Manual de trabajos topográficos.
En este sentido expongo a continuación algunas cuestiones relacionadas con el fenómeno que se está tratando, extraídas del manual de “Instrucciones para los trabajos topográficos” publicado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico de 1878, que nos hizo llegar a la discusión nuestro compañero Abo; las cuales, además de servirnos para aclarar todo este asunto, nos serán de gran interés para nuestras investigaciones futuras y aún para reconsiderar otras ya efectuadas. En el capitulo TRIANGULACIÓN, y en relación con los vértices geodésicos, refiere el manual:
En este sentido expongo a continuación algunas cuestiones relacionadas con el fenómeno que se está tratando, extraídas del manual de “Instrucciones para los trabajos topográficos” publicado por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico de 1878, que nos hizo llegar a la discusión nuestro compañero Abo; las cuales, además de servirnos para aclarar todo este asunto, nos serán de gran interés para nuestras investigaciones futuras y aún para reconsiderar otras ya efectuadas. En el capitulo TRIANGULACIÓN, y en relación con los vértices geodésicos, refiere el manual:
Página 8, punto 7.- “El encargado de la triangulación (…) reconocerá el terreno (…) y después procederá a la elección y señalamiento de los vértices,…”.
Página 10, punto 12.- “Los vértices se señalarán en el terreno con un taladro de 6-8 cm de diámetro y de 40-50 de profundidad en cuyo fondo se clavará una estaca, rellenándolo después completamente de polvo de carbón y cubriéndolo todo con un mojón piramidal de tierra o piedras de 50 cm de altura que tenga por base un triángulo de un metro de lado. Cuando los vértices se sitúen en roca, el taladro será del mismo diámetro; pero su profundidad se reducirá a 10 cm quedando colocado en el centro de un triángulo, cuyos lados, grabados a cincel en la misma roca tengan 20 cm de longitud. Estas señales se referirán a tres objetos cercanos y fijos, como árboles, cercas, rocas, etc., los cuales se señalarán grabando las iniciales “TT”. Cuando no haya objetos próximos a que referir un vértice, se clavarán tres estacas a menos de 20 m de el que servirán de referencias”.
En el capitulo SEÑALAMIENTO DE LOS MOJONES Y DE LAS LÍNEAS DE TÉRMINO, refiere el manual:
Página 36, punto 67.-: “Todos los puntos de estación de brújula se marcarán en los mojones de piedra o rocas con la letra “L”.
En el capítulo NIVELACIÓN, refiere el manual:
Página 54, punto 121.- “Las líneas de doble nivelación tienen por objeto referir a las mediciones de precisión un punto de partida, por lo menos, en cada término municipal. Estas líneas se nivelarán marchando la segunda vez en sentido contrario de la primera.
Punto 122.- El punto de partida de la nivelación topográfica se marcará en la población sobre un paraje bien conocido y estable prefiriéndolas losas, sillares de los pórticos de las iglesias, casas consistoriales, edificios sólidos, bien sean públicos o particulares, u otros monumentos o construcciones que hagan presumir larga duración; en defecto de todos ellos, en sillares labrados que se empotrarán sólidamente en el suelo. Estos puntos se señalarán grabando a cincel las letras N.T. y a su derecha un rectángulo que circunscriba la sección de la mira; este rectángulo debe estar situado de modo que se pueda colocar un portamira suficientemente alejado de columnas, paredes, u otros obstáculos,… )”.
CONCLUSIONES. Terminada la investigación sobre todos estos “extraños”, anagramas, he llegado a las siguientes conclusiones:
En cumplimiento de las instrucciones del referido manual “Instrucciones para los trabajos topográficos”, para el levantamiento del plano topográfico de escala 1/50.000, y el deslinde de los términos municipales, el personal del Instituto Geográfico y Estadístico, entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, realizó una ingente cantidad de marcas en puntos dominantes del terreno y en edificios notables (muchos de ellos religiosos) que, pese al poco tiempo transcurrido, han quedado en el olvido.
Conocido el tipo de marcas que el referido manual ordena realizar y las que realmente se observan en el terreno se comprueba que los topógrafos realizaron su trabajo con cierta anarquía realizando cuadriláteros o círculos cuando debían ser triángulos o rectángulos, realizando las figuras de distinto tamaños, permitiéndose añadidos discrecionales, omitiendo letras que debían acompañar a las figuras o situándolas en posiciones distintas a las que debían tener, etc.
Las características de estas marcas, la forma en que han aparecido (aisladas o formando conjunto), y los lugares donde se encuentran, ha dado lugar y lo seguirá dando, a que sean interpretadas como petroglifos mágicorituales pertenecientes a distintas épocas (del Cobre a la Edad Moderna, generalmente).
Sin ninguna duda, todos los símbolos (cuadriláteros, rectángulos y círculos acompañados o no de una o más letras, N. T. generalmente) que han encontrado en las puertas de los templos españoles que se han referido, son consecuencia de las labores de “nivelación topográfica” de precisión realizadas entre el último tercio del siglo XIX y el primero del siglo XX, determinando la figura, el punto exacto donde se situó el instrumento denominado mira.
