EL “PALACIO” DE LA CALLE DE LA SILLERÍA
Más problemática resulta la historia de otra casa mudéjar de los Álvarez de Toledo, que ha de ser anterior a 1442 porque en su decoración de yeserías —único resto visible—, vuelve a aparecer el viejo escudo de los Illán.
Al conservarse sólo estas armas resulta difícil precisar quién construyó y quién fue el propietario de estas otras casas del linaje, situadas en la calle de la Sillería. Para datarla contamos con la citada fecha “ante quem” y con el estilo de la decoración en yeso, que debió ser de gran riqueza a juzgar por los restos conservados.
Se trata de un arco angrelado, en cuyo intradós vemos las citadas armas de los Illán dentro de una cartela polilobulada, juntamente con gran profusión de atauriques.
Estos incluyen hojas digitadas y anilladas de fondo, palmetillas disimétricas con motivos lenticulares, llamadas también “hojas de trébol” —temas habituales, tanto en las yeserías toledanas del siglo XIV como en las nazaríes de la misma época— y trifolios originales, equiparables por su naturalismo con las hojas de vid, netamente toledanos.
Pero ante todo Escudo de Esteban Illán o Álvarez de Toledo en el intradós de un arco de la calle de la Sillería. destaca la decoración de las albanegas de dicho arco consistente en dos elegantísimos pavones, similares a los ya citados de la “casa güena”, conservados en la Concepción Francisca, obra indudable de la misma mano.
Por otra parte, en el arranque del citado arco, hay dos motivos análogos, sendos personajes con una rodilla en tierra, tocados con una especie de gorro “frigio” blandiendo una espada y una porra respectivamente, y protegidos por sus escudos.
Es una decoración mudéjar en yeso de gran originalidad, en primer lugar por su antropomorfismo de estirpe gótica. En la decoración mudéjar ese rechazo hacia las representaciones de seres vivos, especialmente la figura humana, se atribuye normalmente a la influencia del credo islámico.
Sin embargo no olvidemos que en la época paleocristiana se lanzó ya un anatema contra las imágenes, reflejado en el concilio de Ilíberis, y que la querella iconoclasta, que respondía a esas mismas ideas antiicónicas, afloró en Siria y Egipto.
Si bien la corriente helenística acabó imponiéndose en el arte cristiano, la escuela de Alejandría se opuso a ella, fortalecida por las ideas monofisitas de los coptos. En las yeserías mudéjares esta temática, aunque sea un préstamo del arte gótico, no desvirtúa la esencia del mudéjar, ya que en éste, por definición, se integran tanto los elementos islámicos como los cristianos.
En Toledo se han conservado diversas muestras de esa ambivalencia. De 1242 son los ángeles del sepulcro de la Capilla de Belén del convento de Santa Fe, donde estas formas cristianas participan de la decoración junto a las hojas digitadas y anilladas y los mocárabes. Más abajo ^ Arco angrelado decorado con sendos pavones en las albanegas. Palacio de la calle de la Sillería, construido probablemente por Leonor de Toledo, hermana del señor de Higares –fines del siglo XIV o comienzos del XV-. “Salvaje” del citado arco de la calle de la Sillería. está representada, en yeso también, la figura del difunto.
Los ángeles de las albanegas de la capilla del Corpus Christi de la iglesia de San Justo y Pastor, en yeso igualmente, son fruto de la misma corriente, pero, con incensarios en las manos, resultan más movidos que los del sepulcro anterior. Deben corresponder al siglo XIV. Son muy curiosos los rostros humanos en yeso de un sepulcro de la parroquia de San Andrés —siglo XIV—, situados a los extremos de un friso de mocárabes.
El frente de este sepulcro debió ostentar una de las más abigarradas ornamentaciones fi guradas, consistente en diversos personajes de cuerpo entero, al parecer sentados, que sirven de remate a largos roleos. La decoración es perfectamente simétrica, alternando en ella los tallos terminados en una fi gura con los terminados en una hoja. Mediante esta alternancia se consigue un esquema romboidal, basado en la diagonal tal del gusto de los hispano musulmanes.
