sábado, 29 de junio de 2019

Cofradía del Sagrado Cínculo de Toledo


LA COFRADÍA DEL SAGRADO CÍNGULO

Presentadas estas generalidades del ámbito cofrade, entremos en el entorno de la del Sagrado Cíngulo, que como hemos dicho hace unos instantes era una de las siete asentadas en el convento de S. Pedro Mártir, de los frailes dominicos.

Durante el primer tercio del siglo XIII y traídos por Fernando III el Santo, se instalan junto al río y próximos al puente de Alcántara. El terreno en el que se levantó el convento fue comprado por el rey a la catedral en 60 maravedíes de oro y se puso bajo la advocación de San Pablo del granadal.

Suponemos que el calificativo viene dado por la existencia abundante de granados en esa zona, nombre que aún recibe la calle próxima a las ruinas, muy degradadas en el último medio siglo y que yo he conocido utilizadas como infraviviendas.

Sería el cuarto convento de la orden en España, desde que Santo Domingo de Guzmán, del pueblo de Caleruega en Burgos, adonde nace hacia 1170, la fundara.

Resultado de imagen de convento de SAN Pedro Mártir toledo Se trasladó a los catorce años a Palencia, y en el Estudio General de esa ciudad, comienza sus estudios de Teología. Nombrado canónigo de la catedral del Burgo de Osma, acompaña a su obispo, viajando por varia partes del resto de Europa y se da cuenta de la extensión de varias herejías como la de los cátaros, valdenses etc. que negaban la redención por la cruz de Cristo y los sacramentos y así en 1207 decide fundar la Orden de Predicadores creando los primeros conventos en el sur de Francia fundando al mismo tiempo la rama femenina.

Este primer convento toledano de frailes, se convertiría con el paso del tiempo en uno de los cuatro más importantes Studium Generali en España, con Santo Tomás de Ávila, San Esteban de Salamanca y San Pablo de Valladolid, es decir importantes centros de enseñanza teológica y Derecho Canónico.

La rama femenina es representada en Toledo por tres conventos: Santo Domingo denominado el Real, 1364, por residir o ser enterrados diferentes miembros de la familia real castellano-leonesa, el de Madre de Dios, de 1476, cerrado hace pocos años y hoy uno de los edificios universitarios en la ciudad y el de Jesús y María, de 1601, única comunidad hasta ahora que repitiendo la historia a la inversa y por fundadas razones, se traslada a extramuros e inaugura su nueva sede en 1984.

La antigua alberga hoy el Archivo Histórico Provincial. En 1407,quizá por la insalubridad de la zona o al igual que muchas otras ordenes religiosas, establecidas originalmente en los alrededores, se trasladan a la ciudad intramuros próximos a esta Real Academia, cambiando también su titularidad por la de San Pedro de Verona, ciudad en la que nació este santo, y popularmente conocido como San Pedro Mártir.

Curiosamente era de padres cátaros, pero nunca mostró interés por esta herejía y también porque sus padres, quizá con una tolerancia no común en aquella época permitieron una educación católica para el hijo que termina sus estudios en la universidad de Bolonia e ingresa en la recién creada Orden de Predicadores. Viajando de Como a Milán, es asesinado a la edad de 62 años a golpes de hacha en la cabeza y atravesado su cuerpo a golpe de espada.

Su compañero fray Domingo también muere apuñalado.

De ahí que se le represente con un alfanje clavado en el cráneo o un profundo corte en el mismo y un puñal en el pecho. También como atributo personal sostiene una palma con tres coronas, símbolos de su muerte, predicación y castidad.

El traslado del convento a la zona intramuros se pudo hacer, según piadosa tradición, por la donación de doña Guiomar de Meneses, de unas casas recibidas en la herencia de su madre doña María Coronel.

Alguna relación hubo sin duda entre ella o sus descendientes con la comunidad dominica, pues fue enterrada en la iglesia de los frailes al fallecer en 1459, junto a su marido y su hija Juana.

Obligado es recordar como doña Guiomar siguió haciendo donaciones, estas probadas históricamente y así en casas también de su propiedad establece en 1445 el hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, junto a esta Academia y en el 59 el convento de Agustinas Calzadas, vulgarmente conocidas como Gaitanas al estar casada con Lope Gaitán, portero mayor del reino.

