jueves, 13 de agosto de 2020

La Puebla de Almoradiel en 1511. La iglesia, el mayordomo Antón García y la campana nueva

File:La Puebla de Almoradiel.png - Wikipedia, le encyclopedia libereTres años han pasado desde los años de calamidades que asolaron los lugares y las villas de la Mancha Santiaguista. 

Hasta La Puebla de Almoradiel llegan el 24 de julio del año 1511, en visita de la Orden de Santiago, los reformadores Alonso Hernández Diosdado, caballero de la Orden, el bachiller Juan González, cura de Usagre, el bachiller Pero González de Mérida, cura de Lobón, ambos en la Provincia de León, y Pedro de Parada, alguacil fiscal de la visita. 

Son recibidos por el cura párroco, fray Diego de Guardamiño, los alcaldes ordinarios Jorge Novillo y Fernán García, así como por todos los hombres buenos de la villa, es decir, los hombres notables y de juicio recto de la villa.

Para la Orden de Santiago no había cambiado el gobierno de La Puebla, los diezmos pertenecían a la Encomienda de Corral de Almaguer, administrados por el mayordomo Jorge Novillo en nombre del comendador don Íñigo Manrique de Lara. 

La pandemia, sequías y hambrunas pasadas han hecho decrecer la población de los 96 vecinos censados en 1508 a los 80 vecinos en este 1511, es decir, un decremento del 17% en tan solo tres años. Sin embargo, se denota que la crisis ha pasado, pues hay tres nuevos caballeros de cuantía, Jorge Novillo, Benito Ortiz y Antón García.





Iglesia parroquial de San Juan Bautista

Este año de 1511 tenemos más información de cómo era la iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista:

Era de una sola nave con techado a dos aguas, las paredes construidas de tapiería sobre sus cimientos; la parte del techo de madera de pino labrado con sus vigas a par e hilera, pintadas una parte de ellas, cubiertas de ripia a cinta y saetino.

Et luego, fueron a la yglesia de la dicha villa, que es del advocaçión de San Juan. La qual es de una nave a dos aguas, las paredes de tapiería sobre sus çimyentos, e lo alto de ella de buen maderamyento de pino labrado, de çinta e saetyno con sus vigas a pares e algo de ellas pintado

Los techados a dos aguas, en este pirncipio de siglo se solían hacer a par e hilera, es decir, se instalaba una viga maestra, jácena o hilera, todo lo largo de la nave, apoyadas en ella, y clavadas con clavos bellotes, se instalaban las vigas, los pares, que apoyaban por el otro extremo en el muro de tapiería. 

Para cerrar las vigas y conformar el techado se instalaban unas tablas delgadas, más largas que anchas, llamadas ripias, clavadas sobre los pares; en nuestra iglesia las ripias se instalaron en forma de cinta e saetino; las tablas se colocaban perpendicularmente unas a otras formando una espiga, al igual que se instalan muchos parqués en las casas actuales; el cierre del techo formaría así un bonito dibujo espigado. 

Encima de las ripias se ponía una capa de tierra, para cerrar las posibles uniones que quedasen entre ellas, y sobre la capa de tierra la teja. En estas iglesias primitivas sin bóveda, era muy frecuente ver caer polvo de la tierra del techado sobre los feligreses que acudían a los oficios divinos. 

Decir también que los suelos de las iglesias eran de tierra; además eran un gran cementerio llenos de tumbas, que al abrirse y cerrarse continuamente por los enterramientos que se producían dejaban el suelo como un auténtico campo de labranza.

 Las mujeres se sentaban separadas de los hombres, hacia el final de la iglesia, no estaba permitido mezclarse entre ellos ni aun cuando se iba a comulgar, se sentaban sobre alfombras en el suelo, a lo que se llamaba “sentarse a la mujera” o como decían los foráneos que visitaban nuestra tierra “sentarse a la española”. Vean el grado de sometimiento al que estaban forzado las mujeres.

