lunes, 13 de julio de 2020

La Capilla de San Blas en el Claustro de la Catedral de Toledo


LA CAPILLA DE SAN BLAS EN EL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE TOLEDO

La capilla de San Blas, en la aparentemente discreta esquina noreste del claustro de la catedral de Toledo, es todo un descubrimiento, un pedacito de Italia en medio de La Mancha, un lugar en el que reposar del ajetreo de una ciudad plagada de historia, de arte y de visitantes que, muchas veces, pasan tan de paso que ni se fijan en ella.

Detalle de la decoración de la capilla de San Blas

Su erección, fechada a partir de 1397, se inserta dentro del gran proyecto del arzobispo don Pedro Tenorio para un nuevo claustro, pues el anterior, con una estructura similar a la de los de los monasterios, con dormitorio, sala capitular, refectorio y cilla, no era útil y ahora lo que se necesitaba era un nuevo espacio en el que organizar las oficinas para el Cabildo, un ámbito con una connotación mucho más civil y con espacios, por ejemplo, para la docencia o para una biblioteca. 





Sí se adopta la estructura de cuatro pandas porque suponía un desahogo del ceremonial procesional al tiempo que podía asumir funciones funerarias, que fueron precisamente inauguradas con la capilla de San Blas, elegida por el propio don Pedro para su enterramiento.

Supuesto retrato del arzobispo don Pedro Tenorio en la Galería de Obispos de la sala capitular de la catedral de Toledo, pintado por Juan de Borgoña (1)

El maestro de obras de la catedral, Rodrigo Alonso, fue quien dio las trazas del claustro y la construcción fue muy rápida, entre 1389 y 1397. En cuanto al enclave para la capilla funeraria, tradicionalmente, los obispos que elegían los claustros como lugar de enterramiento solían ubicarlo en el centro de la sala capitular y sólo si éste ya estaba ocupado, lo desplazaban a otro lugar.

Ubicación de la Capilla de San Blas en la planta general de la catedral


En este caso, el ancho de las crujías, sin espacio suficiente, refleja que el único lugar en el que podía enclavarse era donde se encuentra, pero consiguiendo, además, una vía directa entre el templo y la puerta que el propio don Pedro había abierto en la catedral para acceder al claustro, una vía con marcado mensaje funerario, tanto por el panteón como por la advocación de dicha puerta a Santa Catalina.

Panda oriental del claustro, con la entrada de la capilla al fondo


Puerta de Santa Catalina, que comunica la catedral con el claustro, en pendant con la entrada a la capilla

De ello podría deducirse que don Pedro Tenorio no sólo erigió este claustro, el segundo gran conjunto arquitectónico de la catedral, para satisfacer las carencias reales del Cabildo, sino que también logró que la obra, realizada bajo su patrocinio, se organizara teniendo su propio panteón como punto de referencia.

En este sentido, todas sus paredes mostraban un programa iconográfico concebido en función del significado de la capilla, unas pinturas que, lamentablemente no se conservan pero que conocemos por una detallada descripción de ha. 1549 del doctor Blas Ortiz.

Aunque no sabemos cuándo fueron ejecutadas y seguramente no quedaron terminadas al final de la prelatura de don Pedro, fueron concebidas en función de la capilla de San Blas y su composición las pone en relación con los pintores de la propia capilla. En cada tramo aparecían tres registros horizontales con una escena cada uno y en algunos casos todo el tramo estaba ocupado con una única escena. Por debajo corría una banda a modo de zócalo con “imágenes de santos, campos de pasto y flores, villas, mar, montes, lagos, arroyos, peñascos, llanuras, bosques, valles, árboles, prados, yervas, aves, ríos y otras muchas cosas de este género” que simbolizaba la Tierra.

El ciclo comenzaba precisamente junto a la puerta de la capilla con escenas dedicadas a Adán y Eva, después seguían San Joaquín y Santa Ana, la Concepción y Nacimiento de Cristo, su Infancia, Vida Pública, Pasión, Resurrección, Ascensión y terminaba con el Juicio Final, de nuevo a la entrada de la capilla.