Por cierto estos nombres populares de frailes o monjas, se aplicaron o se aplican en Toledo en diferentes ocasiones. De los cuatro monasterios que tenemos, tres son de la orden cisterciense: Montesión de monjes y San Clemente y Santo Domingo el Antiguo de religiosas; el último de benedictinas, llamado de la Purísima Concepción, conocido como el de «Benitas».

 Recordamos de entre los conventos ya desaparecidos el de trinitarios descalzos en la salida hacia Madrid que al llevar barba, los llamaban los «barbones», el de franciscanos alcantarinos fundado por frailes provenientes del convento madrileño de San Gil, denominados aquí «Gilitos» y el de los Mínimos de la orden de San Francisco de Paula que al instalarse junto a la ermita de San Bartolomé, próxima al Cristo de la Vega, fueron conocidos como los «Bartolos».

 Del siglo XV, conserva el antiguo convento dominico, la torre mudéjar en su interior, uno de los pocos conventos toledanos con torre pues en su mayoría tienen espadañas.

A las casas supuestamente donadas por Doña Guiomar, les fueron añadiendo otras, incluida una vía pública, razón por la cual el Ayuntamiento obligó a la comunidad a mantener una servidumbre, de sol a sol, para que cualquier persona, entrando por la puerta de la iglesia, y a través de la misma, pudiera cruzar el claustro de las procesiones y salir a la calle por la puerta de la portería, aún conservada, y así evitar el rodeo de una buena parte del edificio. 

De finales del XVI, es uno de los tres claustros, el Real, obra de Covarrubias. En 1605, Nicolás de Vergara el Joven, construye una nueva iglesia y Juan Bautista Monegro traza la portada al igual que las estatuas de mármol que representan a la Fe y a la Caridad.

Después de la exclaustración la iglesia se va a convertir, como alguien la llamó, en la Westminster toledana al agruparse en la misma importantes monumentos funerarios traídos de iglesias desaparecidas, como los de los 1º y 4º condes de Fuensalida que inspiraría a Becquer su leyenda «El beso», sin olvidarnos la de los Garcilaso que hasta hace poco tiempo siempre se pensaba era el sepulcro del poeta y su padre, aunque ya el Dr. Marañón tuvo sus dudas al respecto.




Después de las más recientes investigaciones, se puede decir que las estatuas sepulcrales representan al poeta y a su hijo Iñigo de Zúñiga.

El padre esta enterrado en el pueblo toledano de Cuerva.

Otro monumento funerario es el de los condes de Mélito, Diego Hurtado de Mendoza y Ana de la Cerda siendo él uno de los hijos del Cardenal Mendoza.

El convento siguió expandiéndose hasta finales del siglo XVII, llegando a tener una superficie de 20.000 m2. La comunidad osciló de treinta a sesenta religiosos. Sumando los novicios, en el siglo XVIII nos da un total de 101, el mayor número en toda la ciudad, seguido por el de San Juan de los Reyes con 85.

Se convierte en un importante centro de enseñanza, sobre todo de Teología y Derecho Canónico. En el siglo XVIII, se crean en el convento academias de estudiantes seculares, llegándose a publicar sus conclusiones poetizadas, al menos en los años 1751, 52, 53 y 54.

Las primeras y la última impresas en Toledo, y la del 53 en Madrid, rarísimos impresos que a lo largo de mi vida he logrado reunir. Me permito leerles ocho estrofas de una de estas «Métricas Theses», conclusiones poéticas, con que la academia angélica de manteístas del Real Convento de S. Pedro Mártir, aclama las excelencias de su nobilísimo campeón el angélico doctor S. Tomas de Aquino: 

«Nuevo Oriente previene a lid tan justa, En las aras del Sol victima sacra, Toledo interesado en tantas dichas, Cuando erige a Tomás segundas aras…. Celebre, pues, Toledo de este Perro Los sonoros ladridos, que acobardan Los carniceros Lobos, que sangrientos Al Rebaño Cathólico amenazan». 

De las siete cofradías existentes en San Pedro Mártir, quiero hoy destacar la del Sagrado Cíngulo. El motivo haber encontrado en una tienda muy heterogénea de Alcalá de Henares, el libro de actas de esta cofradía que abarca desde 1709 hasta 1841. ¿Por qué el nombre del Sagrado Cíngulo?

