jueves, 30 de abril de 2020

Los Primeros Señores de Huerta de Valdecarábanos

La Edad Media.: Clases Sociales.El mencionado don Alvaro de Loaysa casó con doña Catalina Manrique de Ayala, hija de los condes de Fuensalida; tanto el conde como su esposa llevaban la sangre de familias Nobilísimas.

El conde era nieto de un duque de Béjar; la condesa, hija de don Luis Fernández Manrique, marqués de Aguilar de Compóo, y de doña Ana Pimentel, hija del conde de Benavente, Grande de España 

GENEALOGIA y ESTIRPE DEL NOBLE LINAJE DE LOS LOAY - SAS y EN PARTICULAR DE LOS SEÑORES DE GUERTA y VALDECARABANOS, QUE TIENEN SUS CASAS EN TALAVERA 

Los Loaysas, ilustres caballeros.

En España traen su origen y principio (según he podido colegir de historias y papeles antiguos) de la sangre real de Inglaterra, en el principado de Gales.

Las armas de este principado y de sus príncipes fueron una rosa encarnada en campo blanco; y cinco de la misma color en el mismo campo son las de los Loaysas, en estaforma: Vinieron estos caballeros al reino de Francia; ocupólos el Rey en muchos y señalados cargos de paz y de guerra, conaturalizándose en aquel reino, a cuya causa los sucesores de los primeros se llamaron Jofré, que es nombre francés. [espacio en blanco para el dihujo del hlasón].




En tiempo de Carlm' IX, rey que fue de Francia, se conjuraron contra él muchos de su reino y cometieron la ejecución de sus intentos a dos caballeros, los cuales entrando en la cámara real con sus espadas desnudas pretendieron quitarle la vida.

Heráldica y Genealogía Granadina. : Loaisa, Loaysa, Loayza.Hallase en esta ocasión al lado del rey un doncel cuyo nombre era Jofré de Gales, que poniendo mano a la suya, se opuso a los traidores, y peleando como esforzado y valeroso caballero, recibiendo muchas y mortales heridas, defendió su Rey, a pesar de los alevosos pechos. Asi lo dice Pedro .. .ique y Pedro Antón Beuter en muchas partes de su Historia de los Condes de Barcelona.

Quedó justamente agradecido el Rey al servicio y lealtad que a costa de su sangre y vida había hecho Jofré de Gales. Agradecido, hizo grandes mercedes a su padre y hermanos (que el doncel murió en la demanda), y entre otras le dio un privilegio, que solo los de este linaje y no otros pudiesen entrar en la real cámara con armas. Colfgese de papeles antiguos que he visto, y de la común tradición que hay en este caso.

 Ansimismo quiso el rey que, dejado e/nombre de Gales, derivado del principado donde eran naturales, se llamasen Loaysas, apellido de alabanza, nombre francés derivado de la palabra latina "laus", que en castellano suena lo mismo que "estirpe loable" en valor y en lealtad.

Acrecentó asimismo sus armas, orlando las ro - sas de sus medias flores de lis, y por timbre, un brazo con una espada desnuda, significando en el/a el oportuno socorro y la vida de que se reconocía deudor.

El primero que vino a España de este linaje fue fofré de Gales y Loaisa, sobrino de fofré de Gales (aquel doncel que murió en defensa del Rey de Francia), hijo de un hermano suyo.

Pobló en Murcia, después de haberse hallado en su conquista, cuya memoria se halla haciéndose relación de él en el Libro de la población de Murcia, en la hoja primera; y en la veinte y cuatro se halla a Garci fofré, y folio cincuenta y ocho del mismo libro se hace mención de don fofré de Berenguer y fofré de Loaysa.

Este caballero fofré de Gales y Loaysa casó con doña facometa, natural de Hungría, si bien descendía de los reyes de Francia: así lo refiere la Historia de Murcia, folio 341; de donde se colige la gran calidad de la autoridad grande y los altos mere - cimientos de fofré de Gales, que a no ser tantos y tales, no se casara tan altamente.

Yepes - Wikipedia, la enciclopedia libreSirvió al Rey don Alfonso el Sabio, como consta de toda su historia, acompañándole en todas ocasiones en paz y guerr a. Vinieron en servicio del Rey a la ciudad de Burgos, y a poco tiempo le dio una enfermedad a fofré de Gales, de que murió.

Asimismo murió su mujer en la misma ciudad. Están sepultados en una capilla suya en el Real Convento de las Huelgas, donde se ve su sepulcro, y en una piedra esculpidas estas letras: 

AQU/ YACE EL NOBLE CABALLERO DON fOFRE DE LOAY - SA Y LA NOBLE DUEÑA SU MUJER fACOMETA.

Tiene este sepulcro dos escudos de armas, uno con las cinco rosas 

de los Loaysas, y otro con una flor de lis en medio y sus medias lises, tres arriba, dos a los lados, y una abajo, que son las reales de Francia, de donde Jacometa descendía. De Jofré de Gales y Loaysa y Jacometafue hijo Garcijofré de Loaysa, adelantado mayor del reino de Murcia y Copero mayor del Rey don Alfonso el Sabio, y su testamentario.

Así lo dice ellicenciado Francisco de Cascales, en la Historia que escribió de los linajes de Murcia, folio 342, en la casa y linaje de los Loaysas, y el doctor Salazar de Mendoza en su Historia donde trata De las dignidades seculares de Castilla y León, en la vida del Rey don Alonso el Sabio, en el libro IlI, capítulo 1, folio 78, donde dice que entre otros ricoshombres que confirman el privilegio que tiene Sevilla de sus libertades, es uno de ellos Garcijofré de Loaysa .. fue copero del rey don Alonso el Sabio.

Que fuese su testamentario se colige con evidencia en la Crónica de este Rey, donde está otorgado su testamento en Sevilla, a ocho de noviembre era de mill y trescientos y veinte y uno, ante Juan Andrés, escribano del Rey.

Con probabilidad se colige que Garcijofré de Loaysa casó con doña Urraca, hija del dicho don Alonso el Sabio, habida en doña María Guillén de Guzmán. Así lo da a entender el doctor Salazar de Mendoza en el origen de las dignidades seculares, libro tercero, capítulo primero, folio setenta y tres.

No lo dice con expresas palabras pero dice que esta señora casó en Murcia con un gran caballero, y en aquella ocasión no había otro más noble en Murci a que Garci Jofré, con quien pudiese casar. También se colige de las muchas mercedes que le hizo el dicho rey don Alonso el Sabio, como tenemos visto.

Garci Jofré de Loaysa y doña Urraca tuvieron por hijo a Garci Jofré de Loaysa, señor que fue de la villa de Pretel, en el reino de Valencia, raya de Castilla, junto al marquesado de Villena. Por este señorío se llamaron algunos de esta casa Pretel. 