Allí también se ubicaba “la batalla en que el arcángel San Miguel y sus ángeles, peleavan con el dragón, el qual cayendo con sus ángeles por su sobervia disminuyó el número de los ángeles", prefiguración de los condenados en el Juicio Final.

Las actuales pinturas del claustro fueron realizadas por Francisco Bayeu y Mariano Salvador Maella durante el arzobispado del cardenal Lorenzana en el último cuarto del siglo XVII.

Pinturas de Bayeu

Volviendo de nuevo a la capilla, su arquitectura, lo mismo que la del claustro, también corrió a cargo de Rodrigo Alfonso, y quedó preparada justo un día antes de la muerte del arzobispo, que tuvo lugar el 18 de mayo de 1799, recibiendo sepultura el 20.

Presenta una portada gótica de arco apuntado, arquivoltas con decoración vegetal y un jarrón sobre la clave del arco, todo ello incluido entre dos columnas de jaspe coronadas con leones de medio cuerpo dorados sobre los que se elevan pilastras de piedra blanca con la arista de frente y cresterías doradas.

Portada de la capilla

Sobre el arco aparece la Anunciación con figuras de tamaño natural y el Padre Eterno de medio cuerpo con el Espíritu Santo cerrando la escena por la parte superior. También cuenta con dos relieves con los escudos del arzobispo.

Anunciación en las jambas de la portada de la capilla

Las esculturas fueron realizadas por Ferrant González, también autor de los sepulcros de don Pedro y su sobrino, don Vicente Arias, obispo de Plasencia y fiel consejero del arzobispo toledano, ubicados en el centro de la capilla.

Sepulcros de don Pedro Tenorio y de su sobrino, don Vicente Arias Balboa

Siguiendo la tradición de los ámbitos funerarios, la capilla presenta planta centralizada, en este caso cuadrada, y que se transforma en ochavo mediante trompas nevadas que se continúan hasta conformar la cubierta.

Bóveda octogonal que cubre la capilla

Pero lo que más llama la atención son las pinturas murales que decoran el ámbito creando un ambiente plenamente florentino, con colores, encuadres arquitectónicos, concepción del volumen, perspectiva y proporciones de las figuras ajenos a la tradición pictórica hispana, una combinación que logra aunar las estilizadas formas del gótico arquitectónico español con la serena belleza del gótico pictórico florentino.

Se ha defendido la mano directa de Gerardo Starnina, pintor del círculo del florentino Agnolo Gaddi, basándose en la certeza de que estuvo en la península a fines del siglo XIV trabajando en Toledo y Valencia, y que un documento publicado por Carmen Torroja lo ubica precisamente en Toledo en 1395. 




Pero un reciente artículo de Gutiérrez Baños cuestiona esta autoría de Starnina al pensar que estas fechas son demasiado tempranas para que ya estuviera dedicándose a la pintura de una capilla que todavía se estaba erigiendo, considerando que la reciente restauración podría ser el punto de partida de una investigación que diera más luz sobre su autoría.

Las lagunas hacen muy difícil una lectura de conjunto del programa iconográfico, pues los muros están divididos en dos zonas estrechamente relacionadas y aunque la superior está relativamente bien conservada, de la inferior apenas se conocen algunas confusas descripciones.

Parece deducirse que la composición presentaba un aspecto más escenográfico que en función del programa, en relación con la ordenación del espacio, el yacente y el público que contemplase el conjunto, sin que parezca que sea casual el gran tamaño de la Crucifixión en el espacio justo enfrente de la entrada, como gran telón de fondo tras el sarcófago de don Pedro.

