodas que quedaban en pie de guerra.
Los avatares de la guerra en Italia, obligaron a Justiniano a posponer sus sueños imperiales en otros frentes, pero eso no quita para que él soñara con ellos. En particular había puesto sus ojos en la península ibérica, en concreto en Hispania, solo había que esperar a que el momento fuera favorable.
Esto sucedió en el año 552, Justiniano recibió una excusa perfecta. Cuando los bizantinos conquistaron el imperio vándalo o el ostrogodo, siempre lo intentaron justificar de algún modo, del mismo modo que hicieron los romanos cuando crearon su imperio, ¡pero al fin y al cabo, los bizantinos eran romanos orientales!, no se inventaba nada nuevo.
Un noble visigodo llamado Atanagildo intentaba deponer al rey Agila I del trono (ya que el reino visigodo según los estatutos del poder visigodo no era hereditario, (esto hizo que a lo largo del reinado visigodo, se derramara mucha sangre en la pugna, no solo por nombrar un nuevo rey, sino incluso por destituirlo) del decía que gobernaba despóticamente.
No está claro el pacto a que llegaron Justiniano y Atanagildo; ya que es posible que el rebelde solo deseara que Justiniano distrajera con su ayuda a las tropas de Agila I, para él poder zafarse del acoso al que estaba siendo sometido por las tropas del rey. Una vez que él tomara el trono, seguramente desearía que las tropas bizantinas reembarcaran a sus hogares, ¡en eso Justiniano no le iba a dar satisfacción como más tarde veremos!.
Justiniano se encontró con que no iba a necesitar esclusa de ningún tipo para desembarcar en Hispania, ¡le estaban invitando los visigodos a desembarcar!, claro que eran rebeldes y no el poder legítimamente establecido!, pero uno no es rebuscado en tales tecnicismos.
La verdad es que Justiniano se encontraba en plena ofensiva de Narsés por recobrar la península italiana, pero la oportunidad que se le presentaba era única, quizá más tarde no se le presentaría otra igual con un reino visigodo reunido y fuerte; ahora estaba desunido por una guerra civil y no se podía dejar pasar tal oportunidad.
Reunió un pequeño cuerpo expedicionario de unos 6.000 hombres, (pero perfectamente equipado y pertrechado) al mando de un anciano patricio llamado Liberio, el cual recibió el rango de “Magíster militum”, lo que quiere decir que recibía el atributo de asumir las funciones militares y civiles.
Esto era inusual, ya que el poder civil y militar no se unía para evitar que los gobernadores detentaran mucho poder; solo en casos sumamente imperiosos se podía dar tal situación y la de la Hispania bizantina era el caso.
Alejada de las bases bizantinas y con escasas posibilidades de ser auxiliada en caso de ataque, quedaba literalmente abandonada a sus recursos en caso de peligro, y un mando único e incontestable era necesario para dirigir la defensa.
También, aunque no era atacado, el territorio hostil del que estaba rodeado, justificaba tal mandato. A la Hispania bizantina, creo que se le pueden atribuir los dos hechos.
Los bizantinos que fueron en la expedición tenían un largo viaje por delante, pero era necesario contar con una base desde la que poder desembarcar con seguridad. Los bizantinos tenían barias bases apostadas a lo largo del mar Mediterráneo, pero lo que le fue más útil, fue las islas Baleares y la ciudad de Ceuta en África, como plataformas de desembarco.
Ese mismo año del 552, los bizantinos desembarcaron en Gades (Cádiz) y Cartago Nova (Cartagena); la operación fue un éxito y los bizantinos profundizaron en el sur de Hispania conquistando otras ciudades más.
Sin embargo los contingentes desembarcados eran más una fuerza de tanteo, para ver como se desarrollaban los hechos y evitar que un cuerpo expedicionario mayor se encontrara con una resistencia armada fuerte y un desastre en ciernes.
