martes, 15 de diciembre de 2020

La Transformación de la Plaza del Ayuntamiento en 1862-1864, Toledo


Huérfana de vida vecinal, obligada pausa fotográfica para los visitantes y deambulatorio de usuarios de la administración municipal

Por Rafael del CERRO MALAGÓN
TOLEDO 
Actualizado:27/10/2020 20:46h

Zocodover es, sin duda, la plaza más popular de Toledo, esencialmente ligada a bulliciosos tratos mercantiles, escenario para todo tipo de celebraciones y encuentros que además ayuda a tomar el pulso de la ciudad. 

Los afanes de vecinos y visitantes se cruzan en un irregular espacio sitiado por soportales, viviendas y negocios sin que nunca la vida diaria estuviese allí tutelada desde ilustres palacios o notables edificios religiosos. 

La antítesis del secular Zoco es la institucionalizada y admirada plaza del Ayuntamiento, huérfana de vida vecinal, obligada pausa fotográfica para los visitantes y deambulatorio de usuarios de la administración municipal, solo reanimada los días del anual calendario festivo o con motivo de los ocasionales actos visados por la autoridad competente.

Desde época medieval, la plaza vivió graduales pérdidas de remotos edificios y adarves. Allí tal vez estuvo, en época visigoda (siglo VI), la basílica de Santa María, después convertida en mezquita islámica, para dar paso de nuevo, a partir del siglo XI, al culto cristiano que alumbraría la magna Primada gótica iniciada en 1227. 

Enfrente, a partir del siglo XIV, en un edificio hospitalario de fachada mudéjar (descubierta en 1979), surgiría la casa consistorial que perfilaría Juan de Herrera en el siglo XVI y continuaron otros maestros hasta 1703. 

El tercer lado de la plaza lo llena el palacio Arzobispal que acabó de renovar el cardenal Lorenzana en el XVIII. En el cuarto costado estuvo la casa del Deán de la Primada que se derribaría para levantar la Audiencia entre 1928 y 1947, edificio reformado de nuevo en 1962 que integró una portada traída del palacio de los señores de Peromoro y una ventana geminada procedente de una casona de Pedro Lasso de la Vega ubicada junto a la actual plaza de Padilla. Contiguo a este ecléctico edificio judicial están las pocas, y casi relegadas, casas particulares aquí existentes.

El espacio de esta ilustre plaza quedó fijado a mediados del XVI. Gracias a dos detallados planos del Archivo Municipal de Toledo se puede apreciar que, en el XVIII, aún mantenía el mismo esquema y el posterior retoque burgués que se aplicó en 1862.

El primer documento es un dibujo suscrito, en 1750, por José Díaz, un alarife firmante de profusos informes elevados a la regiduría de la ciudad. Aquí precisa que la extensión de la plaza era de 34.329 «pies superficiales», algo menos de 2.700 metros cuadrados. 

Rotuló los nombres de las calles y perfiló las manzanas perimetrales: la Catedral, el palacio Arzobispal, el edificio consistorial -con las nueve bovedillas que ocupaban los escribanos púbicos (notarios)- y las casas del deanato comprendidas entre las esquinas de las calles Pozo Amargo y Puerta Llana. 


En el centro de la plaza, el alarife señala con la letra «A», el «aldabón donde se pone la maroma para sujetar los toros», detalle que evoca el uso taurino de este lugar frente al más usual escenario de Zocodover. 

Precisamente, F. Marías (1984) halló un encargo catedralicio a Juan Bautista Monegro, en 1609, para alzar un tablado en la puerta del Perdón con estrados reservados al clero y a otros notorios espectadores más los burladeros y un entoldado.

El segundo plano está firmado el 30 de septiembre de 1862 por el arquitecto de la Diputación, Santiago Martín y Ruiz, que entonces atendía también los encargos municipales, siendo alcalde Patricio de Azcárate. 

El 1 de agosto anterior, la Corporación aprobó dotar 36.063,97 reales para afrontar un plan que proponía un polígono central para el paseo, bordeado de asientos de fábrica con respaldos de hierro y farolas. Además de nivelar casi toda la plaza se delimitaban dos calzadas contiguas: una hacia el edificio consistorial y otra dirigida a la calle de la Ciudad. 


Esta última debía unirse a un plan de ensanche y regularización de la estrecha calle de San Marcos hasta la plaza del Juego de Pelota. Se pretendía crear un eje urbano desde el Ayuntamiento hasta la explanada de San Cristóbal para habilitarla como paseo. 

Esta ambiciosa fase no se realizó. Sería en 1865 cuando se hizo el citado paseo, ya por parte de otra corporación. El proceso para ejecutar el proyecto de Santiago Martín transcurrió en 1863, a cargo de Luis Antonio Fenech, arquitecto municipal desde el mes de marzo. La obra la hizo el contratista madrileño Juan Ramos, dándose por concluida en marzo de 1864.

La «mejora y decoración» de la plaza era pareja a los trabajos que discurrían para abastecer de aguas a la ciudad desde el paraje de Pozuela, plan confiado al ingeniero Luis de la Escosura, en 1861, siendo alcalde Rodrigo González Alegre. 

Aquel logro lo inauguró, el 19 de marzo de 1863, el nuevo alcalde, Patricio de Azcárate, con la bendición del cardenal Alameda y Brea al surtidor enclavado en el centro de plaza del Ayuntamiento. También se abrió un «caño de vecindad» alojado bajo el pretil de la bajada hacia la calle de la Ciudad, proceso que ya abordamos en otro artículo (18/04/2016). En marzo de 1864 se añadió una verja encargada al industrial Casimiro Porres para proteger el jardín ornamental que perviviría con desigual frondosidad hasta 1953.

Gracias a dos planos de Toledo debidos a F. Coello-M Hijón (1858) y J. Reinoso (1882) se puede apreciar el antes y el después de esta reforma urbana. Entre ambos situamos una acuarela de halo romántico, del bávaro Friedrich Eibner (1825-1877), con una comitiva procesional en la catedralicia puerta del Perdón y una despejada plaza. 

La escena se fecha en su viaje por España (1860-1861), casi en las vísperas del proyecto que crearía la moderna glorieta de paseo, algo que ya se había obrado en Zocodover, en 1839, conforme al plan del arquitecto toledano Blas Crespo y Bautista (1804-1879).

Son numerosas las imágenes que muestran la plaza del Ayuntamiento desde la sexta década del siglo XIX. Las fotografías de Lamy, Pedroso y Alguacil permiten comprobar que la disposición de Santiago Martín –no así la cambiante ornamentación vegetal- alcanzó hasta principios de 1953. 

En este año, casi al tiempo que empezaba la restauración de la fachada del palacio arzobispal, se eliminaban la glorieta y el estanque central y se desmontaba la verja de la lonja catedralicia (colocada en 1637) para ser depositada en el claustro bajo de la Primada hasta que, en 1984, volvió a ser repuesta. Señalemos que al rebajarse la cota de la plaza en 1953 apareció el antiguo aldabón taurino citado en el preciso plano de 1750 que hemos recordado en el presente artículo.

Por Rafael del CERRO MALAGÓN
TOLEDO 
Actualizado:27/10/2020 20:46h

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/abci-transformacion-plaza-ayuntamiento-1862-1864-202010272028_noticia.html

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