Lamentablemente, la definición que Hurtado de Toledo da de esta concreta categoría no es demasiado precisa, pero, tal y como se ha señalado anteriormente, «casas de ylustres» es un término obviamente reservado para la alta nobleza.
El Memorial de 1576 indica que Toledo era solar de varios linajes distinguidos, los más importantes de los cuales eran los «Silvas y Ayalas, Guzmanes y Mendozas, Rojas y Riberas, Manriques y Toledos, Lasos y Carrillos» (p. 524).
Estos nobles se trasladaron gradualmente a Madrid a lo largo del siglo XVI, pero en 1569 todavía podríamos encontrar a muchos de ellos en Toledo residiendo en sus casas solariegas.
Museo de Santa Cruz de Toledo, pero que en principio no fue concebido como museo sino como Hospital de la Santa Cruz, bajo los auspicios y a expensas del cardenal Pedro González de Mendoza, (predecesor de Cisneros)
Tal y como indica el censo, esas familias tendían a concentrarse en un número relativamente reducido de pequeñas parroquias situadas en el centro, según un modelo extensible a otras ciudades castellanas y que también puede ser detectado en el vecindario toledano de 1561, aunque con algunas variantes.
La de Santo Tomé, con sus grandes palacios, siguió siendo la parroquia más rica de Toledo, pero las de San Antolín y San Román rivalizaban con ella.
Hubo dos casas de Garcilaso:
La casa en la que nació, la propiedad familiar, y la casa de su propiedad, en la que habitó de casado.
Por el contrario, no había nobles en las barriadas trabajadoras de Toledo, particularmente en las parroquias de Santiago y San Isidoro, ninguna de las cuales tenía entre sus vecinos ni una sola «casa de ylustres».
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