Sin embargo la resistencia visigoda fue menor, ya que como dije, los dos bandos enfrentados se estaban disputando el poder, y las guarniciones visigodas en las inmediaciones debieron ser testimoniales, y probablemente se replegaron ante el avance enemigo o como mucho, debieron ofrecer una resistencia simbólica.
En el año 554, las operaciones en Italia habían sufrido un rumbo diferente, los bizantinos para ese año, habían batido a los ostrogodos en toda regla y rechazándolos al extremo norte de Italia, ya solo quedaba realizar las operaciones de limpieza para eliminar las últimas guarniciones ostrogodas del norte, para lo cual el contingente necesario no debería ser muy grande.
Esto hizo que Justiniano I pudiera distraer tropas de Italia para enviarlas a Hispania. Un fuerte contingente desembarco en Cartago Nova y avanzó hasta la ciudad granadina de Basti (Baza), mientras un contingente marchando desde Malaca (Málaga) avanzó al norte conquistando Híspalis (Sevilla) y posiblemente Emérita Augusta (Mérida).
La ciudad de Córduba (Córdoba) fue una de las bazas más importantes de los bizantinos, ya que era una poderosa ciudad y hasta entonces muy hostil a los visigodos, además dependía de ella un territorio adyacente bastante considerable en el cual había otras ciudades adheridas.
Se suele especular si la ciudad fue conquistada a los visigodos o fue la misma ciudad la que firmó una alianza con los bizantinos, el caso es que la ciudad fue el eje defensivo de la provincia bizantina del sur de Hispania.
En el año 555 fue cuando los bizantinos alcanzaron el punto máximo de expansión por el sur de Hispania; ya que uno de los rivales en la pugna por el poder, el legítimo rey Agila I fue asesinado y el pretendiente rebelde Atanagildo, se alzó con el poder.
Esto hizo que el mando visigodo fuera unificado y que el nuevo rey detuviera el avance bizantino, con vistas a una posterior reconquista del territorio bizantino, ya que muy posiblemente, sus anteriores aliados, se negarían por las buenas a marcharse de lo que él creía su territorio.
Los visigodos derrotaron a los bizantinos, evitando que las dos columnas que partieran de Cartago Nova y Malaca, efectuaran una unión que fortaleciera su posible victoria en el enfrentamiento con las fuerzas visigodas.
Pero los bizantinos no eran tontos, se dieron cuenta de que ya no podían avanzar más al norte, ya que los visigodos formaban nuevamente un estado único y fuerte y los bizantinos no disponían de fuerzas suficientes para poder batallar con garantías contra los visigodos.
Los bizantinos obraron en consecuencia y procedieron a consolidar sus conquistas en el sur de Hispania y efectuar una reorganización tanto de su sistema defensivo, como del sistema político y económico en toda la provincia; pero antes, hablemos de los puntos que posibilitaron la conquista de una importante franja del sur de Hispania en tan relativamente poco tiempo.
Los contingentes desembarcados en Hispania son un misterio, aunque se suele decir que más o menos unos 5-6.000 hombres formaron las fuerzas armadas bizantinas que desembarcaron al sur de Hispania. Eran pocos, pero se contaba con que los visigodos, enfrentados en una guerra civil, no opondrían mucha resistencia, como efectivamente ocurrió.
Los bizantinos además de este factor, supo explotar otros a su favor; la población donde desembarcó se contaba entre las más hostiles de Hispania contra los visigodos. Las antiguas provincias romanas de “Cartaginense y Bética”, fueron las zonas conquistadas por los bizantinos y eran zonas donde la población de origen romano era muy abundante, ¡de hecho!, la más abundante de toda Hispania.
Aquí los visigodos tenían muchas dificultades en gobernar; aunque también conviene saber los motivos del enfrentamiento entre ambos grupos. La conquista es por sí misma un factor a tener en cuenta, la manera altanera con que el vencedor se dirigía a la clase romana era un factor a tener en cuenta, lo cual creaba serias tensiones entre ambos grupos.
