Los duques (dux, ducis) eran gobernadores de las provincias (ducados). Pertenecían a la estirpe real. Mandaban un ejercito formado por Thiufas, unidad de mil hombres mandada por un thiufado.
El quingentenario mandaba un batallón de 500 hombres. El centenario mandaba cien hombres. El decano, diez, formadas en los útimos tiempos también por saiones y buccellarii.
Los condes (comes, comitatis) gobernaban un condado, una ciudad y su “territoria”, unidad territorial subordinada a la provincia. Es el antiguo “municipio romano” es decir una comarca con una ciudad importante. Tenían funciones militares.
Otros funcionarios menores, que controlaban la recaudación de impuestos, eran los numerarios, exactores, tabularios, talonarios y susceptores.
Las estirpes senatoriales del Imperio romano siguieron estando en la cúspide social. Algún senador desempeñó el cargo de duque, como Claudio, duque de Galicia. A través de la Iglesia desde el III C. de Toledo tuvieron gran influencia política.
Los visigodos pretendieron instaurar un Estado centralizado, a cuya cabeza estaba la institución monárquica con tendencia hereditaria. El rey era el jefe supremo de la comunidad y tenía amplios poderes judiciales, legislativos, militares y administrativos. Para reforzar su prestigio, los reyes visigodos adoptaron los atributos y el ceremonial de los emperadores. El rito de la 'unción regia', que recibían de los obispos, les confería carácter sagrado.
En el IV Concilio de Toledo (633) se aprobó, de acuerdo con la tradición romano-católica, que el Rey tenía que ser elegido con la aprobación de los obispos en Toledo o en el lugar de muerte del monarca. Tanto los duques (de sangre real) como los condes pertenecían a los escalones más altos de la nobleza y se erigieron en los grandes funcionarios de la administración territorial. Las grandes asambleas políticas del reino fueron el Aula Regia y los Concilios.
Vivía principalmente en las ciudades. Entre ellos había artesanos de todo tipo: orfebres, herreros, arquitectos, ingenieros, escultores, toreutas, canteros, carpinteros, tintoreros, curtidores, médicos, maestros, etc. Algunos oficios eran muy considerados y pagados.
En las ciudades importantes siguieron las comunidades de judíos del Bajo Imperio que se dedicaban al comercio, y que desde Caracalla en 212 eran considerados ciudadanos romanos. Tenían un estatus medio-alto y algunos eran muy ricos, como los transmarinii negotiatores. A partir de Recaredo empezaron a ser perseguidos y acosados con más o menos intensidad según épocas.
En ciertas ciudades vivían también algunos griegos y sirios dedicados al comercio transmediterráneo. Principalmente en la provincia llamada Spania (ni: ñ) por el Imperio bizantino desde mediados del s. VI hasta que fueron expulsados en 625 por el rey Suintila, aprovechándose del acoso mahometano al Imperio por el Este.
Los possesores eran los campesinos propietarios, que también se les denomina ingenui, privati y viliores personae, que servían como peones en el ejército.
Los rusticani eran los más pobres.
Javier Albert Gutiérrez
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