martes, 31 de enero de 2017

Los orígenes del problema converso: La polémica en Toledo durante la segunda mitad del siglo XV

III

Hemos visto la efervescencia doctrinal que, con motivo de la actitud política y social de Toledo se suscitó en Castilla, en el curso del bienio 1449-1450, y la trascendencia, incluso a escala pontificia, que, con tal razón, cobraron los hechos producidos en ella.

Pero la polémica, con esto, no había hecho más que empezar, e iba a tener una larga vida. Consideramos a continuación cuál fue el papel que la imperial ciudad jugó como argumento o escenario de los hechos y actitudes registrados en torno a un tema que habría de hacerse secular en la Historia de España, durante los cincuenta primeros años que siguieron a su planteamiento.



Por débiles que fueran en sus aspectos jurídicos y doctrinales la Sentencia-Estatuto de Pero Sarmiento y el memorial de Marcos García que la defendía, eran también ambos, al mismo tiempo, hasta tal punto manifestación de un estado real de cosas -psicológico y social-, que su eficacia perduró, en efecto, durante siglos, cobrando aparencialmente, en la distancia, la juricidad de que carecían y convirtiéndose la primera en el precedente de toda una corriente de doctrina que cristaliza en los famosos Estatutos y pruebas de limpieza de sangre hispánicos.

Ya la misma Sentencia tenía conciencia de su propia voluntad normativa, de permanencia, al expresar al final:

Otrosí los dichos señores de Toledo dixeron: que querían e mandaban que esta su sentencia e juicio oviese e tenga fuerza de sentencia o declaración, estatuto o ordenanza, o en aquella mejor vía que pudiese e pueda valer..., e se entendiese y entienda, extendiese y extienda contra los dichos conversos pretéritos y presentes e porvenir.

Que esa eficacia no se neutralizó en su propio tiempo con los argumentos de sus numerosos adversarios, ni siquiera con su desautorización por la jerarquía papal, lo muestra el hecho de que el mismo Nicolás V hubiera de insistir en la reprobación de tal doctrina, publicando un nuevo breve en 29 de noviembre de 1451, que ratifica el anterior de 1449104. Manifestaba en él que inter ipsos nouos seu nouiter ad fidem Christi conuersos et antiquos christianos, nulla in honoribus, dignitatibus et officiis, eclesiasticis uel secularibus, suscipiendis et habendis, diuisio fuerint, nullaque differentia haberetur.

A tal efecto, confirma y ratifica los privilegios de los reyes españoles,

volentes quod ipsi noui christiani pro eorum meritis et qualitate virtutum absque ulla differentia omnibus et singulis honoribus, dignitatibus officiis quibus alii antiqui christiani in ipsorum regum regnis et dominiis uti et gaudere consueuerunt.

La semilla contraria continuaba, no obstante, prosperando. Gremios, cofradías, organismos de gobierno, comarcas enteras, hacían suya la enseñanza de Toledo y comenzaban a excluir de su seno a los recientes convertidos y a quienes contaban entre su ascendencia con antepasados hebreos. Una de las colectividades que primero adoptó esta norma fue la hermandad de canteros o «pedreros» de Toledo, cuyos miembros se comprometieron a no enseñar su oficio ni admitir en sus filas a converso alguno. Correspondiéndoles, los zapateros zaragozanos de reciente conversión se agruparon a su vez en gremio exclusivo. En Córdoba se constituía la Cofradía de la Caridad, sólo para cristianos lindos; y por otras partes proliferaban organizaciones de este tipo, preferentemente, como es natural, de cristianos viejos.

La situación que este antagonismo producía se iba haciendo insostenible. Los cristianos viejos culpaban a los nuevos de falsedad y apostasía, y a los judíos declarados, de proselitismo encubierto.

Echáuanlos de los oficios públicos, de todas las dignidades eclesiásticas y seglares y aún de las cofradías, y con cualquier ocasión venían luego a las manos, matáuanlos y heríanlos. Los judíos baptizados quexábanse destos agrauios y vengáuanse en lo que podían; y así se matauan a cada paso.

Este estado de cosas es el que hicieron patente los franciscanos a Enrique IV, excitados por el celo apostólico de Fr. Alonso de Espina, observante de su regla y confesor del ya rey107. Convocando en su ayuda a los Jerónimos cuya ascendencia sobre el monarca conocían, determinaron en 1461 a éste -que «asta aquel punto no havía hecho nada»- a tomar medidas en orden a la gran división existente.

Fr. Alonso de Oropesa, general de los últimos, alcanzó del Rey en Madrid la disposición de que por los obispos se hiciese inquisición o investigación de sus respectivas diócesis de las causas del mal, para tratar de ponerles remedio109. Él mismo fue encargado de redactar la carta a los prelados con tal orden y comisionado después D. Alonso Carrillo para que realizase por sí la pesquisa en la archidiócesis de Toledo.