La población romana profesaba la religión católica, en contra de la visigoda, que tenía la religión arriana por bandera, otro punto de fricción también a tener en cuenta. No obstante creo que lo que primó fue la falta de tacto de los visigodos; estos no se mezclaban con los hispanos romanos y la justicia que se impartía difería si se aplicaba a un romano o a un visigodo, ¡la ley era diferente para ambos grupos!.
Los visigodos podían haber aprendido de los francos, ya que estos se asimilaron muy pronto con los romanos de la Galia (Francia) y las tensiones entre ambos grupos casi no existieron. Por supuesto, los visigodos no llegaron al grado del tratamiento que los vándalos infligieron a los romanos del África, donde su vida fue un auténtico infierno.
La relación en un principio de de hostilidad manifiesta, pero sin llegar a las manos; por supuesto hubo entre los romanos gente de posición alta que para defender sus posesiones se aliaron con los visigodos, pero fueron una pequeña minoría. También los visigodos se sintieron un poco acobardados porque ellos eran minoría en Hispania.
¡Efectivamente!, la península ibérica contaba con una población romana de unos 5.000.000 millones de habitantes, contra los más o menos 200.000 visigodos que se asentaron en el país.
También el idioma fue un obstáculo importante, los romanos hablaban el latín, mientras que los visigodos hablaban su ruda lengua germánica, por lo que el diálogo fue muy difícil y solo con el tiempo para que miembros de ambos grupos aprendieran la lengua del otro y la participación algunos intérpretes, se podía tener un mínimo de diálogo y entendimiento.
Los bizantinos cuando desembarcaron en el sur de Hispania fueron bien recibidos y contaron con el total apoyo de la población local, ¿Cuáles fueron los motivos para ser bien recibidos?, pues casi los mismos por los que deferían con los visigodos:
- La lengua, el latín, era muy hablada por los bizantinos, aunque entre los romanos de oriente primaba el griego en vez del latín; pero este último tenía mucha aceptación y era común que lo hablaran muchos bizantinos.
- Los bizantinos prometieron paz, prosperidad y volver a un gobierno de origen romano, algo que la población agradeció de veras, ante el caos administrativo visigodo y sus fuerte disensiones.
Los bizantinos en consecuencia y dad su inferioridad, jugaron la baza de la diplomacia en la que eran unos expertos. La negociación y el compromiso fueron claves para que se les abriera muchas puestas en las ciudades del sur de Hispania; algo que hubiera sido imposible de efectuar por la fuerza con las escasas fuerzas disponibles a su mando.
Los bizantinos también se beneficiaron en su avance rápido, gracias a que las calzadas romanas que había al sur de Hispania, todavía se encontraban en un relativo buen estado. Avanzar a campo a través con toda la impedimenta había sido muy lento y fatigoso para las fuerzas bizantinas.
Los bizantinos establecieron el sistema defensivo estándar que se establecía en todo el imperio, aunque se hicieron algunos retoques, ya que no se pudo aplicar al 100%. En el norte de la provincia, limítrofe con los hostiles visigodos se establecieron las fuerzas “limitanei”, fuerzas defensivas de frontera, que protegieran la misma de las incursiones visigodas.
Al principio cumplieron bien con su misión, ¡de hecho!, durante el reinado de Justiniano I los visigodos no pudieron efectuar reconquista alguna, aunque efectuaron numerosas razzia o escaramuzas en territorio bizantino, pero los limitanei los mantuvieron a raya, incluso incursionando ellos también en territorio visigodo; acciones de este tipo fueron cotidianas sin enfrentamientos de envergadura.
En otras zonas del imperio bizantino, se establecía retaguardia un ejército de campaña o fuerza “comitatense” de calidad para rechazar a las fuerzas invasoras si estas no podían ser detenidas por los fronterizos limitanei. Pero dadas las escasas tropas bizantinas en Hispania, no se pudo crear una fuerza de este tipo.
