martes, 19 de mayo de 2015

Inundaciones en la Historia de Sonseca

Me viene a la memoria un artículo de Manuel Ballesteros en el Programa de Fiestas de 1988 sobre las inundaciones a destacar a lo largo de la Historia en Sonseca sin pasar por él ningún río, ni riachuelo, ni arroyo.

Lo publico, con las licencias de un copista, en este bloc para su más amplia divulgación y conocimiento, dando las gracias al autor por su ardua investigación y su generosidad para compartirla.

En la Garganta se generan las tormentas que pasan por Sonseca

Escribe Manuel, que el 30 de agosto de 1870 fue un martes muy negro para Sonseca. El peligro se cernía sobre el pueblo. En los cielos de Valhondo y La Garganta, los Montes de Toledo más cercanos, se formaba una enorme y negra tormenta. 

Tras una hora de anuncio, con fuerte ruido de truenos y múltiples descargas eléctricas, sobre las 12 h. descargó durante dos horas una lluvia torrencial sobre el casco urbano de Sonseca y su término municipal.

En poco tiempo, además del agua caída sobre el pueblo, empezó a llegar una enorme y creciente tromba de agua que no cabía en los cauces de los arroyos, extendiéndose a las calles laterales e inundando casas hasta ocupar una anchura de 300 metros y alcanzando en el centro hasta cuatro metros de altura.

De la extensa acta de la sesión extraordinaria celebrada dos días después en el Ayuntamiento se pueden descubrir datos curiosos.



Sobrecogidos los vecinos de las calles que el agua inundó, apelaron inmediatamente a la salvación de sus personas y las de sus familias, pues la impetuosidad de las aguas no daba tiempo a pensar en la salvación de muebles, granos y caldos. Buscaban la fuga en las partes altas de los edificios subiéndose a las armaduras y tejados.

"Viéronse rasgos de generosidad, abnegación y valor heroicos que será difícil enumerar. Así, Valentín Corrales, de oficio albañil, que vivía en la calle Malpica, al oír los lamentos de sus vecinos y sin tener en cuenta la angustiosa situación de su familia, compuesta de nueve individuos, se precipitó a salvar a Sebastián Quirós, anciano y ciego, y lo consiguió, volvió a su casa a salvar a su mujer y familia, y, verificado esto, al tratar de salvar su persona fue arrebatado por las frías aguas, ahogándose a la vista de su familia, dentro de su propia casa y sin que aquellos pudieran salvarle".
Prosigue el acta relatando los hechos acaecidos.

"Cosme García de Blas logró salvarse subiendo a las armaduras a su mujer e hijos en una tabla, y él lo hizo abriéndose escalones en la pared con la manos"

"Quiterio Puebla, hijo, esposo y padre que vivía en la calle Bailén, esquina a Los Arroyos, salió a buscar una escalera para socorrer a su familia, pero al volver no pudo entrar en su casa, ya inundada. Toda la familia, formada por Juliana Mora, su madre, Leocadia Ventas, su esposa y dos hijas, había perecido, salvándose otras dos niñas de cinco y siete años, que metiéndolas en un tinajón, flotó por todo el patio".

Los diecinueve Guardias Civiles que estaban de paso en Sonseca se dedicaron a salvar a cuantos pudieron. Uno, con gran exposición propia, salvó al anciano Antonio Guerrero, que ya se estaba ahogando. 

Nicanor Bolaños y Tomás Vitorio, nadando salvaron a varios vecinos.

"La velocidad del agua era espantosa; muebles, efectos de labranza, animales domésticos, caballerías, arados, aves, todo se precipitaba en horrible confusión sin poder detener nada en tan impetuosa marcha".

CALLE LOS ROJAS, PARALELA A LOS ARROYOS, UNIDAS POR LA CALLE HERNÁN CORTÉS.

Los edificios sufrieron horribles desperfectos. Las casas más afectadas fueron las de las calles Rojas, Cid y Hernán Cortés, fundamentalmente en a la parte cercana a Los Arroyos. Otras quedaron arruinadas y algunas fueron demolidas. El agua se llevó por delante los granos, los caldos, los animales... Las cepas y los álamos fueron arrancados; las hortalizas anegadas y cubiertas de cieno. Los cercado y tapiales sucumbieron y el suelo agrícola totalmente erosionado.