De estas fi guras sólo perduran las siluetas, ya que ha desaparecido la decoración pintada de relleno. Esto mismo ocurre en otra obra similar, el llamado Arco del Obispo, también del siglo XIV, en el patio de la cuesta de San Justo 6, cuyas albanegas y zonas comprendidas dentro del alfóz se decoran con atauriques y figuras parecidas a las de San Andrés, con las que rematan los roleos.
Ambas composiciones traen a la memoria el tema del Árbol de Jesé. La proximidad de esta casa a la parroquia de San Justo y Pastor hace pensar que el citado arco pudo pertenecer a las casas del obispo de Oviedo, don Gutierre Fernández de Toledo, quien cedió a la citada iglesia unas casas que, según un texto citado por Amador de los Ríos, “son en derecho de la cabeça de la capilla de San Pedro que es en la dicha iglesia de San Yust.
Todas estas figuras, que denotan la influencia cristiana junto a motivos musulmanes, son de estricta planitud, dato que revela la superposición de la estética islámica a un elemento decorativo cristiano. Las representaciones figuradas más importantes del Toledo mudéjar son las del actual Seminario Menor, situadas en el piso alto, interpretadas también en yeso47, y en las que se conservan restos de policromía, que creemos pertenecen, tal vez, a tiempos del Condestable Dávalos, propietario de este palacio a la muerte de Suer Téllez de Meneses (1385).
De Ruy López Dávalos sabemos que “labró mucho” en estas casas, antes de ser acusado de traición (1422) y perder la condestablía y la propiedad de su palacio que pasó a poder de Martín de Luna. Las yeserías del desaparecido convento de San Juan de la Penitencia ostentaban también una figura, desfilando con gran garbo, procedente de las casas de los Pantoja, sobre las que se construyó dicho convento.
Cabría relacionar así mismo a los personajes de las yeserías de la calle de la Sillería con el tema del salvaje y del centauro, que a veces aparecen unidos en el siglo XIV, como indica Azcárate, y que vemos en algunos capiteles de la catedral de Toledo. Interpretado el tema del salvaje, también en piedra, lo advertimos en la puerta reglar del Monasterio de Santa Isabel de los Reyes —antigua portada de las casas de San Antolín— que fechamos entre 1374 y 1385 basándonos en la importante decoración heráldica del conjunto.
De hacia 1440 son ya los salvajes de la portada del Palacio de Fuensalida. Partiendo de los datos expuestos, ¿a qué miembro de la familia Álvarez de Toledo pertenecieron estas casas de la calle de la Sillería, indudablemente anteriores a 1422, ya que en ellas aparece aún el antiguo escudo de los Illán?
Por la semejanza del tema de los pavones afrontados, que advertimos en las yeserías procedentes de la “casa güena” construida por el primer señor de Higares y Teresa de Ayala, y que hay que fechar entre 1385 y 1403 —probablemente hacia 1390— por las circunstancias históricas expuestas, y los pavones del arco de la calle de la Sillería, cabe pensar que estas últimas casas principales sean contemporáneas o muy próximas en el tiempo al mal llamado Palacio del Rey don Pedro —fines del siglo XIV o muy comienzos del XV—, correspondiendo a un hermano o hermana del citado Fernando Álvarez de Toledo “el Viejo”, primer señor de Higares (m.1454) o a un hijo o hija de éste. Recordemos primeramente a los hermanos.
El mayor, García Álvarez de Toledo IV, tercer III señor de Valdecorneja, casado con Constanza Sarmiento, fue el propietario de las “casas principales de San Román” y, por tanto, habría que descartarlo.
Igualmente hay que descartar a Gutierre Álvarez de Toledo, señor de Alba de Tormes y arzobispo de Toledo (1442-1446). Hermanas de éstos fueron: Leonor de Toledo, casada en primeras nupcias con Ruy Díaz de Rojas y en segundas con Alfonso Rubí de Bracamonte, María de Toledo, esposa de Diego Quiñones de Luna, y Teresa, de la que no consta enlace.