Las ciudades de cierta importancia fueron convenientemente fortificadas y guarnicionadas con tropas para su defensa. El campo no era seguro, las incursiones de los visigodos y los asaltos de los bandidos o saqueadores era frecuente y la población rural no tenía más remedio que defenderse como pudiera.
Es posible que el gobierno se gestara con una especie de “liga de ciudades” semiautónomas, que se comunicaban entre sí con un sistema de correos que llevara mensajes de todo tipo; beneficiándose para ello de la calzada romana, la cual era beneficiosa para los jinetes se desplazaran con velocidad. Pero estos asumían muchos riesgos, ya que los salteadores e incursores visigodos podían tenderles una celada.
El comercio fue muy importante en las zonas costeras del imperio con otros países y zonas orientales del imperio bizantino, así como también un intercambio cultural entre los habitantes hispanos bizantinos y los de otras zonas del imperio.
Sin embargo el cultivo agrícola no se pudo explotar bien, dado que era peligroso cultivar fuera del la zona que abarcaba una ciudad cualquiera, debido como comenté, a la acción de los saqueadores.
La vida de los limitanei y sus familias en las zonas fronterizas con los visigodos fue bastante dura y poco provechosa. Las constantes incursiones, ¡ya de los visigodos en territorio bizantino o viceversa!, hacían que la vida en los “castra” (pueblos fronterizos fortificados donde habitaban los limitanei junto con sus familias) fuera difícil de soportar.
El abastecimiento de dichos puestos era irregular, así se solía optar por plantar hortalizas o legumbres para paliar la carestía alimenticia que sufrían; pero tenían que plantar cerca de sus recintos, ya que el alejamiento podía hacer que incursores visigodos o saqueadores robaran o destruyeran la cosecha. Estos magros recursos y la caza, fueron las principales fuentes de abastecimiento de los castra.
Las posibilidades de recluta que había en el territorio de la Hispania bizantina eran acuciantes; como dije, el cuerpo expedicionario enviado a la conquista de la parte sur de Hispania era escaso de efectivos. Durante todo el periodo bizantino que duró la ocupación, el sistema de relevos y reforzamiento de las tropas acantonadas fue escaso e irregular.
Los bizantinos hicieron una proclama a la población administrada por ellos para que la población civil masculina se incorporara a sus fuerzas para paliar la escasez de efectivos; pero dicho llamamiento cayó en saco roto. Fueron escasos los hombres que respondieron a la llamada, por lo que los bizantinos siempre dependieron de las fuerzas regulares venidas de fuera para su defensa.
Para paliar en parte la falta de efectivos y poder incorporar nuevos reclutas, el sistema limitanei que había en los castra fronterizos con el territorio visigodo se hizo hereditario, es decir, los hijos o familiares directos de los soldados limitanei heredaban dicho puesto cuando este moría o se retiraba de la milicia activa; este procedimiento fue provecho para mantener el número de fuerzas limitanei en la frontera bizantina.
A lo largo del periodo bizantino en Hispania, fue más la ocupación del sur de la península lo que interesó a los bizantinos; el comercio de las ciudades costeras gracias a la pesca o el comercio de distintos productos con distintos países o regiones del imperio bizantino, fue una pieza clave para el imperio.
Gracias a este activo comercio, la recaudación de impuestos fue muy lucrativa para las esquilmadas arcas del tesoro bizantino; Justiniano I se benefició de ello, pero también los sucesivos emperadores que reinaron después como Tiberio I o Mauricio.
Se puede decir que estos impuestos fueron pieza clave para hacer frente a las envestidas que los persas en Oriente o las tribus eslavas y las de los ávaros en la frontera de los Balcanes, organizaban contra las fronteras bizantinas.