La información del P. Oropesa, que duró un año, fue un modelo de tacto y ecuanimidad y dejó por el momento a la ciudad «quieta y asentada». Según recogimos más arriba,

halló que de una y otra parte de christianos viejos y nuevos havía mucha culpa; unos pecavan de atreuidos y rigurosos, otros de inconstancia y poca firmeza en la fe; y su conclusión era que la culpa principal de todo era la mezcla que havía entre los judíos de la sinagoga y los christianos, agora fuesen nuevos, agora viejos, dexándolos vivir, tratar y consultar juntos sin distinción.

Su gestión le sugirió un libro, que tituló Lumen ad revelationem gentium et gloriam plebis tuae, Israel y que era una defensa de la clase conversa, a la que exhortaba a engrosar a los judíos, dirigiendo su escrito al arzobispo Carrillo con la recomendación de que atrajese a éstos con su favor, e incluso estimulando con distinciones y honras a los convertidos en lugar de regateárselas.

Pero la opinión del P. Oropesa no era compartida por la generalidad del pueblo, ni aun de los nobles. Entre las peticiones que por la fracción levantisca de éstos se formularon en Cigales a Enrique IV el 5 de diciembre de 1464 figuran, por ejemplo, la de que se hiciera inquisición de heréticos y sospechosos en la fe y discriminación de judíos112. Y precisamente en Toledo, por 1465, el propio Rey hubo de intervenir para pacificar y conformar a dos cofradías, una de cristianos viejos y otra de conversos, unificándolas y concediendo a la resultante -en la que entró, además, como cofrade, para dar ejemplo- diez mil maravedíes para su sostenimiento.

Las discrepancias más o menos latentes o expresas se manifestaron, no obstante, al vivo, en los sangrientos sucesos del día de la Magdalena y siguientes de 1467, en que ardieron en Toledo más de 1.600 «pares de casas» y un buen número de conversos hubieron de abandonar la ciudad -a la sazón incorporada a la causa del infante D. Alfonso-, para escapar a la amenaza de muerte cierta, que alcanzó a gran parte de los de su condición.

Un año después, recuperada la capital por el monarca, Enrique IV claudicaba halagando la inclinación más generalizada de sus habitantes, al acceder a la petición de éstos de declarar «consumidos» los puestos que en el regimiento de Toledo tenían los cristianos nuevos, a los cuales se incapacitaba además para volver a ocuparlos en adelante115. De igual modo drástico procedió el Rey por entonces en el mismo asunto en Ciudad Real, donde dispuso que ningún confeso pueda haber ni tener, ni aya ni tenga oficio alguno de los suso dichos en la dicha cibdad, e que si algunos dellos por ventura fuese provenido del dicho oficio, o de alguno dellos, que non sea recibido a él, e que por no le recibir los vecinos e moradores de la dicha cibdad ni otras algunas personas que lo contradixieren, non caigan ni incurran nin puedan caer nin incurrir en pena alguna.

Tales medidas significaban la ratificación de la Sentencia del infamado Pero Sarmiento, ya a casi veinte años de su promulgación. En cambio, de acuerdo con el espíritu de la «inquisición» del P. Oropesa, el arzobispo D. Alonso Carrillo reaccionaba en 1480 en favor de los perseguidos cristianos nuevos, dictando en el Sínodo diocesano reunido en Alcalá el 10 de junio del expresado año una constitución contra el scisma que entrañaba la marginación de éstos. Expone en ella la proliferación, dentro de su arzobispado, de numerosas cofradías, cabildos y hermandades que «so color de piedad», rechazaban la admisión de una u otra clase de cristianos, «diziendo a esto ser astrictos por ordenación, statuto, pacto y costumbre y juramento, penas y otros vínculos y firmeças». El arzobispo declara nulos estos reglamentos y compromisos, aunque hayan sido aceptados o establecidos bajo juramento, prohibiendo a los párrocos y vicarios de la archidiócesis, bajo amenaza de excomunión, la recepción de estas cofradías en sus parroquias y capillas.

Esta constitución sinodal fue poco después confirmada por el cardenal D. Pedro González de Mendoza, sucesor de Carrillo en la sede toledana. Decaído este último en el favor real, luego de su vehemente apoyo a la causa de los Reyes Católicos, los clérigos del arzobispado reaccionaron a su muerte contra las medidas del autoritario prelado, y en tal sentido se apresuraron a solicitar del cardenal Mendoza la anulación de muchas de sus disposiciones; entre otras, buen número de las constituciones sinodales de su tiempo. D. Pedro accedió por carta de 13 de noviembre de 1483 (pues se hallaba aún en Vitoria) a la mayoría de aquellos deseos, pero exceptuó expresamente de su anulación la del decreto más arriba citado.

