jueves, 3 de octubre de 2019

El origen de los Enigmáticos Verracos de los Vetones.

Los verracos son uno de los elementos más reconocibles de los pueblos celtibéricos, en concreto, de la tribu de los vettones. 

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Verracos de Castillo de Bayuela

Esas moles de piedra que suelen aparecer aisladas en mitad de un campo de cultivo parecen guardianes infatigables, testigos eternos de todo lo que ha sucedido a su alrededor y que, por desgracia, no nos pueden transmitir.

Este aura enigmática pero al mismo tiempo, su carácter sencillo y rústico han convertido a estas estatuas en objeto de numerosos estudios que han catalogado, analizado e interpretado la presencia de los verracos en las tierra que antaño poblaran los vettones, pueblo guerrero y ganadero del occidente de la Meseta castellana.




¿Qué son los verracos?

Los verracos son figuras esculpidas en granito que suelen representan toros, cerdos, jabalíes y en ocasiones, animales no identificados. Son exclusivos de los vettones y se han encontrado más de 400 ejemplares, número al que hay que sumar todos aquellos que seguramente siguen ocultos y que aún no se han descubierto.

Verraco de Villanueva del Campillo

No son precisamente figuras con mucho detalle sino más bien todo lo contrario: son esculturas de formas convencionales y reconocibles, casi abstractas. 

Algunos presentan órganos sexuales masculinos pero sin embargo, no existe ninguno con órganos sexuales femeninos.

Todos los hallados hasta ahora tienen la misma postura, de pie, aunque de algunos se puede deducir que se hallan en posición de embestida. 

Las medidas pueden variar de unos a otros: los hay de medio metro de largo y otros que casi alcanzan los tres metros. En cuanto a la tipología, se han destacado cinco clases de toros y cuatro clases de cerdos lo que se ha interpretado como distintos estilos pertenecientes a diferentes talleres regionales.

¿Quiénes fabricaron los verracos?

Como he mencionado antes, los verracos son algo exclusivo de los vettones, pueblo celtibérico establecido en las actuales provincias de Ávila, Salamanca, el sur de Zamora, el oeste de Toledo y el norte de Cáceres, aunque ya sabemos que es difícil delimitar con precisión los territorios que abarcaba cada tribu.

Los vettones eran pastores y también poseían tierras de cultivo, lo que llevó a una mayor especialización en las herramientas agrícolas y permitió un aumento de población que a su vez, provocó la necesidad de crear asentamientos grandes. La jerarquización social llevó a un aumento del comercio y a la acumulación de riqueza en manos de las élites.

Los recursos ganaderos eran, sin duda, el bien más preciado ya que obtenían leche y carne, piel y cuero y cuernos y huesos. Por esto, se cree que algunos de los recintos amurallados que aparecen en el interior de los asentamientos pudieran servir a modo de corrales donde recoger al ganado.

Seguramente los artesanos dedicados a tallar estos verracos eran especialistas que trabajaban al servicio de la élite. Se necesitaban herramientas concretas para llevar a cabo estas figuras además de un trabajo laborioso que podía provocar que estos artesanos no pudieran dedicarse a nada más.

El modo de trabajar comprendería cuatro fases: extracción del bloque de granito, delineación de los contornos de la figura, despeje de la zona de las patas y quizá un pedestal para afianzarlo al terreno y, por último, la definición de los rasgos anatómicos.

¿Dónde están los verracos?

Existen numerosos verracos diseminados por toda la zona vettona así que nombraré algunos de los más emblemáticos:

La Mesa de Miranda (Chamartín): son dos los verracos encontrados en Chamartín. Uno de ellos, algo deteriorado, se encuentra en la plaza de esta localidad y el otro, puede verse en el aula arqueológica del yacimiento.

Tornadizos de Ávila: veinte fueron los verracos hallados en este lugar, situados en fila al igual que los Toros de Guisando. Allí se han conservado ocho, estando los otros en Ávila capital. Sus distintos tamaños y estilos hacen que no se haya podido establecer una explicación precisa de su simbolismo, aunque quizá se basaba en la protección del ganado.