 Es lo primero que se explica en el pequeño impreso de sus Constituciones. Ingresado Tomás de Aquino o a punto de hacerlo en la orden dominica, su madre Teodora y sus hermanos no lo ven con agrado y así dos de estos, le traen de forma obligada desde París a Nápoles.

 Ni la madre ni sus hermanos le pueden disuadir de su firme decisión y deciden encerrarle en una torre, despojado de sus hábitos. Recurren a los oficios, como dice textualmente el impreso: «de una mujer con las prendas de hermosa y cortesana y con el cuidado de bien prendida».

 La mujer insiste en sus intentos amorosos hasta que Tomás tomando un palo encendido de la chimenea, le amenaza y expulsa del recinto. Después con el mismo tizón, Tomas traza una cruz en la pared y pide a Dios le ciña con un cíngulo de perpetua pureza.

Queda dormido y después del sueño encuentra su cintura ceñida con un cíngulo a lo largo del cual se reparten quince nudos, símbolos de los quince misterios del Rosario.

Después de su muerte se comienzan a hacer cíngulos para aquellos que le querían tener como abogado y protector, originándose al mismo tiempo la fundación de estas cofradías en diferentes conventos dominicos de España, Italia, Flandes etc.

El 12 de abril de 1709, el prior fray Claudio Muñoz, presenta al Cardenal Fernández Portocarrero, al cual le quedaban cinco meses de vida, las Constituciones de la nueva cofradía para su aprobación por el Consejo de Gobernación.

Este solicita parecer al párroco de San Román bajo cuya demarcación se encontraba el convento, contestando no veía objeción alguna ni perjuicio al derecho parroquial. El 4 de mayo son aprobadas con el título de «Cofradía o Hermandad de la Milicia Angélica del Cíngulo de Castidad», de modo más simple «Cofradía del Cíngulo».

 Solamente la antecede en su fundación la del convento de Madrid de 1690, que imprime sus estatutos en ese año y los dedica al citado Cardenal. A la cofradía toledana le seguirían en España las de Cervera, Alcalá de Henares y Vich.

 La de Toledo imprime sus Constituciones en 1739 en el taller de Francisco Martín, impresor del Rey, al cual me referiré más tarde y son fiel reflejo de la madrileña. Las constituciones son ocho. Admiten a personas de uno y otro sexo. A los hombres se les impondrá el cíngulo, a las mujeres se les entregará.

 De entre las «obligaciones», se deberán abstener de pronunciar chanzas y palabras indecentes, no asistir a bailes ni comedias profanas y deberán rezar quince avemarías al día. La cofradía se sostendrá con cuotas de entrada de ocho reales más seis anuales por los congregantes de número. Los demás, dos reales de entrada y al año una cantidad voluntaria.

No ha de haber un número determinado de cofrades, pero se considera es conveniente los haya al menos de número sumando cien, cincuenta eclesiásticos y cincuenta seglares para que sirvan los oficios. Se celebrarán cinco fiestas anuales: 

· La primera, el 28 de enero, día de una de las traslaciones del cuerpo del santo hasta ser enterrado definitivamente en Toulouse. Se hará una pólvora de morterete la víspera, con luminarias, clarines y timbales (el morterete era o es una pieza pequeña de hierro con su fogoncillo que se usaba en fiestas, atascándola de pólvora y cuyo disparo, imitaba la salva de artillería). La misa cantada «sin músicos por excusar gastos» aunque puede haber algunos instrumentos. 

· La segunda, el 7 de marzo día del santo. 
· La tercera el domingo infraoctava del Corpus. 
· La cuarta el 22 de julio, día de Santa María Magdalena 
· La quinta, el 28 de agosto, festividad de San Agustín. 

En el aniversario por los cofrades difuntos, se renovarán los cargos que no durarán más tres de años. El libro que mencioné debe ser el segundo de actas pues la primera que aparece es del 25 de octubre de 1751.

Reunidos en la celda prioral, se nombra secretario por fallecimiento del anterior a D. Francisco Escudero, alcaide de las cárceles secretas del Santo Oficio y se acuerda celebrar el año santo declarado por el Papa Benedicto XIV, visitando procesionalmente las cuatro iglesias designadas en la ciudad: Santa Iglesia Catedral, San Pedro Mártir, Jesuitas y parroquia de San Antolín.