La corriente de segregación prosperaba sin embargo. Por entonces -acaso en 1482, calcula el prof. Cantera Burgos119- debió de establecerse en Guipúzcoa un Estatuto que prohibía a los conversos avecindarse y contraer matrimonio en su país. Contra este texto, al menos, dirigió una carta al mismo cardenal Mendoza el cronista oficial de los Reyes Católicos, Fernando del Pulgar, conocido cristiano nuevo120. Compara en ella esta prohibición a la de los humildes y pretenciosos pedreros toledanos, «como si no estouiera ya sino en ir a poblar aquella fertilidad de axarafe y aquella abundancia de campiña», dice burlonamente; cuando «más dellos (guipuzcoanos) -añade- vi en casa del Relator (Fernán Díaz de Toledo, confeso también, como sabemos), aprendiendo a escreuir, que en casa del Marqués Íñigo López, aprendiendo justar».



No hay noticias más concretas de este temprano estatuto vascongado. Cantera inició una investigación en su respecto, que se estrelló ante el silencio de los cronistas e historiadores locales y la falta de registros guipuzcoanos de la época. El posterior Fuero de Guipúzcoa, donde se recoge la exclusión de sangre hebrea del país, fundamenta este principio en el precedente de dos ordenanzas de 1527. Pero tanto aquél, como la expulsión coetánea de conversos de Espinosa de los Monteros, que también menciona el prestigioso hebraísta, obedecían más a un estado generalizado de opinión pública que, como muy bien observa, tuvo su primera manifestación doctrinal grave en los sucesos de 1449.

Patente es, pues, concluimos, la trascendencia histórica de la Sentencia-Estatuto toledana, objeto de nuestro estudio. La polémica provocada por su espíritu perduró y fue cobrando intensidad a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XV. De cómo en ese tiempo -y después- era aquélla elemento insalvable de discusión -positiva o negativa-, tenemos ejemplo en un jurisconsulto tan prestigioso como el Dr. Alonso Díaz de Montalvo.

Su glosa del Fuero Real se desarrolla ampliamente al comentar la pena en que incurría en tiempos de Alfonso el Sabio quien llamaba a otro tornadizo por proceder en creencias de otra religión, y constituye todo un tratado De unitate fidelium, en que reprueba la división entre cristianos viejos y nuevos. Este opúsculo, escrito a petición de D. Álvaro de Luna o de Juan II -aunque, al parecer, terminado o revisado después de la muerte de éstos-123 y presentado al «compariente» del autor, Fernán Díaz de Toledo, el Relator, se halla inserto como comentario de la Ley 2.ª (De los denuestos e injurias), lib. IV, tít. III, en la edición y glosa del mencionado texto alfonsino que Montalvo hizo. Se concluye en él que tales namque noviter ad fidem conversi, sunt honorandi, propter adeptam sacri baptismi dignitatem, et non vituperandi124. El prestigio del jurista y la trascendencia de su glosa al Fuero hicieron que este tratadito se divulgase extraordinariamente y llegase casi a sentar doctrina, al menos entre los seguidores de su opinión, la mayoría de los cuales le cita ya en adelante, casi invariablemente.

Pero, como es bien sabido, en el orden práctico, la que se impuso fue la tendencia contraria, basada en realidades sociales mucho más efectivas que las abstractas declaraciones de teólogos y juristas. La historia externa toledana nos suministra elocuentes testimonios de cómo la aversión hacia los conversos continuó in crescendo en la ciudad bajo el reinado de los Reyes Católicos. Exacta o no la certeza de conspiración de aquéllos contra los cristianos viejos descubierta días antes del Corpus de 1485, es lo cierto que, tanto a los judaizantes reconciliados por la Inquisición, como a sus descendientes, se les inhabilitó en adelante para ostentar y desempeñar cargos públicos «así como alcalde, alguazil, regidor o jurado o escrivano público o portero, e los que tales oficios tenían los perdieron».

Vemos, pues, en suma, cómo la Sentencia-Estatuto de Pero Sarmiento y los acontecimientos con ella relacionados contuvieron en sí mismos elementos lo suficientemente activos para informar, doctrinal o anecdóticamente, la ardua controversia que en torno a los conversos quedó establecida en España durante la segunda mitad del siglo XV126.

Eloy Benito Ruano
Diciembre 2001

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/los-origenes-del-problema-converso--0/html/ffe964ce-82b1-11df-acc7-002185ce6064_29.html#I_3_

El Palacio y convento de Rosarito

Palacio de Rosarito con el macizo central de Gredos al fondo

Sobre un cerrete que domina el pantano observamos la existencia de un palacio de propiedad privada en la actualidad pero que perteneció a los condes de Oropesa. 

Es un edificio del siglo XVII que dibuja una planta cuadrada con cuatro cubos también cuadrados en las esquinas. 

Está construido con sillería en vanos y esquinas y mampostería combinada con ladrillo en los paramentos. 

Tiene un patio en la fachada norte en torno al cual se alojaban las caballerizas y el servicio, y un jardín de entrada en la fachada meridional. Cuenta con tres alturas y buhardilla además de una galería acristalada y otros porches y corredores.



Fue fundado por Fernando Álvarez de Toledo cunado lo construye para retirarse junto a los frailes debatiéndose en si profesar o no en la orden.