Toros de Guisando, El Tiemblo: sin duda son los verracos emblemáticos por excelencia, siendo mencionados en Don Quijote de la Mancha y también por Lope de Vega. Miden un metro y medio de altura y casi tres metros de largo por lo que su visión causa una gran impresión. Seguramente se encuentran en el mismo lugar en el que fueron emplazados originalmente. Están alineados hacia el oeste y presentan muy buena conservación.

Ulaca (Solosancho): en el castro de Ulaca se encontraron dos verracos. Uno de ellos estaba junto a un manantial a los pies del poblado y actualmente se puede ver en la plaza de Solosancho. En los alrededores se encontró otro que fue llevado al castillo de Villaviciosa, actual hotel Sancho Estrada. Se desconoce cuál sería su ubicación original.

Villanueva del Campillo: dos verracos fueron encontrados en una finca cercana a esta localidad, donde se conservan actualmente aunque se pretende que sean trasladados a la plaza del pueblo una vez que se hayan restaurado. Uno de ellos, con 250 centímetros de largo y 243 centímetros de alto, es el verraco más grande de la Península.

Coca, Segovia: existen tres ejemplares: dos frente al arco de la Villa y un tercero incrustado en los muros del castillo.

Castillo de Bayuela, Toledo: hay dos ejemplares en perfecto estado de conservación que pueden observarse en la Plaza de San Antonio.

Toros de Guisando en El Tiemblo, Ávila (imagen de gredossandiego.net)

Estos son sólo algunos de los verracos más significativos a los que hay que añadir aquellos situados en los museos de las capitales como Ávila, Salamanca o Toledo, trasladados para preservar su conservación, y otros repartidos en lugares públicos.

¿Qué significan los verracos?

Desde el siglo XIX han sido muchas las teorías formuladas alrededor del posible significado de los verracos y hoy día aún no se ha podido llegar a ninguna conclusión definitiva debido a que ni todas las figuras son iguales ni tampoco se han podido establecer patrones a partir de los cuales elaborar una hipótesis.

Significado funerario: existen algunos verracos que son contenedores o cierres de sepulturas ya en época romana, lo que no quiere decir que fueran esculpidos por romanos ni en época romana sino que seguramente se reutilizarían con este fin. 

Esto puede querer decirnos dos cosas: que era una forma mediante la cual los romanos pretendían atraer a los indígenas usando sus propios símbolos, o que las élites indígenas empezaban a asimilar las tradiciones romanas

Demarcadores de zonas de pasto: según esta teoría, las élites usarían los verracos para señalar los territorios que les pertenecían. Esto podría explicar los distintos estilos de esculturas que existen.
Protectores del ganado: ya que el ganado era la principal base económica de los vettones, no sería raro que los verracos actuaran como una especie de enormes amuletos o talismanes que servían para proteger a los animales.

Elemento identitario: ya que algunos verracos se han encontrado en las zonas fronterizas con los galaicos, astures, carpetanos y oretanos, se ha sugerido que los verracos también podían delimitar las fronteras con estos pueblos. 

No existen -o no se han encontrado aún- verracos en la zona fronteriza con los vacceos, quizá debido al vacío poblacional que existían en esta tribu, y hay una presencia muy débil en la región limítrofe con los lusitanos, con quienes los vettones tenían más similitudes.

Verraco de Botija en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (imagen de Artemy Candón en http://herodotohistoriant.blogspot.com.es)

En cualquier caso, parece ser que los verracos servirían de emisores de un mensaje colectivo, algo que todo el mundo comprendería nada más ver las figuras en la distancia, y por eso algunos autores creen que es posible que existieran actos públicos alrededor de estas esculturas tan peculiares.

Para respaldar esta teoría, se alude al mantenimiento que requerirían estas esculturas: recortar el pasto que crecería alrededor de las figuras y la renovación de la cornamenta (no era de granito sino seguramente de elementos naturales que se estropearían).

Quizá se realizaban actos relacionados con el uso y propiedad de los terrenos que delimitaban los verracos, lo que dotaría de un valor social y comunitario al paisaje que los rodeaba. Además, es posible que se celebraran a su alrededor eventos relacionados con el calendario pastoril.




En cualquier caso, los verracos siguen encerrando un misterio que los expertos no han sabido desvelar.

Como siempre, sólo queda esperar nuevos descubrimientos que puedan proporcionarnos más información acerca de estas imponentes esculturas de granito.


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