En la discusión que esta Real Academia inició sobre el color de la Bandera de Castilla, en un buen meditado y documentado estudio presentado a esta Corporación por su Director actual don Hilarío González, se hace una detallada descripción del grandioso acto celebrado en Madrid el 23 de enero de 1925, donde surgió potente el espíritu español y monárquico.
Al describir la manifestación antedicha, se hace mención de las diferentes bandera; gue desfilaron ante SS. MM., Y entre ellas el Pendón de Lorca, Llamado del Salado, que con religioso respeto conserva aquel Ayuntamiento.
No creo ajeno al propósito de esta Real Academia ocupar su atención en lo referente a dicha bandera.
Sería limitar demasiado el campo de acción de esta entidad si sólo lo circunscribiésemos a Toledo, y claramente lo dice el arto 2.0 de nuestros Estatutos, que prescribe cultivar las relaciones artísticas, literarias e .históricas, aunque preferentemente en lo que a Toledo se refiere.
Esto es lo que me mueve a ocupar vuestra atención sobre la historia interesante de esa bandera del Salado.
Andaba revuelto el reino por disensiones de los grandes y poderosos señores de Castilla, cuando, aprovechándose de estas disidencias en junio de 1333 los moros africanos, se apoderaron de la plaza de Gibraltar, como poco antes lo hicieran de Algeciras.
Envalentonados con estos triunfos, proclamaban la guerra santa hasta en los últimos rincones de Africa.
Lorca, frontera tanto tiempo de Granada, temió por su suerte, y tanto más comprometida cuando los partidarios del Infante D. Juan Manuel sostenían perturbación constante en el territorio murciano.
En estas circunstancias acudió Lorca al Concilio que se hallaba reunido en Tarragona, en demanda de que, estimulando la piedad de los fieles, proporcionaran a Lorca, con sus limosnas, medios necesarios de defensa.
Considerando el dicho Concilio patriótica y sagrada la petición, en 1336 expidió un decreto concediendo indulgencias a todos los fieles de la metrópoli que contribuyeran con sus personas y limosnas.
Señalamos estos hechos anteriores a la batalla, porque de muestran los recelos que suscitaban los movimientos de los Benimerines en Africa y Granada, y porque en este rescripto del Conoilio tarraconense se precisan las diócesis que en aquella feoha oonstituía la provincia eclesiástica de Tarragona
Empieza así el documento: ..-Arnaldo, Arzobispo por la Misericordia Divina de la Santa Iglesia de Tarragona, a todos los fieles de Cristo en la oiudad, diócesis y provincia tarraconense; y Nos Raimundo, de la de Valencia; Berengario, de la de Tortosa; Ferrer, de la de Lérida; Hernán FeI'rer, de la de Barcelona; Ubaldo, de la de Vich, y Al'- naIdo, de la de Gerona, Obispos constituí dos en cada una de las dichas diócesis ..... , etc.-
En medio de este desasosiego de Espafia, y particularmente de los pueblos cristianos que colindaban con los mahometanos, por todos se preparaba la defensa.
Alfonso XI, mientras pedía al Papa la Cruzada y subsidios a las Cortes de Burgos, concertaba la paz con Portugal y la avenencia y ayuda con todos los Reyes de 'la Península; preparaba la Escuadra para el Estrecho al mando de JofreTenorio, y ante el temor de que la invasión fuese por los términos de Murcia, ¡tan expuesta se hallaba a las incursiones árabes!, ordenó a Gonzalo Rodrlguez de Avila, con el suministro de gentes y bastimentos, «que llevase de a111 (Murcia) y de Lorca maestros y manobres para reparar y fortificar todos los castillos que en este reino hubiese mal parados-, como eran los de Lorca, Alcalá, Alhama, Oxixar, Cehegin, Calcutia, Oaravaca y Mula, lo que se ejecutó con las rentas de Murcia y Lorca.
A mediados de 1339, el Rey de Castilla nombró su Adelantado Mayor en el reino de Murcia a Pedro de Ejerica y por su Teniente a Gonzalo Yáñez Calvillo, declarándose terminada la tregua anteriormente pactada con el reino granadino, y; por 10 tanto, . tomaran todos las armas para la guerra.
Llegó, en medio de incidencias, en estos preparativos, y vigilando los movimientos del enemigo, el año 1340. No se verifico el ataque de los Benimerines por donde se esperaba .. Desembarcan éstos en Algeciras; pusieron sitio a Tarifa, que levantaron al saber la aproximación de los ejércitos cristianos, en el otono del año mencionado.
