El primer cuadro objeto de esta entrada muestra una bellísima estampa del Toledo de principios del siglo XX. En él podemos observar tres planos de visión distintos: una vista lejana del paisaje de la ciudad, un escenario intermedio con las ruinas de la demolida iglesia de San Torcuato, y una inmediata y cercana estampa doméstica en un pequeño corral interior. Si bien la luminosidad es discreta, acorde al escenario de un día tormentoso, podemos advertir dos niveles de intensidad lumínica. 

Al fondo el sol se cuela tímido entre las nubes y hace reverberar unas saetas de luz sobre la fachada sur del Alcazar y el barrio de San Miguel, más cerca, en el lateral de un paredón de San Torcuato, todavía el sol parece templar el frío revoco y la portada con el santo tiene alguna sombra de umbría. A nuestros pies ya, los faldones de cubierta, el tapial inmediato y el corralillo están bañados por una levísima luz que tamizada se filtra entre las nubes azul cobalto. 

August Bresgen retrató con maestría unos colores que parecen avivados por una reciente lluvia, humedad que tiñe de azul y verde las tejas, y en tonos chocolate los tapiales y mamposterías. Tonos similares a los de las fotografías que les mostramos de unos tejados muy cercanos al escenario del cuadro, los de la Iglesia de San Cipriano en un día de lluvia.

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El autor dibujó sin duda nuestro cuadro desde una ventana de la Casa de las Miñacas, tal y como podemos ver en esta composición sobre un detalle de una fotografía panorámica de Toledo de Jean Laurent fechada en 1872. Utilizamos esta fotografía por su mayor similitud con el escenario del cuadro, ya que hoy en día este rincón de la ciudad está casi oculto por edificaciones y muy modificado. La Casa de las Miñacas es una de las casonas más bellas de Toledo y goza, a modo de atalaya, de una de las mejores vistas del flanco sur de la ciudad. Las evocadoras ruinas de San Torcuato, la vieja ciudad que emerge tras ellas y la idílica luz del día, captaron de inmediato la atención de Bresgen y fueron motivos suficientes para inspirar esta “fotografía” al óleo.

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Por si quedan dudas adjuntamos una nueva foto realizada desde una de las viviendas de la Casa de las Miñacas, agradecemos a sus propietarios la amabilidad con la que nos han atendido y las facilidades para poder fotografiar el paisaje desde donde lo vio Bresgen. Como pueden comprobar la imagen ha cambiado sustancialmente y ya no es atractiva para pintar un cuadro.

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Esta otra imagen que les mostramos, desde la parte alta de las Miñacas, si nos permite ver la portada de la desaparecida Iglesia de San Torcuato y contemplar una panorámica mucho más atractiva de la ciudad.

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El segundo cuadro representa una vista tomada también desde las Miñacas. En este caso Bresgen dirigió su mirada hacía la cercana iglesia de San Cipriano y los alrededores de la ciudad, lo que hoy llamamos el Valle. Hay varios detalles que llaman especialmente la atención, en primer lugar la huerta situada frente a la iglesia, en un espacio aterrazado que se dispone varios metros por encima de ella e inmediatamente por debajo de las Miñacas. Hoy en día es impensable una huerta de estas dimensiones en medio del casco histórico, no obstante algunas persisten pero de tamaño más reducido, como pueden ser las del Convento de Santa Isabel o el de San Antonio. Los espacios ajardinados privados más grandes de la ciudad como el de “El Rincón”, el de la Escuela de Artes, el del cigarral de San Lucas, el de la Calle San Miguel de los Ángeles, … están protegidos por la Ordenanza del Plan Especial del Casco Histórico bajo la denominación de “Espacios libres”, con el objeto de preservar estos pulmones interiores de la ciudad y esponjar la trama urbana.

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Al igual que en el primer cuadro adjuntamos un montaje con una imagen actual del paisaje dibujado. La fotografía está realizada desde una posición más elevada ya que si no sería imposible ver la iglesia.

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Otro de los detalles interesantes del cuadro es el paisaje del Valle, mucho más libre de edificaciones que actualmente, y la red de caminos que lo circundan y atraviesa. Volviendo a la imagen de la huerta, indicaremos que actualmente su espacio esta ocupado por un bloque de edificios de construcción moderna, y que su impronta es, lógicamente, menos bucólica que el espacio agrícola antiguo. El muro de cierre que lo aterraza todavía existe en la Plaza de San Cipriano, aunque recortado en altura, y sirve de apoyo a la prolongación de la Calle de la Mano al entrar en la plaza. Muchos de estos grandes muros, que todavía hoy articulan y modelan las grandes pendientes del peñón urbano, son estructuras centenarias y en algunos casos, aunque humildes, presentan trazas y aparejos de gran calidad que merecen labores de conservación y cuidado como elementos patrimoniales.
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En la siguiente imagen podemos ver el muro de contención en su estado actual.
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Resulta muy interesante analizar despacio estas obras de arte, nos ayudan a ver la ciudad de otra manera y a darnos cuenta de que todo en ella es relevante. Vemos como el paso del tiempo modela lo que ahora nos parece perenne y la trascendencia de los “pequeños detalles”: jardines, muros, tejas, tapiales y mamposterías, colores, …

En posteriores entradas comentaremos más cuadros de August Bresgen, con escenas de patios y calles, obras de arte excepcionales por su valor artístico y por lo que suponen como testimonio gráfico y visual de la imagen histórica de la ciudad. Agradecemos a Renate Takkenberg el habernos puesto sobre la pista de este autor al enseñarnos sus trabajos sobre Toledo y la Casa de las Miñacas.

por Jose María Gutiérrez Arias
http://www.consorciotoledo.org/paisaje-desde-las-minacas-august-bresgen/