En cuanto a los hijos tenemos a: Pedro Suárez de Toledo, señor de Pinto, casado con Juana de Guzmán, padres de sor María la Pobre, María de Ayala, casada con Pedro de Portugal, hijo de don Dionís, García Álvarez de Toledo, segundo señor de Higares, casado con Leonor de Guzmán, y Leonor de Toledo, casada con Álvaro de Bracamonte.
Pero todos ellos quedan descartados como propietarios de la casa de la calle de la Sillería porque sus vidas transcurrieron cuando los Álvarez de Toledo ya no usaban el escudo de los Illán, visible en las yeserías de la casa de la calle de la Sillería, sino el de los escaques en azul y plata, creado por el arzobispo como venimos repitiendo.
Ante todo lo expuesto, y con las debidas reservas, consideramos que las casas principales de la calle de la Sillería pudieron ser construidas, tal vez por Leonor de Toledo, hermana del primer señor de Higares, casada en primeras nupcias con un toledano, Ruy Díaz de Rojas, y posteriormente con Alfonso Rubí de Bracamonte.
Conociendo, como es lógico, la “casa güena” de su hermano, Leonor de Toledo querría imitar en sus casas los elegantes pavones del erróneamente llamado Palacio del Rey don Pedro. Pero pudieron pertenecer también a su hermana Teresa de quien tenemos menos datos. Lo que parece indudable es que los Álvarez de Toledo, dueños de estas casas de la calle de la Sillería, tuvieron sus enterramientos en la vecina iglesia de San Nicolás, que sería su parroquia.
En ésta se conserva un sepulcro con un escudo que advertimos también en la techumbre de madera de esa zona, donde alterna con las primitivas de los Álvarez de Toledo que vemos, como venimos repitiendo, tanto en las citadas yeserías de la calle de la Sillería, como en la portada de la “casa güena” perteneciente, como hemos dicho a Fernán Álvarez de Toledo, señor de Higares y a su esposa Inés de Ayala, abuela de la reina de Aragón Juana Enríquez. Esta techumbre ha de ser anterior también a 1442.
¿Quién pudo hacer estas yeserías?
Ya sabemos que el arte mudéjar toledano es, en principio, anónimo. Sin embargo recordemos el papel destacado que desempeñaron por estos años unos maestros “moros” que intervinieron en el pleito de la “casas de San Román”, conforme leemos en el interesante documento citado del Archivo de Santo Domingo el Real, encabezados por el maestro Aly —año 1406—.
Y así mismo recordemos también los nombres de Aly Aparicio y Abdalá, “hijo del maestro Aly, el Moro”, los cuales figuran en el documento del Archivo Histórico Nacional, también citado, que intervinieron en el pleito de la “casa güena”, cuando a Inés de Ayala, la abuela de la reina Juana Enríquez, le correspondieron, tras el pleito citado, estas casas principales construidas por su hermana Teresa y el marido de ésta, Fernán Álvarez de Toledo, primer señor de Higares.
Tal vez en este equipo de alarifes mudéjares, que debió trabajar desde la segunda mitad del siglo XIV hasta comienzos de XV, hallemos a los artífices de las mejores obras toledanas de este estilo, activos principalmente en los reinados de Pedro el Cruel y Enrique II, los cuales incorporaron a las tradicionales yeserías el naturalismo gótico, manifestado a través de las hojas de vid y de roble.
Las yeserías alhambreñas de estos años, correspondientes básicamente al reinado de Muhammad V, también incorporan temas fitomorfos naturalistas, pero distintos a los yeserías toledanas de las nazaríes, aunque tengan en común otros muchos motivos, entre ellos las palmetillas digitadas y anilladas y las palmetillas disimétricas rellenas de “trébol” o de borde aserrado.
Mediante la presencia en Toledo de los restos venerables de estas casas principales de los Álvarez de Toledo, tenemos la oportunidad de acercarnos a este linaje descendiente de Esteban Illán, siempre importante en la historia bajomedieval toledana. Linaje llamado a ocupar posteriormente, a partir del primer Duque de Alba, puestos aún más relevantes en la Historia de España... aunque este primer Duque enajenara la vieja mansión de San Román heredada de sus mayores, que no habitaba ya, a don Rodrigo Manrique.