El esta fachada de la derecha, donde aún permanece la puerta del herradero, se colocó la placa indicando  hasta donde llegó la altura del agua de la riada de 1870 

En la sesión plenaria del Ayuntamiento a la que nos hemos referido se tomaron varios acuerdos. Uno de ellos fue el de colocar una placa en la pared del herradero situado en Los Arroyos para que quedara constancia hasta donde llegó el agua. Esta placa permaneció hasta 1967. Debido a una obras en la pared, ya no se volvió a colocar.

Tras diversas gestiones municipales generosas promesas oficiales, las ayudas recibidas para auxilios a los damnificados fueron solo de 712 ducados.

El agua caída en los parajes de la Torre Tolanca, San Gregorio... discurrió hacia el casco urbano arrastrando a su paso gavillas de mies, troncos, ramas... además de cuantos carruajes se encontraba a su paso en Los Arroyos, lo que provocó un tapón en los dos grandes arcos situados a la salida del pueblo. 

Arroyada ampliada después de las riadas

La presa inesperada formada en la Plaza de la Virgen a la que hay que sumar la estrechez que se producía en Los Arroyos (luego subsanada) a la altura de la actual pastelería de Alguacil, que generaba un cambio a más velocidad del agua y reducción de la corriente elevó la altura de ésta y por lo tanto más extensión anegada con las consiguientes consecuencias.

Pasado el susto, poco a poco el pueblo se recuperó de los daños sufridos y quedaron como tristes recuerdos la citada placa en la pared del herradero y una lápida en el cementerio.

Los fenómenos atmosféricos son imprevisibles y 56 años después, otra tormenta similar descargó en Sonseca y su término el 25 de junio de 1926.

Las consecuencias de esta riada afortunadamente no tuvo desgracias personales, solo daños materiales similares a la de 1870.

La presa en esta ocasión se formó en el puente que atravesaba Los Arroyo a la altura de la calle Hernán Cortés con las gavillas, animales, ramaje y una galera que arrastró en el recorrido.

Arcos anteriores a la riada de 1926 en la plaza de la Virgen de los Remedios

Cuando se rompió el agua acumulada llegó de golpe a la plaza de la Virgen de los Remedios llevándose por delante el arco grande del lado derecho y arrastró los pequeños del centro. Solo quedó de pie el arco grande del lado izquierdo, el cual se mantuvo hasta que el Ayuntamiento decidió derruirlo hacia 1952. Fue tal la violencia que tomó el agua que las gavillas de mies, según cuentan, fueron a parar cerca del río Algodor.

La ayuda recibida para paliar los daños de esta riada solo fueron de 2.000 ptas que envió la Diputación Provincial.

Vistas las consecuencias, un año después se iniciaron las obras de ampliación del cauce de Los Arroyos. Se expropió parte del huerto de doña Juana Roldán, cercano al pilón abrevadero de caballerías que desapareció en 1966 con motivo de las obras de acantarillado. El presupuesto de la ampliación fue de 3.376 pesetas.

Otra tormenta a destacar es la ocurrida el 27 de agosto de 1943. No produjo gran inundación, pero sí causó mucho daño porque fue de pedrisco y asoló el término. 

Foto de la Garganta desde la vereda de la Cruz de Pelusa

La tormenta se formó sobre la conocida Garganta y la finca de El Castañar a media tarde. Se corrió con gran viento hacia el termino de Sonseca y limítrofes donde descargó granizos del tamaño de nueces, lo que ocasionó inmensos destrozos en los cultivos, viñas, olivares, huertas, eras, tejados, cristaleras y más aún en lo que no tenía protección como la popular "kermes" que en esos días se había colocado junto a la plaza de Los Remedios. 

Miles de animales: pájaros, palomas, conejos, liebres, perdices... encontraron la muerte. Las personas que no encontraron refugio seguro sufrieron chichones considerables.

La crecida de Los Arroyos no fue espectacular, pero sí duró más tiempo porque los granizos tardaron en licuarse un tiempo. En las fachadas orientadas al oeste llegaron al medio metro de altura. 

Un tercer día de Ferias y Fiestas de 1982, 10 de septiembre, otra gran tormenta descargó sobre el término de Sonseca. Por lo que ahora llamamos La Arroyada, antes Los Arroyos corría una fuerte corriente de agua que se llevó por delante parte de los puestos feriales allí instalados. 
Situación de la gasolinera en la riada del 1982

En esta ocasión, el agua llevaba bastante menos altura que las anteriores porque la tormenta se descolgó con profusión de granizos por el paraje de la Cruz del Lomo, parte del término cuyas aguas se desvían del casco urbano.

Fuente: http://salvapecesds.blogspot.com.es/2015/03/algunas-inundaciones-en-sonseca-dignas.html

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