viernes, 25 de octubre de 2019

Arqueologia en la Atalaya de La Guardia, Toledo (y II)

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Respecto a la industria de hachas pulimentadas, procedentes del cerro de que se trata y de sus contiguos, podernos asegurar que es producto ele importación, pues ni la fibrolita, ni la diorita, ni la diabasa, son materiales litológicos propios de aquella facies geológica tereiaria, de los cerros que se extienden con su caraeterístico t'eliove tabular, en muehos kilómetros a la redonda. 

Únicamente la sierra de Mora ha podido proporeconar alguno de los materiales, pero no olvidemos la distancia que la separ'a de La Guardia, lo que confirmará nuestrn sospeeha y nos hará pensar en un intercambio comercial con otras tribus, antes que en un taller neolítieo, in situ. 

En el cerro practicamos algunos sondeos el día de nuestra excursión, especialmente en una de sus laderas, donde el señor Romero tenía referencias de unos labriegos acerca del hallazgo de una sepultura provista de su correspondiente losa, que al ser descubierta por unos campesinos, fué tapada inmediatamente, y sin tocar el esqueleto que contenía, por el temor que les inspirara el macabro hallazgo. 





Pero bien sea por la perfección con que fué de nuevo sepultada o porque no estuviesen seguros los que la descubrieron, del lugar en que lo realizaron, lo cierto es que no pudo darsc con el único hallazgo que hubiera podido ilustrarnos tanto, en cuanto se refiere a la arqueología y cronología prehistóricas de los primitivos habitadores del cerro. 

También tuvimos noticia de haberse hallado un esqueleto de niño, pero no pudimos ver más restos que un premolar y un trozo de vasija, muy pequeño, así como los fragmentos o astiles de ciervo, que se hallaron próximos a dicho esqueleto. 

En resumen: los hallazgos prehistóricos de La Guardia son datos dignos de tenerse en cuenta para un futuro venturoso en hallazgos, con estratigrafía, que esperamos no ha de tardar en venir, gracias al entusiasmo y al celo que, como buscador y aficionado a estos estudios, ha venido demostrando D. Vicente Homero, a quien esta Academia le queda muy reconocida, tanto por su actuación presente como por la que ha de seguir realizando. 

Así nos lo prometió y así lo esperamos. y con una promesa y una . esperanza, que es el emblema de la vida, emprendimos el regreso a Toledo, no sin antes volver la vista atrás para filosofar un poco acerca del problema interesante de geografía humana, que plantea la vida de aquel curioso pueblo manchego, con su vivienda semi-actual y semi-troglodita.. 


Toledo, 6 de abril de 1930.

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