Antiguos instrumentos para realizar mediciones topográficas. La mira es lo que sostiene la persona de la derecha.
Los petroglifos (cuadriláteros, generalmente, con un hoyo en su centro), que solos o acompañados de determinadas letras (T o L, generalmente, situadas a menos de veinte metros de ellos), se encuentran en lo alto de cerros o puntos dominantes algunos de los cuales han venido gozando de la consideración de santuarios rupestres o asimilados, deben ser revisados pues la mayor parte de ellos se corresponden con las referidas marcas topográficas de identificación de los viejos vértices geodésicos siendo buen ejemplo de ello los dos casos siguientes:
Supuesto santuario rupestre del cerro de la Cabeza del Oso. El grupos de grabados situados en su cumbre (un enorme cuadrilátero de 40x40 cm., y los tres grupos de petroglifos, de aspecto antropomorfo, situados en torno a el) se corresponden sin ninguna duda con la señalización topográfica de un antiguo vértice geodésico y de ninguna forma con un santuario rupestre del Bronce.
Gran cuadrilátero, con brabados añadidos, del cerro de la Cabeza del Oso.
Una de las parejas de supuestos antropomorfos (son dos T) con un pequeño cruciforme entre ellos, situados en torno al cuadrilatero del cerro de la Cabeza del Oso.
Grabados rupestres del Picu Berrubia. En línea con la apuntado, los grabados de las zonas 1 y 2 del Picu Berrubia, Asturias, estudiados en la década de los setenta del pasado siglo por el arqueólogo Miguel Ángel de Blas Cortina, son, con toda probabilidad, otro conjunto de marcas topográficas relacionadas con los deslindes municipales y señalamiento de un viejo vértice topográfico de los llamados hoy auxiliares o de 4ª categoría.
Como se puede ver en uno de los dos dibujos de la denominada zona 1, que he calcado a falta de poder hacer otra cosa, las figuras se rematan con una crucecilla cristiana de peanilla circular y llevan en su base “una figura en forma de M con los extremos en bucle”, figura que, con toda posibilidad, se trata de la letra M, inicial de La Mortera en cuyo término municipal se encuentra la señalización.
Grabado de la zona 1 del Picu Berrubia, Asturias.
Un signo, similar a este encontré hace años en el Cerro de El Berrueco, situado entre Ávila y Salamanca. La letra M en este caso alude al deslinde de Medinilla.
Grabados de delimitación del termino de Medinilla, Ávila, en el cerro del Berrueco
En esta misma zona 1 de grabados De Blas halló: “varios números modernos grabados que siguen la sucesión correlativa del 1 al 6. a la izquierda de los números, y a mayor altura, existe otro grabado cuyo trazo recuerda una N o tal vez un 1, con la rama oblicua hacia la derecha, en vez de hacia la izquierda y del que parte una línea corta.”,… grabado que, seguramente, se trata de una L indicativa, como sabemos, de un punto de estación de brújula que debía marcarse en los mojones de piedra o en las rocas; lo cual, unido a la técnica de los grabados, termina, a mi juicio, de desvirtuar la presunción que de tales petroglifos pertenezcan a la prehistoria o Edad Antigua.
En cuanto a los petroglifos de la denominada zona 2, situada unos metros por encima de la anterior, está claro, sabido todo lo anterior, que se trata de una de las figuras que identifican los antiguos vértices geodésicos: un cuadrilátero que, según De Blas, tiene 18 cm de lado y un agujero central de 4,5 cm. de diámetro, medidas que creo erroneas pues es evidente, viendo la foto, que el agujero central debe tener mayor tamaño. No tardaré en comprobarlo personalmente.
Grabado que identifica a un antiguo vértice geodésico en Picu Berrubia, Asturias.
De Blas, refiere que en torno al cuadrilátero existen dos cruciformes figuras que, dada la discrecionalidad con que trabajaban los topógrafos, cumplen la función de esas T, que debían existir a menos de 20 m. de la figura para indicar puntos de referencia. Está claro que De Blas no conocía entonces lo que nosotros sabemos hoy.
"Clavo" que identifica a un moderno punto de nivelación topográfica de precisión en la Subdelegación del Gobierno de Ávila.
Decir finalmente, que espero que todo lo expuesto nos sirva en el futuro para evitar errores de interpretación, como el que yo cometí, sobre este tipo de elementos; y agradecer a todos los miembros de Terrae que han intervenido en la anterior discusión, su participación y aportaciones para esclarecer el enigma de estos “ extraños anagramas”; y también y sobre todo, sus manifestaciones de ánimo,… pero LA DISCUSIÓN CONTINUA.
16 Abr 2012
http://terraeantiqvae.com/m/group/discussion?id=2043782%3ATopic%3A203313
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