En el cuarto tramo se encuentra la pintura relativa al el traslado de las reliquias de San Eugenio, en opinión de Parro “uno de los frescos mejor entendidos que dejó Bayéu en estos claustros”. Representa el momento en que la procesión que lleva las reliquias en una artística urna que despide resplandores de gloria, entra en Toledo por la puerta de Bisagra. Históricamente esta traslación tuvo lugar en el año 1565 y está bien documentada.
Entre los caballeros que portan las andas, todos en traje de corte, se reconoce fácilmente al Rey Felipe II que es la figura que ocupa el puesto principal o sea a la derecha de los dos que van llevando las andas. Junto a él marchan sus sobrinos Rodolfo, quién luego sería emperador de Austria y Ernesto, archiduque de Austria, hijos ambos del emperador Maximiliano II.
Delante de la urna, acólitos con roqueta y dos obispos. A la izquierda otro obispo con cirio y un niño que es el infortunado príncipe Carlos, también con vela. En primer término, a la derecha, varios personajes, entre ellos mujeres con niños que contemplan el paso de la procesión. Arriba, querubines y ángeles, uno de mayor tamaño, con un incensario dorado quemando perfumes por encima de la santa reliquia. El boceto es de 1779.
7. La caridad de Santa Casilda, de Francisco Bayéu
En el tramo quinto se encuentra otro de los frescos de Bayéu: la Caridad de Santa Casilda, hija del rey moro de Toledo Al-Mamum o Almenón8.
La escena está dividida en dos alturas, al objeto de respetar la puerta que se abre en este paño- figurando otros tantos pisos de la morada del monarca, separados por la escalera que une el palacio con las mazmorras en las que están encerrados los esclavos cristianos. En un descanso de la escalera se encuentra la santa con sus doncellas en actitud de alargar un pan de los que lleva en su canastillo a uno de los cautivos que trepa sobre otro para alcanzarlo, mientras otro, mayor, implora sentado y otros más e pie dirigen la vista hacia la santa.
A la izquierda, otros cautivos sentados y dos de pie debajo de la escalera. Desde palacio, dos personajes con turbante contemplan la escena. Arriba, ángeles volando. El boceto es de 1789.
8. La delación de Santa Casilda, de Francisco Bayéu
En el tramo sexto se continúa otra escena de la vida de Santa Casilda correlativa de la anterior: la Delación de la Santa. También esta escena aparece dividida en dos pisos. En el superior que figura una galería del palacio, Santa Casilda, junto a su aya, muestra a su padre, al que acompañan los delatores, las rosas en las que milagrosamente se han convertido los panes que llevaba para los cautivos.
El rey se toca con turbante, lo mismo que los personajes situados a la izquierda en diversos planos. Nótese –observa Parro- la rabia del delator que se oculta detrás del grupo, apretando los dientes y los puños de ira por el chasco que acaba de llevarse. A la derecha, edificio con pórtico, columnas y galería. En el piso inferior, los subterráneos del palacio de Almenón, “alumbrados triste y débilmente por un farol que cuelga de la bóveda y atestados de infelices cautivos que unos en cepos, otros encadenados y en diferentes posiciones los demás, presentan todos en sus fisonomías la pesadumbre que les abruma”. Arriba, como es costumbre, gloria con ángeles y querubines volando. El boceto de Bayéu es de 1779.
9. La muerte de Santa Casilda, de Francisco Bayéu
En el último tramo de esta crujía aparece el que, a juicio de Parro sea acaso el mejor de los frescos trabajados por Bayéu: la muerte de Santa Casilda, acaecida, según la leyenda, en un desierto al que se retiró, cercano a Burgos. A la derecha, la santa, sentada en la hierba, expira en brazos de dos hermosos ángeles mientras otros vuelan alrededor y uno mayor porta la corona y la palma. Más arriba, Jesucristo, en toda su gloria, sobre nubes y rodeado también de ángeles, sale al encuentro de la santa. A Parro le admira el realismo de la calavera, el libro y la tosca cruz esparcidos en el espacio que ocupa la santa y que dice “no pueden pintarse con más verdad”, asi como la hermosura de los paisajes representados. La parte baja está muy afectada por la humedad. El boceto de Bayéu es de 1782.