Foto antigua del palacio de Rosarito, FOTO DE CLIFFORD DE 1858

Palacio de Rosarito en fotografía de hace unos años

Al este del palacio se observan los restos del antiguo convento de la Virgen del Rosario al que debe su nombre el embalse. 

Parece que hubo una primera fundación monástica en el siglo XIII a cargo de los monjes servitas o Servidores de la Virgen, muy devotos del rosario que luego lo abandonaron en 1392. 

Incluso se dice que antes de ellos hubo una comunidad templaria, pero son tantos los lugares con esos supuestos antecedentes y sin pruebas históricas de su presencia, que lo ponemos en duda.

Después fue ocupado el convento por la orden de San Bernardo y aquí sí que hay un elemento que podría orientarnos en ese sentido y es que a la otra parte del Tiétar sí hay en efecto un lugar denominado San Bernardo al que cruzaba una barca que unía las dos orillas. 

También parece que estuvo sucesivamente ocupado por benitos, agustinos y finalmente franciscanos observantes.

Fachada sur y espadaña del convento de Rosarito

A petición de San Vicente de Alcántara lo refundó el Conde de Oropesa a mediados del siglo XVI. En 1786 fue derruido y mandado después reconstruir por el obispo de Ávila.

San Pedró de Alcántara pernoctó en el convento en algunas ocasiones y en una de ellas fue testigo de un incendio y cuenta la tradición legendaria que el santo subió donde las llamas eran más peligrosas y ordenó al fuego que parara y el fuego se extiguió. 

Y algunos hijos de testigos decían en el siglo XVII que cogía las brasas y tizones sin quemarse.Interior de la iglesia del convento de Rosarito en fotografía reciente

El convento custodiaba varias reliquias y contaba con pinturas de Claudio Coello que representaban a Santo Domingo y Santa Rosa y en el altar mayor una buena imagen de la Purísima Concepción y “el Santo Negro”. 

Siempre tuvo el convento problemas en su estructura y sufrió varias reformas por ruina de algunos elementos, incluso los frailes hubieron de residir alguna temporada en el cercano Palacio del Bosque del Rosarito.

El convento sufrió con los bandos contendientes en la Guerra de Sucesión, en la que los frailes se pusieron del lado del Borbón Felipe V. 

También fue saqueado por los franceses en la Guerra de la Independencia. Los revolucionarios liberales roban en 1829 la corona de la Virgen y es desamortizado en 1834 abandonándolo los frailes.



Sus frailes franciscanos solamente tenían por sustento un huerto que cultivaban, pero lo montuoso de las tierras que lo circundan hacía que les fuera necesario mendigar para subsistir, aunque algunos de sus monjes tenían fama de buenos médicos y llegaron a regentar un hospital en Oropesa. 

Hoy día solamente quedan unas ruinas del edificio destechado de la iglesia que tiene planta latina con la nave dividida por arcos fajones de medio punto y acceso por una puerta de arco rebajado. Queda también una espadaña, además de los restos del camarín de la Virgen y de las dependencias conventuales.

A continuación añadimos una serie de fotografías aportadas por Carlos Blázquez del convento de Rosarito.







Este era el convento del fraile que capturó al célebre bandido Moraleda cuando asaltaba una venta en la finca oropesana de El Verdugal. Este episodio fue pintado por Goya en seis cuadro como viñetas que se conservan en el museo de Chicago

http://lamejortierradecastilla.com/el-palacio-y-convento-de-rosarito#more-2906

lunes, 30 de enero de 2017

El robo al calderero francés

Una de las causas criminales del libro editado por el autor y el colectivo La Enramá en que se describen los procesos de esta institución talaverana de policía rural Caminos cañadas como esta de Aldeanovita fueron escenario de los delitos que se relatan aquí

Rafael Muñoz era un hombre sin oficio alguno, “de malas costumbres y amigo de aplicar lo que no es suyo”. Sus raterías tenían irritado al vecindario, hasta que un hecho de mayor gravedad llegó a oídos de la Santa Hermandad de Talavera que tomó cartas en el asunto.

Agosto de 1782. Algunos vecinos de Aldeanueva de San Bartolomé se encuentran en la taberna refugiados del calor de la tarde y tomando unos vasos de vino. Un forastero, levantando la cortina, penetra en la estancia y rompe en sollozos. Con acento extraño cuenta cómo, en el camino de El Villar del Pedroso, había sido asaltado “por uno de Mohedas” que le había quitado todo su dinero dejándole maniatado.



Un corro de curiosos rodea al hombre mientras relata su desgracia. Dice ser francés y de oficio calderero. Casi al tiempo entra en la taberna un individuo. El francés se vuelve y atónito señala con el dedo al recién llegado gritando:

-¡Este pícaro es el que me ha robado!

