La Orden de los Hospitalarios, o también conocida como la Orden de San Juan, destacó desde el inicio de las cruzadas en la fundación de este tipo de instituciones, los hospitales.
En la fortaleza de Guadalerzas su carácter hospitalario marcó una orientación nueva y diferente; el objetivo primordial de esta institución fue el de ayudar, proteger, dar refugio, asegurar el cobijo y cuidar del necesitado, pero no sólo eso, pues no hay que olvidar la época en la que se construye.
Guadalerzas era frontera de musulmanes, así que es fundamental preparar el cuerpo y el espíritu para lo que pueda acontecer en cualquier momento. Sus ocupantes estaban sujetos a la disciplina militar y espiritual, y la idea era que todos ellos formasen una comunidad regida por las reglas del lugar. El fundamento espiritual era un objetivo básico del hospital medieval.
El elemento indispensable fue “la Sala”, (foto) que era en esencia el hospital cumpliendo todas sus funciones bajo un mismo techo. Los aislados hacían vida exclusivamente en la estancia habilitada para ellos, aunque estaban separados en función de sus necesidades y afecciones.
La omnipresencia del consuelo divino se manifestaba en el altar, orientado hacia los lechos de los enfermos, potenciándose la comunicación directa entre las esferas terrenal y espiritual. 3.4. El Castillo Calatravo
La posesión, sin embargo, duró poco, pues en el 1098 una reacción almorávide reconquistará la zona de los Montes de Toledo, y a partir de ese momento ese punto se convertirá en frontera de ambos reinos y por lo tanto en zona de cuestión constante.
En 1131 el caudillo musulmán Farax Abdalí logra tomar Mora. En vista de lo cual y ante la superioridad que iban ejerciendo los árabes, la corona incita a pequeños grupos de mozárabes a establecerse en los montes de Toledo, cediéndoles territorios en El Milagro.
Estos grupos fundan varias aldeas como Añover y torre de Abaham, pero Yébel sigue siendo musulmán. Es entonces cuando la Orden de Calatrava construye el nuevo castillo y derriba el musulmán, en la época de los 70, fundando allí el “hospital de Guadalferça”.
Incluso el Papa Gregorio VIII en 1187 reconoce el castillo de Guadalerzas entre las pertenencias de la Orden de Calatrava. Es unos años después (1195) cuando los musulmanes almohades derrotan a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos y toman todas las fortalezas y castillos de Benavente, Malagón y Guadalerzas.
El territorio vuelve a manos árabes, pero entonces unos años después, se produce la gran ofensiva cristiana, Alfonso VIII reúne un gran ejército que se dirige al sur a enfrentarse a los árabes. Dice la leyenda que muchos de los que le seguían dieron la vuelta en el punto de Torneros, angustiados ante la imposible victoria, de ahí el nombre actual de Tornerías que tiene ese lugar.
Sin embargo, y pese a esos malos augurios, Alfonso VIII derrota a los musulmanes en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), incluso hay fuentes gráficas que describen la toma del castillo por parte de los vasallos de Alfonso VIII. “Alfonso Téllez y Rodrigo Rodríguez cercaron la torre de Guadalerzas, la batieron con máquinas y la tomaron por la fuerza”.
Tras la batalla de las Navas de Tolosa, la línea defensiva que estaba en el Tajo pasa a Sierra Morena, y por tanto este camino deja de ser escenario de batallas. El castillo de Guadalerzas se convertirá en hospital que aloja tropas que van al sur y a todo tipo de viajeros y mercaderes que van de córdoba a Toledo y viceversa. Eso sí, debemos recalcar que sigue en manos de la Orden de Calatrava.
Los privilegios y derechos del hospital de Guadalerzas aumentan y reafirman su posición en el s. XIII. (¿Como pasó a manos de la corona siendo posesión de la orden?)
A finales del siglo XVI, en 1572, Felipe II vende el castillo de Guadalerzas al Cardenal Silíceo, para que instale allí el Colegio de Doncellas Nobles de Toledo, convirtiendo parte de las instalaciones en estancias.