Pero no nos adelantemos, como dije, durante el mandato de Justiniano I las fronteras no sufrieron ninguna modificación; los gobernantes visigodos tenían que reorganizarse tras la guerra civil que sostuvieron, y salvo incursiones de escaramuza en territorio bizantino, ¡poco más hicieron!.
Pero tras la muerte de Justiniano I, los visigodos se habían recuperado lo suficiente para poder lanzar una ofensiva de envergadura que hiciera retroceder las fronteras bizantinas.
La ciudad de Cartago Nova o Cartagena, fue bautizada o fue llamada por los bizantinos como Cartago Spartaria (aunque también hay fuentes que piensan que Córdoba fue la capital hasta que se perdió) y recibió un fuerte impulso, estableciéndose allí el gobierno y amurallando fuertemente la ciudad.
El rey visigodo Agila I poco pudo hacer para reconquistar posiciones bizantinas, ya que buena parte de su reinado hasta el año 572 se limitó a reorganizar el gobierno tras la duda guerra civil que sufrió.
Es posible que durante los años 566 o el 567 se tomara Híspalis o Sevilla, pero las fuentes no son claras. También un año antes de morir en el año 571, se tomó la ciudad estratégica de Asidonia (Medina Sidonia) lo cual le acerco a la importantísima ciudad de Córdoba.
Pero fue a partir del reinado del rey Leovigildo, (hombre astuto, inteligente y tenaz) durante los años 572- 586 cuando la ofensiva de reconquista se generalizó; en el año 572 se tomó la ciudad de Córdoba, posiblemente la más importante ciudad del Bizancio hispano junto con Cartago Spartaria; y aunque posteriormente los bizantinos la reconquistaron, se perdió definitivamente en el año 584.
La ofensiva visigoda se generalizó perdiéndose numerosas ciudades del extremo norte de las posesiones bizantinas, entre ellas el sistema defensivo limitanei se desmoronó, retrocediendo en profundidad hacia el sur, empujado por las fuerzas visigodas.
Un intento de tomar Malaca fracasó, pero en líneas generales la ofensiva fue un éxito. Para cuando en el año 586 murió Leovigildo, las posesiones bizantinas habían retrocedido casi hasta las zonas costeras.
Las fuerzas bizantinas del imperio no pudieron auxiliar convenientemente a las fuerzas del Bizancio hispano. La lucha con los sasánidas en Oriente, con los ávaros en los Balcanes o los lombardos en Italia, absorbió gran parte de los recursos de los bizantinos, por lo que prácticamente la Hispania bizantina quedó abandonada a sus propios recursos.
Además el sistema recaudatorio de impuestos en Hispania no sufrió merma paras las arcas imperiales bizantinas, ya que el comercio no sufrió merma alguna; fue el norte bizantino hispano el que se desmoronó, pero como no alcanzó la zona costera, no hubo problema alguno y los impuestos aduaneros siguieron nutriendo las arcas imperiales, por lo que no se tomó muy en serio el retroceso de la Hispania bizantina.
Pero con este hacer, los gobernantes bizantinos no entendían, o no podían saber que con ello, estaban sacrificando a la “gallina de los huevos de oro”; un pequeño esfuerzo en reforzar las fuerzas bizantinas de Hispania podía haber hecho que se conservara más tiempo esta zona, con los consiguientes beneficios recaudatorios que esto implicaba.
Pero parece que la defensa del Oriente, zona balcánica o la italiana bizantinos tenía prioridad absoluta; la defensa del Bizancio hispano fue considerado hasta su desaparición como un frente secundario al que no se prestó la debida atención o consideración.
El hecho de que Leovigildo no echara completamente a los bizantinos de Hispania se debió a que él también tenía que hacer frente a otros problemas.