El mohedano al oírlo emprende la huida tomando el camino de Puente del Arzobispo. Pero imprudentemente vuelve a Aldeanovita (1) al anochecer. Allí entabla conversación con unos mozos que se hallan tomando el fresco. El grupo se ve interrumpido por la llegada de un vecino que transmite a los presentes una orden del señor alcalde para que los allí congregados conduzcan al presunto ladrón a su presencia.

En el camino Rafael -que así se llama el ratero- intenta sobornar a los mozos diciéndoles que le dejen marchar y a cambio “les daría dos reales o una peseta (2) y él que se iría a donde Dios le cuidase”. Los muchachos no acceden y responden todos a una que “no le dejarán, que el señor alcalde le llamaba”.

Ya en presencia de la autoridad, se inicia el interrogatorio:

-¿Qué dinero has quitado a ese francés en el camino del Vïllar?

-Nada, yo no tengo dinero alguno -responde el ladrón.

-¡Regístradle! -ordena el alcalde.

De entre las piernas le extraen una bolsa de lana y se la entregan a la autoridad local, quien pregunta al francés:

-¿Cuánto dinero os han robado y en qué monedas?

-Dieciséis reales en plata, en una moneda de diez reales nueva, una peseta y un real de plata y veintitantos cuartos.

Abierta la bolsa, las monedas coinciden, aunque faltan nueve cuartos que ya había gastado el ratero. Inmediatamente, el alcalde ordena que sea preso en la cárcel de Aldeanueva de San Bartolomé y asegurado con prisiones. Al cabo de unos días Rafael se escapa de la celda.Fuente en Mohedas de la jJra, uno de los pueblos escenario de los hechos



Esta es la gota que colma el vaso y la Santa Hermandad envía a Javier de Mejorada como juez comisionado para el caso. Se abren las diligencias y el presunto ladrón se excusa de los hechos diciendo que salió de su lugar a otros a buscar en qué trabajar; sin llevar para su alimento maravedí alguno, ni otra cosa que un pan. Y aunque practicó diligencias no hallo en que emplearse. Y así, en dos días no se desayunó y, viniendo al lugar de Mohedas, encontró en su camino a un mozo calderero a quien, manifestándole su necesidad, le dijo le diese un trozo de pan si llevaba, o para comprar uno, porque si no se lo quitaría. Y que temblando dicho calderero, le expresó no llevaba pan ni más que unos diecisiete reales, los cuales dio al que declara.

En cuanto a la fuga de la cárcel de Aldeanueva, contesta que fueron los regidores los que le soltaron cuando no estaba el alcalde, diciéndole “que se fuese a pedir limosna con su madre de Dios”.

Con motivo de la investigación del asalto al calderero aparecen otros delitos de Rafael cometidos en Mohedas y en Aldeanovita. El año anterior, en compañía de otro mozo, entraron en la vivienda de Domingo Ramos y robaron unos colgaderos de uvas alcanzándolos con un palo. Pero fueron vistos por unos vecinos cuando huían diciendo:

-¡Botova! que hay gente en la cocina -exclamaron al oír el ruido de un almirez.

En otra ocasión a este mismo vecino, “habiendo ido a bellotas al ejido”(3) deste lugar; en el que estaba dicho Rafael, éste, luego que vio al testigo se vino al lugar y se entró en las casas del testigo y, desquiciando una de sus puertas, entró en un cuarto y le quitó veinte reales que tenía en una moneda y con otras de plata en una jarra de la Puente vidriada, entre unos garbanzos que en ella había, los que, luego que vino el testigo del monte, echó de menos con el motivo de que, habiendo entrado en la casa, pisó unos garbanzos y presumió que el dicho Rafael u otro que había entrado y le había llevado el dinero que tenía en la jarra con los garbanzos

En esta ocasión el ratero es descubierto cuando cambiaba el peso duro (5). La víctima del robo se dirigió a la viuda madre del ladrón y le dijo:

-Vitoria, vosotros queréis que yo os dé que sentir… porque esto de entrar a robar mi casa no se puede aguantar. Tu hijo me ha quitado un peso duro.

-Por el amor de Dios, calla que yo te los buscaré y daré -respondió la pobre mujer.En viviendas como esta de Aldeanovita se produjeron algunas de las raterías descritas

Rafael acudió por la noche y le devolvió solamente quince reales y diez maravedíes. El valor del dinero restante se lo fue reintegrando su madre en bellotas. A otro vecino, Juan Gudiel, con el que estaba sirviendo, le quitó veinte reales y tres quesos de un arca, mientras que el amo metía una masa de pan en el horno. Un año antes había sido sorprendido después de robar tres ovejas y solamente se pudo recuperar una de ellas ya dezentada (5) de los cerdos y su carne se vendió para las ánimas de Aldeanovita.

En los testimonios se expresa así mismo que por su mal trabajo a nadie le apetece ni quiere tenerle en su casa. Es hombre que no tiene oficio ni hacienda alguna de que mantenerse y se le ve que viste y gasta y come sin tener trabajo. Rafael es llevado a la cárcel de la Puerta de Zamora en Talavera. Al ser menor de edad judicial en esa época, pues tiene menos de veinticinco años, se nombra un curadorad littem(6) y un letrado que lo defienda.

