miércoles, 3 de julio de 2019

Judios en Maqueda hacia 1492

Resultado de imagen de maqueda mapaDesde 1222 tenemos constancia de la existencia de una comunidad de hebreos en la villa toledana de Maqueda. 

Gracias a su favorable emplazamiento y ala magnanimidad de la Orden de Calatrava, a quien perteneció esta población durante más de doscientos años, la aljama de judíos pudo crecer y consolidarse como una de las más relevantes en el ámbito del obispado de Toledo, tributando a la hacienda regia 11.165 mrs. en 1290, en concepto de «cabeza de pecho» y de «servicio y medio servicio». 

Aunque padeció la crisis de comienzos del siglo xiv, el escaso impacto de las violencias antisemitas de 1391, y el aumento demográfico como consecuencia de la asimilación de población judía que huía de Toledo o Talavera, permiten que Maqueda se convierta en un centro cultural, económico y político de importancia de la vida judía en Castilla. 

Así lo desvelan el asentamiento del famoso Rabí Mosé Arragel, las altas cantidades con las que contribuye en los repartimientos del «servicio y medio servicio», el «servicio de los castellanos de oro» y la celebración de la Junta de procuradores de las aljamas de Castilla en 1484. 




El año de la expulsión viven en Maqueda 281 judíos poseedores de bienes. Muchos optaron por un nuevo éxodo aunque otros tantos decidieron quedarse a fuerza de aparentar ser cristianos.

 De la lectura de las listas de conversos se desprende que el número de fiabitantes judíos podía ser aún mayor, alcanzando la cifra de 309 hebreos con propiedades.

Resultado de imagen de Judios toledanos El fenómeno converso se observa también en los once casos de habilitaciones concedidas a cristianos nuevos de l\^aqueda, y en los seis procesos de la Inquisición que hacen mención a judaizantes de la villa.

El 10 de agosto de 1492 fue el último día de plazo concedido por los Reyes Católicos para que todos los judíos que vivían en sus reinos los abandonaran.

El 24 de agosto se leía en la plaza de Maqueda un pregón mediante el cual se obligaba a todos los cristianos compradores de bienes, muebles o inmuebles, pertenecientes a los judíos expulsos, fuesen a habitar en la villa, pues de otro modo perderían su reciente propiedad.

Este documento, publicado hace ya varios años, por la Dra. León Tello, hace alusión a doscientas ochenta y una familias de judíos, que en plazo de tres meses hubieron de malvender sus posesiones.

Este elevado número posibilita hacer una estimación de más de mil personas judías moradoras en la villa de Maqueda en 1492, cifra, sin duda, muy elevada para el contexto de la propia villa y de todas las juderías de Castilla.

 Número que adquiere una dimensión aún más impactante a raíz de un dato aislado dentro del documento, referido al coste de los servicios de vela en la villa, pues allí se indica la existencia de trescientos vecinos judíos, "[...] a los judíos V belas al anno, cada uno, abría CCC vecinos  [...]», en contraste con la exigua población cristiana, <<[...] Lo de los christianos, L vecinos [...]» \

Este desmedido desajuste entre cristianos y judíos puede tener explicación pensando que lo recogido en el párrafo afecte exclusivamente a aquellos cristianos que vivían dentro del espacio de la judería.

Por otro lado, esta cifra de cincuenta vecinos se antoja ridicula, cuando a mediados del siglo xvi se afirma que en la villa vivían quinientos cincuenta vecinos, recordándose «que antiguamente este pueblo era de muy mucha más población y ansí es publico y notorio, y que no saben la causa porque haya disminuido» .

Es cierto que una causa ha de ser la marcha de los judíos, pero no es realmente muy factible que, incluso añadiendo la población conversa, el número de cristianos se haya multiplicado por diez en apenas cincuenta años.

Este nuevo éxodo ponía fin a doscientos setenta años de presencia semita en esta villa toledana. La primera referencia documental conservada acerca de la existencia de judíos data de 1222, abierto ya el valle del Guadalquivir a la conquista cristiana, en un documento que hace mención al «castiello de los Judeos» ^, cercano al alcázar de Maqueda. Esta asociación entre el alcázar y el castillo de los judíos desvela dos posibles realidades. De una par

te, la necesidad de protección de la minoría judía que les obligó a buscar espacios propios de defensa; y por otra, un probable emplazamiento originario de la judería en la zona mejor protegida de la villa, en torno a la antigua fortaleza islámica.