10. San Eugenio repartiendo limosna a los pobres, de Francisco. Bayéu
El resto del paño lo ocupa otro fresco de Bayéu, el de San Eugenio repartiendo limosna a los pobres. Como es frecuente cuando el espacio está condicionado a una puerta, la escena se divide en dos partes fingiendo una escalinata; en las gradas superiores y delante de un templo de gran columnata, el santo, asistido por otras personas, casi de frente, se inclina ligeramente para socorrer a un pobre que recibe las limosnas de rodillas, “cuya pierna parece que se echa fuera del cuadro, según lo bien que se destaca en la pintura”. En segundo plano otras personas conversando. En la parte inferior, agrupados a ambos lados de la portada, unos ciegos, uno de pie y otro sentado, guiados por niño y otro tullido semiechado en el suelo que, al decir de Parro llaman la atención por la naturalidad de su expresión. Al fondo de la parte superior, cerca con espadaña y más al fondo una iglesia. El boceto lo pintó Bayéu en 1782.
10 y 11 Pinturas de la portada de la capilla de San Blas, por Francisco Bayéu
Las siguientes pinturas de Bayéu están enmarcadas en la portada de la capilla de San Blas la “joya oculta” de la catedral toledana. Están muy deterioradas. A ambos lados de la puerta San Julián y San Ildefonso, los dos revestidos de pontifical. Más arriba la Gloria con el Espíritu Santo rodeado de querubines. El boceto que se conserva está fechado en 1787. Enmarca la pintura un baquetón tallado y dorado con los motivos vegetales de la portada. Para no repetir informaciones, remito a los lectores de este blog a mi entrada dedicada a la portada y capilla de San Blas
12. Santa Leocadia ante el pretor, de Mariano Maella.
La pintura del tercer paño de la crujía está perdida en la parte inferior y representa en un fresco de Mariano Maella a Santa Leocadia ante el Pretor Daciano. Este situado a la derecha del espectador en una silla curul, sobre un plinto circular con relieves, rodeado de soldados, increpa a la santa quien, está en el centro sujeta por un soldado en actitud modesta pero llena de energía y dispuesta a repeler las órdenes que recibe para que ofrezca incienso a una estatua de oro bronce dorado de Júpiter que tiene enfrente colocada sobre un gran pedestal mientras un sacerdote le invita imperiosamente al culto pagano para el que está dispuesto el ceremonial. Fondo de arco y ángeles entre nubes que llevan los símbolos del martirio. Gracias al boceto definitivo que posee el Cabildo (lienzo 0,90 x 0,73 m.), y que data de 1775 podemos conocer íntegramente el conjunto9, en primer término debiera haber junto al sacerdote profano un niño y un hombre inclinado a la izquierda del espectador, más soldados de pie y uno sentado en las gradas a la derecha.
El siguiente paño en el segundo vano del ala norte, representaba “La muerte de Santa Leocadia y se destruyó en su casi totalidad a los pocos años de su conclusión debido la humedad. En tiempos de Parro solo quedaba ya la parte más alta de la composición en la que se veía casi toda la figura de Jesucristo y algunas nubes y ángeles acompañantes. Según el boceto de Maella la santa estaría a la derecha, sentada en el suelo y sostenida por un ángel tras las rejas, mas arriba otro ángel con corona y palma. A la izquierda, Cristo sobre nubes semiarrodillado con más ángeles. En segundo plano, ciudad con guerreros y en el primero el carcelero guardándola. El boceto es de 1775.10
El resto de la crujía está enlucida y carece de decoración pictórica, pues la humedad de este lienzo del claustro, situado bajo el nivel de la calle, impidió a Maella continuar sus obras. Igual sucede en la correspondiente al oeste, solo interrumpida por una portada sencilla de piedra de finales del siglo XV.