El 20 de mayo de 1214 la Orden de Calatrava consigue una nueva bula del Papa Inocencio III. Confirmando por cuarta vez sus posesiones, y entre ellas el castillo de Guadalerzas. Además la zona conocida como Montes de Toledo, pierden ya para siempre su carácter fronterizo y se integran definitivamente en Castilla.
El 6 de Noviembre de ese mismo año, el Arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, recibe de Enrique I de Castilla (hijo de Alfonso VIII) el castillo del Milagro y su término que comprendía desde el puerto de Añover al de Orgaz con las poblaciones de Yébenes, Navas de Bermudo, Garganta, Balbuela, Fuente de Rabinat, Corral rubio, Puertos del Avellanar y Marchés hasta el río Estena y hoces del Guadiana y las sierras de domingo Alhaquin, el campo de Arroba y alcoba, el robledo de Miguel Díaz, el sotillo de Gutiérrez Suárez y las Navas de Sancho Jimeno hasta Amenojar. Este gran territorio se puso bajo el dominio del castillo del Milagro, creándose así el núcleo originario de las tierras que posteriormente se conocieron como Montes de Toledo.
Por otro lado, el documento en el que se contenía esta entrega, es el más antiguo en español que cita el nombre de Yébenes. Además de todo este territorio, el arzobispo obtiene una escritura real en función de la cual todos los que quisieran repoblar los pueblos de la zona serán sometidos al juicio del Castillo del Milagro.
La escritura también les concede el privilegio de seguir cazando y conservar sus fueros y costumbres. Es por tanto una sociedad rural que se autogobierna con sus “fueros y costumbres” al tiempo que se autoprotegen creando por sí mismos una milicia civil o hermandad frente al bandolerismo. Es decir, ya se puede decir con toda seguridad que había un núcleo poblacional en Yébenes, predispuesto para ser ocupado por los repobladores.
El 20 de mayo de 1214 la Orden de Calatrava consigue una nueva bula del Papa Inocencio III. Confirmando por cuarta vez sus posesiones, y entre ellas el castillo de Guadalerzas. Además la zona conocida como Montes de Toledo, pierden ya para siempre su carácter fronterizo y se integran definitivamente en Castilla.
El 6 de Noviembre de ese mismo año, el Arzobispo de Toledo Jiménez de Rada, recibe de Enrique I de Castilla (hijo de Alfonso VIII) el castillo del Milagro y su término que comprendía desde el puerto de Añover al de Orgaz con las poblaciones de Yébenes, Navas de Bermudo, Garganta, Balbuela, Fuente de Rabinat, Corral rubio, Puertos del Avellanar y Marchés hasta el río Estena y hoces del Guadiana y las sierras de domingo Alhaquin, el campo de Arroba y alcoba, el robledo de Miguel Díaz, el sotillo de Gutiérrez Suárez y las Navas de Sancho Jimeno hasta Amenojar. Este gran territorio se puso bajo el dominio del castillo del Milagro, creándose así el núcleo originario de las tierras que posteriormente se conocieron como Montes de Toledo.
Por otro lado, el documento en el que se contenía esta entrega, es el más antiguo en español que cita el nombre de Yébenes. Además de todo este territorio, el arzobispo obtiene una escritura real en función de la cual todos los que quisieran repoblar los pueblos de la zona serán sometidos al juicio del Castillo del Milagro.
La escritura también les concede el privilegio de seguir cazando y conservar sus fueros y costumbres. Es por tanto una sociedad rural que se autogobierna con sus “fueros y costumbres” al tiempo que se autoprotegen creando por sí mismos una milicia civil o hermandad frente al bandolerismo. Es decir, ya se puede decir con toda seguridad que había un núcleo poblacional en Yébenes, predispuesto para ser ocupado por los repobladores.
http://www.losyebenes.es/pdf/LosYebenes_historia.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario