martes, 1 de septiembre de 2015

Talavera de la Reina: De Sinagoga a preciosa Iglesia de Santiago el nuevo

Así como indica el título, en el S.XIV, y para diferenciarla de la iglesia de Santiago el viejo, se construye esta preciosa y coqueta iglesia, sobre la planta de una antigua sinagoga, que se refleja en lo sencillo de su construcción, aportando una elegancia especial, acogida justamente en esto, la sencillez, tres salas unidas o separadas por los nada ornamentados arcos en piedra, que partiendo de columnas únicamente biseladas en sus esquinas, aportan austeridad a esta maravillosa iglesia. 

En su exterior el ladrillo, aunque salpicado por restos de molinos romanos, y la torre, nos indica su estilo y construcción mudéjar, siendo un placer observar la sencillez de su rosetón de ladrillo.

En su interior la magia envuelve al visitante, los mencionados arcos, invitan a traspasarlos para que situados en su sala central, la reducida dimensión de su espacio te atrape y asombre, haciendo difícil salir de la sorpresa, en el Altar que es toda la pared derecha del templo, con la magnificencia del dorado y la cantidad de imágenes, referentes a Santiago, en el Mayor y a la Virgen y San Lorenzo, en los colaterales, hacen parpadear al visitante deslumbrado. Frente a él, y marcando de una forma elegante, antigua en su realización y hermosa en su color, aparece el órgano que impulsa al sorprendido observador a la necesidad de imaginarse el sonido que sus cónicos musicales, del S.XVIII, contemplarlo y envolverse imaginariamente en sus acordes armónicos, hacen que tras y con gran pesar, se abandone la iglesia, y el recuerdo quede marcado e incite al regreso.

San Tiburcio, Santa Cecilia y San Valeriano
por Francesco Botticini
MuseoThyssen 

Muy curioso e interesante es observar en la capilla de San Sebastian, las reliquias de San Tiburcio y San Valeriano, mártires romanos, que fueron sacrificados por su defensa en la creencia del único Dios, rechazando la veneración a las diferentes imágenes de piedra que los romanos adoraban y que con el tiempo fuimos adoptando, y en ocasiones convirtiendo a estos mismos mártires en una de esas imágenes por las que su no aceptación les causó martirio y muerte, curioso observar el acontecer de los tiempos, pero ahora nos fijaremos en la historia de éstos dos mártires, hermanos, patricios romanos, que como era costumbre se les fija matrimonio con una joven casadera de su misma condición, ésta resultó ser Cecilia, romana convertida al cristianismo y por deseo expreso y tras apariciones de un ángel en sus noches, decide entregar su virginidad a Dios, comprometiéndose a no ser tomada por ningún hombre.

Pero su padre, ajeno a éstas creencias y viendo la oportunidad de desposarla con el joven y virtuoso Valeriano, acuerda y lleva a cabo el matrimonio entre ambos, se dice que durante la celebración, Cecilia cantaba a su Dios con voz de ángel en un rincón, su promesa una y otra vez, al llegar el momento de compartir el tálamo, le cuenta a su ya esposo, cuales son sus deseos y creencias, a lo que éste pide ver al ángel para poder creerla, y así sucede, lo que hace que se convierta al cristianismo y arrastre con el a su hermano Tiburcio, ambos empiezan a llevar una vida de dedicación a los mas necesitados, siendo tan grande su vocación que llega a oídos de las autoridades, haciendoles llamar a su presencia y reprendiendoles, en un inicio, pues ésta religión es únicamente de la plebe y ellos no deben participar de ella, ante su negativa, son torturados y se les impone declarar su creencia en Júpiter, lo que niegan constantemente, hasta que se ordena su ejecución, su convicción en el único Dios hace que hasta el encargado de ella, se niegue a llevar a cabo y adopte la creencia de los mártires. 

Cecilia también será torturada y ejecutada, es curiosa la relación de esta santa con la música, podría derivar, a raíz de su canto el día de sus desposorios, y que las reliquias de su esposo y cuñado, sean veneradas en un templo en el que aparece un hermoso y espectacular órgano, ésto es una simple observación.

Cabe destacar un párroco que sin ser de nuestra ciudad y con grandes conocimientos por una vida dedicada al estudio, pasó unos años ejerciendo de sacerdote de nuestra preciosa Iglesia de Santiago el Nuevo, éste fue, D. Juan de Ferreras, que por sus orígenes judíos, nunca pudo optar a los puestos que se merecía, por los estatutos de limpieza de sangre, aunque curiosamente, fue uno de los fundadores de la Real Academia Española, recuperando muchos libros escondidos en Europa que la Inquisición había mandado destruir, fue nombrado Bibliotecario Mayor de la Biblioteca Real, en sustitución y a la muerte de Gabriel Alvarez de Toledo. 

Imaginar a éste párroco, teólogo e historiador, paseando por una iglesia en la que el espíritu de la antigua sinagoga debe permanecer, el eco de los estudiantes recitando la torá, mientras balancean sus cuerpos en muestra de su entrega y concentración a la comprensión de la misma, con sus cabezas franqueadas por la kipá, que les recuerda su inferioridad al elevado, Él, Juan de Ferreras, por el que corria sangre hebrea, debió tener una sorprendente sensación en esos pocos años del s. XVIII en los que se dio la coincidencia.

http://generaciontalavera.blogspot.com.es/2014_04_01_archive.html

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