Para terminar lo haremos con una leyenda de las muchas que sobre la Catedral se escribieron y que tiene lugar en estos claustros
El agua de la Virgen
Cuenta Juan de Moraleda y Esteban en su libro “Tradiciones y Recuerdos de Toledo(3ª edición, 1888) que había en los claustros bajos de la catedral unos pozos o cisternas que recogían y filtraban las aguas de la lluvia, dotándolas de un agradable sabor y finura. Sucedió que en el día y la víspera de la festividad de la Virgen del Sagrario (15 de agosto), era tal la aglomeración de gentes en la catedral para festejar a su Patrona y el calor de la estación tan intenso que el cardenal don Bernardo de Sandoval y Rojas dispuso que aquella agua de las cisternas tan fresca y cristalina como la de un manantial se distribuyera gratuitamente al público en jarras y botijos pequeños, lo que aliviaba a los numerosos fieles de los rigores de la canícula. Gran parte de los asistentes a la festividad religiosa y a las ferias y festejos que luego se celebraban acudían al claustro para calmar su sed y una vez se produjo tal tumulto que un niño, hijo único de un magnate acomodado, fue acometido de un repentino síncope juzgándole cuantos le reconocieron como difunto, más al ser rociado con el agua que se estaba repartiendo, recobró el conocimiento y sanó. Desde entonces se ha tenido por milagrosa el agua de la Virgen. Otras versiones de esta leyenda apuntan a que en los referidos pozos o aljibes estuvo guardada la imagen de la Virgen del Sagrario durante la dominación árabe y por esta causa dichas aguas tienen una virtud sobrenatural.
Hasta aquí cuanto he podido estudiar y averiguar de los frescos de la catedral de Toledo, que espero pueda haberte interesado. En justa correpondencia ¿me podrías decir, amigo lector de este blog, cual es tu objeto de arte favorito?
Si te ha interesado este artículo y quieres preguntar, comentar o aportar algo al respecto, puedes escribir a mi dirección de correo electrónico manuelblas222@gmail.com con la seguridad de queserás prontamente atendido. Gracias. Manuelblas.
NOTAS
1 En las paredes del claustro de esta santa iglesia –anota Antonio Ponz en 1771- hay pintados varios asuntos de la vida y pasión de Jesucristo y son de aquel gusto anterior a Berruguete…La lástima es que tales pinturas están ya casi del todo destruidas, quedando pocas de ellas en su integridad; pero es bastante para conocer lo que fueron (Antonio Ponz. Viaje de España. Tomo I. Ediciones Aguilar, 1988, página 153).
2 Gudiol. La catedral de Toledo. Los monumentos cardinales de España II, Ediciones Plus Ultra, página 157.
3 Dice Gudiol que Bayeu tiene en la pintura española un puesto superior al de cuñado de Goya pues era un consumado y excepcional dibujante que componía con acierto y que no era suya la culpa si el colorido que imponía la Academia de San Fernando resultaba demasiado frío.(ob.cit p. 158).
4 Afortunadamente los fresquistas realizaron numerosos dibujos a sanguina y borrones al óleo de todos los temas conservados en el Museo del Prado, Museo de la catedral de Toledo y diversas colecciones particulares.
5 Dice Parro que debajo del revoco que se hizo para el fresco debe haber una inscripción del siglo XVI relativa a la victoria del “Deán y Cabildo con todo el Clero de esta Santa Iglesia y caballeros buenos ciudadanos, con mano armada” sobre los sublevados en la guerra de las Comunidades contra Carlos I.