La capilla principal, la del Altar Mayor, estaba abovedada y construida a cal y canto. A ambos lados de la principal se situaban otras dos capillas de tapiería con maderamiento de pino. La iglesia tenía cinco altares limpios y bien adornados con sus corporales, encima de ellos se habían colocado ciertas imágenes, algunas pintadas, otras eran de bulto. 

A los pies de la iglesia se había construido una tribuna de madera de pino muy bien labrada, el coro; bajo ella estaba la pila de bautizar de piedra de granito con su tapa de madera; allí se guardaba también unas crismeras de estaño que contenían el óleo, el óleo de los enfermos y el crisma.


Interior de la iglesia de La Puebla de Almoradiel. Foto PH Gégé

La iglesia tenía dos portadas de entrada, con sus puertas y cerraduras. A los pies una torrecilla hecha de yeso para alojar las campanas.

Después de oída misa, los reformadores visitaron el Santo Sacramento. A mano derecha del Altar Mayor habían construido un Sagrario de yeso, con sus puertas y cerradura. Dentro había un cofrecito de madera, chapado, con una llave. En el interior del cofre, entre hijuelas y corporales, una caja de plata, con una cruceta encima, que pesaría un marco (230 gr) donde se guardaban las Sagradas Formas.

Ornamentos de plata:

Tenían una gran cruz de plata sobre madera, con su crucifijo y diez esmaltes, con su pie y manzana, que pesaba seis marcos (1.380 gr).

Un cáliz de plata blanco con su patena que pesaba marco y medio. Otro cáliz de plata, el bebedero dorado, con un crucifijo dorado en la peana, con su patena, que pesaba unos dos marcos.

Una custodia de plata dorada, con su cruz, luneta, vidrieras, bonita y de muy buena obra, que habían mandado hacer los visitadores pasados; pesaba unos seis marcos y unas cuantas onzas. Se guardaba en una caja de madera.

Ornamentos para el culto:

Una casulla nueva de carmesipelo, con su cenefa y alcachofas de oro bajo, con su manípulo adornado de lo mismo.

Otra casulla vieja de carmesí raso, con cenefa de oro bajo, con su estola y manípulo. Otra casulla de zarzahán hecha pedazos.

Una capa nueva de terciopelo morado, con cenefa de oro bajo y capilla; esta capa es la que los visitadores pasados mandaron hacer con la venta de la yegua que dejó en testamento la mujer de Juan Ortiz, y el dinero que faltó lo puso la iglesia.

Dos vestidos viejos de lienzo, con sus albas.

Un frontal bueno de zarzahán, regalo de la reina Isabel la Católica que dejó en su testamento. Otro frontal viejo de guadamecí. Otro frontal de lienzo pintado con la Salutación, que estaba en la capilla de Martín López.

Unos manteles de lienzo, puestos en el Altar Mayor. En los otros altares se ponían manteles que colocaban los dueños de las capillas, que ponían cuando querían.

Dos pares de tobajas blancas.
Un paño de lienzo negro para delante del Sacramento.
Una camisa de Bretaña puesta sobre una imagen.
Una alfombra que dejó a la iglesia La Carriona.

Libros y misales:

Casi todos los libros se encontraron en muy mal uso, excepto alguno recién adquirido.

Un misal toledano mixto, de molde. Mixto quería decir para el culto mozárabe y de la iglesia de Roma; de molde que estaba hecho en letras de imprenta, no copiado a mano como los que se usaban; es la irrupción de la imprenta, que hacía pocos años que se inventó, en los libros litúrgicos.

Un misal, dominical, viejo y sin provecho, escrito sobre pergamino, es decir, sobre piel de animal.
Un breviario toledano hecho pedazos.
Un misal pequeño de misas votivas, sin poderse aprovechar.




Un cuaderno para dar los sacramentos. Un sacramental de molde.

Un oficiero, dominical, que estaba recién comprado, hecho en pergamino, de quinta regla. Este oficiero estaba dedicado a la liturgia cantada; para que el lector se familiarice con ellos, son esos libros grandes para el canto que se colocaban sobre los atriles o facistores en las tribunas de las iglesias.

Un manual de molde toledano para administrar los sacramentos.