Más problemática resulta la historia de otra casa mudéjar de los Álvarez de Toledo, que ha de ser anterior a 1442 porque en su decoración de yeserías —único resto visible—, vuelve a aparecer el viejo escudo de los Illán.
Al conservarse sólo estas armas resulta difícil precisar quién construyó y quién fue el propietario de estas otras casas del linaje, situadas en la calle de la Sillería. Para datarla contamos con la citada fecha “ante quem” y con el estilo de la decoración en yeso, que debió ser de gran riqueza a juzgar por los restos conservados.
Se trata de un arco angrelado, en cuyo intradós vemos las citadas armas de los Illán dentro de una cartela polilobulada, juntamente con gran profusión de atauriques.
Estos incluyen hojas digitadas y anilladas de fondo, palmetillas disimétricas con motivos lenticulares, llamadas también “hojas de trébol” —temas habituales, tanto en las yeserías toledanas del siglo XIV como en las nazaríes de la misma época— y trifolios originales, equiparables por su naturalismo con las hojas de vid, netamente toledanos.
Pero ante todo Escudo de Esteban Illán o Álvarez de Toledo en el intradós de un arco de la calle de la Sillería. destaca la decoración de las albanegas de dicho arco consistente en dos elegantísimos pavones, similares a los ya citados de la “casa güena”, conservados en la Concepción Francisca, obra indudable de la misma mano.
Por otra parte, en el arranque del citado arco, hay dos motivos análogos, sendos personajes con una rodilla en tierra, tocados con una especie de gorro “frigio” blandiendo una espada y una porra respectivamente, y protegidos por sus escudos.
Es una decoración mudéjar en yeso de gran originalidad, en primer lugar por su antropomorfismo de estirpe gótica. En la decoración mudéjar ese rechazo hacia las representaciones de seres vivos, especialmente la figura humana, se atribuye normalmente a la influencia del credo islámico.
Sin embargo no olvidemos que en la época paleocristiana se lanzó ya un anatema contra las imágenes, reflejado en el concilio de Ilíberis, y que la querella iconoclasta, que respondía a esas mismas ideas antiicónicas, afloró en Siria y Egipto.
Si bien la corriente helenística acabó imponiéndose en el arte cristiano, la escuela de Alejandría se opuso a ella, fortalecida por las ideas monofisitas de los coptos. En las yeserías mudéjares esta temática, aunque sea un préstamo del arte gótico, no desvirtúa la esencia del mudéjar, ya que en éste, por definición, se integran tanto los elementos islámicos como los cristianos.
En Toledo se han conservado diversas muestras de esa ambivalencia. De 1242 son los ángeles del sepulcro de la Capilla de Belén del convento de Santa Fe, donde estas formas cristianas participan de la decoración junto a las hojas digitadas y anilladas y los mocárabes. Más abajo ^ Arco angrelado decorado con sendos pavones en las albanegas. Palacio de la calle de la Sillería, construido probablemente por Leonor de Toledo, hermana del señor de Higares –fines del siglo XIV o comienzos del XV-. “Salvaje” del citado arco de la calle de la Sillería. está representada, en yeso también, la figura del difunto.
Los ángeles de las albanegas de la capilla del Corpus Christi de la iglesia de San Justo y Pastor, en yeso igualmente, son fruto de la misma corriente, pero, con incensarios en las manos, resultan más movidos que los del sepulcro anterior. Deben corresponder al siglo XIV. Son muy curiosos los rostros humanos en yeso de un sepulcro de la parroquia de San Andrés —siglo XIV—, situados a los extremos de un friso de mocárabes.
El frente de este sepulcro debió ostentar una de las más abigarradas ornamentaciones fi guradas, consistente en diversos personajes de cuerpo entero, al parecer sentados, que sirven de remate a largos roleos. La decoración es perfectamente simétrica, alternando en ella los tallos terminados en una fi gura con los terminados en una hoja. Mediante esta alternancia se consigue un esquema romboidal, basado en la diagonal tal del gusto de los hispano musulmanes.
