La Guardia situada en un alto, se convirtió en una defensa natural donde la gente se sentía más protegida. En consecuencia y para evitar ser presa de los musulmanes, sus pobladores en la Edad Media pensaron en construir una fortaleza y rodear la población de murallas.
Los cristianos edificaron un castillo desde el que se dominaba toda la Mesa de Ocaña. Este castillo se consideró siempre como una de sus mayores glorias, haber prestado refugio a Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
El castillo estaba armado con 5 tiros, bayesta, escopetas y otros armas menores y perteneció a los Condes de Campo-Rey.
Del castillo partían unas murallas que en su ámbito interior contenían el antiguo pueblo, denominado la Villeta, con la antigua iglesia que no existe, después denominada Sinagoga del Norte, y Actualmente conocida Ermita de Jesús.
En el siglo XVI, se constata que la muralla, construida de cal y canto, y el castillo aún existían y estaban en buen estado. Al ser abandonado en el siglo XVII por los Condes, se fue arruinando.
En el siglo XVIII, aún subsisten lienzos de la antigua muralla almenada y con tres torres muy deterioradas.
El torreón se halla situado mirando al mediodía, cilíndrico y asido al corte vertical de la colina y rodeado de cuevas. Estos restos junto con el arco de la plaza mayor de acceso a la calle Villeta, son los únicos signos actuales de ciudad amurallada.
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