(1)Con este nombre se conoce coloquialmente a Aldeanueva de San Bartolomé en la comarca de Talavera.

(2) Moneda que tenía un valor de dos reales de plata.

(3) Ejido es el campo comunal de un pueblo inmediato a él, que no se labra y donde suelen reunirse los ganados vecinales o establecerse las eras.

(4) Se refiere a la moneda de 20 reales.

(5) Equivale a encentada y en este caso viene a significar mordisqueada o comenzada a comer.



(6) Tutor legalmente nombrado por el juez para el cuidado de la hacienda y la defensa de las causas o pleitos de alguno, que por ser menor de edad, o falto de juicio, no puede defender-se por sí.

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Baños árabes conocidos en la Edad Media en Toledo

Resultado de imagen de baño de las teñerias toledoUna de las dificultades con que se tropieza en el estudio de los baños de la ciudad de Toledo consiste, como escribía Clara Delgado en 1987, en la carencia de documentación. No tengo la intención de presentar aquí un análisis detallado de los documentos hoy disponibles; además, algunos de ellos han sido transcritos en los últimos veinte años. 

Recordaré solamente los baños mencionados en documentos de los siglos XII y XIII y lo que quedaba de ellos a fines del siglo XV. En los siglos XII y XIII hay cuatro barrios que llevan el nombre de un baño: “el barrio del Baño de Yaix”, cerca del barrio del Pozo Amargo; “el barrio del Baño de Cavallel”· , “el barrio de Hamam Ferro” y por fin “el barrio del Baño de Zeid” . 



El primer baño que aparece en la documentación se localiza en el barrio de Santa Leocadia. Propiedad del rey al principio del siglo XII, en 1125 pertenecía al conde Pedro Alonso ; después, en 1170, a la orden de Santiago . Más tarde será conocido como baño de Zarafi.

 La puerta del baño sirve de referencia para la localización de una tienda del cabildo catedral en 1380. Más tarde la tienda se menciona « cerca » o « al baño de zarafi » . Los otros baños aparecen en contratos de venta de casas en la segunda mitad del siglo XII. Este es el caso en 1163 del del Caballel, situado en el barrio de san Justo, frente a una antigua mezquita , en una plaza donde se menciona, a fines del siglo XII, un baño que está, según dice el texto, “derruido” o “ruinoso”10 . 

Vuelve a aparecer en varias actas de venta, por ejemplo en 1166 en la de una casa de la vecindad .11 Un contrato de compra 12 del último cuarto del siglo XIII de “dos casas hundidas en el barrio de la iglesia de San Justo, en la Alcudia, contiguas una a la otra”, a las que se llama “la casa del pozo” y “la del corral”, precisa que este conjunto de dos casas linda “… con otra segunda calle que baja al Baño del Caballel…”. 

Esto nos permite ubicar el baño del Caballel en la Alcudia, llamada antiguamente Alcudia alhatab o “Cerro de la leña”13. Volveremos a ocuparnos de esta observación tan importante. El baño del Caballel era tan conocido que el barrio llevaba su nombre en los siglos XII y XIII. 

Se menciona como tal baño hasta 1385 . En 1388 fue cedido al alcalde mayor de Toledo, Juan Carrillo, y en adelante el barrio se llamó con el nombre de este personaje. 

El baño del Hierro se menciona en el acta de venta, firmada a fines del siglo XII  , de la mitad de una “casa teneria” del barrio de la Puerta del Hierro, fuera de Toledo, que linda al este “… que va a Hamam Faro, al O. y al N. con las murallas de la ciudad…”. 

Resultado de imagen de baños de caballel toledoDiez años más tarde, el baño del Fierro contribuye a precisar la situación de unas casas que doña Sola lega a sus dos sobrinas en 1187 16. Lo volvemos a encontrar en documentos de 1246 y 125917 .

No parece que el baño siguiera en servicio más allá de 1385 . El Baño de Yaix figura en un contrato de venta “en el barrio del Pozo Amargo y baño de Yaix”19 . Se cita frecuentemente hasta 1255. 

Las notas añadidas a los documentos de 1216 y 1242 parecen indicar que lo llaman “baño del Arzobispo”, mientras que otra nota dice que se sitúa “al cenizal...” . 

El baño de Zeit había dejado de funcionar en la segunda mitad del siglo XIV y ya no figura en 1443 como referencia de las casas con que lindaba antes 



A estos baños debemos adjuntar cuatro más a fines del siglo XII, uno en el barrio del Pozo Amargo 24, otro en la parroquia de San Nicolás , un tercero en el barrio de la catedral 26 y otro llamado de Rodrigo Gutiérrez, en un sitio todavía indeterminado . En la primera mitad del siglo XIII, un maestre de Calatrava da el baño del Espital a un particular  y en la segunda mitad del siglo XIII se señala, en un barrio aún no localizado llamado de Torre Nueva, en el arrabal de Toledo, un baño que pertenece al convento de San Clemente y está dotado en 1256 de un “manantial de agua29. 