Crucifixión frente al acceso a la capilla

El estudio de referencia de estas pinturas se debe a la profesora Piquero López. Las escenas del nivel superior, a partir del arranque de los nervios de la bóveda, parecen estar en relación con el Credo. El ciclo comienza en el extremo norte del muro oeste, donde aparece la Anunciación, pintada con gran detalle y demostrando el interés del artista por plasmar la perspectiva mediante una sucesión de estancias que dotan de profundidad al espacio de la representación, muy en la línea de los pintores florentinos.

La Anunciación, escena en el extremo norte del muro occidental, inicio del ciclo iconográfico de la capilla

En el centro de este muro oeste se representan a los evangelistas San Lucas y San Juan sentados en pupitres, escribiendo y con sus símbolos. Lo lógico sería pensar que San Marcos y San Mateo, los otros dos evangelistas, estarían en pendant en el deteriorado muro este, todos ellos en alusión a la tradición extendida en la Edad Media de que habían compuesto sus obras bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Los evangelistas San Lucas y San Juan

Desde ahí, y según el sentido de las agujas del reloj, en el muro norte aparecen la Adoración de los pastores y Cristo ante Caifás a la izquierda, la mencionada Crucifixión en el centro y el Entierro de Cristo y la Anástasis, estas dos últimas muy deterioradas, a la derecha.

Adoración de los pastores

En el muro este se representan la Resurrección, también muy deteriorada, y la Ascensión, que muestra interés por la composición simétrica, los amplios ropajes que marcan los volúmenes de los personajes y el escorzo de los rostros que miran al cielo. En el sector central estarían los otros dos evangelistas mencionados.

En el muro sur aparecen Cristo sentado a la derecha de Dios Padre, el Juicio Final, Pentecostés y la Resurrección de los muertos, con Adán y Eva de rodillas y otras figuras desnudas que se levantan para salir de las sepulturas.



Cristo a la derecha de Dios Padre en la escena superior, muy deteriorada, y el Juicio Final en la inferior

Pentecostés

Resurrección de los muertos

Finalmente, cerrando el ciclo, en el extremo sur en el muro oeste de nuevo, está la Transfiguración en el Monte Tabor.

Transfiguración

En cuanto al nivel inferior, el muro oeste estaba ocupado por un gran Juicio Final, hoy muy deteriorado, el norte por escenas de la Vida de San Antonio Abad, el este por las de San Blas y el sur por las de San Pedro y San Pablo.


Detalle de los bienaventurados en la gran escena del Juicio Final que ocupaba el nivel inferior del muro occidental, muy deteriorada

Una de las escenas de la Vida de los santos Pedro y Pablo

El conjunto puede relacionarse con el carácter reformista de don Pedro Tenorio, en defensa por la vuelta a las fórmulas de fe expresadas en el Credo, la firmeza ante la idolatría a través de San Blas, y ante el pecado mediante San Antonio Abad, además de expresar la exaltación de la autoridad de San Pedro como padre de la única Iglesia cristiana en un momento en el que el Cisma de Aviñón parecía estarse consolidando entre las cancillerías europeas.

En cuanto al sepulcro del arzobispo, está realizado en piedra caliza para la basa y alabastro veteado para el yacente, que aparece con vestido pontifical, mitra y báculo bajo las manos cruzadas en el torso.

Detalle de los yacentes

El leoncillo a los pies esconde la firma del autor: “FERAN GONÇALES PINTOR E ENTALLA”, identificado con el escultor Ferrand González. Por el borde del lecho corre una leyenda en letra gótica bastante mutilada que dice: 

“AQUÍ YASE DO PERO TENORIO DE LAUDABLE MEMORIA ARÇOBPO DE TOLEDO PMADO DE LAS ESPANAS CHANCELLER MAYOR DE CSTILLA CUYA ANIMA DIOS AYA. FALLESCIÓ DIA DE STI SPIRI…MES DE MAYO ANO DEL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR SALVADOR IHU XRO DEL M CCC XC IX ANOS”.