Cosas de metal:

Se había hecho una campana nueva, grande, a la que se había consagrado, y que se instaló en la torrecilla del campanario. Después había una campana mediana y otra pequeña. Estas tres campanas era todo el aviso del campanario.

Una rueda con doce campanillas y una campanilla de mano.

Dos hierros para hacer las hostias y dos candeleros buenos de latón. Los hierros de hostias eran como dos planchas de hierro, una de ellas tenía los moldes de las distintas formas que se iban a fabricar, al bajar la otra tapa y hornear se obtenían las hostias.

Un incensario de latón y un acetre.
Un par de ampollas viejas de estaño.
Una cruz grande y vieja de cobre, otra chiquita.
Una lámpara con su bacín de latón.

Cosas de madera:

Una buena arca con su cerradura. Otra arca que se guardaba en casa de Martín López donde se confinaba el Sacramento; él la había comprado para la iglesia con la condición de tenerla en su casa.

Un candelero para la liturgia de Tinieblas.
Dos ciriales viejos de madera.
Unas andas para llevar el Sacramento en procesión.
Un portapaz bueno en madera dorada.

El mayordomo

Una de las personas fundamentales para la organización y funcionamiento de las iglesias medievales y del siglo XVI, era el mayordomo de la iglesia. Era, generalmente, una persona de las más principales de la población quien se ocupaba de llevar las cuentas y mantenimiento de la iglesia. Este año de 1511 era mayordomo el caballero cuantioso Antón García.

Los reformadores le tomaron las cuentas de maravedís recibidos, gastados y el alcance de ellas, la diferencia. Parece ser que en la anterior visita del Prior de Uclés, don Per Alonso, se tomó cuenta al anterior mayordomo, al que dieron por alcance de las anteriores visitas una cifra acumulada de 37.196 maravedís, a la que se quitó lo gastado y descargos, quedando un alcance final para el anterior mayordomo de 6.959 maravedís y medio, más seis fanegas y once celemines de cebada, dieciséis fanegas y once celemines de centeno, y cuatro arrobas de vino. Todo ello se entregó al nuevo mayordomo Antón García.

Quedó en su poder, desde que fue mayordomo, el dinero por la venta del pan y vino que recibió del anterior mayordomo; lo que recibió de corderos y lana del dezmero excusado correspondiente a los años 10 y 11, que igualmente vendió; de la venta de un bocarán que había sobrado de una vestimenta; de la venta de los añinos del año 1510; de lo obtenido del diezmo de pollos del excusado del año 10; de la venta de 19 fanegas de trigo, 76 fanegas y un celemín de cebada, centeno y escaña del diezmo del excusado; de las rentas de las tierras del año 10.

Conviene la aclaración de todos estos nuevos conceptos. El dezmero excusado era una de las tres haciendas mayores de La Puebla que, por consiguiente, debían pagar una gran cantidad de diezmos. La Hacienda Real le excusaba de pagar los diezmos a ella para que se los entregara a la iglesia, de ahí venía el nombre de dezmero excusado. Se llamaba pan a todo tipo de grano, trigo, cebada, centeno, etc. El bocarán era una tela coloreada más basta y gruesa que la holanda. 

El añino era la piel del cordero de un año al que no se había esquilado la lana. La fanega de trigo equivale a unos 43 kg, la de cebada a unos 38 kg. El celemín es la doceava parte de la fanega. El trigo escaña es una variedad antigua del trigo; como curiosidad decir que en el estómago de Ötzi, la momia congelada encontrada en los Alpes correspondiente al 3.000 aC, se encontraron restos de trigo escaña.

Los precios a los que se vendieron los distintos granos, los que manejó el mayordomo Antón García, fueron: 80 maravedís la fanega de trigo y a mitad de precio, a 40 maravedís, la fanega de cebada, centeno y escaña. Estos precios nos sirven de comparativa para establecer relaciones con los precios actuales.

El mayordomo también obtuvo 27 maravedís por la renta de la luminaria, más 40 maravedís que pagó Pedro Martínez Pedroche por su sepultura.