Tuvo enfrentamientos con los francos en la zona de los Pirineos, con los montañeros vascones en lo que hoy es el País Vasco (hecho se produjo intermitentemente a lo largo de todo el reinado visigodo) y contra el reino de los suevos establecido en zonas de Galicia y Asturias; indudablemente estos hechos impidieron la expulsión total bizantina.
El ascenso al poder del rey visigodo Recadero en el año 586, marcó un nuevo aspecto en la lucha moral de los visigodos contra los bizantinos, y es que este rey a la par que suavizó las relaciones con los católicos del reino visigodo, ¡hizo mucho más!.
En el año 589 convocó un concilio eclesiástico en la ciudad de Toledo, en el cual se proclamó que los visigodos abrazaban la fe católica, con este acto los bizantinos de Hispania ya no podían jugar la baza religiosa en contra de los visigodos, por lo que la población católica bizantina empezó a ver a los visigodos de manera menos hostil, no ya como a una tribu de herejes bárbaros.
Recadero no realizó mucho en la reconquista contra los bizantinos, si bien es cierto que tomó algunas plazas en las zonas de Almería y Murcia; también es cierto que en el 599 fue derrotado por los bizantinos, pudiendo estos reconquistar algunos territorios, pero de escasa cuantía, teniendo en cuenta que disponían de escasas fuerzas.
El rey visigodo Witerico (603-610) reconquistó algunos territorios, aunque las ciudades importantes costeras siguieron en manos bizantinas, este hecho puede ser milagroso porque los siguientes años hasta la expulsión definitiva de los bizantinos se Hispania, se marcaron por los trágicos sucesos que ocurrieron en el imperio bizantino.
El reinado del emperador bizantino Mauricio (582-602) fue un reinado duro; hombre inteligente y capaz, emprendió importantes reformas civiles y militares con vistas a reorganizar el imperio, aquejado de graves problemas económicos. La lucha contra sus enemigos fue constante, batalló con sasánidas, lombardos, ávaros con relativo éxito.
Pero esto se produjo a un gran coste, a finales de su reinado la situación se había hecho intolerable, entre las tropas que estaban batallando contra los ávaros en la zona de los Balcanes estalló la rebelión.
En el año 599 los ávaros tenían en sus manos a 12.000 soldados bizantinos, y pidieron un rescate por su liberación; pero las arcas imperiales estaban muy maltrechas y Mauricio se negó al pago. En consecuencia, los ávaros asesinaron a sus prisioneros, ya que no les eran de ninguna utilidad.
Este suceso creó un mal ambiente en el ejército contra Mauricio, parecía que si uno caía prisionero del los ávaros, la muerte era el único fin al que podía aspirar. Flavio Nicéforo Focas, un oficial que militaba entre las fuerzas de los Balcanes, y que había acudido sin esperanzas a Constantinopla, a presentar quejas por la mala situación que atravesaban las tropas acantonadas en los Balcanes, ¡prendió la llama de la rebelión!.
Líder carismático entre los soldados, no le costó convencerlos para que se rebelaran contra su emperador; marcharon desde los Balcanes hasta la capital de Constantinopla, donde asesinaron al emperador y sus hijos. Focas se proclamó emperador, pero en vez de restaurar la calma y gobernar con justicia, instauró un régimen de terror a imagen de los antiguos emperadores romanos como Calígula o Nerón.
Durante los 8 años de reinado (602-610) asesinó a todo sospechoso de conspirar contra él; con el paso de los años se volvió más paranoico, veía enemigos por todas partes, y actuaba en consecuencia, ¡la vida en Constantinopla se hizo asfixiante en extremo!.
Desgraciadamente, fue tan implacable asesinando opositores, como incompetente en el mando del ejército. Esto fue aprovechado por los ávaros y sasánidas para incursionar en las fronteras bizantinas con escasa resistencia por parte de las tropas bizantinas, ya que no tenían ahora a un general que los dirigiera con eficacia.
