Destacan los siguientes:
Cazadores de África, que manda Isidoro Mir.
Partida de observación de la izquierda del Tajo, mandada por Ventura Ximénez, “Héroe del Tajo”, natural de Mora.
Escuadrones de húsares franconumantinos, al frente de la cual estuvo Juan Paralea Blanes, “El médico”; con él cooperan las partidas del Viejo de Seseña y la de Ambrosio Camarena, “El Pellejero”, natural de Argés.
Partida de Francotiradores de Castilla, cuyo jefe fue Camilo Gómez.
Otros famosos guerrilleros que operaron en la provincia fueron Baldomero Gómez, natural de Mora de Toledo; Francisco Sánchez, “Francisquete”, que actúa conjuntamente con la partida de Francisco Abad, “Chaleco”.
Hay noticias también sobre otros personajes que acaudillaron diversas partidas guerrilleras en varias comarcas toledanas, como Vicente y Dámaso Aguilar, Felipe Zarzuela, Antonio Temprano, Gregorio Gómez, Fernando Garrido, José Silva, Antonio Soblechero y Rafael de Rojas.
Operaciones de castigo en Toledo y su provincia
Los saqueos y la destrucción de haciendas y patrimonios se sucedieron en territorio provincial a lo largo de los años más críticos del conflicto.
He aquí algunos ejemplos. El 14 de febrero de 1808 se produjo la ocupación de Belvís de la Jara: la mayoría del vecindario abandonó el pueblo y se refugió en la sierra. Todos los pueblos de La Jara serán víctimas del saqueo en esas mismas fechas, al tiempo que sus haciendas fueron esquilmadas por los ejércitos enfrentados (el ejército español embargó la totalidad de las caballerías de Espinoso del Rey, Robledo del Mazo, Sevilleja de la Jara, Gargantilla y Belvís, para ayudar a la retirada tras la batalla de Talavera).
El 10º de Chasseurs (cazadores) luchando contra la caballería española
El 27 de junio de 1809 las fuerzas del general Víctor llevaron a cabo una operación de castigo en Calera, en cuyas inmediaciones tenían un destacamento; incendiaron el pueblo y dieron muerte a un buen puñado de vecinos.
En Alcabón se vivió un episodio vandálico, cuando las tropas del general Le Pique saquearon el pueblo y dieron muerte a una muchacha, Petra Corral, a la que se le apodó “la doncella de Alcabón”, por negarse a ser violada por los saqueadores.
En Toledo, la destrucción del monasterio franciscano de San Juan de los Reyes tuvo lugar en diciembre de 1808. Igual suerte corrieron otros muchos conventos e iglesias de la ciudad por aquellas fechas.
Las tropas del general Víctor saquearon e incendiaron el monasterio jerónimo de La Sisla, los conventos de Mínimos, Agustinos Calzados, Santísima Trinidad Calzada, Franciscanos Descalzos, el Carmen y San Pedro Mártir, el colegio de Santa Catalina, las ermitas de la Virgen del Valle, Nuestra Señora de la Cabeza y un largo etcétera de templos e inmuebles de diversas instituciones religiosas.
Los daños en Talavera de la Reina fueron también muy cuantiosos. Se incendió la basílica del Prado, destrozaron el monasterio de San Jerónimo, convirtiendo su templo en depósito de paja y cereal, igual que hicieron con los conventos de la Santísima Trinidad, San Francisco, Jesuitas, el Carmen, los Descalzos y la práctica totalidad de los conventos de monjas, entre otros.
Son escasas las poblaciones toledanas que lograron escapar a la furia y el desenfreno de las tropas napoleónicas en su atroz saqueo y destrucción del patrimonio artístico y cultural.
Además de los casos ya citados, los daños fueron irreparables en localidades como Torrijos, Ocaña, Consuegra, Escalona, Illescas y un largo etcétera de pueblos de toda la provincia.
Aunque el grito de independencia y de resistencia a los franceses se dio en Madrid el 2 de mayo de 1808, y tras el manifiesto de los alcaldes de Móstoles, muchos lugares de España secundaron la sublevación contra los invasores, esta fue anulada durante los días sucesivos por las proclamas de la Junta de Gobierno de Madrid, de la que ya era presidente Murat, que llamaba al orden y a la tranquilidad.
No fue hasta finales del mismo mes de mayo cuando las provincias se alzaron en abierta rebeldía contra los franceses creando, cada una, una Junta Suprema, Junta de Gobierno o Junta de Armamento, independientes unas de otras. Toledo no iba a ser menos, y por lo tanto se preparó para su defensa reclutando unidades militares, calando la idea en la Universidad de Santa Catalina, de que ésta podría contribuir a la defensa de la Patria mediante un cuerpo militar formado por profesores y alumnos, al que se agregarían algunos militares profesionales, que se encargarían de su encuadramiento, instrucción, y disciplina.
http://www.diputoledo.es/global/ver_pdf.php?id=8355
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