6 Cuenta la tradición que el niño Cristóbal fue asesinado por los judíos en 1489, siguiendo un crimen ritual. Una copia del proceso que se siguió contra los asesinos fue publicada por Fidel Fita en el Boletín de la Real Academia de la Historia en 1887. En el archivo municipal de la localidad de La Guardia existe también una traducción manuscrita de dicho proceso cuyo original, según el citado Fidel Fita, fue destruido en el siglo XIX. Según algunos, este crimen fue uno de los desencadenantes para el edicto de Expulsión de los Judíos en 1492 por los Reyes Católicos. La festividad del Santo Niño de la Guardia se celebra el 25 de septiembre.
7 El relato de la vida de San Eugenio se compuso en el siglo IX, en una narración martirial conocida con el nombre de Pasión de San Eugenio. Este santo era oriundo de Grecia y natural de Roma. Educado en la religión cristiana por el papa San Clemente. Fue discípulo de San Dionisio Aeropagita. Consagrado obispo fue enviado a España y en concreto a Toledo. Se destacó como gran teólogo, músico y poeta. Conocedor del martirio de San Dionisio quiso imitarle y continuó su predicación en París lo que le valió la corona y la palma del martirio hacia últimos del siglo I o principios de II, en la segunda persecución de Domiciano. Hallándose el obispo toledano en Deuil, fue apresado por sus verdugos quienes, después de haberle degollado, arrojaron su cuerpo al lago Marchais o Mercacio para evitar así la veneración por los cristianos. Siglos más tarde, un potentado de aquellos contornos llamado Hercoldo, encontrándose enfermo, tuvo el privilegio de una visión en la que el santo le prometía recobrar la salud perdida si extraía su cuerpo del fondo de las aguas, como así se hizo. Encontrado el lugar donde se hallaba el cuerpo, el santo cadáver fue sacado incorrupto de las aguas y llevado primero a Deuil y luego a la Abadía de Saint Denis. En el siglo XII, el obispo de Toledo, D. Raimundo, con motivo de un viaje a Francia, visita la Abadía y regresa, dando noticias de San Eugenio solicitando del rey Alfonso VII que pidiera para Toledo el cuerpo santo a su yerno el rey de Francia, Luis VII, pero no pudo obtener de éste sino el brazo derecho que entró en Toledo el 12 de febrero de 1156, colocándose la reliquia sobre el altar de la Virgen del Sagrario .
8 Juan Francisco Rivera, en su repaso histórico por la Catedral, nos cuenta que Santa Casilda era hija de un rey moro de Toledo, posiblemente Ismael ibn Di-n-num, ad-Dafir, y probablemente nacida en Toledo, recibió el nombre de Aixa; atraída por los ejemplos y las enseñanzas de los prisioneros cristianos que se encontraban aherrojados en la cárcel de su padre, ocultamente les suministraba alimentos , hasta que sorprendida por su padre, se le convirtieron en flores las viandas que llevaba disimuladas entre sus vestidos. Convertida definitivamente a la religión cristiana, fue bautizada con el nombre de Casilda, trasladándose a la Bureba, junto a Burgos, donde falleció, al parecer en 1047. Rivera Recio, Boletín ob. cit p. 74-75.
9 El Museo del Prado tiene un dibujo preparatorio procedente del Legado Fernández Durán, lápiz negro y aguada parda sobre papel verjurado amarillento y de medidas 455 x 320 mm., rematado en medio punto. Al dorso escrito a tinta, es de Gerónimo. Una réplica o copia antigua del boceto, óleo sobre lienzo 1,05 x 0,74 m. en colección particular madrileña.
10 Refiere Sixto Ramón Parro que además de los trece frescos reseñados había en los nueve huecos correspondientes a las nueve bóvedas de este claustro y el occidental otros ocho lienzos colosales procedentes de la Real Fábrica de Tapices, regalo de Carlos III al cardenal Lorenzana con escenas del Antiguo Testamento , pero que ya en su época algunos de ellos habían sido trasladados de sitio y otros destruidos adrede de modo que solo eran visibles algunos restos de lo que fuera pintura.
http://manuelblasmartinezmapes.blogspot.com.es/2009/10/los-frescos-del-claustro-de-la-catedral.html
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