La ciudad de Toledo tiene su antecedente en Toletum, nombre que los romanos dieron a este asentamiento a orillas del río Tajo tras su conquista en el 190 a. C. La ciudad mantuvo su importancia durante siglos y, en época visigoda, llegó a convertirse en capital de Hispania (s. VI).
La llegada de los árabes en el siglo VIII, unida a la presencia de cristianos y judíos, hizo de Toledo la "ciudad de las tres culturas". Fue ésta una de las épocas de mayor esplendor de Toledo, ya que, entre otros hechos destacables, se fundó la célebre Escuela de Traductores de Toledo. Posteriormente, con la subida al trono de Carlos V en 1519, la ciudad se convertiría en capital imperial.
La convivencia durante siglos de cristianos, árabes y judíos ha quedado reflejado en forma de un gran legado artístico y cultural. El laberinto de calles que conforma el casco histórico de Toledo está únicamente limitado por murallas en las que se fueron abriendo innumerables puertas. La puerta de Bisagra, presidida por dos cuerpos y un gran escudo imperial, constituye el principal acceso a la ciudad intramuros.
Esta señorial puerta de origen musulmán consta de un patio central y fue remodelada bajo el reinado de Carlos I. La puerta de Alfonso VI o puerta Vieja de Bisagra, construida en el 838, es uno de los más fieles reflejos de arte musulmán en la ciudad. En el siglo XIII fue levantada la puerta del Sol, de estilo mudéjar y que contiene los restos de un sarcófago paleocristiano.
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