Si bien es cierto que no podemos afirmar que hubiera habitación semita ya bajo dominación musulmana, sí que podemos rechazar tajantemente la idea de que Maqueda, en virtud de una semejanza toponímica con una ciudad de Siria, Maquedah, había sido fundada por un grupo de judíos liberado por el rey persa Ciro, y que se habría asentado en Iberia en el siglo VI a.C.

En 1290 se fija en Huete una contribución de 11.162 mrs. para la aljama de los judíos de Maqueda.

Aparte del montante económico cuya cantidad se sitúa entre las principales para la Tra-sierra, la principal relevancia es que aparece recogida como la segunda y última aljama enclavada en la vertiente occidental del obispado de Toledo, precedida y superada sola mente por Talavera, desvelando un tipo de poblamiento más concentrado y denso.

 Esta etapa de prosperidad se vería alterada por una coyuntura desfavorable de guerras, pestes y desastres climáticos en el tránsito del siglo xiii al XIV. En 1316 la aljama de los judíos debía colaborar a la hacienda regia con 8.321 mrs. en concepto de «cabeza de pecho».

Sin embargo, el empobrecimiento y despoblación de la comunidad judía, «[...] commo la aljama de judíos de Maqueda era yerma e despoblada por la grand cabega de pecho que deuyan, en guisa que todos los Judíos pecheros que y moravan eran ende ydos morar a otras partes [...]» ", movió al maestre de la Orden de Calatrava, Fernando García López de Padilla, a interceder ante el rey solicitando una rebaja en 3.281 mrs.

La tolerancia manifestada por la Orden de Calatrava y el carácter rural de la^villa, hicieron de Maqueda un lugar de recepción de algunos grupos de judíos que huían de las violencias y matanzas desatadas por los fanáticos en 1391.

 Aunque sus dos sinagogas fueron saqueadas, en un documento de 1392 se recoge el pecho que debían pagar los judíos que habitaban en Maqueda, el cual ascendía a S.VOO mrs. ^, cantidad más alta que la fijada para 1316, lo que es indicativo de una cierta recuperación de la aljama hecha en el curso del siglo xiv.

La continuidad de la presencia judía viene confirmada pocos años después al aparecer distintas menciones a esta minoría en el texto de las ordenanzas municipales del concejo de 1399. De estas noticias se desprende una singular tranquilidad en el seno de esta aljama, aludiéndose a la existencia de una judería bien delimitada, a la vez que se regulan las relaciones entre los miembros de las diferentes confesiones: cristianos, judíos y mudejares.

La riqueza de la comunidad hebrea de Maqueda se manifestó también en el plano cultural. En 1422, y a instancias del maestre de la Orden de Calatrava, don Luis de Guzmán, se avecindaba en la villa toledana Rabí Mosé de Guadalfajara, redactando la magnífica Biblia de la Casa de Alba, durante once años.

Posiblemente este famoso rabino eligió la villa de Maqueda como lugar de residencia, motivado, quizás, por las favorables condiciones de paz y condescendencia cristianas que se respiraban en dicha localidad.

En 1439 la aljama de Maqueda tributaba 5.710 mrs. como «cabeza de pecho», solamente por detrás de ciudades como Zamora, Valladolid, Logroño o Avila, lo que desvela que los hebreos de Maqueda seguían ocupando un lugar de importancia y preeminencia económica y demográfica en el marco de las juderías de Castilla.

Los judíos de Maqueda aportan en 1464 en concepto de «servicio y medio servicio», 5.000 mrs., la tercera cuantía más elevada de todo el arzobispado de Toledo.




En este momento, la aljama de la capital colaboraba exclusivamente con 3.500 mrs., claro síntoma de su caída y ruina.

También se conservan los registros de los repartimientos de 1472 y 1474, que denotan una sensible reducción de las aportaciones de todas las comunidades judías de la Corona de Castilla.

En 1472, Maqueda tributaba 3.500 mrs., junto con la Torre de Esteban Ambrán y Camarena, mientras que este advertido retroceso se manifiesta en los 2.500 mrs. que pagará solamente dos años después.