De estas fi guras sólo perduran las siluetas, ya que ha desaparecido la decoración pintada de relleno. Esto mismo ocurre en otra obra similar, el llamado Arco del Obispo, también del siglo XIV, en el patio de la cuesta de San Justo 6, cuyas albanegas y zonas comprendidas dentro del alfóz se decoran con atauriques y figuras parecidas a las de San Andrés, con las que rematan los roleos.
Ambas composiciones traen a la memoria el tema del Árbol de Jesé. La proximidad de esta casa a la parroquia de San Justo y Pastor hace pensar que el citado arco pudo pertenecer a las casas del obispo de Oviedo, don Gutierre Fernández de Toledo, quien cedió a la citada iglesia unas casas que, según un texto citado por Amador de los Ríos, “son en derecho de la cabeça de la capilla de San Pedro que es en la dicha iglesia de San Yust.
Todas estas figuras, que denotan la influencia cristiana junto a motivos musulmanes, son de estricta planitud, dato que revela la superposición de la estética islámica a un elemento decorativo cristiano. Las representaciones figuradas más importantes del Toledo mudéjar son las del actual Seminario Menor, situadas en el piso alto, interpretadas también en yeso47, y en las que se conservan restos de policromía, que creemos pertenecen, tal vez, a tiempos del Condestable Dávalos, propietario de este palacio a la muerte de Suer Téllez de Meneses (1385).
De Ruy López Dávalos sabemos que “labró mucho” en estas casas, antes de ser acusado de traición (1422) y perder la condestablía y la propiedad de su palacio que pasó a poder de Martín de Luna. Las yeserías del desaparecido convento de San Juan de la Penitencia ostentaban también una figura, desfilando con gran garbo, procedente de las casas de los Pantoja, sobre las que se construyó dicho convento.
Cabría relacionar así mismo a los personajes de las yeserías de la calle de la Sillería con el tema del salvaje y del centauro, que a veces aparecen unidos en el siglo XIV, como indica Azcárate, y que vemos en algunos capiteles de la catedral de Toledo. Interpretado el tema del salvaje, también en piedra, lo advertimos en la puerta reglar del Monasterio de Santa Isabel de los Reyes —antigua portada de las casas de San Antolín— que fechamos entre 1374 y 1385 basándonos en la importante decoración heráldica del conjunto.
De hacia 1440 son ya los salvajes de la portada del Palacio de Fuensalida. Partiendo de los datos expuestos, ¿a qué miembro de la familia Álvarez de Toledo pertenecieron estas casas de la calle de la Sillería, indudablemente anteriores a 1422, ya que en ellas aparece aún el antiguo escudo de los Illán?
Por la semejanza del tema de los pavones afrontados, que advertimos en las yeserías procedentes de la “casa güena” construida por el primer señor de Higares y Teresa de Ayala, y que hay que fechar entre 1385 y 1403 —probablemente hacia 1390— por las circunstancias históricas expuestas, y los pavones del arco de la calle de la Sillería, cabe pensar que estas últimas casas principales sean contemporáneas o muy próximas en el tiempo al mal llamado Palacio del Rey don Pedro —fines del siglo XIV o muy comienzos del XV—, correspondiendo a un hermano o hermana del citado Fernando Álvarez de Toledo “el Viejo”, primer señor de Higares (m.1454) o a un hijo o hija de éste. Recordemos primeramente a los hermanos.
El mayor, García Álvarez de Toledo IV, tercer III señor de Valdecorneja, casado con Constanza Sarmiento, fue el propietario de las “casas principales de San Román” y, por tanto, habría que descartarlo.
Igualmente hay que descartar a Gutierre Álvarez de Toledo, señor de Alba de Tormes y arzobispo de Toledo (1442-1446). Hermanas de éstos fueron: Leonor de Toledo, casada en primeras nupcias con Ruy Díaz de Rojas y en segundas con Alfonso Rubí de Bracamonte, María de Toledo, esposa de Diego Quiñones de Luna, y Teresa, de la que no consta enlace.