 Y se van sucediendo las Juntas con una cadencia de dos o tres veces al año con los problemas habituales en muchas cofradías: la falta de caudales por la ausencia o muerte de cofrades, atrasos en los cobros, aunque sí se cumplen de forma exquisita la renovación de los cargos, excepto la de Secretario como veremos después, pues en la Junta de 7 de febrero de 1774, se nombra nuevo secretario a D. Pedro Vélez Salcedo, importante comerciante y fabricante de sedas el cual dos años más tarde es nombrado para el mismo cargo en la Sociedad Económica de Amigos del País.

 El 14 de junio de 1776, nuevo año santo proclamado por el Papa Pio VI, se acuerda otra vez salir en procesión a las seis de la tarde llevando el estandarte de la cofradía de la Virgen del Rosario y la escultura de Sto. Tomás, haciendo estación para ganar el jubileo en las iglesias fijadas: San Pedro Mártir, San Juan (antiguos jesuitas), Catedral y San Juan de los Reyes.

El Secretario especifica en el siguiente acta: «como yo iba en el centro de la procesión para el mejor gobierno y evitar quiebras». En una de las juntas de 1777, se acuerda renovar el cíngulo del santo que «estaba ya poco decente» y sustituirlo por uno nuevo de hilo de plata. El prior dice que la pintura que usa la cofradía en la fiesta principal es demasiado pequeña y de poco mérito.

 Los caudales no son abundantes. El secretario Vélez expone que él mismo pagará el cíngulo y que se proponga una limosna extraordinaria por parte de los congregantes para la nueva pintura. En 1778 se encarga al canónigo y arcediano de Calatrava, D. Bernardo Marrón, la comisión de hablar con el pintor Mariano Salvador Maella para la ejecución de la pintura del santo.

En 1783 la cofradía recibe oficialmente la pintura pues ya la venía utilizando desde 1781. La dona el canónigo Marrón que pagó hasta el marco con un costo total de más de siete mil reales.

La Junta dio «repetidísimas gracias por tan heroica y sublime acción y donación». 

Se le pide firme el acta junto con el secretario. Y así figura. El nombre de este canónigo lo podemos ver aún en el callejero de la ciudad.

En 1786, el canónigo Marrón da cuenta de su nueva comisión con el pintor Maella para que hiciera un grabado con la figura del santo, «sospechando no lo haría si no se le pagase».

Se le pide repita sus oficios acompañado de otro congregante y en caso de no tener éxito, se viere si el «pintor manco» 1 se pudiera encargar del diseño, sabiendo antes su costo.

El prior se encarga al mismo tiempo de contactar con el grabador Carmona y preguntarle si le bastaría un diseño de la pintura para hacer un grabado.

Otro miembro de la Junta expone que la estampa que se pone en la mesa petitoria está muy gastada y presenta una estampa de medio pliego grabada por Carmona en 1745.

 Propone que mientras se haga una nueva se compren algunas copias como la presentada. Se acuerda comprar cien o doscientas.

En 1789, se invita a los numerosos estudiantes de Teología y Cánones tanto del Convento como de la Universidad, se unan a esta congregación así como a los estudiantes de la Academia de Teología Moral, bajo la advocación del Espíritu Santo, en la parroquial de San Justo.

Esta Academia contesta rápidamente y se unen los quince académicos y 26 actuantes. En 1804 se aprueba aceptar a mujeres como congregantes de número y en 1805 se admite a la primera, Dña. Úrsula Pérez2 .

En 1807, solicita ser admitida la primera monja de clausura, Rvda. María Moliz, religiosa de Santo Domingo el Real y se le da las gracias por su devoción al Santo. Este acta es firmada por un nuevo secretario, debido a la muerte de Vélez que lo había sido durante 22 años.

Comienza la guerra de la Independencia. Se celebró Junta en febrero de 1808 y no vuelve a reunirse hasta mayo de 1809. Al no haberse podido celebrar la fiesta del santo en febrero, «por las circunstancias y novedades ocurridas extraordinariamente» se acuerda celebrarla en julio.

 Y no aparecen más Juntas reglamentarias hasta la finalización de la guerra. Durante la misma el convento fue ocupado en su mayor parte por el ejercito francés y expoliado de sus objetos religiosos mas valiosos. La siguiente reunión es del 1 de enero de 1815. Se dice no se puede celebrar la fiesta por no haber medios suficientes. La situación debió ir agravándose sin remedio.