(Su asiento en tierras toledanas) De este caballero muerto por la crueldad del Rey don Pedro quedaron un hijo y dos hijas.

La mayor se llamó doña Catalina de Loaysa; casó con don Garda Alvarez de Toledo, primer señor de Oropesa, maestre de Santiago (1358-1366): así lo dice el doctor Jerónimo de Gudiel en el Compendio de los Girones, árbol veinte y tres, y Alonso López de Haro en su Nobiliario Genealogial de los Reyes y t{rulos de España, segunda parte, libro sexto, capítulo treinta y dos,folio cuarenta y uno.

De estos señores don Garda Alvarez de Toledo y doña Catalina de Loaysafue hijo primogénito el segundo señor de Oropesa, don Fernando Alvarez de Toledo, que sirvió al rey don Juan el 1 Y casó con doña Elvira de Ayala, hija del señor de Cebolla Diego López de Ayala y doña Teresa de Guzmán; de quién descienden por línea recta los condes de Oropesa, cuyo octavo nieto fue don Fernando Alvarez de Toledo, sexto conde de Oropesa, que casó con doña Menda Pimentel, hija del conde de Benavente, que posee hoy el estado por muerte de su marido y por la pequeñez de su hijo. Las armas de estos caballeros son estas (espacio en blanco).

Doña Marfa de Loaysa, segunda hija del señor de Pretel muert o por la crueldad del Rey don Pedro, casó con don Luis de la Cerd a, señor de Escalona, de la casa de los duques de Medinaceli; y por morir sin sucesión, heredaron este señorío y casa los duques de Medinaceli: así lo dice Haro en su Nobiliario, primera parte, libro primero, capítulo once,folio ochenta y seis. Otros dicen que volvió al patronazgo real. Las armas de los de Medinaceli son las siguientes (espacio en blanco). Alvar Núñez de Loaysafue hijo mayor de Garcijofré de Loaysa.

Tuvo Alvar Núñez tres hijos. El mayor y sucesor de su casa fue Diego de Loaysa; de los demás caballeros descendientes de este señor de Pretel y de los hijos de Alvar Núñez, que son muchos y muy ilustres en nuestra España, no trataré por ahora: solo es mi propósito seguir la línea del dicho Diego de Loaysa, como el principal y mayor y cabeza de todos.

Diego de Loaysa fue el primero que pobló en Talavera de la Reina y el séptimo abuelo de don Alvaro de Loaysa y Ayala, caballero de la orden de Alcántara, señor de Huerta, cabeza y pariente mayor de este real y antiguo apellido de Loaysa.

Fue Diego de Loaysa gran caballero en servicio del rey don Enrique ellII, como lo dice la Historia del Rey don Juan el segundo en la vida del mismo don Enrique, y el que llevó la mayorfa por línea recta, sucesor a sucesor, y descienden de él, como se verá, todos los Loaysas de esta casa descendientes del señor de Pretel, sin que haya habido interpolación ni se haya conocido transversal ninguno en esta ilustrísima casa, que hoy posee don Alvaro de Loaysa, pues, como hemos visto y dice Zurita en el tomo segundo de sus Anales, libro nono, capítulo 22,folio 293: "Del último señor de Pretel, que fue muerto por mandado del Rey don Pedro El Justiciero de Castilla, heredó esta casa y mayorazgo Alvar Núñez, y este Alvar Núñez tuvo por hijo mayor a Diego de Loaysa, el cual hizo su asiento en Talavera".




Luego sin duda que los de Talavera son la cabeza y son la cepa del árbol tan copioso y de tan altos frutos Loaysas. Volviendo a mi propósito, digo que Diego de Loaysa, primer fundador en Talavera, tuvo por hijo a Fernán Jofré de Loaysa, el cual, como su padre, hizo su asiento en la dicha villa.

Fue gran Caballero en la disciplina militar, guardando el ilustrfsimo nombre y loable estirpe de sus mayores con todo lucimiento y ostentación de su persona.

Alcanzó los tiempos de Don Juan el lI. Fernán Jofré de Loaysafue padre de Garcijofré de Loaysa, como consta de un sepulcro que está en la iglesia mayor de la dicha villa de Talavera, en la capilla de San Juan Evangelista, alIado de la epístola, que viene a ser el lado derecho de la capilla mayor, en un arco que sustenta dos columnas de piedra negra, donde se ven dos escudos de Loaysas; sepulcro labrado con primor, cenizas que indican la nobleza de sus dueños; urna negra, si bien sustentada de leones de mármol blanco, esculpidos en ella en debida proporción escudos de rosas con un letrero por orla, la que dice así: 

AQUl YACE EL HONRRADO GARCI JOFRE DE LOAYSA FIJO DE FERNAN JOFRE DE LOAYSA QUE DIOS AYA EL QUAL FINO A VEINTE Y SEIS DIAS DEL MES DE HENERO AÑo DE NUESTRO SALBADOR JESU CHRISTO DE MILL Y QUATROCIENTOS Y QUARENTA

Don Garcijofré de Loaysa casó en Talavera con doña Ysabel de Bargas, señora de mucha calidad, como lo dice Haro en su Nobiliario de España, primera parte, libro quinto, capítulo séptimo.

 Fueron sus hijos Pedro de Laoysa el mayor, regidor que fue en la dicha villa de Talavera año de 1470. Asimismo fue corregidor de Salamanca, y del Consejo Real de los Reyes Católicos. El segundo fue Juan de Loaysa, y los demás: García de Loaysa, doña Inés, doña Violante.

 Las armas de los Vargas son éstas: Doña Inés de Loaysa, hija de Garcijofré y de doña Isabel de Vargas, casó con don Pedro Girón, el cual es descendiente de don Alvar Ruiz Girón, hermano de don Gonzalo Ruiz Girón, progenitor de los duques de Osuna y otros grandes señores, de quien vienen los Girones de Talavera, cuyos sepulcros se ven en la iglesia mayor de esta dicha villa.

Toda esta línea se verá en Haro. Don Pedro Girón y doña Inés de Loaysa tuvieron por hijo a Alonso Girón, primo hermano de don fray García de Loaysa, cardenal y arzobispo de Sevilla. Posee hoy la casa y mayorazgo de estos caballeros el marqués de Sofraga, don Sancho Girón, caballero de la orden de Alcántara, cuyas armas son éstas: [espacio en blanco].

Pedro de Loaysa, hijo mayor de Garci Jofré de Loaysa y de la dicha doña Isabel de Vargas, casó con doña Catalina de Mendoza, nobUsima (sic) señora de la casa y linaje de los Mendozas.