Todo unido dio un valor de 10.201 mrs que sumado al alcance que le entregaron, 6.959 mrs y medio, dio un valor total de 17.160 mrs y medio.

Después dio los gastos en que había incurrido en el período de su mayordomía. Gastó 269 mrs y medio en comprar aceite para la lámpara; en estas iglesias era obligatorio tener encendida una lámpara toda la noche, delante del Sagrario, de la que se encargaba el sacristán normalmente. Gastó 1.598 mrs en otras compras menudas, como papel para escribir, cera, jornales a obreros para el mantenimiento de la iglesia, incienso y otros gastos. Pagó al maestro campanero que hizo la campana nueva 13.500 mrs. Todo junto dio un gasto de 15.367 mrs y medio.

De manera que Antón García quedó alcanzado en la diferencia de las dos cantidades, la de ingresos y la de gastos, siendo el alcance de 1.793 mrs. Juró las cuentas ante el cura párroco y los oficiales del concejo y lo dejaron en el oficio de mayordomo hasta que cumpliese el año.

Quedó añadir a los ingresos las siguientes cantidades que no se pudieron contabilizar: el vino del dezmero excusado del año 1510, que no se pudo vender y podría ser unas 20 arrobas; todo el pan del excusado y la renta de las tierras del año de 1511; quedó fuera de la cuenta los añinos, el vino, diezmo de pollos y otras cosas menudas que debía diezmar el dezmero excusado en el año 11, más los corderos y el diezmo de lana. Como se aprecia quedó una importante cantidad de dinero en diezmos pendientes.

Terminadas de ver las cuentas de la iglesia, los reformadores de la Orden de Santiago mandaron al mayordomo que hiciera las siguientes compras:

Con los maravedís del alcance, más todos los diezmos que quedaban pendientes de vender y cobrar, debía comprar un libro de cinco historias para la liturgia de la iglesia, más un dominical mixto de lectura y cantoría.

Le mandaron comprar unas crismeras de plata de un marco de peso. Que se pusiera una llave en el armario de la capilla y que se guardase allí el óleo y crisma. Que se comprase un libro de pergamino y se lo entregase al cura, para que escribiese en él todos los que se bautizaren, conforme a lo establecido por la Orden. Si esto se cumplió y se conservase el libro en la iglesia, sería uno de los registros más antiguos de bautizados en toda la Mancha Santiaguista.

Mandaron poner una barra de hierro con candado, para cerrar la pila de bautizar.

Mandaron que encargase un alba nueva con su amito y sobrepelliz de lienzo.

Posesiones de la fábrica de la iglesia

Se denominaba fábrica de la iglesia, a todas las pertenencias y bienes que producían unas rentas que se empleaban en el mantenimiento y reforma de su edificio.

Además de las tierras, le pertenecía los diezmos del dezmero excusado, lo que rentaba el bacín que se pasaba en las misas y las ventas de las sepulturas. En las iglesias de la Mancha Santiaguista se enterraba en el exterior, en cementerios adosados a ellas y de procedencia medieval, y en su interior. Se cobraba por todo, por la venta de la sepultura y por el enterramiento; las sepulturas tenían un precio de mayor a menor según su disposición, cuanto más cerca del Altar Mayor más caras (se estaba más cerca de Dios), para ir decreciendo hasta llegar a la tribuna en los pies de la iglesia.

Una tierra camino de la ermita de Santa María Magdalena, de 15 fanegas, en la linde con el camino de Miguel Ortiz.

