jueves, 20 de agosto de 2015

Las Norias de Sangre

La noria de sangre es una máquina compuesta básicamente de dos grandes ruedas, una horizontal que movida por un animal, transmite su giro a otra vertical instalada sobre la boca del pozo, la cual lleva aparejada una cuerda circular con vasijas adosadas que cuelga hasta el fondo del pozo y que con el girar de la rueda eleva el agua hasta la superficie.

Sobre su origen se han barajado diversas procedencias (Egipto, Mesopotamia, China, India, Grecia) pero lo que parece estar claro es que la noria de sangre no se comprende sin que previamente haya existido la mecánica helenística. La mecánica griega en el siglo III a.C. poseía ya las bases teóricas y técnicas para construir este tipo de aparatos con ruedas hidráulicas dentadas, además de tener experiencia en el uso de la tracción animal para mover artilugios.

La expansión de la cultura islámica a través de sus conquistas, extiende el uso de la noria por África y Asia. En Europa, además de la península Ibérica, queda implantada en todo el ámbito mediterráneo. Es decir su uso se hace necesario en zonas con escasez de agua superficiales, con pocas lluvias y donde se precisa buscar el agua en el subsuelo. 

A España llegó la noria de la mano de agricultores asirios que se afincaron en Andalucía y levante peninsular, posiblemente a partir del siglo VIII.

Las referencias más antiguas constatadas sobre norias de sangre se hayan en escritos de los primeros tiempos del Califato. Posteriormente, en el siglo XII aparecen ya tratados de autores arábigo-andaluces.

Aunque ya moderna en el mecanismo de su motor
(que sustituía al cigüeñal y a la bestia
 que lo movía en redondo),
su estructura sigue siendo la tradicional
 
Carranque, Toledo
Los árabes la emplearon no solo en la agricultura sino también para abastecimiento urbano y de baños públicos. En el reino taifa de Almería, el rey Jayrán (siglo XI), ordenó construir una canalización para proveer de agua al barrio del Oratorio, continuando esta canalización hasta la mezquita (hoy iglesia de San Juan) y elevándose el agua a través de una rueda hidráulica a modo de noria.

La literatura castellana hace referencia a norias a través de sus clásicos, apareciendo con el término de norias, anorias y hanorias.

El Arcipreste de Hita en su libro del Buen Amor alude a un caballo que antes fue un brioso corcel de guerra pero que ahora ya viejo queda relegado a tareas viles:

"desque salyó del campo, non vale una çermeña:
A arar lo pusieron é á traer la leña,
A veces a la noria y a veces á la açeña"

Durante los siglos XIV, XV, XVI y XVII siguen aumentando las referencias a norias y en el XVIII encontramos ya descripciones más precisas.

A mediados del siglo XIX con la generalización del uso del hierro se construyen norias de metal con mecánicas más perfeccionadas que tienen su origen en Francia. No obstante durante este siglo, en el área de Almería y salvo alguna excepción se sigue empleando la noria clásica de madera.

La construcción de las norias la llevaban a cabo maestros carpinteros. Una vez excavado el pozo, el carpintero tomaba las medidas del brocal y teniendo en cuenta su profundidad se fabricaban utilizando ello maderas duras previamente curadas de las existentes en los alrededores.

El uso de clavos o soportes de hierro era escaso o nulo, empleándose cuñas y ensamblajes de madera. Las reparaciones las solían hacer los mismos dueños reponiendo sobre todo las piezas de los engranajes sujetas al desgaste por rozamiento.

Durante el presente siglo se construyeron norias de hierro con una mecánica más resistente y de menor mantenimiento, aunque de mayor costo económico, fabricadas por maestros herreros que procedían de manera similar a los carpinteros.

La elaboración de la maroma era una tarea comunal en la que intervenían varios vecinos o familiares tal como se hacía en las matanzas o en la trilla. Para ello se hacían guitas con las que se trenzaban sogas de tres ramales, las cuales se unían a su vez en grupos de 4 para formar cabos. Grupos de 4 cabos se trenzaban para constituir finalmente la maroma. 

Este proceso exigía el trabajo y la pericia de 6 ó 7 hombres que estiraban, manipulaban y trenzaban las cuerdas. Un artilugio simple de madera con cuatro canales -uno por cabo- con forma de pirámide alargado llamado borrego, cerraba el proceso de trenzado juntando los cabos de la maroma.

Las vasijas, llamadas jarros o arcaduces, tenían una capacidad de unos 4 litros, estaban hechas de barro, llevaban un pequeño agujero al fondo para su vaciado una vez que dejaba de girar la noria. Dichos arcaduces iban unidos mediante guitas a la aroma, de tal manera que con el girar de la rueda vertical de la noria, bajaban vacías y subían llenas desde el fondo del pozo.

En cuanto a la fuerza motriz, aunque en alguna época lejana fue ocasionalmente humana, la llevaban a cabo bestias de tiro, básicamente mulos y asnos. Sin embargo en el entorno del Cabo de Gata se solían emplear vacas, ya que además de ser muy resistentes, sus crías eran muy cotizadas y se podían emplear en el resto de las tareas agrícolas.

Los pozos de noria son alargados, casi siempre rectangulares y como los demás pozos, fuentes, galerías subterráneas y otros sistemas de captación de aguas se localizaban generalmente en las zonas abancaladas que existen junto a las ramblas, buscando las corrientes subterráneas de aguas poco profundas con las que abastecer las fértiles huertas y núcleos de población.



El entramado de la noria se colocaba sobre una plataforma elevada, de aquí bajaba el agua para depositarse en la balsa y luego mediante un sistema de turnos de riego llamados tandas (caso de ser comunal la noria) se regaban los bancales. 

La instalación de motores de bombeo y el descenso generalizado de los acuíferos debido a su sobreexplotación hicieron desaparecer las norias.

miércoles, 29 de febrero de 2012
http://naturalezarodalquilar.blogspot.com.es/2015/05/las-norias-de-sangre-juan-antonio-munoz.html

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