La revisión que acabamos de presentar nos conduce a admitir que en los siglos XII y XIII había catorce baños. Una decena estaban en servicio en el siglo XII y quizás durante parte del siglo XIII, mientras que algunos de ellos, que aparecen en los textos como “derribado“ 30 o “hundido” 31, ya no lo estaban en la primera mitad del XIII. 

El número de baños en funcionamiento va disminuyendo a lo largo del siglo XIV.

 Solamente dos barrios llevan el nombre de sus baños a fines del siglo XV, el de Hamanzeit y el del Cenizar; este último tiene “nueve posisiones con las casas derribadas…”32 .

 En el inventario de 1491-1492 reparé en un grupo de cuatro casas abovedadas, llamado bovedas en el texto, que rentaban al cabildo entre 20 y 55 maravedís anuales. Buscando su ubicación y tratando de identificarlo he encontrado un baño, que quiero describir. 2.

 Un ejemplo de baño islámico: el baño llamado “de San Sebastián de Yuso”33 Tratando de identificar las ”bóvedas” citadas en la documentación de fines del siglo XIV, me llamó la atención un edificio en muy mal estado, situado a menos de 100 metros de la iglesia de San Sebastián, al noreste del molino de San Sebastián, en un fuerte desnivel. 

Este edificio, cuyo muro sur ya estaba reventado bastante antes de 1997 (figura 1), ofrecía a simple vista tres salas abovedadas, orientadas de norte a sur, paralelas y contiguas. Un análisis cuidadoso del estado actual del edificio pone de manifiesto los elementos siguientes:

Resultado de imagen de baño de san sebastián de yuso
- Una sala en dirección oeste-este, sin comunicación directa con las tres salas perpendiculares a ella y paralelas entre sí. - Al este, una sala rectangular, la más larga de todas, cubierta con bóveda de cañón. - En medio, una sala rectangular dividida en dos partes desiguales, ambas cubiertas por bóveda de cañón. La menor tiene una pequeña alcoba. 

- Al poniente, una sala rectangular, de bóveda de cañón; tiene en su extremo sur un ábside de planta cuadrada; en el extremo opuesto, si bien en la actualidad está interrumpida, la bóveda de cañón protegía dos alcobas separadas de la parte central por arcos geminados, de los cuales solo se han conservado la traza de un arco de medio punto, los muretes y una jamba.

 - Un arco de medio punto en el muro oeste de la sala de poniente.

 - El espesor notable de los muros (figura 1), particularmente del muro oeste de la sala de poniente (1.30m). Hay que añadir que hasta hace unos años se conservaba todavía una canalización de agua al oeste de la sala de poniente, en un área hoy destruida. 

Tenemos en este edificio los elementos suficientes para considerar que estas estructuras abovedadas constituyen los restos de un baño islámico “conservado, como muchos otros en España, gracias a la solidez de su construcción” . 

Comparando las medidas de las salas actuales y las que se tomaron a los sótanos en el siglo XV llegamos a la conclusión de que las “bóvedas” medievales corresponden a un baño que hemos denominado “de Yuso”.

 La utilización como habitáculo humano que se vino dando a este baño y a algunos más (figura 2) contribuyó a evitar la ruina de la estructura y a conservarla. 



El plano a que obedecen estas bóvedas corresponde al plano genérico de los baños islámicos toledanos, que resumiremos así:

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 - Una entrada al baño, destruida en el baño de Yuso . - Tres salas con bóvedas de cañón poco altas, cuyas funciones se manifiestan claramente (figura 3). 

En la sala oriental estaba el cuarto frío (al-bayt al-barid); en la sala intermedia el templado (albayt al-wastani); y por último a la sala de poniente correspondía la sala caliente (al-bayt al-sajun) iluminada por tragaluces. 
- Muros muy gruesos, sobre todo en las salas templada y caliente. 

- Un horno y un caldero sobrepuesto, embutidos en el arco abierto en el grueso muro de poniente de la sala caliente.

 - Un hipocausto, bajo el suelo de la sala caliente y a un nivel más bajo que el suelo de la sala intermedia. 

- Un cuarto de servicio - leñera, al oeste de la sala caliente, que ha desaparecido en el baño de Yuso. 

El aire caliente que venía del fogón circulaba por el hipocausto y se evacuaba por las chimeneas, practicadas una en el muro exterior y otra en el muro común a las salas caliente e intermedia. 

De todos los elementos que componen un baño islámico, los que más a menudo se conservan y los más fácilmente identificables son sin duda las salas abovedadas contiguas, completadas en el mejor de los casos por tragaluces. Si bien la presencia de sótanos contiguos con bóveda de cañón en un edificio actual es motivo más que suficiente para orientar al investigador hacia la existencia de un baño medieval, ello no es sin embargo un elemento definitivo. 