Fuero n sus hijos: Alonso Jofré de Loaysa y don fray García de Loaysa, cardenal arzobispo de Sevilla, cuya vida será adelante, fray Domingo de Mendoza, que también diremos algo de la suya; fueron religiosos de la sagrada Orden de Predicadores. Además de estos hijos, tuvieron a doña Mayor y a doña Inés y a Pedro de Loaysa, que murió mozo. 

Las armas de los Mendozas son las siguientes: [espacio en blanco]. Alonso Jofré de Loaysa, hijo mayor de Pedro de Loaysa y de doña Catalina de Mendoza, fue regidor de Talavera, muy estimado caballero, de gran reputación. Casó con doña Teresa Pacheco, nobilísima señora.

Tuvieron por hijo a Alvaro de Loaysa, señor de la villa de Huerta de Valdecarábanos, caballero del hábito de Santiago, trinchante del Rey don Felipe el Il, protector y patrón del convento de San Ginés, de la Orden de Predicadores en la dic ha villa de Talavera.

Y las limosnas y dotaciones que se reparten en aquel convento, obra de las más insignes y piadosas de nuestra España.

Fue asimismo - y lo son sus sucesores- señor y patrón de la casa y ermita de nuestra señora del Socorro, imagen milagrosa, de mucha devoción en toda aquella tierra; está en término de la dicha villa de Huerta, adonde asisten religiosos de Santo Domingo, capellanes de esta santa imagen.

Es frecuentado aquel sitio y casa de toda aquella gente de las comarcas de Yepes y Ocaña, por la devoción grande que se tiene a la Reina del Cielo en su imagen, socorro y refugio de los pecadores. La casa es buena y espaciosa, y no de pequeña recreación su sitio por la abundancia de álamos, por su huerta y fuentes, que la hacen apacible.

 Las armas de los Pachecos son éstas [espacio en blanco]. Alvaro de Loaysa, hijo de Alonso de Loaysa y doña Catalina Alvaro de Loaysa, hijo de Alonso de Loaysa y doña Catalina Pacheco, casó con doña Catalina Manrique de Ayala, ilustrísima señora, hija de don Alvaro de Ayala y de doña Catalina Manrique, condes de Fuensalida.

La dicha doña Catalina Manrique, condesa de Fuensalida,fue dama de la Reina Católica doña Isabel, e hija de don Luis Fernández Manrique, marqués de Aguilar de Campo( o) y de la marquesa doña Ana Pimentel, la cual fue hija del Conde de Benavente. El dicho don Alvaro, conde de Fuensalida,fue hijo de don Fadrique Manrique de Zúñiga, y nieto del duque de Béjar; de modo que la dicha doña Catalina Manrique, mujer del dicho Alvaro de Loaysa, era nieta de tre s grandes: del duque de Béjar, marqués de Aguilar y conde de Benavente, e hija del Conde de Fuensalida, cuya casa, aunque hoy no goza de las preeminencias de Grande, es no menos ilustre que todas, cuyas calidades tocan derechamente a don Alvaro de Loaysa y Ayala, como veremos.

 Las armas de los Manriques y Ayalas son éstas: (espacio en blanco) Tuvo esta señora doña Catalina Manrique otra hermana, que fue doña Brazaida Manrique, la cual casó en Talavera con Fernán Duque de Estrada, de la nobilísima casa de los Estradas, conocido por tal en todo el mundo. Traía su origen y principio en los antiguos peñascos de las Montañas.

Posee hoy el mayorazgo y casa de los señores Estradas Juan Francisco Duque de Estrada y Guzmán, cabal/ero del hábito de Santiago. Alvaro de Loaysa y doña Catalina Manrique de Ayala tuviero n por hijos a don Luis Félix de Loaysa y a don Esteban de Loaysa y Ayala y a doña Laurencia Manrique, la cual casó con don Cosme de Meneses, señor de su casa y mayorazgo, caballer,o del hábito de Alcántara, hermano de Hernandálvarez de Meneses, nobilísimos cabal/eros e ilustrísima estirpe.

Posee hoy el mayorazgo y casa de Hernandálvarez de Meneses don Fernando de Meneses, caballero de muchas partes, de la Orden de Santiago, cabeza y pariente mayor de este nobilísimo linaje en la dicha villti de Talavera. 375 La casa y mayorazgo del dicho don Cosme de Meneses, con quien casó la dicha doña Laurencia Manrique, posee hoy don Cosme de Meneses, hijo único de don Francisco de Meneses Manrique y doña Catalina Duque (de Estrada) y Guzmán. Las armas de los Meneses son las siguientes: {espacio en blanco}.

Tuvo el dicho Alvaro de Loaysa, según he entendido, un hijo natural que ha más de cuarenta años que sirve a Su Majestad en las ocasiones de guerra que suceden en el estado de Milán. Ha ocupado puestos muy honrosos, siendo capitán, y otros muchos dando siempre muy buena cuenta de su persona.

Llámase Alvaro de Loaysa y es hijo de muy buena y honrada madre, que callo su nombre por no importar el decillo en esta ocasión. Don Luis Félix de Loaysa, hijo mayor de Alvaro de Loaysa y de doña Catalina Manrique de Ayala, fue del hábito de Santiago.

 Sirvió al Rey don Felipe el II en la guerra y rebelión de Granada a su costa, con muchas camaradas y criados (y) en la jornada de Portugal.

Fue el caballero más estimado y de mayor aplauso y ostentación que se ha conocido en Talavera, amigo de hacer bien y de honrar a todos, favoreciéndolos con su autoridad y hacienda, por lo cual se llevaba tras sí los ánimos de todos, y esto en todas ocasiones yen cualquiera parte, que en todas se hacía lugar, y entre los muy grandes señores don Luis Félix de Loaysa corría pare - jas iguales, y se adelantaba a muchos llevándose el aplauso común: Talavera lo confiesa así.

Casase este nobilísimo caballero con doña María de Luna y Meneses, hija de Fernando Alvarez de Meneses y de doña Germana de Luna, hermana de don Antonio de Luna, conde de Fuentidueña, y señores todos de la calidad que el mundo sabe.

Las armas de los Lunas son éstas, y asimismo las de los Meneses: (en blanco) Don Luis Félix de Loaysa y doña María de Luna tuvieron dos hijas, doña Catalina Manrique y doña Germana de Luna. 

Doña Germana de Luna, que hoy vive (vivan mili años), señora por su nobleza, por su agrado, por su valor y gobierno digna de eterna memoria, señora de mayor nombre que ha conocido Talavera, adquirido de sus muchas prendas y del favor que a todos hace, imagen propia de su padre; casó esta nobilfsima señora primero con don Fernando de Carvajal, segunda vez con don Francisco de Carvajal y Meneses, iguales en la nobleza, ~n ellustre y generosidad de ánimo.