Al llegar los cristianos a un sitio conocido por «La ,Peña del Ciervo" tuvieron notioia .por un. prisionero dei levantamiento del cerco y que el Emir africano había establecido su campamento en un Otero, y el Rey de Granada en Una sierra inmediata.
Con estas noticias trazóse el plan de ataque.
Aliados los Reyes de Castilla y Portugal, auxiliados por el de Aragón, por la República de Génova, las Ordenes Militares y con el contingente de todos los Concejos de sus respectivos Estados, reunieron, según algunos, un ejército de diez a doce mil peones y dieciocho mil caballos, número muy inferior a los de los musulmanes, a pesar de lo que salieron en busca de éstos de Sevilla, hallándose pronto los ejércitos frente a frente, separados solo por un pequeño río llamado Salado por los españoles y Vadacelito por los árabes.
La noche que precedió a la batalla, y ante el crecido número de enemigos, lejos de perder ánimo los españoles, hicieron alianzas y protestas do mutuo apoyo en cualquier trance apurado, no sólo los caballeros, sino también los Concejos.
El portugués atacaría al Rey de Granada, y Alfonso XI a AH Abul-Hassán, llevando el Rey de Castilla en vanguardia a los Concejos de Lorca y Jerez de la Frontera, como más experimentados en las luchas con los mahometanos.
No hemos de describir batalla tan saliente y gloriosa para nuestras armas en la historia de la Reconquista, y nos limitaremos al incidente que da motivo a nuestro escrito.
Mandaba la gente del Concejo de Lorca Juan de Guevara, y las de Jerez de la Frontera el no menos esforzado Aparicio Gaytán.
Concertados los dos Concejos, como los demás lo hicieran para mutuo apoyo y defensa, el Guevara se dirigió a Gaytán al empezar la lucha para decirle: .Señor, ha llegado el día de hacer una cosa memorable que muestre para cuánto servimos; a lo que contestó Gaytán, señalando el estandarte de los Benimerines:
Pues tanta gente tenéis, señor, esta es la hora; acometamos a estos perros y quitémosles el pendón que allí veis.; y espoleando sus caballos, y seguidos de sus Concejos, dirigen a aquel lado sus ataques, arrollando y matando a los etíopes que cercaban la tienda de Abul-Hassán.
El ardimiento de ambos Concejos y ambos caudillos era igual, celosos de anticiparse a conquistar la gloria: A un tiempo y por opuestos lados asen el asta de la bandera Guevara, mientras Gaytán cogía la tela.
Miradas de furor se cruzaron entre ambos Capitanes, y agrupábanse los Concejos al lado de los suyos respectivos; pero listos de cruzar sus aceros la hidalguía, la caballerosidad y el buen sentido se impusieron, y atendiendo al interós do Espafía, siguieron la lucha con los derrotados africanos, apelando al Rey para que dirimiera este incidente.
Aquella noche, en la tienda del Rey, ambos Capitanes exponían sus derechos, y prudente Alfonso XI, después de elogiar la acción y mesura con que procedieron, con su vencedora espada dividió el estandarte, dando el asta con la lanza en que terminaba a Lorca y la tela a Jerez de la Frontera.
Desde aquel día ambos Concejos se llamaron hermanos, y mutuamente se otorgaron asiento, voz y voto a los Regidores de ambos Municipios.
Lorca, con religioso respeto y patriótico entusiasmo, conservó siempre en el estrado municipal y encerrada en fuerte caja, este testimonio de sus glorias. El asta es de madera de roble de 2 metros 90 centímetros de altura y 33 milímetros de diámetro, con un hierro tosco de lanza de 0,20 de longitud.
Cuando Juan II, en 1445, con el título de ciudad, dió a Lorca pendón e independencia del Adelantado de Murcia, para salir contra los moros limítrofes, esta bandera, de lienzo azul, se fijó en el asta del Salado; de esta tela restan algunos trozos que, para que no desaparecieran por completo, se cosieron a un pedazo de damasco carmesí.
Tal es lo que en la ciudad es conocido con el nombre de pendón real, y que sólo sale con el Ayuntamiento en ocasiones muy solemnes o en las conmemoraciones de alguna victoria de los· Tercios lorquinos.
No cerraremos estos apuntes sin hacer mención de lo que 108 historiadores de Jerez, P. Ibyón y Castro, nos dicen de la tela de la batalla del Salado.
Esta era morada tornasolada y tejida de oro; la que tomó por bandera y enseña dicha ciudad y existía por el afio 1466, depositada en la iglesia de Santiago; la que, por haberse deteriorado mucho en freecuentes campañas, se mandó hacer otra igual en Venecia en 1470.
Jose M.Campoy Garcia
Numerario
21 junio de 1925.
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