Un haza a la mano izquierda de dicho camino, de 3 fanegas, linde con Juan Ortiz.
Un haza camino del Pintado, de 4 fanegas, linde del camino y termina donde los de Guadalajara.
Un haza cerca del Pozo Salobre, de 3 almudes (fanega y media), linde de Juan López de Cañizares.
Un haza camino del Salobre, a mano derecha, de 3 fanegas, alinda con los herederos de Guadalajara.
Un haza linde del Ejido y del haza de Juan López Cañizares, de 3 almudes.
Un haza camino del Tovengo, de 2 fanegas, linde de herederos de Alonso Muñoz.
Un haza que llaman la Hoya de Alcardazo, de 3 almudes.
Un haza tras la casa de Hernando de Ortiz, de 3 fanegas. Otra junto a esa casa, de media fanega.
Un haza a la mano derecha del camino de Tajahierro, de 3 fanegas, linde de la tierra de Juan Hernández de Pascual Hernández.
Un solar de casa en la calle del Rey, junto a la de Juan Hernández.
Una tierra en la Hoya de Alcardazo, de 5 fanegas.

Beneficio curado

Se denominaba beneficio curado al conjunto de tierras, bienes, prebendas y privilegios que recibía el cura párroco por ejercer su oficio de administrar los sacramentos, para que pudiera vivir decorosamente.

Servía el beneficio curado de La Puebla, fray Diego de Guardamiño, fraile de la Orden de Santo Domingo, que inicialmente fue puesto como sustituto del freire de la Orden de Santiago titular, Antonio López, quien había perdido el juicio en 1495, y, posteriormente, fue confirmado por colación canónica de los Priores de Uclés y bula del Papa Sixto IV.




Tenía entre sus pertenencias el bacín de las Ánimas del Purgatorio, con cargo de decir una misa cada domingo por la tarde, y el mes de María el oficio acostumbrado.

Disponía de una casa en La Puebla junto al cementerio de la iglesia, donde vivía.

Le correspondía todas las posesiones de la ermita de la Magdalena, a cambio de oficiar una misa en ella cada mes. Entre esos bienes se encontraban:

El paso del ganado por el puente del Gigüela, situado bajo la ermita, que rentaba un ducado cada año.

Mil vides hechas parrales hacia las viñas de Miguel Esteban.

Una tierra de parrales de 3 almudes, linde del camino que va de Quintanar a Miguel Esteban.

Una tierra de majuelos parrales en el Cerro, cerca del camino a Mirabel que va por la Navablanquilla, alinde con el majuelo de Ludeña. Mirabel fue un antiguo lugar en el término de Miguel Esteban, origen de una de las más antiguas encomiendas de la Mancha Santiaguista; tenía Casa Encomienda, donde residían los comendadores y casa de pecheros, de ella dependía Miguel Esteban y los hornos de poya de La Mota; acabó despoblándose y su último comendador residía en Madrid, en el Convento de los Jerónimos.

Una tierra parral de 2 celemines, linde del camino que va a Miguel Esteban por Mirabel.
Una viña de 650 vides en el pavo del Cerrillo del Rey, linde con Juan de Vela.

Poseía, además, la dicha ermita, 27 cabezas de ganado lanar y cabrío, más otras 75 ovejas que pertenecían al beneficio y que dejó en testamento Juan de Alonso Martínez, a cambio de que se oficiase una misa cada semana por la salvación de su alma. 

Todo ese ganado se vendió por mandato del Prior de Uclés, don Per Alonso, porque decía que todo el dinero se perdía en usura y no rentaba nada de provecho. Se obtuvo por la venta tres mil y pico maravedís que dijo se emplearan en la compra de alguna heredad que rentase algo al beneficio.


Iglesia de La Puebla de Almoradiel

Ermita de Santa María Magdalena

Estaba a un cuarto de legua de la villa, antiguo asentamiento de Al murad ied, el castillo pequeño, desde donde se trasladaron sus habitantes para formar la nueva Puebla de Almoradiel.

Tenía una capilla abovedada, toda construida en piedra y yeso (a cal y canto). En el altar una imagen de la Magdalena. El cuerpo de la iglesia era de tapiería de tierra soportada con pilares de yeso. Tenía puertas, pero sin cerradura. Tenía una buena campana. La ermita se encontraba razonablemente reparada.

Los reformadores de la Orden de Santiago mandaron a fray Diego de Guardamiño que pusiera cerradura en las puertas y retejase el tejado. No se encontraba el mayordomo en la villa y no se pudo relacionar los pocos y pobres ornamentos que tenía la ermita.