De la de uno de estos caballeros se pudiera hacer una larga historia; a efecto de la brevedad y el intento de seguir la lfnea de nuestros Loaysas, (no diré nada). Don Francisco de Carvajal y Meneses tuvo en doña Germana de Luna cuatro hijos animosos, briosos, correspondientes a la sangre y nobleza de sus padres. El primero, don Luis de Carvajal y Meneses, del hábito de Alcántara, que posee hoy la casa y mayorazgo de don Francisco de Carvajal y Meneses, su padre.

El segundo fue don Antonio de Luna, del hábito de Santiago; murió como esforzado y valiente Capitán en la jornada que hizo al Brasil el año de ( ) peleando contra infieles. Sirvió a las Majestades de Felipe III y Felipe IV muchos años en el estado de Milán. El tercero hijo es don Pedro Jacinto de Luna, asimismo del hábito de Santiago, caballero de muchas partes; sirvió a Su Majestad en el reino de Portugal yen la Armada Real.

El último fue don Francisco de Carvajal; murió asimismo sirviendo a Felipe IV en los estados de Flandes, y actos heroicos dignos de tales caballeros y dignos de esculpirse en láminas de bro nce, no los borrará el tiempo, que si en ellas no quedan, pero en los corazones de todos, para que si aún siempre beba la memoria de esta ilustre casa la nobleza de sus padres el conservarla de sus hijos. Las armas de estos caballeros son éstas {espacio en blanco].

Doña Catalina Manrique, hija mayor de don Luis Félix de Loaysa y de doña María de Luna, sucesora (por no haber tenido estos caballeros hijo varón) en su casa y mayorazgo, señora de muy altos merecimientos, por los muchos y muy altos de sus padres, por los suyos propios: que fue dotada de todo aquello que pudo componer la naturaleza de peifección en una criatura y aun no sé si excedió así en este sujeto, cosa no ignorada de todos los que la conocieron; el ánimo fue grande, adornado de muchas y muy heroicas virtudes; representaba un común agrado, con un lucimiento honesto, y hacíase estimar aún de los extraños por la compostura y gravedad de su persona, acompañada de una rara hermosura.

Casó esta nobilísima señora con don Esteban de Loaysa y Ayala, su tío, hermano de su padre don Luis Félix de Loaysa (y) porque no pasase el mayorazgo y casa de tales y tan excelentes señores a otra lfnea y apellido, por guardar el de su antigua casa.

 Conservaron estos caballeros aquellustre·que tuvieron siempre, en la cumbre de la estimación que les dejaron sus padres, sin perder un punto el pundonor y nobleza de su sangre.

Don Esteban de Loaysa y Ayala, persona muy amable en esta villa por la voluntad y llaneza que en sí encerraba, y jamás supo hacer mal a nadie (sic) mas sí mucho bien a todos: vive hoy día su memoria y vivirá eternamente por la devoción grande con que celebraba las fiestas de los Desposorios de nuestra Señora; y hoy día le aclama y da voces todo el vulgo en su nombre particular, cuando corre su hijo don Alvaro de Loaysa y Ayala, que conserv a la memoria de su padre.

Es don Alvaro de Loaysa y Ayala, hijo de don Esteban y de doña Catalina Manrique, del hábito de Alcántara, y el asenso de la nobleza de estas premisas.

Posee hoy la casa y mayorazgo y demás títulos y honras y autoridades que esta casa tiene; junta en uno la nobleza de los Loaysas con la de los condes de Fuensalida, duques de Réjar, marqués de Aguilar, conde de Benavente, conde de Fuentidueña; pues es primo segundo del conde de Fuensalida y primo en tercer grado del marqués de Aguilar, y en cuarto grado con el duque de Béjar y conde de Benavente; y en segundo grado es primo del de Fuentidueña; de otros muchos títulos y grandes es asidmismo pariente dentro del cuarto grado.

Sirvió el dicho don Alvaro a su majestad de Felipe IV (que Dios guarde) en el socorro de Cádiz con muchos camaradas y criados a su costa, saliendo para este efecto de Talavera con ánimo real, con deseo de dar su hacienda y vida por Dios y por su Rey.

El tiempo que estuvo en Jerez de la Frontera y en Cádiz se portó como tal caballero, con el duque de Medina (Sidonia) don Fernando Girón, ofreciendo su persona y las de sus camaradas para todas ocasiones; estuvo en aquellas plazas hasta que con licencia se volvió a su casa: digno empleo de su persona, por quien es por su agrado, por su valor, conserva y lustre de sus padres, con todo lucimiento y ninguno con más, que en cualquiera acción de autoridad y nobleza corresponde al ánimo generoso de sus antepa~ados.




Tuvo asimismo el dicho don Esteban de Loaysa y Ayala, estando viudo de doña Catalina Manrique, otros dos hijos en doña María Suárez y Carvajal, señora de su casa y mayorazgo muy noble, emparentada con lo más noble de la dicha villa de Talavera.

Dejolos legítimos casándose con ella. El mayor es fray Juan de Ayala, monje en el monasterio real de San Bartolomé de Lupiana; estudió Artes y Teología en el colegio real de San Lorenzo.

El segundo fue don Lorenzo de Loaysa: murió en la flor de su edad de veinte y cuatro años. Don Alvaro de Loaysa y Ayala sucedió en la casa de sus padre s . Es señor de la villa de Huerta y Valdecarábanos y de todo lo que queda referido.

Casó primero con doña Mar[a Manuel Sarmiento, señora de muchas prendas, amabilísima de todos los que la conocieron por su afable condición, por su gobierno, por su virtud, por su santidad.

Murió como tal, que por su claro entendimiento, algunos años antes (aunque siempre había vivido rectísimamente), alcanzó un claro desengaño de la brevedad de esta vida y vanidades de ella y así fueron rigurosas las penitencias con que se dispuso para la eterna, indicación manifiesta de su predestinación. 


En Ruta por el Románico del Duero: De Toro a Zamora (y II)

Resultado de imagen de cimborrio catedral zamora
Cimborrio de la Catedral de Zamora

La Ciudad Románica de Zamora
Catedral de Zamora

Iglesia de San Juan de Puerta Nueva - que ver en Zamora
Iglesia de San Juan de Puerta Nueva, Zamora

Zamora se asienta sobre una meseta rocosa en la margen derecha del río Duero, se la conoce por derecho propio como ‘la ciudad de románico‘ ya que cuenta con el mayor número de iglesias de este estilo por metro cuadrado de Europa.

 No cometas el error de pensar que vista una, vistas todas. Son tantas las historias y leyendas que esconden sus muros y tanto el valor artístico que atesoran que de no hacerlo así pasarías de puntillas sobre un legado que lleva esperándote nueve siglos.