La esperanza surgió de África, el exarcado (hombre que ostentaba el poder militar y civil de la zona a su cargo) de esta zona, llamado Heraclio “el viejo”, hombre que tenía mucho aprecio al antiguo emperador Mauricio, y que había visto con sumo disgusto que el advenedizo Focas le había asesinado, ¡tomó cartas en el asunto!.
Al principio, no tenía más que las tropas africanas a su disposición, era excelentes, pero no las suficientes para dar un golpe de estado; preparó la rebelión con sumo cuidado, fortaleció sus fuerzas a la par que esperaba que la fruta madurase para dar el golpe de gracia, ya que ahora era imposible derribar a Focas, ya que gozaba de enorme popularidad, esperaría a que su incompetencia lo mal enquistara con la población, y entonces entraría en escena.
En el año 608 se lanzó a la revuelta rompiendo lazos con Focas, este como incompetente que era, no hizo nada, solo rumiar su rabia, ¡pero nada más!.
En el año 610 Heraclio, mandó su flota y sus tropas a desembarcar en Constantinopla; él era un hombre mayor para tal empresa, así que designó a su hijo para tal cometido, este hombre, se llamaba como él, y fue conocido, para diferenciarle del padre, como Heraclio “el joven”.
La empresa fue un absoluto éxito, Focas fue capturado y depuesto, Heraclio “el joven” asumió la jefatura del estado y gobernó con sumo acierto durante su reinado. Pero durante sus primeros años, tuvo que batallar muy duramente contra sus enemigos. Los ávaros por los Balcanes marcharon hacía la capital Constantinopla sometiéndola a un durísimo asedio.
Para colmo de males, los persas sasánidas estaban llevando por Oriente una campaña triunfal que puso las posesiones bizantinas orientales en sus manos. Heraclio con los años logró rechazar a ávaros y sasánidas, derrotándolos ampliamente; pero esto se produjo tras años de constantes esfuerzos en los que parecía que el imperio bizantino estaba a punto de desmoronarse.
En el año 630, Heraclio había restaurado la paz en el imperio, pero las posesiones bizantinas en Hispania se habían perdido en el año 624, con la pérdida de su último bastión. Efectivamente, los visigodos no tuvieron problemas en volcar todo su peso en el ataque a las posesiones bizantinas que quedaban en Hispania.
Los reyes visigodos Witeniro y Gundemaro, no profundizan en la reconquista salvo algunas conquistas parciales, pero el rey Sisebuto (612-621) tiene más éxito. En los años 614 y 615 emprende campañas contra los bizantinos que se traducen en la toma de la estratégica ciudad de Malaca (Málaga). Pero lo peor estaba por llegar, en el año 620, toma y destruye la capital de la Hispania Bizantina, Cartago Spartaria.
Los últimos enclaves bizantinos que quedaban en manos bizantinas capitularon en el año 624, reinando ya el rey visigodo Suintila.
Los bizantinos no pudieron hacer nada para evitarlo, en aquellos años el emperador Bizantino Heraclio batallaba no ya para rechazar la doble ofensiva ávara- sasánida, sino para permitir la subsistencia del imperio bizantino, ya que de triunfar la ofensiva enemiga, la desaparición del imperio hubiera sido un éxito.
Desgraciadamente para los bizantinos de Hispania, el emperador bizantino luchaba por su existencia, por lo que le imposibilitaba mandar refuerzo alguno a Hispania, esta estaba abandonada a su propios recurso. Por desgracia para ella, las fuerzas disponibles eran casi inexistentes, salvo algunas guarniciones costeras.
Estas tenían que enfrentarse al poder del ejército visigodo, el cual era netamente superior al suyo. Aunque los visigodos tuvieron que batallar contra los vascones del norte español, esto no les impidió llevar a cabo una sistemática campaña, lenta pero segura, que finalmente acabó con la toma en el año 624 de los últimos bastiones bizantinos en Hispania.
Fuente: http://www.mundohistoria.org
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