Sepulcro de don Pedro Tenorio, con un león a los pies y la leyenda que recorre todo el borde del lecho

Don Vicente Arias de Balboa, capellán de don Pedro y su sobrino, después obispo de Plasencia, murió en 1414. Su sepulcro, de los mismos materiales que el de su tío y muy posiblemente también realizado por Ferrand González, de nuevo muestra al yacente con prendas sacerdotales y mitra y un león a los pies.

Los dos sepulcros en el centro de la capilla

Las disposiciones testamentarias de don Pedro Tenorio dejaron la capilla lo suficientemente dotada como para que durante los siglos XV y XVI llegara a ser una de las más ricas y mejores atendidas de la Corona de Castilla, con hasta veintidós capellanes.

 Pero a partir del siglo XVII fue poco a poco cayendo en el abandono, sin que ninguno de los arzobispos de Toledo se preocupara apenas por ella. Además, desde el principio, la capilla, situada siete metros por debajo del nivel de la calle, estuvo sometida a fuertes humedades que fueron deteriorando sucesivamente las pinturas sin que los muchos intentos para atajarlas dieran resultado alguno, transcurriendo los siglos y acentuándose cada vez más las pérdidas.

Durante la Invasión Francesa estuvo cerrada y cuarenta años después el historiador Sixto Parro informaba de que las pinturas estaban blanqueadas salvo el fresco de la bóveda, en relación con el grabado que conocemos de Jenaro Pérez Villaamil, donde aparece un enlucido de dibujos esgrafiados cubriendo todos los muros desde la cornisa hasta el suelo y un zócalo de azulejos talaveranos recorriendo las paredes.

Litografía según dibujo de Genaro Pérez Vallaamil de la capilla publicada en España artística y monumental entre 1842 y 1850 (2)

En 1924 y por intermediación del deán don Julio Polo Benito, se le retiraron los enlucidos de la zona inferior, apareciendo los restos de las pinturas murales pero muy deteriorados. 

La capilla siguió cerrada pero todavía tuvo que sufrir otras intervenciones desafortunadas aplicando repintes y fijaciones de cola orgánica y arrancando algunas pinturas que no han sido recuperadas.

Fotografía antigua de la portada de la capilla, cerrada durante muchos años (3)




Los primeros estudios modernos para su restauración comenzaron en 2000 y las obras se iniciaron en 2003.

Estado de las pinturas antes de la restauración (1)

Así, un equipo multidisciplinar italo-español con Jaime Castañón como arquitecto director del proyecto y Sabino Giovanonni y Antonio Sánchez-Barriga frente al equipo de restauración, ha logrado una profunda rehabilitación que ha sacado a la luz gran parte del ciclo iconográfico que la decoraba, mostrándonoslo con todo su extraordinario colorido y belleza.

El mismo detalle tras la restauración (1)

El estado de conservación de los sepulcros también era pésimo, habiendo perdido la policromía, con partes desmontadas, destruidas, desafortunadas intervenciones con añadidos de diferentes materiales… habiendo sido sometidos también a una profunda restauración.

Aquí os dejo con otros artículos de TOLEDO en Viajar con el Arte.

Imágenes ajenas:

(1) VV.AA., La Capilla de San Blas de la Catedral de Toledo, Cuadernos de Restauración Iberdrola XI, El Viso, 2005.



Fuentes:


BLAS ORTIZ. La Catedral de Toledo. 1549, Antonio Pareja editor, 1999.

BAÑOS, F., “La corona en la encrucijada: corrientes pictóricas en la Corona de Castilla en tiempos del infante don Fernando de Antequera”. Artigrama: Revista del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 26, 2011 , pp. 381-430.

PIQUERO LÓPEZ, Mª DE LOS Á. B., La pintura gótica toledana anterior a 1450 (el Trecento), Toledo, Caja de Ahorro Provincial, 1984.
SISTO RAMÓN PARRO. Toledo en la mano. Tomo I. Imprenta y Librería de Severiano López Fando. Toledo 1857.
VV.AA., La Capilla de San Blas de la Catedral de Toledo. Cuadernos de Restauración Iberdrola XI. El Viso, 2005.



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