Indice:

  1. Cómo llegar a Zamora
  2. Algo de Historia sobre Zamora
  3. Catedral de Zamora
  4. Santo Tomé
  5. Santa María la Nueva
  6. San Cipriano
  7. San Claudio de Olivares
  8. Santiago el Viejo o de los Caballeros
  9. San Juan de Puerta Nueva
  10. Santiago del Burgo
  11. San Esteban
  12. San Vicente
  13. Castillo y Murallas de Zamora
  14. Puente Románico de Piedra y sus vistas sobre el Duero
  15. Las Aceñas de Cabañales
  16. De Tapas en Zamora
  17. Ferias y Fiestas de Zamora
  18. Para Comer en Zamora
  19. Iglesia Visigotica de San Pedro de la Nave

para saber mas:



miércoles, 29 de abril de 2020

Homenaje a Talavera La Vieja bajo las aguas de un pantano

Homenaje a los talaverinos, cuyo pueblo, Talavera la Vieja, está desde 1963 bajo las aguas del pantano de Valdecañas. 

Programa de radio de la Cadena Ser de 1984 por María Jose Fontán "Sit tibi acqua levis". 





Fotos procedentes de los XIX Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo organizados por la Fundación Concha y Domingo Quijada. La Memoria del Agua, 2012


martes, 28 de abril de 2020

Del final de un Canario Flauta en la Parroquia de San Nicolás

Entre finales del siglo XIX y 1936 la prensa toledana vivió su edad dorada, con decenas de cabeceras de todo tipo, ideología y tendencias sociales

ESBOZOS PARA UNA CRÓNICA NEGRA DE ANTAÑO (EPÍLOGO)

En junio de 2016 comenzó en Artes&Letras la serie «Esbozos para una crónica negra de antaño» que concluyó pasado 14 de marzo tras medio centenar de entregas

Enrique SÁNCHEZ LUBIÁN
Actualizado:31/03/2020 19:51h

En los anales del periodismo español, el famoso «crimen de la calle de Fuencarral», acaecido en 1888, está considerado como el inicio y arranque del sensacionalismo. La victima de este suceso fue Luciana Borcino, viuda acaudalada, cuyo cadáver fue encontrado apuñalado y posteriormente quemado. 

En su muerte aparecieron implicados una criada, Higinia Balaguer, un hijo de la víctima, conocido popularmente como «pollo Varela» acreditado calavera y noctámbulo madrileño, y el director de la Cárcel Modelo, donde se encontraba preso el anterior, pero que entraba y salía del encierro cuando y como quería.

Durante la instrucción sumarial del caso las especulaciones no pararon, ya que los implicados dieron hasta veinte versiones diferentes. 




Ante semejante confusión, la prensa de la época inició una alocada carrera por ofrecer el mayor número de detalles de cuánto podría haber ocurrido, recogiendo declaraciones de los más dispares seudotestigos o «investigadores» del caso, posicionándose a favor o en contra de los implicados, dando numerosos detalles escabrosos sobre la vida de cada uno de ellos y dejando de lado cualquier indicio sobre la presunción de inocencia de los investigados. 

Hasta Galdós sucumbió a su vorágine con una serie de crónicas periodísticas publicadas en el diario argentino «La Prensa» y que tras su muerte fueron compiladas en 1926 por el periodista Antonio Ghiraldo bajo el título de «Cronicón. 

El crimen de la calle de Fuencarral», así como en sus novelas «La incógnita» y «Realidad». Estaba naciendo una nueva forma de escribir en los periódicos: el sensacionalismo. 

Y a los lectores les gustaba, pues cada noche en las puertas de los talleres donde se imprimían los principales periódicos madrileños, una muchedumbre esperaba ansiosa para «conocer» las últimas novedades del crimen, que se saldó con la condena a muerte de Higinia.

“Cronicón”, recopilación hecha en 1926 de las notas periodísticas que Galdós remitió a Argentina del “crimen de Fuencarral” y su posterior juicio

Las tiradas de los periódicos y revistas de información general se triplicaron. 

Desde ese momento, y aunque casi un 70 por 100 de la población española era analfabeta, la prensa se convirtió en la principal fuente donde conocer detalles de los más espeluznantes sucesos que ocurrían en cualquier punto de España.

 Y si los mismos no eran suficientes como para llenar las planas de aquellos gigantescos diarios, se inventaban. 

En cierto modo, se estaba tomando relevo a la tradición de las aleluyas y pliegos de cordel que desde siglos atrás ciegos y romanceros iban cantando por las plazas públicas, llevando de pueblo en pueblo, crímenes, infidelidades, desengaños, robos y los mil pesares que la condición humana arrastra.

La nueva moda periodística que el «crimen de Fuencarral» inició, también llegó hasta los periódicos de la ciudad de Toledo. Y lo hizo en un momento en que la prensa provincial comenzaba a vivir la que sería su edad dorada.

 Entre finales del siglo XIX y 1936 hay registradas más de ciento cincuenta cabeceras diferentes en la capital, muchas de ellas de gran calidad y con una pluralidad ideológica tremenda: católicas, republicanas, carlistas, obreras, toledanistas o al servicio del cacique político de turno.

En junio de 2016 inicié en las páginas de este suplemento cultural la publicación de la serie «Esbozos para una crónica negra de antaño», que ha concluido el pasado 14 de marzo con la entrega número cincuenta. Su objetivo era tanto dar a conocer una faceta poco estudiada a la vida de los toledanos y toledanas (en cierto modo la cara “b” de su cotidianeidad oficial, protagonizada por quienes voluntaria u obligadamente vivían al otro lado de ley) como a poner en valor a aquellos periodistas anónimos que en muchas ocasiones hubieron de derrochar imaginación y oficio para ganar la atención de sus lectores presentando como grandes sucesos hechos que apenas llegaban a la categoría de sucedidos.

En este medio centenar de entregas hemos recuperado aventuras y desventuras de diferentes partidas de bandidos en la zona sur de la provincia, relatado las últimas ejecuciones materializadas en Toledo, motines populares por cuestiones de impuestos o prohibición de capeas, misteriosas explosiones en Olías del Rey o supuestas visiones marianas en Guadamur, crímenes despiadados y movilizaciones populares para evitar que volviesen a levantarse patíbulos en la capital o repetidas apariciones de ahogados sin nombre en las aguas del Tajo. 

Y también hemos recuperado el buen hacer de periodistas como Federico Lafuente, Emilio Bueno, Antonio Garijo, Tomás Rodríguez («Teerre»), Manuel Cano, Florentino Pintado, Fidel Domínguez, Julio González o el extraordinario cronista que se ocultaba bajo el seudónimo «Honn», cuyo relato sobre la desaparición de un curandero en Menasalbas, incluyendo la descripción de una casa de lenocinio en las inmediaciones del Alcázar toledano, que abría sus puertas bajo el nombre de «El Chorrillo», fue excepcional.