 En enero de 1821, el secretario Raimundo Vélez Salcedo Palomeque, dirige un escrito al padre maestro para que disponga lo que estime conveniente, «A fin de que no se apague tan divina antorcha».

Al no obtener contestación se dirige al prefecto para que con el padre director acuerden lo conveniente. Pero no hay juntas hasta un año mas tarde enero de 1822. En ella se hace presente que, «por las circunstancias de los tiempos se había decidido renovarla».

A partir de este año se regulariza el funcionamiento de la cofradía. En un acta extraordinaria de mayo de 1826 se da una importancia enorme a la celebración del año santo proclamado por el Papa León XII y se aprueba la visita de las iglesias designadas para el jubileo: San Juan Bautista (jesuitas), Santo Tomé, la Magdalena y Catedral.

En el acta se describe minuciosamente la procesión que se organizó asistiendo numerosos cofrades canónigos y presidida por el obispo auxiliar D. Juan de Arciniega.

 En 1827 se expresa la queja por la falta de asistencia de miembros de la Junta impidiendo, «que todos disfruten del honor y carga de los puestos».

En 1834 presenta su renuncia como Tesorero D. Manuel Orgaz, ya que por su edad y circunstancias no le permiten seguir en el cargo. Se le agradecen sus muchos años de dedicación en, «tan honorífico como impertinente destino» nombrando a otro cofrade en su lugar, «que le hiciese descansar en este penoso encargo».

 Llega la Desamortización.

 El 3 de enero de 1836 se celebra junta por última vez en el convento pero no en la celda prioral «por estar ocupada» (no especifica mas) en donde deben tenerse las juntas «según practica y costumbre inveteradas» sino en la celda del padre Alberto Brávo, maestro de estudiantes.

 La siguiente sesión celebrada a finales de este mismo mes, se hace en las casas morada del prefecto, el canónigo don Tomás Almansa y Villaseñor pues el convento ya ha sido cerrado y los frailes expulsados. En ella se trata del reintegro de la pintura de Santo Tomás y buscar una iglesia donde establecer la cofradía y celebrar su fiesta.

Se nombra una comisión, primero para averiguar si podían continuar en la iglesia de San Pedro Mártir. Uno de los asistentes pide que se certifique la propiedad de la pintura de Salvador Maella por parte de la Cofradía en la exposición que se haga al gobernador civil y se solicite la entrega.

El 28 de febrero se recibe respuesta del Secretario de Estado de Gobernación en la que, «se accede a entregarles la pintura, pero que quedan responsables de su conservación y la obligación de no enajenarla sin consentimiento de la Autoridad Superior y que deberá colocarse en paraje o templo público dando parte a la mayor brevedad.

De Real Orden lo digo a Vuestra Señoría para su inteligencia y cumplimiento». Se acuerda depositar la pintura en la parroquia de San Juan Bautista y el traslado de la Cofradía, solicitando previamente la autorización del párroco y que firmase recibo de recepción del cuadro.

Para la fiesta del Santo que se invite al que fue maestro de Novicios a que pronuncie el sermón y si no pudiere se busque otro predicador. 

En abril de 1837, el Secretario vuelve a insistir en la compra de una arquita para guardar los papeles y no se extravíen y «facilitarla en alguna almoneda o lance». La primera reunión de 1839 se celebra en la sacristía de San Juan.




 Durante la misma se acuerda nombrar un nuevo secretario pues don Ricardo Vélez había expresado no poder atender el cargo por sus muchas ocupaciones. Había sido secretario los últimos 37 años.

La última junta que figura en el libro es de 28 de noviembre de 1840. En ella se acuerda el traslado de la cofradía y la pintura del santo al vecino convento de La Madre de Dios por razones económicas. Esta fecha casi coincide con el cierre de dicho convento que no reabriría hasta años mas tarde.

¿Qué fue de la cofradía y de su famoso cuadro? Por el momento me ha sido imposible encontrar algún dato posterior a esta fecha.

Me complace haberles dado a conocer algunas notas de una de esas innumerables cofradías toledanas necesitada de futuras investigaciones y de averiguar el paradero definitivo del cuadro de Mariano Salvador Maella. 


LUIS ALBA GONZÁLEZ 
Académico Numerario 

Toledo, 7 de octubre de 2012


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