El investigador debe obligatoriamente enriquecer la argumentación, ya sea con la información suministrada por textos antiguos, o bien estudiando otros elementos convergentes relacionados con las necesidades de funcionamiento de un baño. Vamos a ocuparnos concretamente de estos en el punto siguiente de nuestra exposición.

http://www.toledohistorico.es/presentacion/pdfs/Art%20Banyos%20arabes%20Toledo.pdf

sábado, 28 de enero de 2017

Festival Celestina de La Puebla de Montalbán

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La localidad toledana de La Puebla de Montalbán es uno de los lugares de mayor atractivo turístico de su provincia por sus diversas excelencias. 

Entre ellas destaca su relación con la literatura española más importante de todos los tiempos y es que un antiguo local suyo (Mesón Plaza) es uno de los principales escenarios de la conocida obra “La Celestina”.

Por tal motivo, muchas son las personas que se hospedan año tras año en los diversos alojamientos de La Puebla de Montalbán para disfrutar del Festival Celestina que se viene celebrando a finales del mes de agosto.

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Desde 1999 viene teniendo lugar este evento literario con el que se persigue homenajear tanto a la mencionada tragicomedia como al autor de la misma (Fernando de Rojas) que nació en esta villa. 

Y se hace recreando con absoluta fidelidad cómo se vivía en la época en la que se escribió esta citada obra, finales del siglo XV y principios del XVI.

Por tal motivo, durante varios días, la ciudad toledana se convierte en un hervidero de representaciones teatrales, espectáculos multimedia, mercados medievales, recitales de música antigua o cuentacuentos infantiles.

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Las siete cuevas existentes en La Puebla de Montalbán son los principales escenarios en los que se ponen en escena las obras de cada edición.

Lugares que otorgan una magia especial a este festival que ha conseguido convertirse en un referente teatral no sólo a nivel regional sino también nacional. 

Y en parte ello se debe a que todos los vecinos se vuelcan sobremanera en este evento para lograr la admiración de todos aquellos que asistan.

mariamerino | mayo 3, 2011
http://turismoenpueblos.es/toledo/el-festival-celestina-de-la-puebla-de-montalban/324/

Las Navillas, en el corazón de los Montes de Toledo

Los amantes del turismo rural que quieran pasar una estancia en la provincia de Toledo tienen entre una de sus mejores opciones el visitar la aldea de Las Navillas pues no sólo cuenta con diversos alojamientos de este tipo sino que además ofrece la oportunidad de que quien llegue pueda maravillarse con el entorno natural que posee.

Las Navillas

En el corazón de los Montes de Toledo y más concretamente enclavado en uno de los mejores robledales que existe en todo el territorio español es donde se encuentra la villa que nos ocupa. 

La pedanía de Las Navillas se encuentra al sur del municipio de Menasalbas y a 52 km de Toledo, , enclavado en uno de los mejores robledales de España, en pleno corazón de los Montes de Toledo, que conserva todavía el sabor y la tranquilidad de los pueblos de antes.

Resultado de imagen de las navillas toledoUn lugar que deja asombrado a quien lo visita por su belleza y es que llama la atención la impresionante presencia del arroyo Marchés o el conjunto de flora existente. 

Esta se compone básicamente de encinas, arces, rebollos o fresnos.

Todo este entorno permite no sólo disfrutar del paisaje sino también gozar practicando actividades al aire libre tales como senderismo o rutas con la bicicleta. 

Pero Las Navillas es mucho más y es que también ofrece al visitante la posibilidad de admirar su patrimonio histórico y artístico.

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En este último sentido se puede conocer in situ edificaciones de gran calado en este lugar como es, por ejemplo, la Iglesia Parroquial que fue construida a mediados del siglo XX con sillares de granito.

De la misma forma, tampoco nadie puede marcharse sin admirar in situ antes las diversas tumbas antropoformas que se encuentran talladas en las rocas. Junto a la Cañada Real es donde se ubican estas que desde luego merecen ser admiradas por la importancia que tienen desde el punto de vista histórico.

mariamerino | abril 25, 2012 
http://turismoenpueblos.es/toledo/las-navillas-en-el-corazon-de-los-montes-de-toledo/903/

viernes, 27 de enero de 2017

Toledo, ciudad rica y de mucho trato

Esta ciudad es muy rica y de mucho trato. Viven en ella más de diez mil personas con la labor de lana y seda: hácense en ella más bonetes y gorras, y otras cosas de lana hechas con aguja, más que en ninguna parte de España. Tiene esta ciudad diez y siete plazas bien proveídas con todos mantenimientos y cosas a la vida humana necesarias. 

En las riberas del río Tajo tiene esta ciudad muchas huertas y arboledas, especialmente dos sotos muy grandes y hermosos, llenos de muchas frescuras y frutales.

Lucio Marineo. De las cosas memorables de España (1530)


 
 
 








http://miratoledo.blogspot.com.es/

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