Sin embargo, esta cantidad vuelve a aumentar para 1479 y 1482, fechas en las que Maqueda contribuye con 3.000 mrs., viéndose superada por Alcalá de Henares, Ocaña y Yepes, Guadalajara, y Talavera.

La cuantía asignada a la ciudad de Toledo también es mayor, pero con la salvedad de tributar junto a la de Torrijos, Gálvez, Noves, Lillo y Alcázar de Consuegra.

Esta recuperación del poder de la aljama de Maqueda se corrobora en 1484, pues en este año los procuradores de todas las aljamas del reino se reunieron en esta villa para realizar su asamblea general. El contenido más importante giró en torno a las deudas y la usura, cuyas cuentas pendientes y denuncias tenían verdaderamente maniatada a la comunidad judía.

Se deliberó ampliamente, y los procuradores «decidieron ofrecer a los Reyes un donativo de 4.000 castellanos de oro (1.900.000 mrs.), a cambio de una amnistía completa para todos los delitos de usura que hubieran podido cometerse en tiempo anterior» ^.

Antes de la expulsión, las aljamas de judíos de Castilla contribuyeron en la financiación de los gastos provocados por la guerra de Granada.

Los judíos de Maqueda pagaron 77.600 mrs. en 1485, y 50.000 mrs. en 1490 y 1491, demostrando que hasta el final se mantuvo como una de las grandes aljamas enclavadas en el arzobispado de Toledo. Según ya hemos visto, la aljama de judíos de Maqueda contó con judería desde los primeros momentos de asentamiento en la villa.

Las referencias al castiello de los dúdeos, o a la judería, en las ordenanzas de ÁREZ FERNÁNDEZ, Luis:

La expulsión de los judíos de España. Madrid. 1992,
p. 287. 387 GONZALO VIÑUALES FERREIRO

Maqueda manifiestan expresamente esta realidad.

 Sin embargo, es en el mencionado documento de venta de bienes de 1492 en el que se constata ampliamente la existencia de un barrio judío, a la vez que se comprueba que los hebreos de Maqueda no acataron las disposiciones de segregación forzosa decretadas en las Cortes de Toledo de 1480, ya que muchos cuentan con casas en todo el entorno de la villa.

En el registro de bienes de Elias Gavison se cita la venta de «un molino de aceite, dentro de la judería, que alinda con molino de rabí Saúl Maymunchel, e con la calle real» ''.

 En la gran mayoría de los casos se menciona que las casas que vendieron los judíos lindan con la Calle Real, de tal manera que la judería incluiría esa calle, situada al norte del castillo y la muralla.

Pero las referencias a las casas de judíos son más amplias e incluyen otras zonas de la villa.

Así, pues, hay casas propiedad de semitas en las collaciones o barrios de San Juan ^, San Pedro ^ y Santo Domingo '°, que lindan con la Calle Nueva ", casas en la Calgada ^^, casas en la Plagúela y en la Plaza Mayor '^ casas en la puerta de Alhamin ^\ y casas abajo de la Pontecilla ^^, aparte de las ya mencionadas junto al osario.

Esta gran variedad de lugares nos lleva a reafirmarnos en la idea ya expuesta de que en Maqueda no se cumplieron las leyes de 1480. Entre los rasgos externos que distinguen a un barrio judío de otro que no lo es encontramos todos aquellos lugares relativos al culto particular de esta religión.

A pesar de lo dispuesto en 1415 por Benedicto XIII en su bula Et si doctores gentium, decretando que solamente hubiera culto en una sinagoga en cada villa, se mantuvo el culto en la «sinagoga mayor», donde se lee la Torah y se instruye a los jóvenes en la religión, pues Natán Azis afirma que posee unas casas «linderas con la sinoga mayor» .

Junto a la sinagoga se hace alusión a la venta de la «casa de baño de la aljama», el Micvé, estanque de agua para la purificación ritual por inmersión, del que no ha perdurado ningún resto material.

El tercer gran espació simbólico propio de las comunidades judías es el cementerio u «osario», que se nombra en la relación de propiedades de Abrahen Abdus, al indicar la posesión de «unas casas que son fuera de la villa que alinda con el hosaryo e con Jaco Abdus» ^^

De esta breve noticia se desprende que Maqueda contaba con cementerio propio para los judíos, y que había judíos que no moraban en la judería.