En homenaje a ellos y como epílogo a esta serie para quitarnos el agrio sabor de boca que nos dejó su última entrega, el «crimen de Moraleda» publicado hace dos semanas, comparto hoy esta crónica anónima, que bajo el título de «¡Vaya un pájaro!», fue publicada en las páginas del «Heraldo Toledano», dirigido por Domingo Alonso, el 18 de mayo de 1930, días después de concluir la tradicional novena que en honor de la Virgen de los Dolores que tradicionalmente se celebraba en la parroquia toledana de San Nicolás y que en ese año tuvo como predicador a Leocadio González Cárdenas, del convento de los padres franciscanos de San Buenaventura, de Sevilla.

No me atrevo a certificar la veracidad o no de su contenido, ni tampoco a calificarlo como trágico o como cómico, pues no he conseguido contrastarlo con más datos ni versiones. Transcribo su texto tal cual pudieron leerlo los toledanos de la época y ustedes lo juzgan:

«Hemos recibido el siguiente relato de lo sucedido con un pájaro.

En la parroquia de San Nicolás se celebró la novena acostumbrada de la Virgen de los Dolores. Para ayuda del culto se estableció la consabida rifita, y entre los objetos rifados hubo un canario flauta con su correspondiente jaula.

Efectuado el sorteo y transcurrido el tiempo estipulado, no se presentó el agraciado a recoger el pájaro, por lo cual quedó depositado el volátil en casa del cura párroco, por considerarle persona de más solvencia moral y material hasta que la Cofradía acordase lo más pertinente al caso.

Plaza de San Nicolás, en cuya casa parroquial de desarrolló el suceso narrado en la crónica “Vaya un pájaro” (Foto, Aldus)

Reunidos los cofrades, decidieron adjudicar el canario a uno de ellos, previo pago de cuarenta y cinco pesetas.

Pero al ir a reclamárselo al cura, éste se negó a entregarlo, aduciendo su mejor derecho a quedarse con el animalito que, confiado y contento, alegraba la casa parroquial con sus armoniosos gorjeos.




Se le hizo saber al reverendo Padre que había quien pagaba cuarenta y cinco pesetas, pero se le concedió la preferencia de adquisición en el mismo precio que se la había señalado al cofrade. Entonces renunció a los rítmicos canticos de la infeliz avecilla, pero exigió que se le abonara el importe de la manutención durante los días que lo tuvo depositado.

Los cofrades transigieron y abonaron el importe del recibo que ascendía a veinticinco pesetas […] Abonado el precio de tan esplendido hospedaje, se presentaron los cofrades en casa del cura a recoger el pájaro, pero se encontraron con el pájaro estrangulado dentro de la jaula y ésta completamente aplastada».

«No queremos hacer, por nuestra cuenta –concluía la crónica-, el más leve comentario». Tampoco yo, como autor de esta serie de esbozos, quiero realizarlo en el punto final de la misma. 

Que cada lector saque su propia conclusión y quédese con un rictus de pesadumbre, una risueña mueca o un contenido elogio a aquellos compañeros de la prensa de entonces que, como dijimos, hubieron de echarle imaginación y fantasía para dar rango de noticia a lo que, en muchas ocasiones, no pasaba de ser simple peripecia.

Enrique SÁNCHEZ LUBIÁN
Actualizado:31/03/2020 19:51h


En Ruta por el Románico del Duero: De Toro a Zamora (I)

Resultado de imagen de colegiata de toro
Colegiata de Santa Maria la Mayor de Toro

Resultado de imagen de cimborrio catedral zamora
Cimborrio de la Catedral de Zamora

La ciudad de Toro se sitúa en el noroeste de España a treinta kilómetros al este de la capital de la provincia, a sesenta de Valladolid, y a setenta de Salamanca. Toro se enclava en una atalaya natural a 739 metros sobre el nivel del mar. 

Es una ciudad amable, tranquila y llena de parajes cercanos al rio Duero. Su patrimonio arquitectónico y cultural son dignos de visitar y con una población cercana a los 10.000 habitantes, Toro tiene mucho que ofrecer al visitante y al turista.

Resultado de imagen de mapa toro turismo"
Calle Principal, Toro
La ciudad está llena de monumentos y de historia. Ciudad vaccea llamada “Arbocala” de donde se cree que parte el monolito “verraco” que da nombre a la ciudad ya que asemeja a un Toro.

La provincia de Toro lo fue de Castilla hasta el siglo XIX. Miradores y parajes increíbles, panorámicas de la Vega y su alfoz dan a Toro un enclave privilegiado dentro de la llanura castellana.

Indice:
  1. Como llegar
  2. Algo de Historia sobre Toro
  3. Colegiata de Santa María la Mayor de Toro
  4. San Salvador de los Caballeros
  5. San Lorenzo el Real
  6. Ermita de la Virgen de la Vega o Cristo de las Batallas
  7. Monasterio del Sancti Spiritus
  8. Arco del Reloj
  9. Cosas Obligatorias que hacer
  10. Museo del Queso Chillón
  11. Enoturismo en Toro
  12. Comer en Toro

para mas info:






lunes, 27 de abril de 2020

El Puente de Talavera





domingo, 26 de abril de 2020

La Puebla de Almoradiel en 1498. La Magdalena y su Puente

El 9 de septiembre del año 1498 llegan hasta La Puebla de Almoradiel, en visita de la Orden de Santiago, los visitadores reformadores de la Orden don Lope Zapata, comendador de la Hinojosa, y Antón Sánchez Daza, capellán de Cubillana. 

Desde la última visita del año 1495 han transcurrido tres años y medio; la población no ha aumentado permaneciendo los mismos 61 vecinos, los aproximadamente 305 habitantes, algo importante porque, al menos, La Puebla no se ha despoblado, esa era la primera preocupación y el primer miedo de la Orden de Santiago, la despoblación de sus villas, problema que persiste y se ha agudizado en la época que vivimos.

Iglesia y torre de La Puebla de Almoradiel. Foto de PH. Gégé

Otro hecho poblacional notable es que uno de los vecinos se eximía por hidalgo. ¿Puede ser este hidalgo un nuevo candidato a ser el Hidalgo de la Mancha por excelencia, don Quijote? 

Si preguntamos a mi querido don Ángel Sepúlveda, escritor, poeta y cervantista, seguro que nos dirá que sí podría ser. No cabe duda que Cervantes pudo haber visitado Quintanar de la Orden; la cita en el Quijote al referirse a Juan Haldudo, y la cita muy extensamente en el Persiles, cuando hace referencia a sus parientes los Villaseñor; si Cervantes estuvo en Quintanar, también habría estado en La Puebla.