En cuanto a los hijos tenemos a: Pedro Suárez de Toledo, señor de Pinto, casado con Juana de Guzmán, padres de sor María la Pobre, María de Ayala, casada con Pedro de Portugal, hijo de don Dionís, García Álvarez de Toledo, segundo señor de Higares, casado con Leonor de Guzmán, y Leonor de Toledo, casada con Álvaro de Bracamonte.
Pero todos ellos quedan descartados como propietarios de la casa de la calle de la Sillería porque sus vidas transcurrieron cuando los Álvarez de Toledo ya no usaban el escudo de los Illán, visible en las yeserías de la casa de la calle de la Sillería, sino el de los escaques en azul y plata, creado por el arzobispo como venimos repitiendo.
Ante todo lo expuesto, y con las debidas reservas, consideramos que las casas principales de la calle de la Sillería pudieron ser construidas, tal vez por Leonor de Toledo, hermana del primer señor de Higares, casada en primeras nupcias con un toledano, Ruy Díaz de Rojas, y posteriormente con Alfonso Rubí de Bracamonte.
Conociendo, como es lógico, la “casa güena” de su hermano, Leonor de Toledo querría imitar en sus casas los elegantes pavones del erróneamente llamado Palacio del Rey don Pedro. Pero pudieron pertenecer también a su hermana Teresa de quien tenemos menos datos. Lo que parece indudable es que los Álvarez de Toledo, dueños de estas casas de la calle de la Sillería, tuvieron sus enterramientos en la vecina iglesia de San Nicolás, que sería su parroquia.
En ésta se conserva un sepulcro con un escudo que advertimos también en la techumbre de madera de esa zona, donde alterna con las primitivas de los Álvarez de Toledo que vemos, como venimos repitiendo, tanto en las citadas yeserías de la calle de la Sillería, como en la portada de la “casa güena” perteneciente, como hemos dicho a Fernán Álvarez de Toledo, señor de Higares y a su esposa Inés de Ayala, abuela de la reina de Aragón Juana Enríquez. Esta techumbre ha de ser anterior también a 1442.
¿Quién pudo hacer estas yeserías?
Ya sabemos que el arte mudéjar toledano es, en principio, anónimo. Sin embargo recordemos el papel destacado que desempeñaron por estos años unos maestros “moros” que intervinieron en el pleito de la “casas de San Román”, conforme leemos en el interesante documento citado del Archivo de Santo Domingo el Real, encabezados por el maestro Aly —año 1406—.
Y así mismo recordemos también los nombres de Aly Aparicio y Abdalá, “hijo del maestro Aly, el Moro”, los cuales figuran en el documento del Archivo Histórico Nacional, también citado, que intervinieron en el pleito de la “casa güena”, cuando a Inés de Ayala, la abuela de la reina Juana Enríquez, le correspondieron, tras el pleito citado, estas casas principales construidas por su hermana Teresa y el marido de ésta, Fernán Álvarez de Toledo, primer señor de Higares.
Tal vez en este equipo de alarifes mudéjares, que debió trabajar desde la segunda mitad del siglo XIV hasta comienzos de XV, hallemos a los artífices de las mejores obras toledanas de este estilo, activos principalmente en los reinados de Pedro el Cruel y Enrique II, los cuales incorporaron a las tradicionales yeserías el naturalismo gótico, manifestado a través de las hojas de vid y de roble.
Las yeserías alhambreñas de estos años, correspondientes básicamente al reinado de Muhammad V, también incorporan temas fitomorfos naturalistas, pero distintos a los yeserías toledanas de las nazaríes, aunque tengan en común otros muchos motivos, entre ellos las palmetillas digitadas y anilladas y las palmetillas disimétricas rellenas de “trébol” o de borde aserrado.
Mediante la presencia en Toledo de los restos venerables de estas casas principales de los Álvarez de Toledo, tenemos la oportunidad de acercarnos a este linaje descendiente de Esteban Illán, siempre importante en la historia bajomedieval toledana. Linaje llamado a ocupar posteriormente, a partir del primer Duque de Alba, puestos aún más relevantes en la Historia de España... aunque este primer Duque enajenara la vieja mansión de San Román heredada de sus mayores, que no habitaba ya, a don Rodrigo Manrique.
Balvina Caviró Martínez.
Correspondiente
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