En la ermita se habían hecho dos capillas a ambos costados de la capilla principal, pero las personas que las habían hecho no las habían dotado de bienes algunos con los que se pudieran mantener; los reformadores mandaron al cura que, en el plazo de un año, mandase a los propietarios que las dotasen convenientemente, y si no lo hicieren, pasado dicho término, quedarían anexas a la fábrica de la iglesia.

Casa Encomienda

Regentaba los diezmos de la Casa Encomienda el mayordomo Jorge Novillo, en nombre del comendador de Corral de Almaguer, don Íñigo Manrique de Lara.

Encontraron los reformadores que se habían hecho todas las obras que se habían mandado en la visita pasada de 1508: cubrir el espacio que estaba junto a la casa para que sirviera de bodega, y poner allí un jaraíz y un pilón de piedra.

Luego, adicionalmente, habían mejorado la obra, echando un buen suelo de madera de pino en toda la casa, aunque quedaba pendiente de cepillar. La casa seguía siendo una nave construida de tapiería de tierra. Se hizo una escalera en medio de la planta baja para subir a la cámara, donde había dos apartados con sus trojes para separar los distintos tipos de granos. Para hacer la cámara se tuvo que subir las paredes una tapia y media, aproximadamente 1,25 m, retirar y hacer de nuevo el tejado con buena madera de pares, cabríos y su teja, hecho a dos aguas.

Así quedó la Casa con la planta baja para bodega y la cámara para guardar el pan, una mejor disposición que la que tenía el año de 1508 en el que tuvieron la mala suerte que se fermentó todo el grano por las humedades, al almacenarlo en la planta baja. Bajo la escalera, en el hueco que quedaba, se mandó poner un pilón para recoger el mosto después de pisada la uva.

Junto a la Casa Encomienda, adosada a ella, había otra casilla hecha también de tapiería de tierra donde se guardaba la lana del diezmo.

Delante de la Casa había un corral grande, cercado de una tapia de dos tapias en alto (1,66 m), que estaba sin bardar; mandaron que le echasen su barda para evitar que el agua de lluvia desmoronase la cerca. Delante del corral todavía había otro solar tan grande como el anterior, amojonado con unos hitos de piedra clavados en la tierra.

Horno de poya

El horno de poya, el horno de cocer pan de La Puebla, donde todos los vecinos estaban obligados a hacer su pan, pertenecía al comendador. Estaba bien hecho y reparado, tal como lo mandaron los visitadores pasados. Lo tenía arrendado el concejo por 20 fanegas de trigo y otras 10 de cebada anuales.

Rentas de la Encomienda

Lo que se pagaba del horno de cocer pan como se ha referido anteriormente.

Todos los diezmos de pan y vino, de ganados, queso y lana, la escribanía, las soldadas de los mozos, el diezmo de lechones, ansarones y pollos, y los de muletos.

Los cuartos de la producción que rentan los molinos del Cervero, La Torrentera, el Blanquillo, el Pintado, el del Cerrón, La Botifura, el de Juan de Alcalá, el Batán y el Molino Nuevo que se había caído. 

Tras el pleito entre los molineros y el comendador, que los últimos visitadores mandaron resolvieran amistosamente, el mayordomo Jorge Novillo informó que había hecho las diligencias pertinentes, y había llegado al acuerdo con ellos que entregasen por dos años la cantidad en que se igualaron. Todas las rentas juntas podían valer, un año con otro, 100.000 maravedís, poco más o menos.

Rentas de la Mesa Maestral

Tenía el pedido ordinario de La Puebla, que valía 900 mrs.

Los diezmos del pan que se recogían en el término de Palomares, que solían ser unas 200 fanegas de trigo.

Gasto de los visitadores

Hicieron la visita en un día y cobraron 100 mrs del concejo y otros 61 mrs del comendador. Dejaron escritos sus mandamientos cuando se fueron.

Dedicada a mi amigo Jesús Senen Heras
Vecino de La Puebla de Almoradiel
Amante de su historia y sus tradiciones
Amante de la Mancha Santiaguista


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...