Dieron los alcaldes e regidores que ay de vesinos en el dicho lugar, sesenta y uno, e que el uno de ellos se ysime por hidalgo

El manuscrito habla muy claramente de la exención del hidalgo. En efecto, los hidalgos estaban exentos de pagar los pechos de pecheros, es decir los impuestos que pagaba la gente normal, labradores, jornaleros, trabajadores gremiales, etcétera, que solían ser, en la Mancha Santiaguista, el pedido ordinario y extraordinario, más la moneda forera, que se pagaban al rey; estos independientemente de todos los diezmos y prebendas que se pagaba al comendador, la Mesa Maestral y la iglesia. 




Durante el próximo siglo XVI los ayuntamientos pleitearían con todos sus hidalgos para que demostrasen su hidalguía, puesto que, si no lo eran, suponía un ingreso extra en los impuestos que recaudaba el concejo; todos estos pleitos se trataron en la Real Chancillería de Granada, donde las villas de la Mancha estaban circunscritas.

Continuaban como caballeros de cuantía los vecinos Fernando García, Juan García de Diego García y Bartolomé Sánchez, a los que se incorporan otros tres, Diego Ortiz, Juan Sancho de las Casas y Fernando Martínez Pedroche. 

A todos ellos se les da de plazo hasta el próximo mes de marzo, para que hagan acopio de armas y caballo, para cuando Sus Altezas les manden llamar para la guerra. El que se haya duplicado los caballeros de cuantía, es una indicación más de que los vecinos de La puebla están prosperando e incrementando sus rentas.

La Puebla de Almoradiel continúa como lugar perteneciente a la Encomienda de Corral de Almaguer. Es su comendador don Íñigo Manrique de Lara, que tiene delegada en la persona de Antón García de Ayllón, la procuración y mayordomía de su encomienda.

Un mandato muy importante que dan los reformadores de la Orden de Santiago en esta visita, es que los concejos no vendan sus dehesas, bajo pena de 10.000 maravedís. 

Es una protección ecológica que ya se hace a finales de la Edad Media, para que ningún ayuntamiento pueda vender los terrenos concejiles comunales, al tiempo que se dictan leyes en contra de la tala de árboles, pastos de ganados de dehesas, caza y, por supuesto, la venta de las mismas. En el mismo mandato recogen que, cada año, renueven los mojones que tienen concertados con las villas vecinas.

E, así mismo, les mandaron que non vendan sus dehesas, so pena de diez mill maravedís para la Cámara e Fisco de Sus Altezas, syn que ayan liçençia de Sus Altezas

Así mismo, les mandaron que, cada año, renueven sus mojones que tienen entre los térmynos de esta villa e de otras partes, so pena de dos mill maravedís para la Cámara e Fisco de Sus Altezas

Iglesia parroquial de San Juan Bautista

Visitaron la iglesia parroquial, bajo la advocación de San Juan Bautista, y la encontraron bien reparada excepto en alguna parte de los muros que vieron como los cimientos estaban descarnados. Hay que decir que a las construcciones de esa época se les dotaba de una cimentación muy pobre; era muy normal abrir una zanja de una o dos varas de profundidad y rellenarla de cal y canto, ese era el soporte de estructuras de tanto peso y tan elevadas; al estar acostumbrados a hacer estas cimentaciones, cuando, a principios del siglo próximo, se comienzan a fabricar las iglesias de piedra, los maestros canteros encuentran numerosos problemas en la sustentación de bóvedas y columnas; sirva como ejemplo el pleito que mantuvo el maestro cantero maese Pedro López de Chavarrieta con el concejo del Quintanar, porque se caía una columna de la recién construida iglesia de Santiago Apóstol.

Habían hecho lo que se recomendó en la visita pasada, es decir, bajar las gradas del Altar Mayor. Además, construyeron un nuevo Sagrario junto a él; estaba hecho de yeso y estaba abierto porque no le habían puesto sus puertas.

Sin embargo, el campanario estaba sin terminar, no les había llegado el dinero para concluir la obra. Los visitadores mandaron que se terminase de hacer con las limosnas que pudiera aportar el pueblo.

Encargaron a los alcaldes, e regidores, e al pueblo que, con sus limosnas, ayuden e procuren a que se haga el campanario

La iglesia no disponía de cura párroco, el anterior, Antonio López, freire de la Orden de Santiago, había perdido el juicio y le habían tenido que llevar de allí. El concejo, provisionalmente y en espera que el Prior de Uclés nombrase nuevo cura párroco, había tomado los servicios de un capellán, fray Diego, fraile de la Orden de Santo Domingo, al que pagaban 4.000 maravedís al año por la administración de los sacramentos. 

Además de esa cantidad, recibía el pie de altar, pan, vino y dineros, que se estimaba en unos 1.800 maravedís anuales, más la capellanía que instituyó Juan García de Almendros, que tenía una renta de ochenta ovejas, que se arrendaban por 800 maravedís cada año. De manera que el capellán estaba recibiendo unas rentas anuales de 6.600 maravedís.

Hicieron, más tarde, inventario de los ornamentos, vestimentas y libros de la iglesia. Nada había cambiado ni se había incrementado en cosa alguna desde la última visita. Solo aclarar que, las dos campanas, estaban colocadas sobre tres maderos, junto a la iglesia. Las posesiones de tierras para la fábrica de la iglesia tampoco habían variado, seguían sin sembrarse ni arrendarse.

Tomaron las cuentas al mayordomo de la iglesia Diego Ortiz, que había sido elegido desde el año de 1495 hasta esta fecha. Dio que había a favor de la iglesia 2.010 maravedís, más 16 fanegas y 2 celemines de trigo, más 9 fanegas de cebada, de las rentas y limosnas, menos los gastos ocasionados.




Los reformadores mandaron al mayordomo que encargase una caja de plata de medio marco, donde se pudiera guardar el Corpus decentemente dentro del Sagrario, y que se mantuviera cerrado poniendo unas buenas puertas pintadas con su cerradura. Mandaron que encuadernase algunos de los libros de la liturgia que se estaban estropeando por el uso. Le dieron de plazo hasta la próxima Pascua de Navidad.

Ermita de la Magdalena

En el término de la villa había una ermita que llamaban de la Magdalena. Situada en un cerro hacia el río Gigüela, todavía existe el topónimo Camino Alto de la Magdalena.

Tenía de posesión unas viñas que rentaron este año diez arrobas de vino, y unas tierras que rentaron siete fanegas de pan, de trigo y cebada a partes iguales. Poseía 38 cabezas de ganado entre ovejas y cabras, que las tenía arrendadas a Diego Carbonero por 450 maravedís al año.

Junto al río Gigüela era dueña la ermita de un puente, que cuando el río traía mucha agua pasaban por él los ganados serranos que iban a extremo; cobraban de limosna, por el portazgo, tres o cuatro maravedís por cada ganado, lo que suponía una renta anual próxima a 300 maravedís.

