No hay duda. Este caso lo debe resolver un experto, piensa para si José Azuela mientras camina por el patio de la enfermería en el convento de las franciscanas. Ha estado observando con detalle unos viejos tableros arrumbados en el palacio del ala norte de este claustro.
El viejo salón medieval acumula maderas, apiladas casi hasta el techo, rozando el alfarje decorado con flores de lis. Huele a madera vieja, mezcla de resina de pino y aceite de linaza. Las pruebas del delito llevan muchos años durmiendo en este trastero, antiguo salón de reyes, quizás siglos, y nadie ha sido capaz de resolver este rompecabezas.
Ya es hora de tomar cartas en el asunto, murmura en voz baja. Sale despacio para no tropezar con unas alfarjías dispuestas al pie de la doble puerta y se dirige atravesando el patio hacia la huerta donde la madre abadesa le está esperando, atrás las gorroneras gimen al volver el portón a descansar arrimado en el paredón …
Así como una novela policíaca empieza nuestra entrada de hoy. Y algo de ello tiene el asunto que hoy queremos contarles. Hace unos años, el que suscribe, tuvo la oportunidad de acceder a varios conventos de clausura con objeto de realizar un trabajo de investigación sobre la carpintería de armar en Toledo. Este estudio tenía como ruta de paso obligada el convento de Santa Isabel, espacio singular donde se encuentran quizás los mejores “artesonados” de nuestra ciudad. No obstante, aunque pude observar gran número de forjados y armaduras de madera, se apreciaba con facilidad que faltaban numerosos elementos originales de cubrición de las estancias.
Hay constancia, según cuenta el historiador del arte Juan Antonio Gaya Nuño en su libro “La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos”, que en el siglo XX fueron enajenados diversos elementos artísticos, entre ellos elementos de carpintería, del citado convento. Al parecer una de las zonas más afectadas fue el Claustro de los Naranjos, y más en concreto las estancias que lo rodean.
Amador de los Ríos describe en una de sus obras, haciendo referencia a una de estas estancias, que a principios del siglo XX disponía esta de una “rica techumbre plana, de tracería mudéjar, que aún en muchas partes conservaba la espléndida decoración polícroma que la enriquecía”. Esta techumbre ocupaba una sala de la crujía sur del mencionado claustro, inmediatamente antes de acceder a la llamada “Sala de la Fundadora”. Hoy en día ninguno de los salones que rodean el Claustro de los Naranjos tiene forjados de madera con elementos decorativos reseñables y de la “rica techumbre plana” no queda rastro de ella … o quizás si. Revisando las estancias que rodean el patio de la enfermería pude encontrar en una de ellas numerosos restos de un estropeado taujel.
Para nuestros lectores que no conozcan lo que es un taujel daremos algún dato aclaratorio: en general en los forjados de madera las vigas están visibles, pero no sucede así en los taujeles.
Estos techos planos tienen por base un forjado normal y corriente, pero cubierto por su cara inferior por una tablazón en la que generalmente se dispone una labor de lazo o se graban los motivos decorativos directamente sobre la madera.
Los taujeles no son muy comunes en Toledo, o por lo menos no han llegado muchos a nuestro tiempo actual, quizás el motivo sea su “fácil” desmontaje y expolio en comparación con otros elementos de carpintería que cumplen función estructural.
Los restos de nuestro taujel estaban apilados junto a numerosas vigas, que las monjas con previsora paciencia habían guardado para futuras reparaciones en el convento. Ni siquiera las hermanas más mayores sabían de su origen ni de su ubicación original dentro del convento. En aquel momento no se pudo hacer más por este taujel, sólo rogar a las monjas una especial dedicación por esos viejos tableros que, a modo de rompecabezas gigante, se disponían ahora sobre los tapiales del patio de la enfermería para una sesión fotográfica. Con la creación del Consorcio de la Ciudad de Toledo se pudo intervenir en el año 2001 sobre una parte importante del convento.
Plano parcial Convento de Santa Isabel, Toledo. Dibujo de Enrique Nuere Matauco
En el año 2002 el Consorcio de la Ciudad de Toledo encargó al doctor arquitecto D. Enrique Nuere Matauco, experto conocedor de la carpintería de armar, la realización de una propuesta arquitectónica para una segunda fase de intervención en el convento de Santa Isabel. D. Enrique pudo estudiar , clasificar e inventariar con detalle todas las piezas del taujel y sorprendentemente reproducir su diseño modular, gracias a la disciplina que el trazado de lacería imponía en el conjunto.
Levantamiento planimétrico. Restos de un taujel encontrado en el Convento de Santa Isabel, Toledo. Dibujos de Enrique Nuere Matauco. Consorcio de la Ciudad de Toledo
Una vez obtenidos estos datos sólo faltaba buscar la estancia sobre cuyo techo se disponía el monumental puzle.
El enigma se pudo resolver con facilidad al comprobar que los tableros del taujel encajaban a la perfección en la Sala Capitular, en el ala oeste del Patio de los Naranjos.
Si bien no era la sala que describía Amador de los Ríos, se puede entender que el recurso decorativo del conjunto del claustro para resolver los techos de los salones fuese similar en todos ellos.
Esto mismo se puede observar en todas las armaduras de madera del convento, las cuales se agrupan por zonas y estilos decorativos.
Dibujo de Enrique Nuere Matauco. Consorcio de la Ciudad de Toledo.
Esta sala perdió su techo decorado en alguna reforma, probablemente por ruina del forjado que lo sustentaba, quedando solamente un bello friso de mocárabes desangelado que rodeaba la sala en su parte alta.
Lamentablemente no se pudo completar, por diversos motivos, todo lo inicialmente previsto en la segunda fase de intervención y entre las cuestiones pendientes quedó la reconstrucción del taujel perdido.
Esperemos que en un futuro no muy lejano se puedan armar los tableros de estrellas del taujel perdido.
Apilado en algún lugar del convento duerme el desvencijado rompecabezas arrullado por el silencio conventual, soñando con tiempos pasados de esplendor y belleza.
por Jose María Gutiérrez Arias
Fuente: http://consorciotoledo.wordpress.com/2014/03/09/el-caso-del-taujel-perdido/
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