 Por último, se cita la «carnicería», que aunque no guarda unos requisitos arquitectónicos especiales, sí ha de ser distinta de las cristianas, pues para que los judíos puedan consumir carne ésta ha de ser kasher (alimento apto para el consumo), lo que significa que sea de un animal sin tacha alguna, degollado con un cuchillo sin mella y con arreglo al ritual judío, hasta que quede totalmente desangrada.

Asimismo, encontramos referencias al «hospital de los judíos», del que se carece de cualquier otra noticia, y que funcionaría como una casa de acogida a pobres o viudas, mantenido por la comunidad, por una cofradía o por aportaciones benéficas de particulares.

Aparte del cálculo aproximativo de los hebreos residentes en Maqueda y de las veladas noticias que nos revela acerca de la ubicación de la judería, el documento determina el carácter eminentemente rural de toda la población.

 Las características del terreno y el clima benigno facilitaron el cultivo de la vid, del olivo y de los cereales.

La cercanía de la villa a algunos cauces permitió también el cultivo de árboles frutales, como las higueras, huertas, o plantas textiles, como el zumaque.

La continua alusión a la posesión de tierras, enmarcada dentro del contexto general de una villa que vive mayoritariamente del campo, así como las escasas menciones a actividades artesanales o de préstamo, hace evidente que un numeroso grupo de judíos se dedicó sencillamente a trabajar las tierras, de las que obtenía los ingresos necesarios para vivir.

Es posible que algunos judíos también participaran en las actividades ganaderas, de bastante menor cuantía, pues Alonso Gutiérrez, procesado por la Inquisición en 1545 por incumplimiento de la inhabilitación, a las preguntas de si antes de tornarse cristiano hubiera querido ser rabí, contesta diciendo que él se dedicaba a «atar e cabar e guardar ganado» '^.

No obstante, hubo judíos que se dedicaron al sector secundario pues se mencionan trece judíos artesanos: dos lagareros, dos lenceros, un zurrador, un jubetero, un especiero, un trapero, un tejedor, un odrero, un carpintero, un sastre y un tendero. Además, se cita la existencia de varios molinos, de pan y de aceite, propiedad de judíos, aunque desconocemos si hubo o no molineros judíos.

A pesar de que en el documento no se alude a ello, algunos judíos de Maqueda desempeñaron funciones consideradas «propiamente judías», pues hay referencias a judíos arrendadores de tierras, diezmos, rentas y alcabalas, además de prestamistas y fiadores.

No podemos olvidar a aquellos judíos que ocupaban un lugar relevante en la comunidad hebrea por sus conocimientos acerca de la religión, pues se mencionan siete rabís, que gozaban de una economía saneada.

Uno de ellos.

Rabí Alocanem, desempeñó un oficio que hizo muy famosos y respetados a los judíos: el de médico, pues era físico. A su vez, esta declaración minuciosa de bienes deja entrever una estructuración social bastante definida, aunque solamente en un caso se nos indica la posición social de un judío de Maqueda, Rabí Qulemán, que era hidalgo.

 Aparte de estas familias, hay un reducido grupo de judíos bastante ricos, poseedores de tierras y casas, aunque a priori no guardan ningún parentesco entre sí.

 Aproximadamente podríamos estimar el número de judíos de alto rango social en torno al 10% de todos los habitantes de Maqueda. Un segundo nivel social incluiría a aquellos que tienen suficientes propiedades y que además desempeñan actividades artesanales.

 Este grupo ocuparía en torno al 5% de la población. En tercer lugar y sin duda el más numeroso, es aquel en el que se enmarcan todos los judíos que poseen bienes inmuebles en pequeñas cantidades, ya sean algunas olivas, huertas, o casas de no mucho valor.




De acuerdo a los porcentajes estimados, este grupo abarcaría aproximadamente al 80% de los judíos de la villa. No se indica en ningún caso la existencia de pobres, aunque sí hay algunos judíos deudores (5%), situación que podría conducirles hasta un estado de miseria.

Los escasos bienes comunales que poseía la aljama confirman esta probable hipótesis, pues las necesidades de los judíos sin recursos se satisfarían con pocos ingresos.

GONZALO VIÑUALES FERREIRO

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