E tiene, junto con la dicha hermyta, en el río de Xivuela, una puente que quando viene el río cresçido, pasan por ella, a estremo, los ganados serranos, e danle de limosna, de cada rebaño, tres o quatro maravedís, y rentanle esta puente, segúnd es el año, e las tresçientas

Este puente que podría estar situado cerca del puente del molino Botifuera o ser ese mismo, posibilitaba el paso del ganado serrano que venía trashumando hasta los pastos de la extremadura de la Provincia de León, la actual Comunidad Autónoma de Extremadura, que en aquella época era como se llamaba, donde iban parte de los ganados serranos a pasar el invierno. 

Venían por esa Vereda Real y, en el término de La Puebla, tenían varios puentes para vadear el río dependiendo de las crecidas del mismo. La Puebla fue, por tanto, un lugar muy importante en el paso de ganados trashumantes, uno de los motivos de su riqueza futura.


Mapa del IGNE del año 1886. A trazo continuo la Vereda Real. A trazo de puntos, diversos puentes sobre el río Gigüela y tramo alternativo

Hasta el año de 1886 en términos de La Puebla se conocían: La Puente Vieja; Las Puentes, dos puentes sobre el Gigüela cerca del Molino del Pintado; los Puentes del Molino del Zurrón, el Puente del Molino de Pringazorras y el Puente del Molino de Botifuera, candidato a ser el puente perteneciente a la ermita de la Magdalena.


Mapa del IGNE del año 1886. La Puente Vieja, entrada de los ganados serranos en el término de La Puebla de Almoradiel

Tomaron cuenta al mayordomo de la ermita, que lo era desde el 22 de enero del año 1494, no menciona el nombre. Disponía la ermita de 6.123 maravedís; como se puede apreciar, tres veces más que la renta disponible que tenía la iglesia parroquial. 

Mandaron al mayordomo que gastase el dinero en lo que más pudiera necesitar la ermita, con la aprobación de los alcaldes y regidores, o en la compra de tierras que pudieran suponer rentas adicionales, porque era cierto que la ermita se encontraba bastante bien reparada.

Casa Encomienda

Luego fueron a visitar una Casa de Bastimento que tenía la encomienda en la villa, que fue hecha después del mandato que hicieron los visitadores en la visita pasada de 1495.

Desde luego no la habían hecho como recomendaron y de acuerdo a las instrucciones de los reformadores. Era de tapiería de tierra, con buena madera y teja en la techumbre; una buena entrada con sus puertas y cerradura.

Le habían mandado al comendador don Íñigo Manrique de Lara que hiciera una parte baja para bodega y otra alta encamarada para el grano; pues bien, no la había hecho doblada, la parte de cámara, todo lo largo de la casa, no la había construido. 

Los reformadores lo dejaron estar, pero mandaron al comendador en la persona de su procurador, Antón García de Ayllón, que, en su lugar, construyese delante, y a todo lo largo de la casa, un portal en colgadizo(1), donde, en uno de sus extremos, debían de poner un lagar con su pila, para pisar la uva y recoger el mosto, y en el otro extremo unas tinajas para guardar el diezmo del vino.

 De este modo, en el interior del edificio se pondría el grano en sus correspondientes trojes, y en el exterior, en el nuevo portal a colgadizo que se hiciese, las tinajas con el vino y el jaraíz con su pila. No era una solución buena, cualquier labrador lo sabe, porque el grano siempre se debe de poner en alto para que esté aireado y seco, de modo que no tome humedad y pueda fermentar.

(1) Un portal en colgadizo se hacía poniendo un tejado que se apoyaba en un extremo sobre una de las paredes de la casa, mientras que el otro apoyaba sobre columnas o pilastras de madera o yeso. Construcción típica de la Mancha Santiaguista.

Por ende, en conpensaçión de la dicha cámara, mandaron al dicho comendador, en presençia del dicho Antón de Ayllón, su mayordomo e procurador, que delante la dicha casa, haga un portal a colgadiso, sobre sus pilares de yeso, e que sea de largor de la dicha casa. E que se le eche su buena madera, e su teyllo, e su teja. E que, al un cabo, se haga un xarahíz, con su pila en que se pise la uva del diezmo. E al otro cabo estén tinajas para el vino. E que esto que lo haga dentro de nueve meses primeros syguientes, en vertud de obidiençia.

Horno de poya




Este horno de cocer pan pertenecía a la encomienda. En la anterior visita encontraron que necesitaba ciertas reparaciones, cuales eran: hacer un nuevo arco, ponerle sus puertas de entrada y arreglar los poyos. Se había hecho el arco y puesto las puertas, pero los poyos seguían muy destartalados; dieron nuevo plazo hasta el día de Todos los Santos para que se reparasen.

Actualmente lo había tomado el propio concejo de La Puebla de su mano; había hecho una iguala con el comendador por la que le arrendaban el horno a cambio de 20 fanegas de trigo.

Rentas del Maestre

Pertenecía a la Mesa Maestral el pedido ordinario de la dicha villa, que estaba valorado en 900 maravedís anuales, más los diezmos de pan de los labradores que labraban en Palomarejos (Palomares).

Dedicado a mi querido amigo D. Ángel Sepúlveda



Un Fin de Semana en Barcelona

Ubicada a orillas del Mediterráneo, son muchos los que se acercan a Barcelona no solo en busca de cultura, sino también en busca de sol, playa, fiesta o compras, debido a que la capital catalana tiene mucho que ofrecer al visitante, no en vano es una de las ciudades más visitadas de Europa.

Resultado de imagen de sagrada familia barcelona
Sagrada Familia, Barcelona

Resultado de imagen de parc güell barcelona
Parque Well, Barcelona

Indice:
  1. Como llegar a Barcelona
  2. Algo de Historia 
  3. Visitar la Sagrada Familia
  4. Pasear por el Parque Guell
  5. Admirar el Palacio Guell
  6. ir a la Casa Batlló 
  7. Sorprendernos con la Pedrera
  8. Deleitarnos en el Mercado de la Boqueria
  9. Pasear por Las Ramblas y el Paseo de Gracia 
  10. Impresionarnos con las Dimensiones del Camp Nou
  11. Darse un Chapuzón en sus Playas
  12. Callejear por el Barrio Gótico
  13. Visitar el Museo Picasso
  14. Visitar la Fundación Joan Miro
  15. La Fuente Mágica de Montjuic en la Plaza de España
  16. Recorrer el Pueblo Español
  17. Visitar la Catedral del Barcelona
  18. Visita al Museo Nacional de Arte de Cataluña
  19. Palacio de la Musica Catalana
  20. Basilica de Santa Maria del Mar
  21. Recinto Modernista de San Pau
  22. Aquarium de Barcelona
  23. De Tapas en Barcelona
  24. Fiestas de Barcelona
  25. Comer en Barcelona
  26. Excursión a Montserrat desde Barcelona
  27. Comer en Monserrat

para saber mas:





Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...